jueves, 8 de octubre de 2009

Política de formación de profesores y profesoras

La política de formación docente es hoy una preocupación nacional. El Ministerio de Educación comenzó hace un año el programa Inicia para mejorar la formación de los profesores, el movimiento 2020 ha puesto el tema en la conversación nacional, ayer y hoy la cuarta versión de Expobásica 2009 se centró en la política de formación inicial y continua de docentes.
Por Juan Eduardo García Huidobro


¿Cuáles son algunos de los grandes temas a tener en cuenta en esta política?

La OECD, ya hace algunos años, resumió el problema en la necesidad de “Atraer, desarrollar y retener a docentes efectivos” (2002). Para lograrlo, en Chile, en primer lugar, es necesario devolver la dignidad a la profesión docente. El mismo afán en que tengamos profesores mejor formados ha traído de la mano un discurso descalificador, lleno de generalizaciones injustas y humillantes: “los docentes no están preparados”, “los profesores son negligentes”, “se niegan a la evaluación”, “esconden su mediocridad”. Hay que ser enfático: el mejoramiento de los docentes pasa por la “subjetividad” de los docentes, su punto de partida no puede ser sino una sana autoestima y el convencimiento de que su trabajo es un servicio apreciado por la comunidad. Una primera política de interés podría ser una campaña de comunicación social sobre la dignidad del profesor, que muestre la nobleza de su labor y de a conocer miles de casos de profesores y profesoras que lo hacen muy bien. Una iniciativa de esta naturaleza ayudaría a quienes están trabajando y sería un acicate para elegir la profesión docente. Lo anterior debe ir de la mano de un mejoramiento salarial. Una campaña de “dignificación” no es creíble sin una perspectiva de aumento salarial que, junto con elevar las rentas básicas, permita llegar a niveles de salarios de calidad para quienes se dedican y pueden exhibir logros.

Adicionalmente el Estado, a través del Mineduc, debe poder regular mucho más el campo de la formación docente. Y, en este campo, hemos sido testigos de políticas zigzagueantes (por no decir contradictorias). Junto a medidas que parecían ir por el camino de la regulación como la acreditación obligatoria de las pedagogías, medida en curso, asistimos al controvertido artículo 46g de la Ley General de Educación que deja de exigir el título de profesor para enseñar en educación media. El programa Inicia es otra medida esperanzadora, pero “desordenada”. No se comienza definiendo las carreras que necesitamos en educación parvularia, básica y media (pese a que el mismo Ministerio ha estado promoviendo diferentes “menciones”, al menos en básica), para enseguida llegar a un acuerdo sobre los estándares mínimos que cada una de esas carreras debe lograr y para –por último- hacer una evaluación diagnóstica que nos señale cuan lejos o cerca estamos de la meta que se debe lograr. Se procede al revés, primero se mide, después se fijan los estándares y todavía no se anuncia definición de las carreras que existirán.

Otro problema que supone políticas estatales es el del ingreso a las carreras de pedagogía. Al menos, en educación básica, se pasó de un problema de carencia de postulante a las carreras de pedagogía a mitad de los 90 a un exceso de postulantes estos últimos años. Así, por ejemplo, en educación básica ha habido durante los últimos cinco años alrededor de 20.000 estudiantes (http://www.consejo.cl/ ), si les va razonablemente bien se estarían titulando cerca de 5.000 cada año y se requieren, de no mediar políticas más intensivas en uso de docentes (menos horas lectivas o menos alumnos por curso), alrededor de 2.300 por año. ¡Hay que adelantarse, estudiar el tema en todas sus implicancias y regular pronto el flujo de estudiantes en concordancia con los profesores que se requerirán! Lo que no puede pasar es esperar inactivos la cesantía de docentes titulado.

Las oportunidades de esta crisis