viernes, 30 de diciembre de 2005

Educación e Integración Social

La propuesta legislativa de introducir como requisito para todo establecimiento que obtenga subvención estatal una cuota de 15% de alumnos considerados “vulnerables” fue respaldada por el Tribunal Constitucional en el sentido que no pone en peligro la libertad de enseñanza en Chile, como los detractores de la UDI reclamaban. Pero no contentos con ello, ahora dicen que la norma es inconveniente, critican su carácter obligatorio, que reduce la autonomía de gestión de las escuelas y de elección de las familias no beneficiadas.

Si bien en Chile el sistema escolar se basa en la libertad de enseñanza de las escuelas y en la libertad de elección de las familias, en la práctica la libertad con que cuentan las escuelas limita la libertad de elección de muchas familias. Primero, por que las escuelas pueden cobrar a las familias sin por ello dejar de recibir la subvención estatal, con lo que se introducen barreras económicas para el ingreso de alumnos a escuelas financiadas con recursos públicos. Segundo, las escuelas –amparándose en las definiciones de su proyecto educativo- pueden negar la matrícula a cualquier niño e incluso expulsarle una vez admitido. De esta forma las escuelas pueden seleccionar a los alumnos con mayor potencial académico y, en cambio, discriminar a los niños que presentan mayores dificultades ya sea de aprendizaje o de socialización.

En consecuencia, la libertad de elección de los padres en el sistema público de educación está condicionada por su capacidad de pago y por la arbitrariedad de las escuelas de aceptar y mantener a su hijo. La introducción de una cuota obligatoria de alumnos vulnerables en todas las escuelas con financiamiento público aumenta la libertad de elección de los más pobres y por esa vía expande sus oportunidades educativas, en la medida que ellos pueden ahora acceder a escuelas que antes les estaban vedadas. La hipótesis educativa que está en la base de la integración social en la escuela es que ésta incrementa el capital social del conjunto del sistema (especialmente de las mayorías) y lo distribuye más equitativamente. Siendo éste un factor relevante para producir mejores oportunidades de aprendizaje, se espera que la educación en general mejore. Adicionalmente, al limitar la creación de escuelas ghettos, las medidas de integración mejorarían significativamente la calidad de la educación de los estudiantes actualmente más segregados. Finalmente, los estudiantes más pobres que tendrán acceso a mejores escuelas mejorarían sus resultados de aprendizaje, tanto por la mejor calidad del servicio como por el efecto beneficioso de estudiar en una comunidad de estudiantes con mayor capital cultural.

Es cierto que hemos construido escuelas de tal calidad que hasta nuestros adversarios políticos escriben sobre ello, pero no es suficiente para mejorar la calidad de la educación, como tampoco lo es sólo con mejoras aisladas que se pueden lograr con el esfuerzo de gestión de los directivos escolares, con el mejoramiento de la enseñanza por parte de los profesores o con el mayor compromiso de los padres. La responsabilidad de un gobierno con sensibilidad social es generar las condiciones institucionales para que sean las mayorías las beneficiadas y especialmente los más desposeídos.

martes, 20 de diciembre de 2005

La equidad como factor de calidad

Generalmente se entiende por equidad la atención especial a los sujetos que lo necesitan. Por este principio se diseñan programas y acciones bajo el criterio de discriminación positiva, como manifestación de sensibilidad especial para que el sistema educativo intente compensar los déficits originados por el contexto sociofamiliar y también de aquellos que son de origen psicobiológicos. En perspectiva socioeconómica, podríamos afirmar que no habrá equidad en la educación hasta que no se logre un rendimiento escolar similar entre los alumnos procedentes de distintos niveles socioeconómicos. Esto significa que la equidad es opuesta al fracaso escolar como algo ligado exclusivamente a ciertos grupos de alumnos, aunque el fracaso no sea de su exclusiva responsabilidad, una escuela equitativa hará que el fracaso no sea inapelable, y no asociará de manera fatalista ciertas variables del contexto sociofamiliar con la imposibilidad de escalar los niveles más altos del sistema por parte de todos sus alumnos.

La equidad demanda que los beneficios de la educación lleguen a todos sin excepción, puesto que la incidencia de la escuela sobre su futuro resulta decisiva. Cabe recordar que a pesar de la multiplicación de fuentes informativas, la influencia indiscutible de los medios de comunicación y la necesidad de considerar la educación como una actividad que dura a lo largo de toda la vida, la escuela es la única institución que proporciona aquellos conocimientos básicos y aquellos hábitos de aprendizaje que permitirán seguir aprendiendo. Entonces, la escuela colabora con la equidad social si la practica en su propio seno. En efecto, cuando la educación parte de lo que es el educando se sitúa en el mejor camino para obtener el máximo provecho de sus posibilidades. Cada uno aprenderá de manera óptima, si se le ofrece la posibilidad de hacerlo mediante el tipo de actividades que sintonizan mejor con sus capacidades más desarrolladas. Este principio pedagógico se opone, por tanto, a una organización escolar que estructura grupos fijos, dirigidos a supuestos “alumnos tipo”, a todos los cuales se les ofrece una metodología uniforme para las actividades de aprendizaje. Hay que señalar que la organización de la escuela en supuestos grupos homogéneos, especialmente por la “capacidad intelectual”, se corresponde con el modelo organizativo de la primera industrialización, cuando en las fábricas se realizaban tareas idénticas y repetidas por amplias masas de trabajadores. Hay que oponerse a las agrupaciones y establecimientos escolares selectivos o con una alta concentración que lleva a la ausencia de los otros grupos socioculturales. Hay que insistir en que la preparación para la convivencia en una sociedad multicultural y democrática la podrá lograr la escuela en la medida en que ella sea un reflejo de esa misma diversidad, y la convivencia en la diversidad es hoy una de las metas clave de la educación para el siglo XXI.

jueves, 15 de diciembre de 2005

Diversidad para la educación chilena

Reflexionar acerca de la calidad de la educación lleva a preguntarnos: ¿está nuestro sistema educativo a la altura de las necesidades y derechos que los estudiantes tienen en el mundo de hoy? La respuesta es no. La sociedad contemporánea cambia a un ritmo mayor que el experimentado por la escuela. Los sistemas educativos fueron pensados y estructurados a partir de paradigmas sobre la educación nacidos en el siglo XIX y ajustados lentamente a lo largo del siglo XX, mientras que la sociedad cambia a ritmos cada vez más acelerados.

Los sistemas educativos están basados en un modelo de educación homogénea, cuando hoy la sociedad globalizada se caracteriza cada vez más por su diversidad. Trabajar con la diversidad como un aspecto positivo es un desafío que nuestras escuelas manejan con dificultad. De hecho, ésta es vista más bien como una traba, cuando, por el contrario, debe ser considerada una fortaleza. Las escuelas privilegian esquemas de trabajo homogéneos, con calendarios y ritmos de progreso uniformes, o bien seleccionan a los estudiantes según características que permitan contar con grupos "similares", ya sea en términos de estatus social, habilidades, u otros criterios.

Todo esto facilita la administración burocrática, pero nos distancia de la realidad del mundo actual cada vez más diverso; reproduce la inequidad social y quita a la diversidad la posibilidad de contribuir al aprendizaje. Los estudios muestran que en clases heterogéneas todos los alumnos aprenden más y mejor. Desarrollar la escuela para manejar la riqueza de la diversidad supone no sólo aceptación; también significa utilizarla para apoyar al desarrollo del aprendizaje de los estudiantes. En este contexto, la creación en Chile de Consejos Escolares como espacios de participación, y de la cuota de integración del 15% son pasos fundamentales para la generación de oportunidades que favorezcan una gestión educativa flexible, con mayores recursos que garanticen la pertinencia de los aprendizajes desarrollados en la escuela. Asimismo, ofrecen una oportunidad para abrir el establecimiento educativo a la comunidad, permitiendo un diálogo necesario. Significa para la escuela un nexo entre profesores, padres y el mundo, avanzando así en la comprensión de la diversidad creadora.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Calidad para Todos

Los gobiernos de la Concertación han construido bases sólidas y han ampliado las oportunidades educativas para todos como nunca antes en nuestra historia. El debate que buscamos instalar acerca del futuro de nuestra educación tiene que ver en cómo somos capaces de garantizar a cada familia chilena una educación pertinente y de primer nivel para sus hijos, independiente de su condición socioeconómica. Para cumplir este objetivo se requiere desarrollar una política educativa que se estructure en cuatro ejes estratégicos fundamentales: en primer lugar, garantizar a la pequeña infancia una estimulación temprana, que les permita desarrollar al máximo sus capacidades y seguir aprendiendo a lo largo de sus vidas. En segundo término, debemos poner un acento fundamental en que los profesores de la educación básica y media accedan a las condiciones que les permita ejercer una docencia de calidad. Junto con lo anterior, se debe avanzar en la mejora de la equidad del sistema, buscando resolver los actuales problemas de segmentación de la matrícula, así como también disminuir la brecha de resultados que existe entre las distintas instituciones educacionales. Mejorar sustantivamente la gestión de las escuelas, liceos, administraciones locales, centros de formación técnica, además de adaptar la institucionalidad pública a las nuevas exigencias de excelencia, son también acciones de relevante significación.

Un tercer eje estratégico dice relación con asegurar las oportunidades de aprendizaje de cada chileno y chilena en todas las etapas de su vida. La existencia de un sistema equitativo de educación permanente, con acento en la formación técnica, es un imperativo para sostener el crecimiento económico del país. Finalmente, es menester garantizar a todo joven con talento – independientemente de su origen- una educación superior de alta calidad, que ofrezca, además de una formación acorde a los requerimientos de nuestro crecimiento económico y de las demandas de la sociedad del conocimiento, un stock de principios y valores que enriquezcan su acervo personal y ciudadano. Junto con lo anterior, es fundamental elevar sustantivamente la demanda por innovación e investigación científica y tecnológica, que hace nuestro sistema social y productivo, requisito esencial que nos permitirá acceder a nuevos estadios de desarrollo.

Nuestra capacidad para crecer en libertad y justicia depende mucho de la educación que seamos capaces de ofrecer a todos nuestros compatriotas. Este es un sentimiento que permea a toda la sociedad y que nos exige ser más rigurosos en lo que tenemos que hacer en el futuro próximo.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Por una escuela inclusiva

La escuela inclusiva se construye sobre la participación y los acuerdos de todos los agentes educativos que en ella confluyen. Considera el proceso de aprendizaje del alumnado como la consecuencia de su inclusión en el centro escolar. Surge de una dimensión educativa cuyo objetivo se dirige a superar las barreras con las que algunos alumnos y alumnas se encuentran en el momento de llevar a cabo el recorrido escolar. Con una escuela inclusiva se trata de lograr el reconocimiento del derecho que todos tienen tanto a ser reconocidos, como a reconocerse a sí mismos como miembros de la comunidad educativa a la que pertenecen, cualquiera que sea su medio social, su cultura de origen, su ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o de la sobre dotación intelectual.

Es de esta diversidad y de la falta de reconocimiento legítimo de las diferencias existentes, de donde surgen con frecuencia las desigualdades, las discriminaciones y las jerarquías que son las que finalmente configuran el paradigma de la exclusión. En esta escuela que se propone, el desarrollo de la convivencia se realiza a través del diálogo. Los conflictos se transforman en una oportunidad para el desarrollo personal y social, porque permite la aproximación entre los agentes en conflicto y el desarrollo de su aprendizaje.

Si es necesario situar todos los procesos humanos en el contexto socio histórico en el que suceden, también lo requieren así los procesos educativos. La escuela, como unidad de estos procesos, históricamente ha ocupado un lugar privilegiado en la actuación educativa. En la sociedad actual, la sociedad de la información, la escuela ha dejado de ser la principal instancia transmisora de conocimiento, y el alumnado tiene la oportunidad de acceder a diferentes contextos de aprendizaje además del escolar. Esta nueva situación exige a la escuela poner en relación los aprendizajes que el alumnado realiza en los diferentes contextos y dotarle de las estrategias necesarias que le permitan ser un agente activo y crítico, comprometido con su propio desarrollo y el de su entorno, disipando así el riesgo de la exclusión.

En la escuela del siglo XXI al profesorado le corresponde alentar al alumnado en este proceso, superando el etnocentrismo imperante, dotándole de puntos de referencia para comprender el mundo que le rodea y reforzando al mismo tiempo su sentido de pertenencia a la comunidad. De la reflexión y revisión de su práctica educativa surgirán tanto los cambios metodológicos como culturales, imprescindibles para construir ese ámbito de inclusión. La escuela ha de ser y ocupar ese importante espacio educativo que le corresponde donde las múltiples formas de la participación se articulen en un diálogo intercultural mutuamente enriquecedor bajo el principio de iguales en la diferencia.

martes, 29 de noviembre de 2005

Tiempo y disciplina escolar

Cualquier organización que pretende lograr objetivos tiene que hacer cumplir las normas y la correcta realización de las acciones que permitirán alcanzar sus objetivos. Lo primero que compete a una escuela es clarificar a sus integrantes, profesores y alumnos, su misión como núcleo del ideario y proyecto. Más aún, cualquier propósito de enseñanza requiere, para ser alcanzado, de la disciplina escolar. Lo cual, en sentido amplio incluye dos partes: por un lado está vinculada a la convivencia regulada por normas y reforzada por actitudes y hábitos de urbanidad que le dan un valor positivo. Sin disciplina no puede haber buena convivencia. Además, por otro lado, la disciplina viene dada por una correcta y eficiente disposición ordenada de todas las actividades que tienen lugar, principalmente en las aulas y otros espacios del recinto escolar. Incluimos aquí acciones tales como el cuidado de los bienes públicos, la puntualidad, el aprovechamiento del tiempo, el estudio individual diario, la realización y control de los deberes u otro tipo de enseñanza indirecta. La enseñanza bien preparada y ejecutada en un buen clima de relación humana es el más importante aglutinante del orden en la sala de clases y la mejor prevención para acciones descontroladas, especialmente las que tientan a los jóvenes al término del año escolar, el cual tiene un tiempo determinado y conocido con anterioridad al cual deben los establecimientos ajustar sus programaciones escolares. Por lo tanto, no se entiende que llegue diciembre y nuestros jóvenes comiencen a pasear por el centro de nuestras ciudades, no sólo perdiendo tiempo valioso para una mejor enseñanza, sino colocando en riesgo su integridad física.

Los profesores son claves en la disciplina. Deben dominar el difícil equilibrio entre la firmeza y flexibilidad. La disciplina viene favorecida por una eficiente organización de la escuela, cuyo lema incluye cordialidad, esfuerzo y alegría. Alegría no presupone holgazanería y hedonismo. Más bien al contrario. A los jóvenes les gusta proponerse metas elevadas y superar dificultades. El esfuerzo no se opone al interés porque el interés profundo irá siempre unido al esfuerzo y la constancia que da la fortaleza del carácter. El profesor eficaz tiene que ser sostenido por la sociedad y autoridades para que logre en su clase: una atmósfera ordenada y tranquila; fomente altas expectativas; sea claro en sus exposiciones; consiga que los alumnos realicen ejercicios abundantes inmediatamente después de la presentación y efectué una evaluación diversificada que incluya exámenes periódicos y anuales tanto de tipo oral como escrito. La organización de la escuela debe estar de tal manera diseñada y ejecutada que facilite la acción disciplinada de todos. Naturalmente con flexibilidad y amor hacia los jóvenes para el encuentro educativo, lo cual no supone inoperancia o falta de exigencia que deje indefensos a los profesores y les imposibilite llevar a cabo el arte de enseñar. La disciplina o actividad ordenada es un factor de calidad de las escuelas y ello debe notarse en la ciudad.

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Una educación técnica mejor

Chile necesita más y mejores técnicos para el siglo XXI. Esta meta es más urgente aún después de la firma de los tratados de libre comercio con la Unión Europea, Estados Unidos y los países de APEC. La revolución tecnológica y las exigencias de competitividad que plantea el nuevo escenario económico internacional, demandan más celeridad en los cambios que hemos impulsado en educación técnica. El mundo del trabajo y del empleo está cambiando continua y rápidamente: se transforman las tareas y los puestos de trabajo; se amplía el entorno productivo y laboral; el sector empresarial requiere personas con una sólida formación general y una preparación técnica de amplio espectro, para responder a la velocidad de los cambios que caracterizan el comienzo del siglo XXI. El paso a una economía más sofisticada requiere de una permanente innovación para agregar valor a nuestros recursos naturales. Eso exige más técnicos, más tecnología, más ingeniería, más investigación científica. También requiere más y mejores profesores en el área científica y matemática. La formación técnica es un paso más en una trayectoria progresiva y permanente en la vida. La tendencia en este siglo es que una persona entre y salga de los sistemas formativos de educación superior y del entrenamiento laboral varias veces en su vida.

Para el Bicentenario la meta ha de ser una formación técnica que articule bien la educación media, la educación superior y la capacitación, en el marco de una educación permanente. Las personas podrán usar la capacitación para ir avanzando paso a paso hacia una nueva formación, que actualice sus conocimientos y mejore su empleabilidad. Debiesemos tener un Sistema Regional que permitirá acreditar y certificar competencias independientemente de cómo se hayan adquirido, facilitando una más fluida integración con la economía local y mundial y más movilidad profesional y técnica. Nuestro sistema de información debiese ser relevante para que las personas orienten sus decisiones de formación. Tenemos que construir una estrecha colaboración con las empresas para adecuar con rapidez nuestros cursos a los desafíos de la economía local y mundial. Educarse a lo largo de la vida constituye hoy un requisito para insertarse en un mundo global y en la sociedad del conocimiento. Conocemos el camino para lograrlo y recorriéndolo juntos, podremos alcanzar más rápido el desarrollo de Chile.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Responsabilidad para la calidad educativa

Es importante resaltar que para reflexionar sobre la calidad de nuestro sistema educativo no se puede mirar únicamente los resultados de las mediciones internacionales o nacionales del logro académico de los estudiantes, que sabemos revelan importantes rezagos en nuestro país. Hay que prestar atención a temas más complejos que forman parte de la educación, como el desarrollo de capacidades para la convivencia y la tolerancia, el respeto al otro, la creatividad, la inserción en el mercado laboral, el ejercicio de la ciudadanía y la democracia. Son partes de un conjunto de aprendizajes relevantes para el mundo de hoy que deben ser garantizados para todas las personas –independientemente de su condición económica, social, étnica, de género o personal– si queremos que nuestro sistema juegue efectivamente un rol clave en la creación de igualdad de oportunidades. La calidad de la educación incluye aspectos relativos a la pertinencia y relevancia de los aprendizajes; la efectividad en el desarrollo de los mismos; la equidad en la distribución de las oportunidades educativas y la eficiencia y responsabilidad en el uso de los recursos que la sociedad le destina.

La realidad educativa chilena muestra aspectos particularmente destacados, junto a desafíos que aún subsisten. Por ejemplo, los importantes avances logrados en el acceso y la conclusión de la educación básica permiten a Chile plantearse retos mayores, como la universalización de 12 años de educación. Sin embargo, no debemos perder de vista que todavía existe un pequeño grupo de personas que aún no concluye la educación básica. Este segmento, sin duda, requiere una mayor atención por parte de las políticas públicas para el aseguramiento de derechos que deben ser universales.

Además, es importante resaltar que el sistema educativo chileno necesita generar mecanismos para eliminar prácticas discriminatorias en el acceso a las escuelas. En teoría, el modelo permite que los padres elijan el establecimiento en el que matriculan a sus hijos. No obstante, existe evidencia de prácticas de selección de alumnos por parte de los establecimientos de enseñanza (estatus socioeconómico o pertenencia étnica de los estudiantes, por ejemplo) que llevan a reproducir desigualdades sociales y perennizan modelos de trato homogéneo. El aprendizaje se da a lo largo de toda la vida y de manera creciente en varios ámbitos, etapas y espacios: en la familia, en el trabajo, a través de los medios de comunicación, de Internet, etc. Por ello, la calidad de la educación no debe ser vista como una tarea que puede ser abordada exclusivamente por el sistema educativo y la escuela, sino que compete y compromete a toda la sociedad.

jueves, 3 de noviembre de 2005

INCENTIVOS PARA MEJORAR LA ENSEÑANZA

Si bien nuestro país ha logrado aumentar el acceso a la educación para la mayoría de sus niños, niñas y jóvenes, la calidad sigue siendo aún muy baja. En un mundo cada vez más globalizado en el cual las competencias y conocimientos de los trabajadores cumplen un rol crucial, los países cuyos trabajadores están predominantemente mal capacitados se quedarán atrás indefectiblemente y sus ciudadanos seguirán percibiendo bajos salarios y perdiendo oportunidades de salir de la pobreza y disfrutar de una vida mejor.

Desde el punto de vista de la utilización eficiente de los escasos recursos disponibles, es inquietante que a pesar de que hemos aumentado considerablemente el presupuesto en educación, las competencias que poseen los egresados de los establecimientos educacionales no son suficientes para obtener un ingreso que les permita costear un nivel de vida de calidad.

Como país enfrentamos enormes desafíos, particularmente aquellos planteados por el desarrollo, la pobreza y la desigualdad. Ya lo señalamos al inicio, la educación es reconocida a todo nivel como uno, si no el más crítico, de los medios para enfrentar estos desafíos. La democratización de la educación, a través del mejoramiento de su cobertura como de su calidad, es crítica para superar la desigualdad social y económica existente. Asegurar que todos los niños tengan la oportunidad de adquirir las habilidades críticas en el nivel primario y secundario es crucial para superar las barreras de habilidades que perpetúan el subdesarrollo y la pobreza.

A pesar de que la mayoría de las personas reconoce la importancia de mejorar la calidad de los sistemas educacionales para reducir la pobreza y la desigualdad y aumentar el desarrollo económico, la manera de hacerlo no está clara. Un creciente conjunto de evidencia apoya la noción intuitiva de que los docentes desempeñan una función clave en lo que respecta a qué, cómo y cuánto deben aprender los estudiantes. Atraer personas calificadas a la profesión docente, retener a estos maestros calificados, entregarles las competencias y conocimientos necesarios y motivarlos para trabajar duro y esforzarse al máximo es probablemente el principal desafío en el ámbito de la educación.

La eficacia de los docentes y el desempeño académico de los alumnos

¿Quién es un buen profesor? ¿Cuáles son las características de un buen profesor? Casi todas las personas que han pasado por el sistema escolar pueden recordar a un profesor excepcional. Las personas suelen entregar una diversidad de razones para explicar por qué su profesor o profesora es excepcional, desde ser “cariñoso/a y preocupado/a”, culto, un buen comunicador, hasta el hecho de ser exigente y estimular a los alumnos a trabajar duro y ampliar sus propios horizontes. Estos son comportamientos complejos que no se miden fácilmente. En efecto, la medición de los factores que poseen los profesores eficaces y que no poseen los profesores ineficaces ha resultado técnicamente difícil y onerosa. Esta dificultad de medir con precisión los factores que afectan la eficacia de los profesores plantea uno de los desafíos para el diseño de los incentivos docentes.

En último término lo que debería preocupar a la sociedad es si los docentes están generando aprendizaje en sus alumnos. En otras palabras, a pesar del hecho de que la demostración de afecto por parte de los profesores y su dominio de los conocimientos de la asignatura que enseñan son comportamientos que probablemente estimulan a los alumnos a aprender, no todos los maestros que son afectuosos o dominan su materia también son profesores eficaces.

Consideramos eficaz a un docente cuando existe evidencia de que sus alumnos han adquirido los conocimientos y habilidades adecuados. Para medir la eficacia de un docente, en primer lugar nos basamos en los indicadores de aprendizaje de los alumnos disponibles a partir de las evaluaciones nacionales (SIMCE y PSU) de los conocimientos de lenguaje y matemáticas. Debido a que el aprendizaje de los alumnos adquiere múltiples formas y es difícil de medir y a que las pruebas constituyen una medida imperfecta del aprendizaje, reconocemos que los puntajes obtenidos por los alumnos en las pruebas constituyen una medida incompleta e imperfecta de la calidad de los docentes. Sin embargo, dada la ausencia de una mejor comprensión de los factores que dan cuenta de un buen maestro y dada la insuficiencia de datos sistemáticos y comparables con respecto al aprendizaje de los alumnos, las evaluaciones nacionales constituyen nuestra mejor opción para arrojar luces sobre la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.

La mayoría de los docentes no se responsabiliza por su desempeño en el aula ni, lo que es más importante, por el avance del aprendizaje de sus propios alumnos. En nuestro país, la mayoría de los profesores puede ganar un mejor sueldo sólo por mantenerse en la profesión dado que la escala de remuneraciones está asociada principalmente a los años de servicio y no a alguna medida de desempeño, no pueden ser despedidos debido a su desempeño y es muy poco frecuente que se reconozca o gratifique por su excelencia. Por ejemplo, para un profesor tipo que tiene todas las asignaciones (profesor ejemplar) el 42% de sus ingresos provienen de su antigüedad, el 18% del perfeccionamiento, el 12% por trabajar en condiciones difíciles, el 8% por asignación directiva, 7% incentivos individuales, 8% maestros de maestros, y el 5% del SNED.

Es difícil diseñar, lograr la aprobación y-un aspecto que suele subestimarse- implementar reformas destinadas a modificar los incentivos docentes. En consecuencia, son pocos los países latinoamericanos que han sido capaces de introducir reformas a los incentivos docentes y los que lo han hecho han seguido diversos caminos.

Un sistema amplio que afecta la enseñanza y la docencia

Si bien las reformas de los incentivos docentes constituyen una opción prometedora para mejorar la calidad de los profesores y el aprendizaje de los alumnos, éstas no operan de forma aislada, sino como parte de un sistema más amplio que afecta tanto la enseñanza como el aprendizaje. En consecuencia, las reformas de los incentivos docentes pueden ser más eficaces para mejorar el aprendizaje de los alumnos cuando otras partes del sistema ampliado que afectan la enseñanza y el aprendizaje se encuentran desarrolladas. Por ejemplo, la vinculación de los aumentos de sueldo con el desempeño de los docentes sólo será eficaz para aumentar el rendimiento académico de los alumnos si los docentes tienen claridad acerca de los conocimientos y competencias pedagógicas que se requieren para mejorar el aprendizaje de los alumnos. Del mismo modo, los beneficios de las reformas destinadas a aumentar la responsabilidad de los profesores por los resultados sólo son posibles si los docentes saben ante quién son responsables y estas personas, a su vez, tienen autoridad para gratificar y sancionar a los docentes sobre la base de su desempeño. En breve, los incentivos eficaces constituyen una condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar la calidad de los docentes y el rendimiento de los alumnos.

¿Cuáles serían los componentes de un sistema educacional orientado a atraer y retener a profesores calificados junto con motivarlos a desempeñarse al máximo de sus capacidades en nuestras escuelas? Existen por lo menos siete componentes que pueden influir en la calidad de la enseñanza, uno de los cuales corresponde a los incentivos.

En primer lugar, los docentes deben tener acceso a materiales didácticos adecuados y contar con condiciones de infraestructura básicas. A pesar de que esto parece obvio muchos profesores siguen trabajando en escuelas con recursos insuficientes.
En segundo lugar, los profesores deben saber qué se espera de ellos. A pesar de que en muchos entornos los estándares educacionales constituyen un problema sensible, todos los sistemas educacionales han establecido estándares para los profesores de las escuelas públicas. Por ejemplo, la mayoría de los sistemas exige que los docentes hayan completado un número mínimo de años de educación; que hayan completado programas particulares de formación docente o hayan aprobado programas de certificación; la mayoría exige que trabajen determinado número de días/horas a la semana y al año. Un sistema que tiene la capacidad de contratar y retener a profesores altamente calificados es un sistema que tiene claras expectativas con respecto a los docentes en término de los conocimientos de las asignaturas y de las competencias pedagógicas que requieren, que entrega pautas específicas relativas a la conducta y a las acciones que deban realizar los profesores y que explicita las competencias y objetivos de rendimiento académico específicos que se espera que desarrollen en sus alumnos. Sin claridad con respecto a lo que esperamos de ellos, será muy difícil establecer incentivos con el propósito de que cumplan nuestras expectativas.
En tercer lugar, la modalidad de selección y asignación de los profesores a los establecimientos educacionales afecta la calidad de la enseñanza y el aprendizaje de los alumnos. No siempre estas reglas son claras ni transparentes, dejando el proceso abierto a las influencias políticas. Y cuando existen reglas claras, éstas suelen estar desvinculadas de las políticas destinadas a orientar los recursos a las áreas de mayores necesidades. Por ejemplo, en lugar de asignar a los profesores con mejores desempeños a las escuelas que atienden a los niños más necesitados, se suele dar prioridad de elección en la asignación de escuelas a los más experimentados, dejando así las escuelas que atienden a las poblaciones más desfavorecidas en manos de profesores nuevos y con menor experiencia. Las reglas de selección y los criterios de asignación deberían ser claros, transparentes y racionales. Sin reglas claras, transparentes y racionales para la selección y asignación de los profesores a las escuelas de acuerdo con propósitos específicos, dejamos el sistema abierto a las influencias políticas y terminamos con un sistema en el cual los maestros menos eficaces enseñan a nuestros niños más vulnerables.
En cuarto lugar, los sistemas educacionales requieren información acerca de la enseñanza y el aprendizaje en forma regular y medidas de avance en función de las expectativas que se han establecido. Esta información no sólo debe ser utilizada para efectos de rendición de cuentas, sino como una herramienta para mejorar la práctica docente. Sin una evaluación de los conocimientos y competencias de los profesores, de su conducta y desempeño y de los resultados de aprendizaje de los alumnos, ni las autoridades responsables de las políticas, ni los maestros mismos pueden saber en qué medida ellos están cumpliendo nuestras expectativas.
En quinto lugar, para enseñar bien, se requiere un aprendizaje continuo, para lograr que todos los alumnos aprendan, se requiere que los profesores de cada escuela trabajen en conjunto en el diseño de estrategias para cada alumno. Por lo tanto, si bien un sistema eficaz para atraer y retener a los buenos profesores es aquel en el cual existen claras expectativas con respecto a las competencias que deben tener los docentes y las conductas que deben exhibir y en el cual son monitoreados y evaluados en forma continua, tan esencial como lo anterior es la utilización de esta información para brindar a los profesores apoyo técnico y directivo que requieren, junto con las oportunidades de desarrollo profesional necesarias para que tengan éxito en la tarea de generar el aprendizaje de los alumnos. Poder brindar este tipo de apoyo a los docentes implica contar con administradores escolares que sean también líderes pedagógicos y que trabajen en estrecha colaboración con los profesores en la utilización de la información derivada de las evaluaciones para ayudarlos a mejorar sus conocimientos de las materias y sus competencias pedagógicas en áreas específicas. Si no se entrega a los profesores el liderazgo pedagógico y las oportunidades de desarrollo profesional necesarias, no podemos esperar que adquieran nuevas competencias, mejoren su aprendizaje ni desarrollen las comunidades profesionales docentes necesarias para producir altos niveles de aprendizaje en los alumnos.
En sexto lugar, los profesores eficaces tienen autoridad para utilizar su mejor juicio profesional en la determinación de lo que se requiere para obtener resultados en función de los estándares acordados. sin autoridad, por ejemplo, para escoger entre los diferentes métodos pedagógicos, los profesores no pueden ser responsabilizados por fracasar en el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje de los alumnos. Sin autonomía profesional y autoridad, es poco probable que el profesor, como el actor educacional con el mayor conocimiento y comprensión de las necesidades de sus alumnos, sea capaz de promover el aprendizaje de los alumnos al máximo de sus capacidades.
Finalmente, dados que las personas responden a una diversidad de incentivos, probablemente deberían existir múltiples políticas de incentivos para atraer y retener en la profesión docente a personas altamente calificadas y para lograr que trabajen duro en pos del mejoramiento del aprendizaje de los alumnos. Algunas ya existen: sueldos relativos adecuados, es decir, sueldos que sean por lo menos tan altos como los ofrecidos a las personas con similares características en otras profesiones; mejores sueldos para los profesores con un mejor desempeño; mejores sueldos para los que trabajan en condiciones más difíciles (zonas remotas, poblaciones desfavorecidas); una carrera docente bien definida, con oportunidades de promoción, reconocimiento público y prestigio para los de excelencia; una verdadera amenaza de perder el empleo como resultado de un desempeño inadecuado y una relación relativamente estrecha con el cliente (los directivos de los establecimientos, los padres o las comunidades) de que se están desempeñando de manera adecuada.

Nadie negará que la educación tiene tradición de evaluación y que se basa en la información de manera decisiva, la cuestión ahora es cómo utilizar la evaluación no sólo para sancionar el nivel de aprendizaje de los alumnos sino para valorar el conjunto del proceso educativo y al conjunto de sus agentes, como referencia para la mejora.

Al pedir una educación de calidad se pueden demandar cosas tan diversas como la potenciación de un modelo cultural, la facilitación de acceso al mundo del trabajo, el establecimiento de unos valores morales, la selección de una minoría de excelencia o la consecución de unos estándares instructivos considerados deseables. Incluso puede ser usada para defender posiciones políticas opuestas.

Ciertamente, en educación un criterio de calidad centrado exclusivamente en los resultados puede llevar a desvirtuar la naturaleza misma de la educación como actividad valiosa por sí misma, de frutos siempre complejos y a largo plazo; pero es igualmente cierta la necesidad de incorporar las dimensiones cuantificables a la definición de calidad –aunque no de manera exclusiva- por las posibilidades que éstas ofrecen para establecer comparaciones, sea con uno mismo o con los demás. Por todo ello, parece adecuada la necesidad de reivindicar un concepto de calidad educativa que abarque diversas dimensiones fundamentales de la educación, que combine factores como equidad y eficiencia, cohesión social y libertad, que defienda un concepto de escuela para todos y abierta a todos, gestionada bajo principios democráticos y en la cual estén implicados todos los sectores de la comunidad.

Una educación que tenga logros instructivos al tiempo que resultados morales, que obtenga los máximos rendimientos de todos y cada uno de sus alumnos, así como de los recursos materiales y humanos de que disponga, donde la exigencia sea una constante para todos los miembros de la comunidad educativa, en la búsqueda de la mejora permanente. ¿Son muchos factores? Ciertamente, pero nunca se ha dicho que la educación sea una tarea simple o simplista y quien así la considere la desvirtúa en su misma naturaleza. Buscar la calidad en educación será tan difícil como compleja es la naturaleza del fenómeno educativo.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Hay que mejorar la enseñanza

Sin duda ella es una de las más importantes conclusiones que se desprenden del informe del equipo de expertos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a los países más desarrollados del mundo, sobre la educación chilena. El informe entrega un cuadro completo del significativo progreso de la reforma educacional durante la última década, y que reconoce a Chile como líder en América Latina en el mejoramiento de la calidad y acceso a la educación en todos los niveles del sistema. En la última década de los 90, los gobiernos democráticos incrementaron el papel del Estado, definiendo prioridades y demostrando liderazgo para el desarrollo de la educación, el gasto en educación ha pasado de un 3.8% a un 7.4% del PIB, la matrícula escolar aumentó en un 20.4% y en la educación superior, en un 93%.

Pero en la escuela falta capacidad de liderazgo instruccional y administrativo de los directores, lo que se une a la falta de autoridad de supervisión (aún en las escuelas privadas), para entregar la mayor parte del poder en las manos de los profesores para que puedan implementar las reformas y mejorar el aprendizaje. Los profesores más capaces pueden realizar esto, pero no los de baja capacidad y para que lo hagan esos últimos, se requieren directivos distintos a los actuales. Por ello estamos proponiendo la concursabilidad de los directores, la evaluación del desempeño y un programa de formación para directivos, junto con la implementación de los consejos escolares.

El débil nexo entre las reformas y la formación inicial de profesores ayuda a crear una “brecha de capacidad” mayor en la fuerza laboral, dice el informe. Esto pone a la mayoría de los estudiantes del país en clases con profesores que, no por culpa propia, han sido preparados inadecuadamente para enseñar matemáticas, lenguaje y otras materias, al nivel requerido por el nuevo currículo chileno. La mejora de las remuneraciones han empezado a atraer alumnos de rendimiento mucho más alto a las facultades de educación, pero el currículo de formación de profesores en las universidades no parece estar avanzando al mismo ritmo para proveer una preparación más fuerte en materias específica o vincular los cursos de pedagogía al nuevo currículo. Este débil nexo de las reformas con la practica en las escuelas también dificulta los esfuerzos ministeriales, porque a pesar de la focalización de sus políticas, la escasez de capacidad docente y supervisión afecta mayoritariamente a los estudiantes de bajos ingresos, que tienen mínimos recursos familiares para paliar estas deficiencias de un sistema que no ofrece igualdad de oportunidades.

Estamos conscientes de esta debilidad, por eso hemos enviado al congreso el proyecto de ley del Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior, que ya ha sido aprobado en la Cámara de Diputados, lo cual permitirá terminar con esos programas dudosos en la calidad de sus procesos de selección, formación y egreso de los futuros docentes. Si queremos tener buenos resultados escolares debemos apoyar estas medidas en la escuela y en el congreso. Así tendremos una enseñanza que provocará mejores aprendizajes en nuestros escolares.

martes, 27 de septiembre de 2005

Una Nueva Región de Los Lagos

La discusión sobre la división de la Región de Los Lagos está comenzando, veámosla como una oportunidad. Argumentar que su extensión geográfica es un impedimento para que los funcionarios públicos o los ciudadanos puedan desplazarse eficientemente, como que tal o cual ciudad debiese ser la capital de la nueva región, que por razones políticas pasadas de definió de esta manera y no de acuerdo a la deseada, que aquella otra provincia bien podría aspirar también a ser región, constituyen una nimiedad que bien podríamos obviar y menos calificar. Más bien, lo que hay que evaluar es si a la luz de las actuales circunstancias ésta Región de Los Lagos contribuye a incrementar la riqueza de su territorio y el bienestar de sus habitantes. En efecto, en la sociedad de la globalización económica y del conocimiento la diversidad productiva y cultural constituye una riqueza que otorga visibilidad al territorio, es decir, existimos y les importamos a los demás en el mundo. Esto genera la posibilidad de atraer nuevas inversiones, mayor crecimiento y disminuir los impactos de los ciclos de crisis de las economías predominantes. Una región con una diversidad productiva es una fortaleza para desarrollar nuevas oportunidades de negocio, pero también lo es para reducir los impactos negativos sobre el empleo y por ende sobre el bienestar y la calidad de vida de sus habitantes.

Por otro lado tenemos las regiones homogéneas, súper especializadas desde el punto de vista productivo y con una identidad cultural a veces centenaria. Si bien pueden verse muy bien, tienen una serie de debilidades: son regiones vulnerables a los vaivenes del mercado y tiempos de crisis; no tienen oportunidades que aprovechar por que su especialización no las genera y por que los momentos críticos pueden dejar por el suelo los índices de empleo y con ello arrastrar el bienestar de sus habitantes. Más bien encontramos en el mundo ciudades con fuerte identidad cultural – turística mente atractivas- y súper especializadas –copan nichos de demanda en una cadena productiva-, pero que forman parte de regiones económicamente exitosas y estables.

La diversidad productiva y cultural de esta región constituye su gran riqueza y la base de sus posibilidades para seguir creciendo, disminuyendo la pobreza y aumentando las oportunidades y libertades de sus habitantes. Más bien, pareciera ser, que lo que necesitamos es fortalecer nuestras capacidades productivas, estrechar y complementar nuestros vínculos internos, optimizar nuestros procesos de decisión política regional, hacer más eficiente la administración pública regional y municipal, provocar estabilidad y optimismo para atraer inversiones privadas nacionales y extranjeras, potenciar las capacidades de nuestras universidades para el desarrollo de innovaciones tecnológicas y de las ciencias aplicadas con las potencialidades productivas y de servicios, e incrementar los índices de equidad entre sus provincias, entre sus comunas y al interior de sus ciudades. Que la provincia de Valdivia constituya por si sola una región, es el inicio de un camino al deterioro de sus oportunidades en el mundo actual; que el así llamado Llanchipal constituya por si misma una nueva región, es un derrotero similar. Esta es una gran región que hay que fortalecer y no debilitar; lo peor que puede ocurrir es que minemos las bases de su riqueza que están en su diversidad productiva y cultural, lo cual auspicia oportunidades de crecimiento y desarrollo, de éxito en un mundo cada vez más globalizado y competitivo, pero por sobre todo, de estabilidad en sus capacidades para construir una verdadera región moderna, eficiente, equilibrada y con suficiente autonomía y fortalezas para diseñar un estilo de desarrollo internamente más armónico y globalmente más autónomo.

viernes, 16 de septiembre de 2005

Exclusión y convivencia escolar

El derecho a la igualdad entre alumnos y alumnas es incuestionable una vez superadas las creencias que mantenían el sistema sexo-género. La escuela ha contribuido a hacer efectivo ese derecho; sin embargo, investigaciones recientes ponen de manifiesto las barreras que todavía encuentran las alumnas en sus opciones tanto vitales como profesionales. Es necesario hacer visibles los mecanismos que todavía facilitan la permanencia de la cultura de los géneros así como revisar prácticas educativas y aspectos curriculares que posibilitan la permanencia de jerarquías entre sexos, de manera que tanto alumnos como alumnas puedan desarrollarse en toda su dimensión como personas.

Pero también, en el contexto actual, en ocasiones, la diversidad de orígenes culturales está vinculada a situaciones socioeconómicas frágiles. Puede afirmarse que el alumnado que se escolariza en nuestra región, en su recorrido hacia la escuela no tiene los mismos puntos de partida con respecto a su situación y su origen socio-cultural. Del mismo modo la experiencia de los últimos veinte años en el desarrollo de iniciativas de integración de alumnado con necesidades educativas especiales derivadas de una discapacidad, hace imprescindible un cambio de enfoque en la acción educativa. En este tiempo, la consideración de las necesidades individuales del sujeto no ha sido suficientemente acompañada de planteamientos del contexto, de manera que es en el contexto escolar y social donde se ubican las auténticas potencialidades que van a permitir al alumnado con necesidades educativas especiales derivadas de una discapacidad, ser incluidos en la comunidad tanto escolar como social.

Son las barreras del aprendizaje que pone el medio escolar y social las que hay que remover para que sea posible una escuela y, por ende, una sociedad donde tengan cabida todas las personas. Es necesario que las escuelas incorporen procesos de reflexión que analicen las barreras existentes para la participación y el aprendizaje, facilitando la respuesta a las expectativas de quienes configuran la comunidad educativa. Los objetivos homogeneizadores con que nacieron los sistemas educativos y que las escuelas tuvieron en sus orígenes quedan desplazados en la escuela inclusiva que fundamenta su calidad educativa en la equidad. La complejización de nuestra sociedad y la constatación de las tensiones que se viven en su seno repercuten en la vida interna de la escuela, haciendo patentes dichas tensiones en el clima de convivencia en la misma.

jueves, 15 de septiembre de 2005

Entre burocracia y democracia

La reticencia de la burocracia tradicional a debatir en público, ofrecer razones y rendir cuentas de sus acciones es algo que se puede encontrar tanto en los regímenes autoritarios como en los democráticos, en el nivel local como en el central. El burócrata está tras bambalinas, no bajo los reflectores de la gran escena pública; trabaja con dedicación en sus oficinas, interactúa con el público, pero no es su trabajo dar la cara para justificar por qué tiene sentido y hay que hacer lo que hace, mucho menos de los resultados de sus decisiones. Hablar en público, explicar y convencer son componentes del glamour y la responsabilidad del oficio político, llámese Alcaldes o “autoridades de gobierno” de cualquier nivel. En situaciones límite, el espíritu de cuerpo burocrático puede llegar a volverse defensivo y sumarse al coro de las lamentaciones, afirmando que tanto ellos como los ciudadanos son víctimas de las decisiones equivocadas de “los políticos”, ya que estos no prestaron oídos a su asesoría técnica, relegaron las recomendaciones de su experiencia profesional o prefirieron demagógicamente la popularidad a la eficacia de gobierno.

Para el buen gobierno y administración de la comunidad se requiere no sólo una sólida conciencia jurídica, un conocimiento experto probado, destreza técnica y manejo directivo, sino también, cultivar la costumbre de comunicar al público con evidencias y argumentos convincentes, las razones de por qué una determinada política prefiere ciertos fines, instrumentos y regulaciones, por qué una demanda social específica ha sido incluida o excluida de la agenda de gobierno local o nacional, por qué un programa incorpora ciertos procedimientos y tiempos, por qué una organización pública se comporta de una cierta manera y no de otra con los ciudadanos. No hay nada más contradictorio a la naturaleza de la autoridad pública, la política pública y la burocracia que el secreto, la arbitrariedad injustificable, la oposición a toda forma de rendición de cuentas. En la república, los gobernantes y gobernados tienen que hablar, probar y convencer sobre la validez de sus intereses, asuntos y acciones, sólo de ello nace lo que denominamos el interés público. La democracia produce gobiernos legítimos con el derecho a tomar decisiones vinculatorias para toda la comunidad, pero no produce de suyo gobiernos eficaces, a menos que incorporen personal especializado, conocedores y expertos. Una cosa es elegir gobiernos y programas de acción; otra gobernar y administrar la comuna o el país.

No siempre lo deseable es factible. En este sentido, factibilidad y comunicación política son interdependientes. El análisis predecisional de factibilidad se lleva a cabo tomando en consideración los argumentos y las evidencias que deberán presentarse posdecisionalmente con el propósito de que la política decisiva sea susceptible de consenso o, por lo menos, capaz de disminuir las inconformidades y ataques descalificadores. No basta saber o creer que se tiene la razón, hay que convencer de ello. El éxito del análisis técnico de una política está relacionado con el triunfo de la argumentación política que lo respalda y justifica. La democracia requiere de la burocracia para su eficacia como ésta de aquella para su legitimidad.

lunes, 12 de septiembre de 2005

Los nuevos profesores

Necesitamos insertarnos con fuerza en la estrategia global que permitirá definir quienes serán los países conductores de la nueva civilización que se inaugura con este siglo. Chile tiene la oportunidad de ser líder de este proceso en nuestro entorno regional, pero para que ello ocurra, necesitamos ciertos ajustes internos que hemos estado postergando. Uno de ellos es la educación de toda nuestra población sin distinciones, ya no podemos seguir con ensayos o desarrollos pilotos que postergan los grandes cambios, principalmente, por que conocemos los caminos que tenemos que recorrer, y uno de ellos es en materia del desarrollo profesional de nuestros profesores. Nuestro país necesita nuevos profesores.

Para que ello ocurra hay que tomar decisiones que permitan hacer de la enseñanza una opción profesional atractiva, lo que, por ejemplo, exige mejorar la imagen y el prestigio de la carrera docente, así como "la competitividad de las remuneraciones" y de las condiciones de trabajo. Es necesario reforzar los conocimientos y las competencias de los docentes, lo que pasa por flexibilizar su formación inicial, adaptarla mejor a las necesidades de los centros escolares y reforzar su perfeccionamiento profesional a lo largo de su carrera. Tenemos que reclutar, seleccionar y emplear a los mejores profesores posibles. Para ello hay que flexibilizar sus condiciones de empleo y dar a los centros de enseñanza más responsabilidades en la selección y gestión del personal. Y también, tenemos que conservar a los docentes de calidad, lo que pasa por la evaluación y recompensa de la eficacia pedagógica y por ofrecerles posibilidades de diversificar su trayectoria profesional. Hemos estado encarando estos temas, estamos avanzando, pero no al ritmo que quisiéramos: necesitamos nuevos profesores que no vivan añorando un pasado que no volverá, si no que ansíen con pasión ser constructores del futuro que nos espera.

Por último, los docentes deben participar en la elaboración de la política de educación descentralizada. Tenemos los instrumentos, nos falta la voluntad y ello no es posible decretarla, se requiere decisión de los administradores locales y directores para que la construcción de estas oportunidades sean realidad, para que los docentes, junto a los miembros de la comunidad educativa, especialmente las familias puedan contribuir a definir lo que en cada centro escolar se necesita para mejorar los aprendizajes de los niños, niñas y jóvenes.

viernes, 9 de septiembre de 2005

Educación superior de calidad

La demanda por educación superior está aumentando en nuestro país. Éste es el resultado de la confluencia de al menos tres factores. Primero, a medida que se consigue universalizar la educación secundaria, la demanda se dirige a los niveles superiores del sistema. Chile está asistiendo a una auténtica explosión de aspiraciones individuales y familiares con relación a la educación superior. Segundo, y especialmente en esta década, la mayor cohorte de población joven de la historia se encamina con toda claridad a cambiar nuestro futuro. La manera de transformar lo que muchos perciben como un riesgo en una oportunidad, consiste en construir y cultivar los valores, las actitudes y las competencias de esos jóvenes mediante una educación de calidad, asegurando así su inclusión como ciudadanos activos y productivos en sus comunidades. El tercer factor es la creciente necesidad de la economía de una mano de obra dotada de competencias, conocimientos y destrezas laborales que no pueden desarrollarse sólo en los sistemas escolares ni en programas especiales de baja calidad.

Por todas estas razones, la educación superior es cada vez más objeto de debate y análisis político en nuestra región. Este debate se inscribe en el contexto de la necesidad de responder al doble reto de incrementar el acceso y, al mismo tiempo, mejorar su calidad y relevancia. Por eso nos preocupa que muchos de nuestros liceos tengan tan bajos resultados en las pruebas de selección universitaria. Estas pruebas –especialmente las de Lenguaje y Comunicación y de Educación Matemática-, se elaboran sobre la base de que tanto los contenidos como las habilidades son imprescindibles, ya que ambos elementos son necesarios para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea efectivo y se pueda afirmar que los estudiantes, al egresar de enseñanza media, serán capaces de seguir aprendiendo y se incorporarán a la sociedad siendo poseedores de un conjunto de competencias pertinentes para su desarrollo personal. Si a los alumnos les va mal, estamos incumpliendo nuestra labor esencial de prepararlos para la vida, y si ello está ocurriendo, es por que la capacidad de gestión escolar en estos establecimientos está lejos de agregar valor al esfuerzo que las familias y el país están realizando para en el futuro tener ciudadanos competentes en lo que hacen, a vivir en sociedad, a aprender a aprender y a aprender a ser mejores personas. Lo mismo podríamos argumentar respecto de las instituciones de educación superior que no han avanzado en el proceso de acreditación de la calidad de su oferta educativa, sólo una universidad y un instituto profesional en nuestra región poseen dicha certificación, lo cual nos obliga a ser más exigentes con nuestra responsabilidad de otorgar garantías de tener una educación superior de calidad para todos nuestros jóvenes.

jueves, 8 de septiembre de 2005

El Trabajo Inaceptable

Más de 107 mil niños y niñas trabajan en condiciones inaceptables; es decir; no alcanzan la edad de admisión al empleo; pero además, no de manera protegida: tienen lugar en la calle, de noche, se extienden por más de media jornada a la semana, impiden la asistencia a la escuela o en jornadas que superan el máximo legal. Tres de cada cuatro niños y niñas trabajadores viven en las ciudades, pero aquellos que trabajan en zonas rurales lo hacen en condiciones más precarias. Más de la mitad trabaja como vendedores, feriantes, cuidadores de autos y meseros. Hay 25 mil que se desempeñan en faenas agrícolas. Más de 13 mil en la calle, expuestos a accidentes, contaminación, rigores del clima, inseguridad, acoso sexual y violencia. Casi 23 mil en jornadas nocturnas, atendiendo mesas en bares y restaurantes, como vendedores o cargadores de camiones. Esto no ocurre en algún país lejano, sino en el nuestro y en nuestras ciudades y campos, ocurre en Valdivia, en Osorno, en Puerto Montt y en Chiloé. A menudo, estos niños y niñas enfrentan un sufrimiento físico, psicológico y moral devastador, laboran en condiciones riesgosas para su salud y protección social, prolongando hasta la edad adulta las carencias que los empujan a trabajar hoy.

Muchas son las causas del trabajo infantil, todas están conectadas entre sí y se relacionan principalmente con la pobreza y el bajo nivel educacional de los padres. Muchas veces, por falta de educación o información estos no pueden visualizar las consecuencias a que se exponen sus hijos al comenzar tempranamente la vida laboral ni menos evaluar correctamente los riesgos que enfrentan. La mayoría de quienes son obligados o persuadidos prematuramente no tienen tiempo ni energías para cumplir sus deberes escolares, razón por la cual muchos terminan abandonándolos. Es evidente que estos niños y niñas deberían concentrar su tiempo y energía en la adquisición de conocimientos y destrezas para obtener mejores oportunidades en su vida adulta, incluyendo el acceso a un empleo estable, seguro y apropiadamente remunerado. Hoy la educación constituye un requisito básico para acceder a empleos de calidad. De cada diez que trabajan, siete declaran que les gustaría ser profesionales y universitarios en su vida adulta. Sin embargo, lo más probable es que no lo logren, ya que generalmente su actividad laboral interfiere con su aspiración. La erradicación progresiva del trabajo infantil y de sus peores formas sin duda contribuirá a una sociedad más equitativa, cohesionada y con igualdad de oportunidades para todos sus miembros.

martes, 6 de septiembre de 2005

La evaluación docente

Este año iniciaremos el proceso de evaluación de los profesores del primer ciclo de enseñanza básica. Ahora existe una ley y el reglamento respectivo que respaldan esta medida tan necesaria para seguir mejorando la educación de los niños, niñas y jóvenes, que mayoritariamente asisten a los colegios municipales en nuestra región. La evaluación docente es necesaria por que mejora la gestión escolar al generar un clima de superación colectiva; mejora los aprendizajes de los estudiantes por que los profesores enseñan mejor; premia a los buenos profesores y permite superar las prácticas de aquellos que no lo están haciendo bien. Puras bondades, por lo que es incomprensible que algunos dirigentes gremiales llamen a no participar del proceso justificándose en que posiblemente vayan a tener que dejar las escuelas (con indemnización), los profesores que por tercera vez, el año 2008, salgan mal evaluados. Parece increíble pero sólo a eso se reduce “el llamado de los dirigentes”.

Quiero contarles que el año 2003 iniciamos la evaluación docente con más de cien profesores voluntarios en la región, 25 de ellos, uno de cada cuatro, ha visto mejorar sus remuneraciones en un 15% ó en un 25%, según haya sido la categoría de evaluación final; pero además, ninguno de los que inicialmente salieron mal evaluados perderá el trabajo ya que superaron dicha evaluación. Los buenos profesores necesitan ser recompensados por sus desempeños, reconocidos por su comunidad educativa y con esta actitud, el gremio les está negando dichas posibilidades. Pero lo que es más grave, es que aquellos docentes que no tienen prácticas de enseñanza que permitan que los alumnos aprendan, continuarán con dicha ceguera, sin saber que lo hacen mal, perjudicando a los alumnos, a los que más necesitan tener buenos profesores.

Hay que asumir las tareas que nos corresponden para mejorar la calidad de la educación y defender la educación pública. Esto no se logra con declaraciones de buenas intenciones, se logra asumiendo las responsabilidades que nos corresponden según sea el lugar de nuestros desempeños. Hoy la mayoría de nuestras escuelas tienen las condiciones de infraestructura, de equipamiento didáctico y tecnológico, los profesores las oportunidades de perfeccionamiento en nuestro país y en el extranjero, los incentivos adecuados para motivarse profesionalmente. Sólo falta que sepan que deben mejorar sus estrategias profesionales para que sus alumnos aprendan mejor.

lunes, 5 de septiembre de 2005

La Solidaridad

Esta semana participamos de dos acontecimientos que bien merecen ser destacados: la donación de más de 100 mil dólares por parte de la empresa ENTEL a la comunidad de Isla Huar, en la comuna de Calbuco, y el compromiso de más de 200 jóvenes de las universidades de la ciudad de Osorno, como miembros de la Red de Jóvenes Solidarios. El primer hecho permitirá que 1.400 personas a través de las cinco escuelas de la isla puedan acceder a Internet y vincularse con el mundo entero; los niños, que ya son buenos alumnos, tendrán más oportunidades y mejores profesores, y sumarán a sus talentos la información y los conocimientos para ser mejores personas y mejores ciudadanos. Los jóvenes de Osorno podrán acompañar a otros tantos niños que están en riesgo de repetir o desertar del sistema educacional, los acompañarán en el estudio, a realizar sus tareas y les entregarán el afecto necesario para sentirse motivados por aprender.

Parece extraño que esto sea noticia. En general, se nos señala que como sociedad carecemos de una ética cívica, de un marco valórico compartido, pero nosotros creemos que una sociedad pluralista no puede ser obstáculo para tener referentes colectivos. Como tampoco, que la exagerada reivindicación unilateral de lo ciudadano frente a la sociedad, que ha generado un débil sentido de lo público, pueda conducirnos a consolidar una perspectiva privatizante de la vida del individuo. Tenemos que recuperar el sentido de la responsabilidad social: eso es la solidaridad, que no es un sentimiento, “es la firme convicción y perseverancia de trabajar por el bien común”; son “lecciones de auténtico patriotismo”, como lo entendía el Padre Hurtado. Quiero invitarles, como lo hiciera Gabriela Mistral hace 53 años, a seguir redoblando nuestros esfuerzos para construir un país para todos, será el mejor tributo que le podremos hacer a nuestro primer santo, de otra manera, “seguirá siendo un desvelado y un afligido, mientras nosotros no paguemos las deudas contraídas con el pueblo chileno”, mientras no saquemos al último de nuestros compatriotas de la miseria y la humillación en que viven día tras día.

sábado, 3 de septiembre de 2005

Los weblogs en la educación

Si había incertidumbre acerca del papel que podrían jugar los weblogs en la educación, la aparición de varias de estas bitácoras virtuales exclusivamente enfocadas al tema despejó toda duda. La proliferación de weblogs ha empezado a marcar una tendencia, y dada su rápida diversificación, su aplicación para fines educativos era sólo cuestión de tiempo. Extremadamente versátiles, los blogs ofrecen la posibilidad de comunicar en tiempo real, en un estado de permanente actualización a todos los actores educativos entre sí. Por su facilidad de actualización, los blogs constituyen un soporte natural a la comunicación de información en un sentido amplio. Los gestores ya lo han incorporado a su quehacer, generando blogs para programas radiales, ciclos culturales o campañas solidarias, por citar algunos ejemplos. En materia de educación, los últimos acontecimientos en la blogosfera tienen que ver con la “circulación” de diversas ofertas a los educadores que ahora podrán seguir desde la comodidad de sus hogares o momentos de navegación en sus lugares de trabajo.
Los blogs permitirán la divulgación del trabajo desarrollado en la escuela por los alumnos, el de profesores y fortalecer el contacto con los padres. Pero también la posibilidad de administración en grupo contribuye a favorecer el trabajo colaborativo, crear y fortalecer el liderazgo de profesores y alumnos que desarrollan el rol de administradores del blog. Asimismo, esta herramienta en manos de los profesores servirá de instancia de acercamiento con los alumnos, al contener la potencialidad de convertirse en una sala de clases funcionando las 24 horas. Conocer los blogs personales de los alumnos hará posible también un acercamiento a sus problemas y vicisitudes, facilitando el trabajo de psicopedagogos, orientadores, padres y apoderados. Por último, la posibilidad de estampar comentarios en los weblogs ofrece una buena perspectiva de la opinión de los usuarios y por lo tanto de la comunidad educativa, respecto a la realidad en que se desenvuelve el establecimiento. El nuevo universo que suponen las nuevas tecnologías a la educación se basa en herramientas como estas: simples pero efectivas, por eso coloco a disposición de ustedes mi bitácora en carlosdelgadoalvarez.blogspot.com. Espero sus comentarios.

jueves, 1 de septiembre de 2005

Economía informacional y educación

Se está configurando un sistema económico-tecnológico donde la productividad, competitividad, eficiencia, comunicación y poder en las sociedades se constituye en buena medida a partir de la capacidad tecnológica de procesar información y generar conocimiento. Se entiende en el marco de la globalización resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad de tiempo real a escala planetaria. Esto es más que la globalización económica, es la globalización de la ciencia, la tecnología y la información; la globalización de la comunicación, tanto en los medios de comunicación masiva y multimedia, como en las nuevas formas a través de Internet. Es el nuevo sistema global que se constituye a partir de redes de intercambio y flujos de comunicación que es a la vez extremadamente incluyente como excluyente. Incluyente de todo lo que tiene valor según los programas dominantes en los flujos y excluyente de todo aquello que, según dichos programas, no tiene valor o deja de tenerlo.

Dichas redes globales articulan individuos, segmentos de población, países, regiones, ciudades o barrios, al tiempo que excluyen a otros tantos individuos, grupos sociales o territorios. Por lo tanto, si las fuentes de productividad y competitividad en la nueva economía global dependen fundamentalmente de la capacidad de generación de conocimiento y procesamiento eficaz de la información, ésta depende, a su vez, de la capacidad educativa, cultural y tecnológica de las personas, empresas y territorios. En la economía informacional, la educación y la innovación se constituyen en fuerzas productivas directas. Pero siendo condiciones necesarias para el nuevo modelo de desarrollo, no son suficientes, porque también, en este nuevo modelo de desarrollo informacional, la sociedad y las instituciones juegan un papel decisivo. Ello es así, por un lado, por que la productividad y competitividad dependen de la calidad de los recursos humanos y de la capacidad estratégica de instituciones y empresas para articular dichos recursos en torno a proyectos de inversión viables y sustentables. Por otro lado, por que la estabilidad social y política y el eficaz funcionamiento de las instituciones son factores sicológicos esenciales para los inversores globales, de cuyo comportamiento depende, finalmente, el valor de empresas y países en los mercados financieros.

Este nuevo modelo supera a los Estados, pero articula a los segmentos dinámicos de las sociedades en todo el planeta, al tiempo que desconecta y margina a aquellos que no tienen otro valor que el de su vida. Más educación mejora la vida de las personas, pero la buena educación mejora el bienestar, incluye, articula y conecta a más personas, empresas y regiones.

miércoles, 31 de agosto de 2005

Igualdad: la tarea educativa

Probablemente el primer académico que estudió la desigualdad desde un punto de vista empírico y crítico fue Aristóteles, quien afirmó que “en todos los Estados el cuerpo de ciudadanos puede ser dividido en tres partes: los muy ricos, los muy pobres y la clase media, la cual forma la mayoría”. La justicia, según este filósofo, “se encuentra en la distribución de honores, bienes materiales o cualquier cosa que pueda ser repartida entre aquellos que participan en el sistema político”. Desde educación se reparten los bienes de la cultura y del conocimiento, bienes claves para tener éxito en la sociedad que estamos diseñando. Por lo tanto, adquiere especial relevancia quien toma las decisiones. Propongo que evaluemos cómo estamos y cuánto ha contribuido la educación para mejorar la distribución de los recursos en nuestro país. En principio, quiero señalar cuatro ámbitos de análisis:

· Igualdad de acceso: las probabilidades de que un niño o niña, joven o adulto de diferente grupo social ingrese al sistema escolar. Este ámbito lo tenemos resuelto: acceso universal en la enseñanza básica y media, y la educación superior avanza hacia niveles satisfactorios.
· Igualdad de supervivencia: la probabilidad que tienen las personas pertenecientes a diferentes grupos sociales de estar en el sistema escolar a determinado nivel. Para conseguirla, hay que pensar en la no desigualdad de medios e incluso en equidad de medios; lo que significa por ejemplo que los alumnos de diferentes grupos culturales tengan materiales didácticos no demasiados alejados de su contexto, o que los alumnos reciban una atención diferenciada en función de sus necesidades. Esto lo hemos abordado recientemente con programas focalizados y especiales: P-900, Básica Rural, Interculturalidad, Becas y Asistencialidad Escolar, subvención diferenciada. Estamos colocando más recursos donde más se necesitan.
· Igualdad de resultados: la probabilidad que tienen sujetos de diferentes grupos sociales –escolarizados en determinado nivel educativo- de aprender lo mismo; es decir; que las puntuaciones de una prueba de rendimiento- como el SIMCE- se distribuyan de forma similar en cada grupo social. Aquí tenemos deuda con los más pobres, los resultados nos señalan que mientras mayores son los recursos socioculturales de las familias, mayores son los puntajes obtenidos por sus hijos en las evaluaciones escolares.
· Igualdad de consecuencias: se entiende por tal, las probabilidades que sujetos de diferentes grupos sociales tienen de acceder a similares niveles de vida como consecuencia de sus resultados escolares. Es decir, tener salarios análogos, trabajos de estatus parecido, igual acceso a puestos políticos, entre otros. Este concepto relaciona al sistema educativo con la vida adulta y con el mercado laboral; y obviamente su consecución no es responsabilidad única del sistema educativo. Ámbito en el cual recientes estudios en Chile demuestran la predominancia del clasismo y no de la meritocracia que todavía es una excepción.

Esta breve reflexión nos lleva a pensar que tanto la igualdad, como la calidad, es una utopía, tan inalcanzable como necesaria para un Chile mejor.

La cultura de la colaboración

Durante estos años he constatado que lo común es que existan prácticas educativas individualistas arraigadas en muchos liceos y entre sus profesores, las cuales producen atrofia profesional y dificultan la coordinación en una organización ya de por sí débilmente articulada. Viven aislados, lo que da lugar a la autocomplacencia y potencia situaciones de inmunidad y de impunidad de las que disfrutan muchos de ellos y que obstaculizan cualquier intento de innovación y de cambio. Los hábitos, las tradiciones y las prácticas en las relaciones entre estos docentes entorpecen la colaboración, dado que por ejemplo: identifican la tarea profesional únicamente como la función docente; las instancias directivas y supervisoras tienen la costumbre de admitir y permitir el hecho anterior; existe la tradición de elaborar unos horarios escolares con criterios egoístas que impiden los encuentros, el intercambio y el trabajo colaborativo; existen historias personales anteriores entre docentes, rivalidades o conflictos no resueltos; algunas personas mantienen conductas pasivas por miedo a evidenciar su falta de actualización disciplinaria o didáctica entre los compañeros.

Entonces nos encontramos con un docente aislado, vinculado al sentido patrimonialista de su aula y su trabajo, lo que puede considerarse una de las características más extendidas y más perniciosas para la cultura escolar. El aula es el santuario de los profesores. El carácter sacrosanto que le otorga es un elemento central de la cultura escolar que se preserva y se protege a través del aislamiento del profesor y la vacilación de los padres, directivos y compañeros en su intención de violarla. Este aislamiento se puede presentar como un estado pedagógico, en el que la inseguridad personal o el miedo a la crítica recluyen al docente en los límites de su aula, de su incompetencia y de su previsible arbitrariedad y autoritarismo; o como un aislamiento ecológico, determinado por las condiciones físicas y administrativas que definen su trabajo; o, como un aislamiento adaptativo, concebido como una estrategia personal para encontrar voluntariamente el propio espacio de intervención y protegerlo de las influencias nocivas del contexto. Estos profesores tienen la sensación constante de que no se dispone de tiempo suficiente para afrontar todas las responsabilidades y obligaciones derivadas de las tareas docentes; que el tiempo en el aula pierde importancia y entra en colisión con el dedicado a la preparación de clases, la formación, las reuniones, la elaboración de materiales y las evaluaciones.

Sin embargo, actualmente se tiene cada vez más la seguridad de que la educación es una tarea colectiva. Los estudiantes tienen derecho a recibir una enseñanza de calidad y tal cosa no es posible si entre los profesores no existen planteamientos congruentes y actuaciones solidarias a partir de algunos criterios comunes, pues el hecho de compartir concepciones y convicciones sobre la enseñanza es fundamental para conseguir acciones coordinadas y de calidad. Proporcionar a nuestros estudiantes la educación de calidad que sin duda se merecen, exige que entre las personas que los educamos existan ciertos planteamientos comunes, así como criterios de actuación suficientemente coherentes. Tales requisitos no son posibles sin la adecuada coordinación que proporciona la colaboración a través del trabajo en equipo.

martes, 30 de agosto de 2005

Más oportunidades para mayor libertad

La equidad en educación significa hacer efectivos, entre otros, los derechos a la igualdad de oportunidades, a la no discriminación y a la participación; implica no sólo igualdad de acceso –que hemos garantizado-, sino y sobre todo, igualdad en la calidad de la educación que se brinda y en los logros de aprendizaje que alcanzan los alumnos en los ámbitos cognitivo, afectivo y social. John Rawls en su concepto de Justicia como Equidad nos invita a trabajar por el ideal valórico de un sistema equitativo de cooperación social entre personas libres e iguales, donde toda persona no sólo tiene derecho a un régimen suficiente de libertades básicas iguales, compatible con un régimen de libertades iguales para todos; sino que además, donde las desigualdades sociales y económicas deben estar ligadas a empleos y funciones abiertos a todos, bajo condiciones de igualdad de oportunidades, y deben favorecer a los miembros menos favorecidos de la sociedad. Es decir, para Rawls la verdadera libertad nos es posible sin un reconocimiento pleno y la aplicación efectiva de los derechos sociales y sin el principio de equiparación de oportunidades, que no significa tratar a todos por igual, sino, por el contrario, dar más a quién más lo necesita y dar a cada cual lo que requiere en función de su situación y características personales y de su origen social y cultural.

El Gobierno del Presidente Lagos, al decidir la entrega de US$16 millones, provenientes de los impuestos que tendrán que pagar las 35 mil personas más ricas del país, a 15 mil jóvenes de la educación superior y técnica de familias modestas, no está haciendo otra cosa que construir las bases para la igualdad de oportunidades futuras para aquellos que hoy, teniendo talento, han nacido bajo un régimen de desigualdades y por lo tanto, tendrán un futuro abierto a las oportunidades disponibles a todos. De esta manera, no sólo estamos otorgando “más a quien más lo necesita” y compensando las condiciones de origen, sino que por sobre todo, lo que nos interesa es crear un régimen distinto, un régimen de libertades reales que les permita a los jóvenes de hoy optar y decidir mañana sin tener que estar sujetos a condicionamientos políticos y sociales que seguirían reproduciendo las desigualdades de hoy. Con medidas como estas, la educación si se convierte en un elemento de transformación social, que juega un rol en la superación de las desigualdades sociales disminuyendo las brechas de injusticia existentes. La construcción de una sociedad más libre no tiene que ver con las oportunidades entre uno y otro producto en el escaparate del supermercado que tiene un individuo, sino que con la dignidad con que las personas transitan por nuestras calles, viven en nuestros barrios y participan de los procesos de elección de futuro. Las oportunidades hoy serán la libertad de mañana; más y mejor educación hoy es el instrumento para derrotar la pobreza esclavizante a la que de otra manera seguirían sometidos muchos de nuestros jóvenes talentosos en el futuro.

De la sociedad que queremos

En mis 16 años de vida profesional, los últimos seis los habré cumplido en el Ministerio de Educación. He sido testigo de los grandes cambios que han experimentado nuestro país y nuestras escuelas, de los mejoramientos en la infraestructura y equipamiento escolar, de la mayor asistencialidad y apoyo a los estudiantes en todos los niveles del sistema, de las luchas y mejoras que han experimentado los profesores tanto en condiciones de desempeño como en retribuciones y reconocimientos, del aumento de recursos para la inversión y para la gestión de las instituciones educativas, de la ampliación de la libertad de los padres para elegir la educación que aspiran para sus hijos y de las posibilidades para realizar ofertas educativas atractivas a las demandas de las familias y los jóvenes especialmente. Así, han aumentado las cifras de cobertura en todos los niveles educativos, siendo similares a muchos países desarrollados; hemos disminuido la deserción y la repitencia escolar, ha aumentado la asistencia a las escuelas; estamos incrementando nuestros niveles de escolaridad en todos los grupos etáreos y niveles socioeconómicos: los pobres y las mujeres han sido quienes más se han beneficiado de esta política educativa expansiva.

Pero no estamos satisfechos, a pesar de todas las bondades concretadas en beneficios reales para grandes grupos de chilenos tradicionalmente excluidos de los beneficios de la educación. En efecto, al final del día pareciera que la calidad y la equidad fueran incompatibles, aún cuando creo que de hecho no es posible alcanzar una enseñanza de calidad para todos, organizándola en vías paralelas y segregadas en función de determinadas características del alumnado y sus familias. Creo que sería contradictorio hablar de enseñanza de calidad si no preparase a los futuros ciudadanos para el aprendizaje de valores fundamentales para nuestra convivencia, como son el respeto, la solidaridad o la tolerancia. Estos últimos años nos hemos visto exigidos a tener una escuela “eficaz”, que como en una especie de nuevo taylorismo educativo, los “diversos” no tienen cabida. Entonces, le hacemos correcciones al modelo, pero que en lo fundamental, seguimos teniendo establecimientos escolares destinados a la capacidad de compra de las familias, con efectos secundarios como el etiquetando de los alumnos y la disminución de las expectativas que los profesores tienen sobre ellos. Si seguimos de esta manera haciendo las cosas, es altamente probable que nuestra sociedad futura ya no sea de tres clases sociales tradicionales (alta, media y popular), por que nuestro sistema educativo habrá generado una estructura social distinta a partir de la configuración del actual sistema educacional: A, B, C, D y E. Claramente definido no sólo por sus requisitos de pertenencia, sino también por los resultados educativos de las escuelas a las cuales están asistiendo sus hijos.

Las oportunidades de esta crisis