viernes, 16 de marzo de 2018

Creatividad para la escuela


Nuestra escuela debe asumir la autonomía de la cual goza en nuestro sistema educacional para reemplazar el currículum disciplinar y la obsesión academicista por uno basado en problemas organizado en diferentes proyectos de trabajo, interpretación y experimentación.

Our school must assume the autonomy that enjoys in our educational system to replace the disciplinary curriculum and the academic obsession to one based on problems, organized in different projects of work, interpretation and experimentation.

Nuestros niños viven en contextos saturados de información, de conocimientos frecuentemente fragmentarios e interesados en los aspectos más diferentes, distantes y lejanos en el espacio y en el tiempo. Si adicionamos la masividad del ingreso temprano de los niños a la escuela, requiriendo ya no solo atención al desarrollo cognitivo, sino que a los aspectos emotivos y del comportamiento individual, donde además, el contexto familiar es invadido por los medios de comunicación ejerciendo un poderoso influjo en el desarrollo de los conocimientos y habilidades, en la trasmisión de información y en la generación de expectativas, actitudes y valores; entonces nuestras escuelas tienen nuevas tareas.

El déficit de nuestros estudiantes no es de información y datos, sino de organización significativa y relevante de la dispersión y sesgos con que la reciben en su vida cotidiana. Lo más preocupante no se sitúa en el volumen de información acumulada, sino en que la gran apuesta del proceso educativo, como es el desarrollo de actitudes, expectativas y valores que favorezcan el crecimiento autónomo, ofreciéndoles la oportunidad de que cada uno construya de forma crítica sus propias maneras de sentir, pensar y actuar en un marco de convivencia satisfactoria para las comunidades, en el enriquecimiento de su persona, constituido como sujeto de experiencias, pensamientos, deseos y afectos, pueda no ser cumplido.

Una de las mayores dificultades que se debe enfrentar es el academicismo dominante en nuestros establecimientos escolares, donde predomina el aprendizaje de las disciplinas y no su utilización como herramientas para que los estudiantes reconstruyan progresivamente y de forma reflexiva sus modos espontáneos de pensar, sentir y actuar su cultura experiencial. Nuestra escuela debe asumir la autonomía de la cual goza en nuestro sistema educacional para reemplazar el currículum disciplinar y la obsesión academicista por uno basado en problemas organizado en diferentes proyectos de trabajo, interpretación y experimentación. Cuando la escuela solamente provoca aprendizajes disciplinarios de contenidos vitalmente indiferentes, que se aprenden para aprobar exámenes y luego olvidar, no se estimula su aplicación consciente y reflexiva en la vida cotidiana; los contenidos y métodos de las tareas académicas deben evaluarse por su capacidad para explicar o clarificar los problemas complejos que rodean la vida de los estudiantes y por su utilidad para favorecer el diseño de estrategias relevantes de intervención y solución de problemas.

En la comunidad de aprendizaje que visualizamos para la escuela, los estudiantes deben ser el núcleo de los diseños y han de estar real y activamente incorporados en la elaboración y el desarrollo de las decisiones más importantes, así comprenderán las dificultades que implica tomar decisiones democráticas y desarrollar proyectos cooperativos. Pero también, la escuela debe asumir que tanto la distribución de los espacios como la organización de los tiempos deben transformarse y dejar de ser funcionales a la trasmisión de conocimiento disciplinar, en espacios cerrados y compartamentalizados, en horarios fragmentados y ordenados jerárquicamente.

La enseñanza que se demanda hoy requiere un marco espacial y temporal flexible para acomodarse a la diversidad de proyectos que pueden formularse y desarrollarse en cada grupo de estudiantes, que les permita participar de un proyecto de vivencia cultural en la disponibilidad abierta de los espacios, del tiempo y de los recursos, afrontando las tareas que se deriven de la creatividad colaborativa.  Siguiendo a Piaget, el objetivo principal de la educación en las escuelas debería ser la creación de hombres y mujeres que son capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden ser críticos, verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece.
​​ ​​http://www.paislobo.cl/2018/03/creatividad-para-la-escuela.html

lunes, 12 de marzo de 2018

La evaluación progresiva asegura aprendizajes


Concebimos la evaluación educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o superarlas durante el año escolar.

We conceive the educational evaluation as a process that helps and guides permanently to the educational actors allowing to detect and address gaps in learning and skills between current and expected knowledge, decrease or overcome them during the school year.

Algo no discutido hoy en día es la gran influencia que la evaluación tiene sobre las prácticas de enseñanza y aprendizaje y de la especial importancia que tiene la evaluación educativa en la implementación de los procesos de reforma, en los cuales adquiere un interés central, otorgándole urgencia a la necesidad de cambio y adecuación a las nuevas necesidades educativas y sociales y, sobre todo, a la nueva forma de comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje. Gran cantidad de autores (Nunziati, 1990; Allal, Bain y Perroud, 1993; Coll, Barberà y Onrubia, 2000; Barnes, Clarke y Stephens, 2001) defienden que los intentos de reforma educativa resultan inútiles si no van acompañados de una reforma explícita en las formas de evaluación, adquiriendo ésta el carácter de motor de la reforma educativa o también de su mayor impedimento.

Son muchas las funciones que cumple la evaluación en los sistemas escolares y al interior de las propias escuelas. Este es un aspecto de primer orden que la comunidad escolar debe enfrentar a través de un proceso de reflexión acerca de ¿quién evalúa?, ¿qué o quién es evaluado? y ¿qué se hace con los resultados obtenidos o por qué y para qué evaluamos? Si al menos no tenemos claridad sobre las respuestas a estas tres preguntas, la falta de unidad en la comunidad escolar puede distorsionar los esfuerzos tendientes a lograr mejores resultados en la gestión, en el desempeño docente o en lo más importante: en el desarrollo de las habilidades y el mejoramiento de los aprendizajes que se espera en los estudiantes.

La escuela debe otorgarle un sentido explícito a la concepción evaluativa que implementará y que va a subyacer en cada área del quehacer escolar, de manera que los agentes se lo apropien y desarrollen en coherencia con las finalidades a las cuales aspiran. La escuela puede evaluar para seleccionar a los estudiantes que seguirán programas especiales debido a las dificultades que presentan en los resultados que se esperan de ellos o para seguir una línea educativa de alto nivel; para motivar para el estudio, porque tanto para aquellos estudiantes que tienen éxito como para quienes experimentan dificultades para aprender, constituye una motivación que potencia la acción individual de estudio al conocer los resultados de una evaluación; para informar a diferentes audiencias acerca del quehacer escolar y sus resultados como a las familias, los demás profesores o los niveles de la administración escolar; para la socialización de los estudiantes en unas prácticas sociales concretas o en ciertos valores; para la autopresentación personal de profesores y estudiantes reforzando su autoimagen y autoestima; para la retroalimentación sobre el proceso de aprendizaje, tal vez la función menos frecuente, pero el más necesario para acceder, reforzar y asegurar los nuevos conocimientos y habilidades que se esperan estos logren o alcancen en un periodo determinado.

A esta última funcionalidad responde la implementación de la evaluación progresiva, que consiste en una herramienta para monitorear la trayectoria de las habilidades y de los aprendizajes de los estudiantes a lo largo del año escolar y que nuestro Sistema de Evaluación de Aprendizajes contempla tanto para evaluar las habilidades de comprensión lectora de los estudiantes de segundo año básico y que desde este año lo ha extendido para evaluar a los estudiantes de séptimo básico en matemáticas. Concebimos la evaluación educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o superarlas durante el año escolar.

Que nuestros estudiantes lean comprensivamente y desarrollen el pensamiento lógico, deductivo y abstracto en los momentos que se espera, nos permitirá asegurar las competencias necesarias para que puedan progresar en el sistema escolar según lo que se espera de ellos, reduciendo el retraso y la desmotivación escolar, así como mejorando la autoestima, el éxito oportuno y la continuidad de estudios. Mayor información pueden encontrar en www.agenciaeducacion.cl 
http://www.ellanquihue.cl/impresa/2018/03/14/full/cuerpo-principal/8/

lunes, 5 de marzo de 2018

La diversidad mejora la calidad


Es fundamental el papel de la escuela en la incorporación social del niño inmigrante y en su desarrollo personal; ésta debe facilitar su acceso a nuestra comunidad, su conocimiento de la lengua cuando corresponda, fomentar su relación entre iguales, su promoción y continuidad escolar y desarrollar su potencial para participar activamente de nuestros desafíos nacionales.


The role of the school in the social incorporation of the immigrant child and in his personal development is fundamental. The school must facilitate their access to the community; the knowledge of the language when appropriate; foster their relationship among equals; their promotion and school continuity; and develop their potential to participate actively in national challenges.

Cada vez es más común ver estudiantes de origen extranjero en nuestras salas de clases. Lo que ayer constituía una novedad hoy es habitual encontrarse con ellos en las ceremonias, competencias deportivas y académicas representando a sus escuelas, pero también en las calles de nuestras ciudades. Lo que antes era común para establecimientos que participaban de redes de intercambio de estudiantes provenientes de familias acomodadas, hoy lo es de quienes vienen de familias modestas que producto de la inmigración económica y política latinoamericana llegan a nuestras ciudades y se insertan en nuestra escuela pública conviviendo con los niños y jóvenes de los barrios en los cuales sus padres y familiares han llegado a vivir.
Este fenómeno de la inmigración hace que cada vez vivamos en una sociedad más plural, en la que nos encontramos con una multiplicidad de costumbres y de culturas y las escuelas son su reflejo recibiendo alumnado de diferentes orígenes y culturas, lo que hace imprescindible un enfoque intercultural de la enseñanza en un marco de valores de respeto, tolerancia, solidaridad y que constituyan una oportunidad para enfrentar esas actitudes racistas y xenófobas que de tanto en tanto suelen lograr cobertura mediática. Esta inmigración ha acentuado una realidad socio cultural hasta ahora latente en nuestra sociedad y que debe ser abordada con urgencia por nuestras comunidades educativas y nuestras instituciones deben tener la capacidad de anticiparse para orientar el proceso de inclusión social y educativa de los nuevos estudiantes, diseñando un “plan de acogida” que permita recibirlos con generosidad y comprensión, pero también con apertura, favoreciendo un clima social de convivencia, respeto y tolerancia, en especial en las zonas que acogen inmigrantes, fomentando que las escuelas sean un núcleo de encuentro y difusión de los valores democráticos y de nuestra cultura nacional; en ellas está la oportunidad de tomarnos en serio los valores del respeto a la igual dignidad de las personas y la compasión, entendida como la capacidad de percibir el sufrimiento de otros y de comprometerse a evitarlos.
Es fundamental el papel de la escuela en la incorporación social del niño inmigrante y en su desarrollo personal; ésta debe facilitar su acceso a nuestra comunidad, su conocimiento de la lengua cuando corresponda, fomentar su relación entre iguales, su promoción y continuidad escolar y desarrollar su potencial para participar activamente de nuestros desafíos nacionales; la incorporación de niños y niñas inmigrantes a nuestro sistema educativo implica poner de relieve y de plena actualidad principios educativos tan utilizados como la inclusión, la integración, la atención a la diversidad en el aula y la atención personalizada de los estudiantes; pero también es una oportunidad para que nuestros hijos miren el mundo desde una perspectiva humana y cultural más amplia, para que aprecien la riqueza de la diversidad y encuentren en ella el potencial de la tolerancia, de la oportunidad para la innovación y del aprecio de la diferencia como una fuente de riqueza y no como una amenaza a nuestra identidad. En la convivencia cada uno aporta lo mejor de sí mismo y todos tenemos la oportunidad para construir un mundo más justo y solidario, la presencia y acogida de niños y niñas migrantes mejora nuestras escuelas, mejora la enseñanza, mejora nuestra educación y nuestra sociedad. 

Las oportunidades de esta crisis