miércoles, 8 de abril de 2020

Líderes educativos para tiempos de incertidumbre

Este momento de incertidumbre requiere de líderes que ayuden a mirar la complejidad de los sistemas que gobiernan nuestro mundo, pero también que sean guías para la formación de los futuros líderes ciudadanos que tendrán que vérselas con problemas más exigentes y será en ellos en quienes descansará buena parte del futuro de parte de la actual generación y de las que vendrán. 


This moment of uncertainty requires leaders to help look at the complexity of the systems that govern our world, but also to be guides for the education of future citizen leaders who will have to deal with more demanding problems and it will be in them that a good part of the future of the current generation rests and those who will come.


Las crisis, además de calamidades, traen oportunidades. Más aun en contextos de cambios como los que estamos viviendo en este siglo, donde la ambición de muchas personas, organizaciones y países ya no es ser solamente una excepción en su entorno o área de disputa, sino que ser excepcional, ser el mejor indiscutido y aspirar a estar al tope del ranking de turno; donde poco nos preocupa que los cambios que abordamos transformen nuestra identidad a tal punto que el futuro deseado ya nada tenga que ver con nuestro pasado; y si bien hemos estado viviendo en crecientes grados de incertidumbre y de desafíos problemáticos que demandan soluciones cada vez más complejas, la pandemia en curso, a la cual todos estamos tratando de hacer frente, ocurre en un ambiente de ambigüedades sin precedentes.

Lo anterior pareciera ir contra la tendencia que en educación a menudo se utiliza para entender los fenómenos: simplificando y separando los conceptos para ayudar a los estudiantes a acceder a contenidos desafiantes. Sin embargo, la complejidad generalmente involucra componentes del sistema que no se pueden simplificar de esta manera, porque romper un sistema en partes puede distorsionar nuestra comprensión de las interconexiones que rigen el comportamiento del mismo. Por eso, para muchos estudiantes, la consistencia de su día típico ha cambiado abruptamente y aparentemente sin una fecha de finalización clara, generando crecientes grados de incertidumbre y angustia.

Esto en si mismo constituye un reto para los sistemas educativos y sus instituciones escolares, y por ende para académicos y docentes, como es ayudar a los estudiantes a comprender por qué los profesionales médicos aconsejan precauciones como el cierre de escuelas y universidades y el distanciamiento social, siendo una oportunidad para definir una estrategia que les enseñe a pensar en la complejidad de los fenómenos sociales y en los cuales debieran estar ocupados hoy, más que en cumplir con contenidos que se transforman en irrelevantes y sin sentido a los ojos atónitos de quienes no alcanzan a establecer una coherencia que los involucre y que más bien entorpece la aprehensión de un mundo posible, reemplazado por uno cargado de explicaciones sino catastrofistas, conspirativas.

Ello constituye un nuevo desafío para los líderes educativos, quienes tienen la oportunidad de acercar la complejidad a los estudiantes para disminuir la incertidumbre, por ejemplo, señalando que constituyen como causas distribuidas que el control central de los gobiernos puede ayudarnos a abordar la pandemia, pero cuyo éxito depende de muchos actores distribuidos por todo el planeta, que es lo mismo que cuando se pretende el silencio de la sala de clases sin la colaboración de todos; que el contagio no responde a la matemática aditiva sino que nuestra interacción conduce a un crecimiento exponencial hasta volverse virales; que esta misma dinámica responde a una estructura ramificada provocando grandes cambios en periodos cortos de tiempo y que de persistir dichos comportamientos, nos encontraremos con resultados sinérgicos, más allá de la propia estructura ramificada, desencadenando una emergencia, una situación incontrolable, donde quienes ven a unos volcarse a los supermercados, les siguen hasta provocar desabastecimiento; o la concepción de los estados estacionarios dinámicos tanto en nuestras vidas como en los grandes eventos, que nos invitan a actuar para dar respuesta a las necesidades de equilibrio sistémico para vivir y sobrevivir.

Este momento de incertidumbre requiere de líderes que ayuden a mirar la complejidad de los sistemas que gobiernan nuestro mundo, pero también que sean guías para la formación de los futuros líderes ciudadanos que tendrán que vérselas con problemas más exigentes y será en ellos en quienes descansará buena parte del futuro de parte de la actual generación y de las que vendrán. Yuval Noah Harari, en “21 lecciones para el siglo XXI”, ante la magnitud de los cambios que estamos enfrentando se (nos) pregunta: “¿Cómo prepararnos y preparar a nuestros hijos para un mundo de transformaciones sin precedentes y de incertidumbres radicales?; ¿Qué tipo de habilidades necesitará para conseguir trabajo, comprender lo que ocurre a su alrededor y orientarse en el laberinto de la vida?”.

Así como en estos días, ante la avalancha de información acerca de la pandemia del Covid-19, se nos sugiere confiar en la opinión de los expertos médicos y no en otros opinantes por muy bien intencionados que sean, en educación, desde hace tiempo también se nos viene señalando que para enfrentar adecuadamente los desafíos que nos plantea la incertidumbre de vivir tiempos complejos, las instituciones educativas deben seguir la opinión de los educadores que con insistencia vienen señalando que debemos concentrar nuestros esfuerzos en desarrollar en los estudiantes de hoy el pensamiento crítico, las habilidades de comunicación, de colaboración y de la creatividad. Tal vez, esta sea suficiente tarea para nuestro sistema educativo en estos días complejos.

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Nuevos desafíos para la gobernanza regional



La fuerza del ejercicio democrático, deliberativo, exigirá nuevas formas de gobierno territorial y de relaciones con los ciudadanos, y los funcionarios de carrera, designados o electos, deberán aprender rápidamente a incorporar nuevas prácticas.

The force of democratic, deliberative exercise will demand new forms of territorial government and relations with citizens, and career officials, appointed or elected, must quickly learn to incorporate new practices.

La inminente instalación de los gobiernos regionales luego de la elección de los gobernadores este año y de la transferencia de nuevas competencias, nos coloca frente a otra realidad, donde la importancia creciente de las complejas y diversas relaciones intergubernamentales adquieren un carácter estratégico para la implementación de las políticas públicas y en cuyo escenario no se puede ignorar la diversidad de decisiones que se adoptan en el sistema, originando la posibilidad de que éstas puedan ser elaboradas en distintos niveles de gobierno y entre ellos, pero también, que las relaciones que se puedan generar entre los organismos estatales de distinto nivel y autoridad jurisdiccional, y entre estos y los actores sociales que intervienen, según tipo de decisiones de que se trate, impongan el desafío a las actuales autoridades y actores de la sociedad civil, de preparar la transición e institucionalización del nuevo ordenamiento político regional por intermedio de una agenda concordada con los servicios públicos del nivel central. ¿Qué se está haciendo al respecto? Nada.
Hasta hoy, la necesidad de un buen gobierno regional y local se discute en muchas circunstancias desde una perspectiva “unidimensional”.
Al hacerse sólo en referencia a la dinámica centralización-descentralización, pareciera olvidarse la importancia que tienen las estructuras, los órganos y los actores involucrados en el proceso de gestión de las instituciones intermedias que han sido las principales responsables de llevar adelante las políticas de transformación que suelen estar bajo su responsabilidad.
Piense en educación y salud por su complejidad y relevancia, pero también aquellas que desafían nuestros anhelos de mayor bienestar y mejor vivir, como ordenamiento territorial, políticas de vivienda, gestión de las aguas y de la basura, entre otros.
Para el caso de educación, por ejemplo, interpretar el rol de los actores que participan del nivel intermedio del sistema educativo, es decir, de aquellos responsables de implementar y administrar para un determinado grupo de escuelas las políticas diseñadas en otro ámbito u órgano jurisdiccional del sistema escolar, exigirá establecer definiciones para configurar el nivel intermedio y el rol de los actores que en el intervienen, más aún cuando en la complejidad actual conviven actores jurídicos diversos.
Es evidente que surgirá un nuevo modelo de autoridad coordinada, que superará las relaciones intergubernamentales en términos de jerarquía o de autonomía, y que deberá reconocer la existencia de una autoridad superpuesta y en la cual la negociación y la cooperación entre los diversos niveles de gobierno se constituirán en un requisito fundamental para el buen gobierno y la gobernanza territorial.
Así se podrán hacer las necesarias distinciones entre las funciones políticas y las actividades administrativas o de gestión propiamente tal.
La configuración de un nivel intermedio de gobierno con carácter y sentido territorial, consciente de su autoridad y de sus responsabilidades, se instalará como un desafío desconocido hasta ahora en el sector público y prevemos no exento de roces y conflictos, pero también de nuevos aprendizajes.
Por eso, todos estamos llamados a cooperar en la generación de ambientes, estrategias y diseño de procesos de toma de decisiones para lograr con éxito un proceso electoral primero y luego la instalación de un nuevo gobierno regional que no traiga frustración a los anhelos descentralizadores que por tantas décadas hemos anidado en nuestra cultura regional. 
Estos nuevos desafíos para la gobernanza regional y local dicen también, relación con la coordinación de acciones de gobierno con instituciones y actores para lograr propósitos de desarrollo en un marco democrático y participativo con explícitos compromisos de eficiencia en la gestión, considerando a lo menos, tres ámbitos que estarán muy presentes en la discusión sobre políticas públicas: la coordinación entre niveles, agentes e instituciones para propósitos comunes; la gestión eficiente y las soluciones adecuadas y, el ámbito de la práctica democrática y participativa con compromisos y metas conocidas y controlables por los ciudadanos.
En este sentido, el buen ejercicio del gobierno multinivel se constituye en una necesidad apremiante para que lo político responda a los desafíos de un buen gobierno, especialmente en las nuevas expresiones regionales y locales que comenzarán a configurarse más allá de las atribuciones de los nuevos gobiernos regionales.
La fuerza del ejercicio democrático, deliberativo, exigirá nuevas formas de gobierno territorial y de relaciones con los ciudadanos, y los funcionarios de carrera, designados o electos, deberán aprender rápidamente a incorporar nuevas prácticas.

descentralización; gobierno multinivel; regiones; poder local; políticas públicas 

Las oportunidades de esta crisis