viernes, 5 de diciembre de 2014

Mi intervención en la Junta Regional

Estimados camaradas

He querido hacer uso de la palabra en esta Junta Regional, la máxima instancia de decisión política, porque hay varios temas que me preocupan.

Primero, me preocupa el carácter que ha asumido el debate político en nuestro país y que en nuestra región tiene eximios representantes, los que lamentablemente se encuentran entre nuestros socios y cuyos comentarios, referencias sarcásticas y hasta soeces, somos nosotros los destinatarios. Hemos visto durante estos ocho meses de gobierno, una actitud beligerante hacia nuestros dirigentes, hacia nuestros militantes y hacia toda idea que provenga de algún dirigente de nuestro partido.

Existe una actitud sistemática, no aislada, permanente e insistente en desacreditar nuestras posiciones. Para nuestros aliados, solo los democratacristianos que coinciden con ellos, que les dicen amén a sus planteamientos, que están en su estrategia electoral, son buenos democratacristianos, ellos si son calificados de como fieles adherentes del programa  de gobierno. Los otros, los que tenemos posiciones que no les gustan, nos tratan de “desleales”, de “sectarios”, de conservadores.

Hay dirigentes en nuestros partidos aliados que se han otorgado el poder para calificar quienes son los camaradas que podrían ingresar al gobierno, vetan a los que no están dispuestos a ser condescendientes con ellos. Hace unos días hubo un incidente de uno de estos personajes que insultó gratuitamente a nuestro presidente nacional y nadie, nadie, de nuestras autoridades políticas tuvo el coraje de salir a ponerlo en su lugar, sino hubiésemos insistido ante el Consejo Regional para que se aprobara un declaración pública de apoyo a nuestro presidente nacional y de repudio a la actitud antes señalada y que nuestro Presidente Regional envió como una carta personal a un diario y a los militantes, si eso no hubiese ocurrido, nada se hubiese dicho y hubiésemos quedado como cobardes.

Camaradas, siempre hemos sido un partido que cuando ha estado en el gobierno ha sido responsable: lo fuimos con Juan Antonio Ríos, lo fuimos con nuestros presidentes Frei Montalva, Aylwin, Frei Ruiz Tagle, Lagos y Bachelet. Y Chile no puede dudar que lo seremos hoy y hasta el último día con la Presidente Bachelet y su gobierno. Pero esto no significa que no debemos realizar observaciones y hasta objeciones a las propuestas de nuestro gobierno. En eso consiste la democracia, en deliberar, en discutir, en construir consensos o acuerdos.

A esto agregamos que tenemos un gobierno regional coptado, atrapado por algunos parlamentarios de la región. Solo se hace lo que ellos permiten y nada se hace sin su satisfacción. Tenemos un ejecutivo sin iniciativa política, sin conducción ni orientación. Ajeno a los grandes temas regionales, incapaz de contextualizar la discusión nacional; en definitiva: opaco, sin la capacidad ejecutiva que se espera para promover las iniciativas en las cuales se está jugando nuestro destino como comunidad regional.
En segundo lugar, quisiera referirme a la propuesta de descentralización que ha realizado la Comisión Nacional que se formó para estos efectos. Hemos sido el único partido que no se ha pronuciado públicamente. Nada se dijo respecto de las medidas allí señaladas ni de la agenda propuesta. Parecemos un partido centralista y si es centralista es autoritario, si es centralista quiere concentrar el poder en Santiago y desde allá decidir aspectos importantes de la vida de todos nosotros.

Nosostros, los democratacristianos, fuimos campeones de la regionalización, en el gobierno del presidente Frei Montalva se creó la Comisión Nacional para la Reforma Administrativa, que diseñó la actual estructura de la regionalización en el país. Desde 1990 a la fecha poco hemos realizado, no nos hemos comprometido lo suficiente para otorgar más poder a nuestros ciudadanos en el mundo municipal y regional, todo ha sido con tirabuzón. Al interior de nuestro propio partido, aún estamos supeditados a que en Santiago se puedan nombrar los candidatos para los cargos de concejales y alcaldes, sin consideración a nuestra estructura partidaria. Una y otra escusa se argumenta para seguir tratándonos como niños chicos: que no tenemos las capacidades, que no tenemos la visión, que no tenemos los recursos humanos suficientes, que no tenemos esto o lo otro, pero nunca estamos en condiciones de decidir por nosotros mismos.

A estas alturas, esto es inaceptable. Es inaceptable que nuestros camaradas deban ir a Santiago para buscar un padrino que lo lleve a un ministerio porque quiere ser un coordinador territorial de un programa en tal o cual comuna o provincia, es inaceptable que nuestros alcaldes deban peregrinar entre oficinas de funcionarios del gobierno central, entre jefes de gabinetes y otros, para que les aprueben un proyectito, para que les digan al intendente que ponga su proyecto en tabla. Es inaceptable camaradas, que se instalen santiaguinos en cargos de gobierno en nuestra región, que vienen dos o tres veces al mes y sin ningún respeto a nuestra estructura política y a los profesionales de nuestra región.

Todo lo anterior existe, porque no levantamos la voz, porque somos complacientes… porque somos cómplices.

Nuestro partido no tiene que pasar ningún examen en materia de reformas, porque las únicas que se han realizado en democracia, esas que les gusta llamar “estructurales”, las hicimos nosotros: la reforma agraria, la reforma educacional, la sindicalización campesina, la chilenización del cobre y la promoción popular. Y las hemos hecho con eficacia, técnicamente bien preparadas y con resultados exitosos para Chile. No hemos sabido defender nuestra obra y presencia en la historia, nos ha faltado claridad y determinación.

Y lo peor de todo esto, es que algunos de nuestros camaradas han caído en la tentación de competir con la izquierda en quién es más progresista, en quien es más reformista hoy, como ayer, cuando se competía en quien era más revolucionario. Los de ayer, terminaron en el MAPU y luego en la Izquierda Cristiana; los de hoy suman sus voces descalificadoras a nuestros propios dirigentes…así comenzamos. Cuidado camaradas, hay que aprender de la Historia, para no cometer los mismos errores.

En tercer lugar quisiera referirme a la discusión en educación y en la cual estamos empantanados. Qué paradoja! Suponíamos que esta reforma sería a favor de las familias, de los estudiantes, de los profesores, que fortalecería la educación pública y dignificaría a nuestros docentes. Qué ha ocurrido?: los estudiantes están en contra, las familias están en contra, los profesores están en contra. Se aprobó una reforma tributaria que se justificó para mejorar la educación y nuestros municipios siguen estrangulados y nuestros profesores mendigando recursos. Se aprobó un programa, estamos de acuerdo con él, pero se ha equivocado el gobierno en las prioridades, en la intensidad de los instrumentos y ha sido mezquino con los recursos. Por eso queremos llamar la atención sobre este tema que causa tantas esperanzas pero también incertidumbre en nuestros ciudadanos.

Tenemos que decir con fuerza que las reformas que Chile necesita para mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes pasan primero por otorgar a nuestros profesores una carrera profesional que les ofrezca condiciones de estudio, de trabajo y de retiro dignas. No habrá reforma de calidad, sin profesores de calidad. Queremos que se seleccionen a los mejores estudiantes para enseñarles a nuestros niños, queremos que nuestros profesores tengan condiciones de trabajo y remuneraciones adecuadas a su responsabilidad, queremos que cuando nuestros profesores se jubilen, lo hagan con tranquilidad y reconocimiento, y no en condiciones denigrantes como está ocurriendo hoy.

Pero también, tenemos que decirlo ahora: queremos un sistema público con capacidades y recursos suficientes como para apoyar el desarrollo y mejoramiento de nuestras escuelas. Algunos quieren un sistema estatal, volver al Ministerio dicen. Yo creo camaradas que lo debemos exigir, es un sistema descentralizado, público y de calidad. La nueva estructura de la administración de la educación pública tiene que recoger la demanda por mayor descentralización que recorre nuestro país y no un sistema nacional propio de regímenes autoritarios y centralistas. Porque nunca hemos sido un partido estatista, hagamosle honor a nuestra definición comunitaria, eso es lo que nos define y diferencia de la derecha liberal, que quiere que cada uno haga lo que quiera y donde ganan los más fuertes, eso también nos diferencia de esa izquierda melancólica que no se resigna a la “caida del muro” y que usa los sistemas educativos para concientizar y manipular la conciencia de nuestros niños y jóvenes.

Estimados camaradas: Chile y nuestra región necesitan un PDC con posiciones claras para enfrentar el futuro. Nuestros ciudadanos confiarán en nosotros si somos coherentes con lo que somos y no andamos acomodándonos a las pequeñas ventajas que en forma personal podemos sacar. Quiere un PDC verdaderamente fraterno y no que promueve la descalificación entre sus integrantes sin consideración a su honra, a sus familias, a su dignidad de seres humanos. Las pequeñas cuotas de poder no son para darse pequeños gustos, son para realizar los más grandes esfuerzos de generosidad para construir la patria justa y buena a la cual nos invitaba Don Patricio, o la sociedad de hombres libres que nos señalaba don Jaime Castillo.


Estamos llamados a ser carpinteros en esta obra inconclusa. Estamos en el gobierno para aportar a la construcción de un país más humano, estamos en cargos de gobierno para trabajar con pasión y desprendimiento, estamos en cargos políticos para decir con claridad lo que queremos.

miércoles, 9 de abril de 2014

Para desmunicipalizar la educación

En el marco de la discusión previa del proyecto de reforma que el gobierno se ha comprometido a enviar al Congreso Nacional, me preocupan algunos elementos que debiera contener la nueva estructura de gestión que adquirirá la educación pública, pues ellos constituirán parte de un nuevo diseño de nuestro sistema educacional para a lo menos, los próximos 30 a 50 años, por lo que debieran tomarse decisiones que a la vez de ser transformaciones profundas -pues nuestro sistema así lo requiere-, también deben contener una buena dosis de realismo y prudencia.
Creo firmemente que retrotraer la educación pública a un escenario de centralización y estatización contradice toda evidencia respecto de la eficiencia y de la calidad de la educación que generan los diversos sistemas educacionales en el mundo. Permanentemente destacamos como ejemplos a seguir países como Finlandia, Suecia, Gran Bretaña, Canadá, Australia y otros, sin hacer notar que estos son de los más descentralizados. Parece una contradicción que se pretenda centralizar la administración educacional de los establecimientos municipales del país cuando hoy es más evidente que antes la demanda por una mayor descentralización y de consideración por la diversidad de las comunidades. ¿Cómo puede un sistema centralizado garantizar mayores niveles de participación e inclusión social si las decisiones relevantes se tomarán en esferas desconocidas a los ciudadanos? Es sabida la crítica a los sistemas centralizados respecto del alejamiento de la sensibilidad que requiere la incorporación ya no solo al currículo escolar de los temas sentidos en las comunidades como también de las particularidades culturales que otorgan pertinencia y sentido a la acción educativa en los establecimientos a profesores y a estudiantes, sino también, de la oportunidad en que se toman las decisiones más urgentes para superar las dificultades de gestión diaria en los mismos. ¿Por qué Chile necesita un servicio nacional si lo que queremos es mejorar los aprendizajes en la escuela, lugar donde lo gravitante son la calidad de los docentes y de los directivos?, ¿Cómo puede otra oficina en Santiago pretender definir las actividades de extensión escolar o de apoyo a los estudiantes para lograr los aprendizajes que se espera de ellos o de capacitación y perfeccionamiento de los docentes de ciencias en una localidad del norte o sur de Chile? No parece ser el tono de lo que el país necesita.
Tenemos un sistema imperfecto, pero el camino no parece ser volver a esquemas conocidos y de dudosa eficacia en el pasado y en otras latitudes. Además, crear nuevas dependencias a la ya saturada burocracia del sector, en nada aportará a la definición y claridad de responsabilidades de los actores sobre la calidad de los procesos ni sobre los resultados de nuestro sistema educacional, una de las grandes debilidades del actual. En efecto, el carácter difuso en casi todos los ámbitos relevantes, facilita la impronta que cada municipio le otorga a sus escuelas y éste se encuentra fuertemente ligado a la personalidad del alcalde respectivo. La solución no es uniformar, es otorgar claridad a las responsabilidades; un camino efectivo –volviendo a la experiencia internacional- es desalcaldizar sin centralizar. O lo que es más claro aún: fortalecer la descentralización, corrigiendo los errores de la experiencia actual, incorporando capacidades inexistentes en muchos municipios o nuevas agrupaciones administrativas, pero fortaleciendo sus competencias en materias de administración y pedagógicas de modo que tengan verdadera tuición sobre los procesos relevantes de la gestión escolar. Solo de ese modo podremos superar la disolución de responsabilidades actuales y saber a quién exigir mejores resultados en el futuro.
El estado central bien puede fijar sus esfuerzos en asegurar una formación docente de calidad tomando el control de ello en las universidades; en ofrecer programas exigentes de pasantías profesionales al exterior para docentes y directivos e invitar a extranjeros destacados a las distintas localidades del país; en mejorar la disponibilidad de información para la toma de decisiones a los profesionales del sistema; y, en generar oportunidades para la innovación e investigación educacional en todos los niveles del sistema educacional, favoreciendo la cooperación y no la competencia.

Si debemos cambiar lo existente, que no sea para que todo siga igual.

Las oportunidades de esta crisis