viernes, 30 de abril de 2010

Evaluando a Piñera

Según la segunda encuesta Adimark, entregada el día de ayer, las percepciones de la población respecto al nuevo gobierno no terminan de consolidarse. A las complejidades de un nuevo gobierno y de una nueva coalición política se ha sumado el terremoto, que se cruza en las evaluaciones. En su segunda medición, correspondiente a Abril, el presidente Piñera llega a un pobre 50% de aprobación, dos puntos menos respecto a marzo pasado. El mandatario mantiene una base de aprobación levemente menor al porcentaje del electorado que votó por él en la segunda vuelta. No obstante, el nivel de rechazo mostró una fuerte alza, llegando a 31%, un salto de 13 puntos respecto a la medición de marzo, siendo éste el cambio más significativo.

Cada día que pasa pareciera que menos chilenos lo admiran, baja en su apreciación entre las mujeres, entre los jóvenes, entre los mayores, entre los pobres, entre los ricos, en regiones y en Santiago. Pareciera ser que sólo los hombres reconocen más sus condiciones de hombre “activo y energético”, pero ya son menos los que creen que cuenta con “capacidad para resolver los problemas del país”. Y esto es importante, porque la baja en este atributo primero, es un signo temprano de la incapacidad que ha mostrado para construir y señalar un camino claro que se espera de un nuevo gobierno, no sólo para la recuperación de las áreas dañadas por el terremoto, sino que especialmente para comunicar la estrategia de un gobierno, y segundo, por la incapacidad para terminar la instalación de las nuevas autoridades, muchas de las cuales están sentadas en los escritorios de sus antecesores sin poder firmar pues no cuentan con las atribuciones que otorga el cargo bien nombrado, amén de múltiples chascarros.

Piñera no “genera confianza”. Es el segundo atributo en el cual más baja, a las suspicacias propias de sus indefiniciones en la venta de sus activos controversiales, se ha sumado la falta de respeto por una institucionalidad que él mismo ayudó a construir, como es la Alta Dirección Pública. Muchos creyeron que la nueva forma de gobernar sería con respeto a la institucionalidad, que habíamos avanzado en el respeto que le debemos a nuestras instituciones, sin embargo hemos sido testigos de cómo ministros e intendentes han hecho tabla raza de ello, presionando o derechamente destituyendo a quienes habían accedido por esa vía a la administración pública. Esperemos que esto no sea el inicio de purgas en las instituciones que deben mantener la independencia del ejecutivo, como aquellas instancias de control interno, tribunales de justicia o empresas autónomas.

“Piñera es el gobierno”, arrastra con su caída la mejor evaluación que del gobierno se tenía el mes pasado, ya que él le ha dado su impronta a un gabinete opaco, donde recién se insinúan las luces que podrían más que iluminar el camino, complicarlo tempranamente. En efecto, las mejores evaluaciones de Lavín y de Hinzpeter podrían tempranamente trasladar las miradas hacia una descarnada lucha por la sucesión y con ello, arrastrar la gestión de Piñera a un escenario donde los caudillos de la derecha siempre se han sentido complacidos. Habrá que ver cómo se comportan, estaremos pendientes.

Las oportunidades de esta crisis