martes, 27 de junio de 2017

La autoestima como indicador de calidad

A propósito de la entrega de los últimos resultados educativos, especialmente el SIMCE en cuarto y sexto básico y segundo medio, me han preguntado ¿qué podemos hacer los profesores para mejorar la autoestima académica de nuestros estudiantes?

Primero, tenemos que saber bien qué es, cómo se construye y luego qué podemos hacer para mejorarla. La autoestima es la autopercepción y autovaloración que la persona elabora y mantiene en forma persistente sobre sí misma. La autoestima académica son las percepciones que los estudiantes tienen frente a sus aptitudes, habilidades y posibilidades de superarse, como la valoración que hacen sobre sus atributos y habilidades en el ámbito académico.

Es importante también decir que la autoestima académica tiene una gran incidencia sobre la calidad de vida, la salud mental y en los niveles de bienestar de los estudiantes, la autoestima se encuentra profundamente vinculada al sentirse querido, acompañado y ser importante para los otros y para sí mismo. Según Neva Milicic, cuando un estudiante tiene una autoestima positiva se encuentra bien consigo mismo, se acepta tal y como es, emprende las tareas con optimismo, y acepta sus aciertos y sus errores, tiene una disposición a corregirse y por lo tanto a aprender. En cambio, cuando un estudiante tiene una baja autoestima, no se acepta tal y como es, no está contento consigo mismo, termina buscando agradar a los demás a expensas de su propio desarrollo. La autoestima está fuertemente vinculada a la motivación por el aprendizaje, al éxito académico y a la salud y bienestar de los estudiantes, pero también una alta autoestima potencia el desarrollo de la personalidad, la mantención y calidad de las relaciones interpersonales, además de ser un factor protector frente a eventos negativos y de conductas socialmente no deseadas y, al estar fuertemente vinculada con el rendimiento académico, cumple con ser un buen predictor del propio rendimiento y éxito académicos.


La escuela y los profesores tienen una alta incidencia en el desarrollo y la mejora de la autoestima académica de los estudiantes y el clima socio escolar repercute significativamente en ellos  especialmente en aquellos que provienen de familias vulnerables. Es por ello que la clave está en que los profesores se aseguren que todos pueden aprender y tengan oportunidades de éxito escolar; que las escuelas posean ambientes acogedores, donde el estudiante sea aceptado por su profesor y por sus compañeros, con salas de clases seguras, ordenadas y cómodas; que las opiniones de los profesores sobre sus estudiantes sean de refuerzo y de reconocimiento por sus los logros;  que los  errores sean oportunidades para aprender y que el  mal comportamiento se corrija de manera constructiva sin dañar el autoconcepto de la persona. Por tanto, cuando los profesores tienen altas expectativas de sus estudiantes, están ayudando a mejorar la autoestima académica y la educación de su comunidad y del país.

la buena convivencia mejora los aprendizajes

Un liderazgo autoritario no tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.

La violencia es una de muchas formas de resolver un conflicto, y el conflicto es parte de la vida cotidiana y de la vida escolar, por lo que la educación, en sus diversos niveles, debe tratar de encontrar formas no violentas de gestionar o administrar los conflictos.

Un liderazgo autoritario no tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.

Abordar los problemas de convivencia requiere de un liderazgo distinto, que vincule a la comunidad educativa en el diseño de las normas y velar que estas sean aplicadas con justicia. Una concepción centrada en el ambiente de aprendizaje, tenderá a involucrar más a los profesores en la comprensión de que ellos son parte de la solución, en tanto pueden ser también parte del problema, y tenderá a vincular la convivencia escolar con los aspectos técnico-pedagógicos, para crear ambientes de aprendizaje que logren mejorar el rendimiento de todos los estudiantes. Una concepción de convivencia escolar de tipo transformacional, respaldada por un liderazgo democrático, vincula a la escuela con la formación en ciertos valores sociales y humanos desplegando acciones que vinculan fuertemente a la convivencia escolar con el ethos escolar, generando una fuerte identidad entre los estudiantes y los apoderados con la escuela, promoviendo acciones de la comunidad escolar que trascienden el aula.

Sin embargo, una estrategia que considera los esfuerzos por mejorar la convivencia escolar como un medio para lograr buenos aprendizajes, no permea la institucionalidad ni menos la cultura escolar. Para asegurar la existencia de un buen clima afectivo y emocional en la escuela y en el aula es fundamental que los estudiantes aprendan y participen plenamente en la clase, considerando que mejorar la convivencia es un fin en sí mismo y que la escuela es un espacio donde los niños construyen aprendizajes académicos y socioemocionales y aprendan a convivir de manera democrática, convirtiéndolos en protagonistas de sociedades más justas y participativas. Una buena convivencia tiene efectos en el aprendizaje en tanto incide en la motivación y autoestima de los estudiantes, reforzando positivamente su aprendizaje, desarrollando una cultura de acogida, motivadora y gratificante, es decir, un espacio socio afectivo adecuado que incide positivamente en el rendimiento de los estudiantes al concebirlos como sujetos con capacidades positivas, tiene efectos positivos sobre su aprendizaje. 

Al implementar una estrategia de mejoramiento educativo es fundamental atender a la organización, y el clima escolar y pedagógico de las escuelas, de manera que exista coherencia entre lo que se enseña y lo que se practica y vive en ellas. Cuando existe esta coherencia y las relaciones entre profesores, padres y estudiantes son las adecuadas, la comprensión sobre la democracia es más directa. De ahí que un modelo de gestión de la calidad de la educación sitúe a la convivencia escolar como uno de los factores centrales para el logro de aprendizajes de calidad, pero también en la amplitud de la concepción de lo que entendemos por calidad de la educación.

La informática: impacto y desafíos para la educación

No hay un solo ámbito de la vida humana que no se haya visto impactada por el desarrollo de la informática. El conocimiento se multiplica más rápido que nunca antes, se distribuye de manera prácticamente instantánea y el mundo se ha vuelto un lugar más pequeño e interconectado. La omnipresencia de la informática (y de las tecnologías de las comunicaciones) es un desafío que nos impone la tarea urgente de encontrar para ellas un sentido y uso que permita desarrollar sociedades más democráticas e inclusivas, que fortalezca la colaboración, la creatividad, la distribución más justa del conocimiento y que contribuya a una educación más equitativa y de calidad para todos.

Las nuevas generaciones viven intensamente la omnipresencia de las tecnologías digitales, al punto que esto podría estar incluso modificando sus destrezas cognitivas, adquieren gran cantidad de información fuera de la escuela, toman decisiones rápidamente y están acostumbrados a obtener respuestas casi instantáneas frente a sus requerimientos, tienen una sorprendente capacidad de procesamiento paralelo, son altamente multimediales y al parecer, aprenden de manera diferente; se trata de jóvenes que no han conocido el mundo sin internet y para quienes las tecnologías digitales son mediadoras de gran parte de sus experiencias.


Es un desafío enorme para las escuelas que deben enfrentar la necesidad de innovar en los métodos pedagógicos si desean convocar y ser inspiradoras para las nuevas generaciones de jóvenes. El impacto en las aulas pone en evidencia un reordenamiento de las relaciones entre estudiantes y con sus profesores, los primeros han adquirido mayor autonomía y responsabilidad en sus procesos de aprendizaje, lo que obliga al docente a encontrar un nuevo rol de liderazgo en sala de clases, pero también genera incertidumbres, tensiones y temores. Esta nueva realidad está obligando a una readecuación creativa de la institución escolar, que como espacio formal de educación con sus asignaturas, aulas, y espacios/tiempos de enseñanza y aprendizaje requieren ser transformados para ser más permeables y dinámicos, además de un rol distinto para los profesores quienes serán gestores de aprendizajes que construyen posibilidades de desarrollo a partir de las particularidades de sus estudiantes con los que trabajan en un esfuerzo colaborativo en el cual todos aprenden y donde el docente es un guía hacia el encuentro con los conocimientos, desatando nuevas habilidades y destrezas de interacción colaborativa por un sendero de valores que posibiliten el desarrollo ético, afectivo, intelectual, artístico y físico de sus estudiantes. Un número cada vez mayor de investigadores considera que para obtener reales impactos en los aprendizajes a partir de la inversión en informática educativa, se requiere la triangulación de contenidos (incluido la infraestructura adecuada), sólidos principios y modelos de enseñanza de alta calidad de la mano de profesores preparados.

La calidad de la educación: más allá del SIMCE

Hoy sabemos que el mejoramiento de la calidad de la educación es un proceso complejo y de largo aliento, que es necesario tener una mirada amplia al fenómeno educativo y que no es suficiente con medir determinadas variables del aprendizaje. En efecto, en estos últimos años hemos incorporado nuevos instrumentos evaluativos que nos han permitido tener una visión integral de los procesos formativos, como son los Indicadores de Desarrollo Personal y Social. Así podemos señalar que el mejoramiento de la motivación escolar, especialmente entre los hombres, mejorar los hábitos de vida activa entre las mujeres y mejorar el clima de convivencia escolar entre los más vulnerables, además de ser finalidades en sí mismas, constituyen condiciones necesarias para mejorar los aprendizajes. Ignorar o disminuir su importancia hoy, nos puede significar grandes costos al desarrollo integral de las personas, especialmente en salud y en posibilidades de desarrollar sus talentos y capacidades.

Los últimos resultados del SIMCE nos han traído satisfacciones, pero también nuevas preocupaciones. Han existido avances significativos en cuarto año básico tanto en lectura como en matemática, lo cual ha confirmado el mejoramiento que se venía evidenciando por diversas investigaciones incluidas las internacionales. La educación en Chile está mejorando y ello ha sido gracias a la persistencia de las políticas de inversión a través de diversos mecanismos, entre los cuales destaca la Subvención Especial Preferencial, la que consiste en colocar más recursos en las escuelas donde estudian los hijos de las familias vulnerables. Hoy las diferencias por nivel socio económico son menores que ayer, lo que significa que ha mejorado la equidad en el sistema escolar, lo cual con seguridad seguirá ocurriendo en el futuro por las políticas de inclusión que se están implementando y que madurarán en los próximos años.

Existen factores asociados a la gestión escolar y que ayudan a explicar los resultados de aprendizaje e indicadores de desarrollo personal y social de nuestros estudiantes que no debemos desatender y para los cuales debemos tener políticas escolares tanto desde el nivel nacional como desde el nivel local. Entre estos destacan el involucramiento del sostenedor a través de una orientación profesional a los equipos directivos; el liderazgo directivo con capacidades para involucrar a la comunidad; las altas expectativas con todos los estudiantes respecto de su continuidad de estudios; las prácticas de retroalimentación existentes en la sala de clases y en la de profesores; y la existencia de un buen trato, un convivencia de respeto entre todos los miembros de la comunidad educativa.

Por último, esta oportunidad constatamos la configuración de un nuevo tipo de joven que se abre paso en la sala de clases, le hemos denominado el 4G. Los estudiantes multitarea digital, los que están permanentemente conectados en búsqueda de información, se caracterizan por una disminución de la atención focalizada y de la lectura de grandes textos. Tenemos que reconocer sus particularidades, diseñar estrategias que nos permitan involucrarlos con la lectura de una manera tan atractiva como la pantalla, fomentar el uso pedagógico de los dispositivos digitales en la sala de clases y por supuesto, los profesores y profesoras deben estar atentos al potencial aquí expresado y a las nuevas oportunidades de perfeccionamiento y capacitación que ello lleva implícito.


Inmigración, diversidad y calidad educativa

Cada vez es más común ver estudiantes de origen extranjero en nuestras salas de clases. Lo que ayer constituía una novedad, hoy es habitual encontrarse con ellos en las ceremonias de entrega de computadoras, en competencias deportivas y académicas representando a sus escuelas. Lo que antes era habitual para establecimientos que participaban de redes de intercambio de estudiantes provenientes de familias acomodadas, hoy es común que estos vengan de familias modestas que producto de la inmigración económica se insertan en nuestra escuela pública y conviven con los niños y jóvenes de los barrios en los cuales sus padres y familiares han llegado a vivir.

Este fenómeno de la inmigración hace que cada vez vivamos en una sociedad más plural, en la que nos encontramos con una multiplicidad de costumbres y de culturas y las escuelas son su reflejo recibiendo alumnado de diferentes orígenes y culturas, lo que hace imprescindible un enfoque intercultural de la enseñanza en un marco de valores de respeto, tolerancia y solidaridad que constituyan una oportunidad para enfrentar esas actitudes racistas y xenófobas que se suelen demostrar por nuestros vecinos de piel oscura o a integrantes de nuestros pueblos originarios. Esta inmigración ha acentuado una realidad socio cultural hasta ahora latente en nuestra sociedad y que debe ser abordada con urgencia por nuestras comunidades educativas y nuestras instituciones deben tener la capacidad de anticiparse para orientar el proceso de inclusión social y educativa de los nuevos estudiantes, diseñando un “plan de acogida” que permita recibirlos con generosidad y comprensión, pero también con apertura, favoreciendo un clima social de convivencia, respeto y tolerancia, en especial en las zonas que acogen inmigrantes, fomentando que las escuelas sean un núcleo de encuentro y difusión de los valores democráticos y de nuestra cultura nacional y local.


Es fundamental el papel de la escuela en la incorporación social del niño inmigrante y en su desarrollo personal; ésta debe facilitar su acceso a nuestra comunidad, su conocimiento de la lengua cuando corresponda, fomentar su relación entre iguales, su promoción y continuidad escolar y desarrollar su potencial para participar activamente de nuestros desafíos nacionales; la incorporación de niños y niñas inmigrantes a nuestro sistema educativo implica poner de relieve y de plena actualidad principios educativos tan utilizados como la inclusión, la integración, la atención a la diversidad en el aula y la atención personalizada de los alumnos; pero también es una oportunidad para que nuestros hijos miren el mundo desde perspectivas humanas y culturales más amplias, para que aprecien la riqueza de la diversidad y encuentren en ella el potencial de la tolerancia, de la oportunidad para la innovación y del aprecio de la diferencia como una fuente de riqueza y no como una amenaza a nuestra integridad. En la convivencia cada uno aporta lo mejor de sí mismo y todos tenemos la oportunidad para construir un mundo más justo y solidario, la presencia y acogida de niños y niñas migrantes mejora nuestras escuelas, mejora la enseñanza, mejora nuestra educación y nuestra sociedad. 

El respeto, mejora la convivencia

La pedagogía de los valores en la escuela en el transcurso de los próximos años se basará prioritariamente en el respeto al otro, la solidaridad responsable, la creatividad y el desarrollo de la interioridad.


No podemos negar que el aforismo “todo tiempo pasado fue mejor”, posee una cierta seducción. Sin embargo, al contrastar con los tiempos actuales los aspectos que se comparan, nos lleva a descartar su halo de veracidad. Es cierto que la solidaridad, el respeto y un cierto altruismo son valores ausentes en un mundo marcado por la competitividad, la agresividad, y por un individualismo desde el cual todo lo que no sea el interés propio se convierte en una molestia que hay que eliminar.

Victoria Camps, en Virtudes Públicas, señala que educar es dirigir, formar el carácter o la personalidad, llevar al individuo en una determinada dirección, para concluir que la educación no puede ser neutra. Más adelante afirma que en la educación actual existen tres valores que están unidos en la práctica: pluralismo, autonomía y tolerancia,  porque éstos son los valores propios de una educación democrática, opuestos a los valores autoritarios, dogmáticos, sectarios de otros tiempos y de otras formas de gobierno. Lo que definiría al buen ciudadano sería la tolerancia y el imperativo de respeto ante la diferencia de los otros. Para Camps, la educación es valorativa porque no se trata de reproducir lo ya existente, por el contrario, muestra esta condición cuando es crítica y progresista y no se conforma con las maneras de ser vigentes. En esta nueva etapa, la educación que queremos tiene por objeto destacar que la formación de los ciudadanos es una de las más importantes finalidades del sistema educativo y que requiere del apoyo y de la participación de todos los agentes sociales, en ella la tarea del educador es lograr que el estudiante se desenvuelva bien en la sociedad y contribuir, a la vez, a la mejora de esa sociedad.


La pedagogía de los valores en la escuela en el transcurso de los próximos años se basará prioritariamente en el respeto al otro, la solidaridad responsable, la creatividad y el desarrollo de la interioridad. Es por eso que la escuela desde hoy debe ocuparse en proveer a sus miembros un “ambiente de respeto”, que no es otra cosa que elevar o mejorar las percepciones y las actitudes que tienen los estudiantes, los docentes, los padres y apoderados en relación al trato respetuoso entre los miembros de la comunidad educativa, la valoración de la diversidad y la ausencia de discriminación que exista en el establecimiento. Los estudios recientes señalan que las características asociadas con un clima de convivencia basado en el respeto entre los miembros de la escuela y que se reflejan en un ambiente en el que las opiniones de los estudiantes y de los profesores son valoradas y respetadas, donde existen relaciones de colaboración, confianza y apoyo de los adultos a los niños, niñas y jóvenes manifestada en la actitud de escucharlos y de preocupación personal; donde el carácter relacional del proceso de enseñanza y aprendizaje se expresa en un apoyo académico y personal; y donde se respetan las diferencias individuales y el orden y limpieza del establecimiento, junto a mecanismos constructivos de resolución de conflictos; no solo mejora la convivencia, sino el bienestar y la calidad de vida de todos los miembros de una comunidad.

El desafío de la educación financiera

Hemos conocido esta semana los resultados de la prueba PISA 2015 que evalúa la alfabetización financiera de los estudiantes de 15 años a nivel internacional. Se evaluaron los conocimientos, las habilidades para resolver problemas y la realización de cálculos financieros. Chile obtuvo 432 puntos, significativamente bajo el promedio, solo superando a Brasil y Perú, los otros países latinoamericanos participantes.

Entre los hallazgos más significativos podemos señalar los siguientes: (1) un 38% de los estudiantes chilenos no ha desarrollado las competencias mínimas de alfabetización financiera; es decir; estos estudiantes, en el mejor de los casos, pueden reconocer la diferencia entre necesidades y deseos, tomar decisiones sencillas sobre gasto diario y reconocer el propósito de documentos cotidianos, como una boleta o factura; (2) solo un 3% se encuentra en el nivel más alto, nivel en el cual los estudiantes pueden analizar productos financieros complejos y resolver problemas no rutinarios, mostrando una comprensión amplia del sistema financiero, como la implicación de los impuestos sobre la renta y explicar las ventajas de los instrumentos financieros; (3) existe una alta correlación entre la alfabetización financiera y las habilidades matemáticas; y (4) uno de cada tres estudiantes declara aprender sobre temas financieros en la escuela, siendo más común en los grupos socioeconómicos más bajos.

Esta información resulta esencial para definir un programa de educación económica y financiera eficaz, que contribuya a reforzar aquellos conocimientos y, sobre todo, aquellos valores, actitudes y hábitos de comportamiento que ayudarán a los jóvenes a tomar decisiones económicas y financieras de manera consciente, razonada y valórica, con previsión de las consecuencias presentes y futuras de las mismas. Es importante para el país que nuestros ciudadanos tengan conocimientos adecuados y conductas racionales en materia de ahorro, de determinación del gasto, de las posibilidades de inversión y de las consecuencias del crédito, pues estas decisiones llevan implícito -si son bien realizadas-, un mejor bienestar personal y social. Lo anterior grafica la relevancia de la escuela, especialmente para aquellos jóvenes que solo encuentran en este espacio de socialización las oportunidades de formación para desenvolverse en la vida cotidiana. Implica además, un reto para la sociedad y sus instituciones: la familia debe jugar un rol más activo al otorgar la debida importancia que tiene iniciando tempranamente conversaciones como por ejemplo sobre el conocimiento, ordenación y valor de las monedas, hasta el uso y gestión del dinero a través de la realización de pequeñas transacciones; la escuela debe complementar el currículo con rutinas desde la interpretación de las noticias económicas y reflexión sobre el impacto en su vida cotidiana, la investigación y búsqueda de información para consumir de manera responsable, el comportamiento del mercado laboral, la aceptación y adecuación al presupuesto disponible, hasta la identificación de aquellas situaciones que provocan frustración en relación a la gestión del dinero.

Como en muchas materias que atañen a la formación de la persona, las instituciones pueden aportar a la construcción de una ciudadanía activa y responsable y la educación financiera es una nueva oportunidad para establecer alianzas con la familia y la escuela.


Educación para la igualdad de género

La desigualdad de género se expresa en toda la sociedad y la educación no es una excepción; sesgos, prejuicios, estereotipos e inequidades se encuentran en todos los ámbitos educativos.

Lograr una educación pública de calidad e inclusiva implica entre otros desafíos, construir una educación no sexista, en la cual las escuelas y sus integrantes reconozcan y otorguen igual valor a las capacidades y habilidades de niñas, niños y jóvenes; donde las escuelas se conviertan en espacios de convivencia libres de discriminación y violencia de género y aspiren a transformar las creencias y prácticas que influyen en la construcción de brechas e inequidades durante el proceso educativo y que se reflejan en resultados educativos injustos y discriminadores.

La familia y la escuela son los principales espacios de socialización que tenemos y en ellos no solo desarrollamos conocimientos, sino que también construimos nuestras identidades y atributos diferenciados para hombres y mujeres, potenciando los de unos y otros según como las consideremos más o menos apropiados. Esto opera a través de estereotipos, sesgos y discriminaciones, que devienen en desigualdades que se han expresado históricamente en los contenidos, en las relaciones entre docentes y estudiantes, en las prácticas y materiales pedagógicos, en las actividades y los espacios de participación y convivencia. Estos estereotipos están presentes en la cotidianeidad de los procesos educativos, produciendo brechas en los resultados académicos y desigualdad en la formación integral, generando desventajas para las mujeres, por ejemplo, en matemáticas y educación física, y en el caso de los varones en comprensión lectora, comenzando así a construir un futuro segregado y desigual, pues ello influye en sus decisiones, condicionando sus opciones de estudio y posterior presencia en el mercado laboral, y por esa vía en los salarios, en el acceso a puestos de trabajo y bienes materiales y culturales, a las pensiones que tendrán en el futuro y en definitiva, a la calidad de vida y bienestar personal, familiar y social. Por eso es importante incorporar hoy el enfoque de género para mejorar la calidad de la educación, cuando eso ocurre en las escuelas, estamos reconociendo que las niñas y niños tienen el mismo potencial de aprendizaje y desarrollo, y las mismas posibilidades de disfrutar por igual de aquellos bienes valorados socialmente y de las oportunidades, recursos y recompensas, independientemente de las diferencias biológicas que les caracterizan.


Si bien nuestro país ha superado la desigualdad en el acceso en todos los niveles educativos, las trayectorias y los resultados aún reproducen estereotipos y representaciones tradicionales de género que los llevan a recibir tratos diferenciados según la asignación social que se le ha dado al sexo al cual se pertenece, manteniendo desempeños desiguales en áreas del conocimiento que les inducen a vocaciones determinadas de acuerdo a lo que es “propio de hombres” y “propio de mujeres”, incidiendo luego en las oportunidades de empleabilidad. La desigualdad de género se expresa en toda la sociedad y la educación no es una excepción; sesgos, prejuicios, estereotipos e inequidades se encuentran en todos los ámbitos educativos, pero por lo mismo, se convierten en un desafío para la transformación de los contenidos, prácticas y relaciones que promuevan la transformación social de las relaciones de género.

Las oportunidades de esta crisis