miércoles, 23 de agosto de 2017

Las Categorías de Desempeño de los Colegios

Recientemente los establecimientos de educación media han estado recibiendo la comunicación que les indica la categoría de desempeño en la cual han sido ordenados luego de la evaluación integral a la cual han sido sometidos. Éste, es un mecanismo para articular el trabajo del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que clasifica a establecimientos en cuatro categorías: Alto, Medio, Medio Bajo e Insuficiente; está basada en el índice de resultados que considera los aprendizajes académicos y los Indicadores de Desarrollo Personal y Social y luego, es ajustado a las características socioeconómicas de los estudiantes del establecimiento.

La Categoría de Desempeño es la forma integral por la cual el Sistema de Aseguramiento de la Calidad puede identificar el nivel de ayuda y orientación que necesitan los establecimientos escolares. Corresponde a una evaluación cuyo resultado es la categorización en un nivel de desempeño desde el cual se pueden focalizar los apoyos y orientaciones para colaborar en la construcción de las rutas de mejoramiento que cada establecimiento junto a su comunidad debe diseñar e implementar.

La metodología de ordenación es una herramienta que corresponde al primer paso de una evaluación más integral de la educación impartida en las escuelas y liceos de nuestro país y busca entregar información útil para el mejoramiento de la gestión escolar. Por lo cual la marcha blanca –en el caso de los establecimientos de enseñanza media- es una oportunidad para que los profesionales de la educación conozcan esta nueva herramienta con el fin de trabajar en su plan de desarrollo estratégico como institución y, por otra parte, analizar sus procesos con el fin de implementar una política educativa con foco en el mejoramiento de la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes.


Analizar la información que contienen los informes que cada comunidad ya conoce, debe ser una práctica indispensable para promover el compromiso, asumir responsabilidades y contribuir a generar una dinámica virtuosa en la cual la evaluación se constituye en una oportunidad para mejorar. La evaluación de las escuelas y liceos ha dejado de ser un juicio sobre su desempeño para constituirse en parte de una nueva estrategia que mide logros de objetivos que se plantea la propia institución escolar para luego tomar decisiones que diseñen una ruta hacia la mejora integral, en la cual los aprendizajes de los estudiantes tienen un lugar central. Con esto la evaluación ha dejado de ser un suceso para convertirse en un proceso de aprendizaje permanente, tanto de la organización escolar a través de sus mecanismos de gestión, como de los profesionales de la enseñanza y de los propios estudiantes.

¿Por qué formar al ciudadano?


Para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa.

Cuando el ser humano se piensa así mismo, cuando piensa en su entorno, en los otros y no en los demás, está comprendiendo el modo de su propia existencia. Cuando percibimos que vivir en un país fundado sobre un modelo de justicia que ofrece mayores posibilidades de bienestar y felicidad, que vivir en países autoritarios, no necesitaremos mayores justificaciones filosóficas ni de ningún otro tipo para comprender que no solo no se trata de una mejor forma de gobierno, sino que conviene reforzarla, y nos abocaremos a la tarea de educar a los futuros ciudadanos en este sentido de la justicia, consiguiendo entonces una democracia estable. Porque la estabilidad social exige de una virtud ciudadana, difícil de desarrollar si no ha comenzado a adquirirse a través del proceso educativo.

Es en este marco referencial, donde el impulso de los valores educativos como expresión del bienestar colectivo -local, regional o mundial- es interpelado de generación en generación. Cada sociedad ha tratado de distinguir, desde sus propias características vivenciales, la diversidad de manejar los importantes asuntos relacionados con los específicos procesos educativos y formativos de sus actores sociales: ciudadanos y ciudadanas.

Es esta experiencia las que nos señala que para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa. Cuando además, la existencia de instituciones promueven y favorecen la participación como una actividad regular (Consejo Escolar, Centro de Padres, Centro de Alumnos, Consejo de Profesores), no solo formales, sino verdaderas oportunidades para la deliberación y toma de decisiones en el gobierno escolar, desde las especificidades de cada una de ellas, entonces, estamos favoreciendo una intencionalidad desde la gestión pedagógica para promover los valores de una vida democrática desde el aula y hasta las afuera de la escuela. La experiencia de que la formación es parte de un sentido cotidiano y  de que los espacios de la formación ciudadana sean parte de la normalidad de la vida escolar y no eventos aislados, estamos formando en la responsabilidad ciudadana. Cuando las interacciones entre los actores se reducen al cumplimiento de la normativa, estamos reduciendo la vida democrática al cumplimiento de roles transitorios como miembros de una comunidad permanente y ello bien puede derivar en un fortalecimiento de la autoridad y de la jerarquía, de tensiones asociadas a los niveles de participación de los miembros de la comunidad escolar en determinadas deliberaciones o procesos de toma de decisiones. Si aceptamos que lo que se aprende en la escuela, se reproduce en la sociedad, y que, como deseamos ciudadanos activos, responsables y solidarios con su comunidad política, entonces tenemos que hacer mayores esfuerzos por favorecer el desarrollo de prácticas más inclusivas, democráticas y participativas, pues ellas terminarán desarrollando en los estudiantes y ciudadanos, habilidades y actitudes fundamentales para la vida en sociedad y para la convivencia democrática.


lunes, 31 de julio de 2017

Volviendo a clases

Asegurar mayores y mejores aprendizajes, interesar a los estudiantes en la asistencia permanente y alcanzar evaluaciones positivas, pueden cambiar no solo la trayectoria de los jóvenes, sino que puede salvarlos de ser parte de quienes abultan las cifras de la deserción escolar. Ausentarse regularmente, especialmente durante los primeros años, afecta la adquisición de los conocimientos y habilidades matemáticas y verbales elementales y obstaculiza o posterga la adquisición de mayores complejidades necesarias en años posteriores. Muchas veces no somos conscientes de cuánto faltan nuestros hijos a la escuela durante el año escolar. Una inasistencia reiterada puede generar una desconexión con el proceso de aprendizaje, perder el sentido de su proyecto de desarrollo personal y aprecio por el valor social que le reportará mayores niveles educativos en su futuro. Algunos creen que si se realiza el trabajo escolar en casa no importa que pierdan clases, otros, que asistir con regularidad no es crucial en los primeros años de escolaridad, permitiendo con ello validar una cultura tolerante al ausentismo. Pero si a lo anterior se suma que ni los docentes ni la escuela tienen una atención y registro con un sistema de alerta, las sorpresas pueden ser dramáticas al cierre de este nuevo semestre, cuando se resuelve la promoción escolar.

Cualquier actuación para evitar el ausentismo y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente, el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.


Promover la asistencia a clases es promover la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases, mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo. 

lunes, 24 de julio de 2017

Educación ambiental de calidad

A propósito de la alta contaminación atmosférica que presenciamos en nuestras ciudades en esta época de invierno, que por lo demás, no es la única que sufrimos, sino que ya está siendo común la alta congestión vehicular en ciertas horas del día o la conocida contaminación de nuestros cursos de agua, es que es pertinente plantearse en nuestras instituciones qué estamos haciendo para no incrementar estos fenómenos y poder legarles a las próximas generaciones una sociedad que les ofrezca no solo mejores condiciones materiales de vida, sino que una en la cual los valores y actitudes personales y colectivas contribuyan a un mejoramiento del bienestar de cada miembro de la sociedad.

La educación en general y la escuela en particular pueden contribuir a cambiar  y sostener una nueva ciudadanía, competente en la resolución de los problemas medioambientales contemporáneos y futuros promoviendo una educación ambiental para el desarrollo sostenible e incorporando una dinámica en la cual la participación y la gestión permitan a los estudiantes desarrollar conocimientos, valores y actitudes acordes con las necesidades de su comunidad. Una estrategia así concebida, integrará las diversas áreas del conocimiento, disciplinas y saberes para la solución de problemas de manera interdisciplinar, y propiciará la formación en el conocimiento y comprensión de la ciencia, la técnica y la tecnología desde un marco social. Abordar los temas de preocupación ambiental en la escuela gatilla procesos de colaboración al interior de ella, incluyendo las instancias académicas y administrativas para su desarrollo en un marco de competencias, de estándares, de generación de espacios para la transversalidad y para el fortalecimiento institucional.


La incorporación de la participación y formación ciudadana como un indicador de la calidad de la educación que imparte un establecimiento escolar, se constituye en una oportunidad para abordar el desarrollo de las actitudes de sus estudiantes, fomentando la participación y el compromiso con su comunidad, contribuyendo a hacerse cargo de sus problemas y desafíos, y a sentirse identificados con los comportamientos necesarios para una vida compartida. Es decir, la cadena que se inicia en la promoción del compromiso con la comunidad favorece la participación de sus miembros en las actividades que se programan, enriqueciendo la vida democrática y el involucramiento de las personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy y una mayor responsabilidad con el mundo que heredaremos a las nuevas generaciones. Es cierto que la escuela por si sola es incapaz de resolver estos problemas que señalamos en un comienzo, por lo que también es necesario el mismo grado de involucramiento de otras instituciones, sin embargo, habremos iniciado un ciclo de cambios que se constituirán en la base de una mejor educación hoy y en un mayor bienestar para todos mañana.

martes, 18 de julio de 2017

Vacaciones de invierno: oportunidad formativa

Las vacaciones escolares de invierno suelen ser vistas como una dificultad por algunas familias, pues no saben qué hacer con los hijos e hijas. Muchas veces quedan solos en la casa mientras cumplen la jornada laboral y pierden el control de sus tiempos. Las escuelas por otro lado, se dividen entre las que consideran dicho periodo como una oportunidad de descanso y desconexión de las actividades escolares y las que consideran que este es un tiempo para fortalecer ciertos aprendizajes y/o profundizar algunos contenidos, para lo cual les entregan guías interminables de ejercicios y libros con los que deberán volver resueltos y leídos.

Creo que las vacaciones escolares que estamos iniciando son una gran oportunidad para fortalecer el carácter formativo que juega la familia, la escuela y la comunidad con las nuevas generaciones. En efecto, es un tiempo para que la familia pueda conectarse íntimamente, fortalecer la relación entre sus miembros, abordar los temas de interés mutuo, desarrollar actividades recreativas de excursión junto a la naturaleza, paisajes  y lugares maravillosos de nuestro entorno, visitar la variedad de museos, centros culturales y bibliotecas. La escuela puede sugerir a los padres y estudiantes realizar actividades que fortalezcan la convivencia conociendo su propia ciudad, que profundicen la solidaridad intergeneracional visitando y acompañando a nuestros adultos mayores o realizando alguna campaña de apoyo a la comunidad; puede además, abrir sus puertas para los estudiantes del sector y se encuentren en un espacio cívico común, independiente de la escuela a la cual asistan a clases. Las vacaciones escolares de este periodo son también una oportunidad para que las autoridades locales generen oportunidades para niñas, niños y jóvenes de sus comunidades programando actividades recreativas, culturales y deportivas que fortalezcan su formación integral. Existen muchas opciones que se pueden llevar a cabo y que no significan grandes costos, sino que al contrario, el implementarlas pueden significar grandes logros personales, satisfacciones familiares y enriquecimiento comunitario y social.

La buena educación es un bien social deseado por todos y en el esfuerzo por mejorar su calidad no solo debemos pensar en su dimensión académica y productiva, porque una buena educación se refleja en la convivencia y relación que tenemos con nuestros compañeros de estudios y de trabajo, con nuestros vecinos y ciudadanos en los diferentes espacios en los cuales nos encontramos cotidianamente.


miércoles, 5 de julio de 2017

Una nueva educación pública para la calidad

La calidad de la educación pública a la que  los niños, niñas y jóvenes chilenos tienen derecho, no  debe depender de las capacidades y las voluntades del municipio. El modelo actual no es capaz de garantizar procesos de mejora continua y de calidad creciente vía una gestión estable en el tiempo en los establecimientos que tiene a su cargo, lo que se refleja en una carencia de equidad en las condiciones y en las oportunidades de aprendizaje en todo el país; no permite que los logros en gestión e innovación educativa se aquilaten, difundan y compartan de manera efectiva, con pertinencia local ni se optimice el uso de los recursos disponibles, especialmente los recursos humanos y financieros, afectando en muchos casos y en otros deteriorando los niveles de profesionalización y resultados de calidad alcanzados en periodos anteriores.

La misión de la educación pública es garantizar, para todos los sectores sociales y en todo el país, el acceso universal a una educación de calidad, laica, gratuita e inclusiva, que ofrezca experiencias de aprendizaje significativas, diversas, pertinentes y contextualizadas, orientadas a la formación de personas y de ciudadanos libres, autónomos e iguales en dignidad y derechos. El propósito de la nueva institucionalidad propuesta para la educación pública es construir y consolidar un sistema con carácter local y nacional a la vez, expresado en la instalación gradual de una red moderna y articulada de servicios de educación pública, cuyo foco sea desarrollar y fortalecer las capacidades de los establecimientos educacionales y sus ciclos de mejora educativa.

La nueva institucionalidad crea un sistema nacional articulado donde la gestión educativa es de carácter local e integral, donde los establecimientos educacionales: liceos, escuelas, centros de educación de adultos, jardines y salas cuna públicos (hoy administrados por los municipios), son los encargados de asegurar los aprendizajes y la formación de sus estudiantes; donde los Servicios Locales de Educación Pública son servicios descentralizados funcional y territorialmente, adscritos a la Alta Dirección Pública, con un Consejo Local y un Consejo Directivo representativo de la comunidad educativa local y regional, siendo ambos responsables de la gestión educativa en su territorio. Completa el diseño la Dirección de Educación Pública, servicio público especializado, encargado de coordinar y apoyar administrativa y técnicamente a los Servicios Locales de Educación y de monitorear los convenios de gestión de sus directores sin intervenir en la gestión de éstos.


El nuevo diseño para la educación pública es una superación del estado actual de la educación municipal, garantiza independencia de los ciclos políticos, la estabilidad de los equipos técnicos, coloca foco en el desarrollo de las capacidades de aprendizaje de los estudiantes y fortalece el profesionalismo docente, genera un sistema territorial de carácter cooperativo y solidario donde lo central es la escuela y la calidad quienes aprenden y enseñan en ella.

martes, 27 de junio de 2017

La autoestima como indicador de calidad

A propósito de la entrega de los últimos resultados educativos, especialmente el SIMCE en cuarto y sexto básico y segundo medio, me han preguntado ¿qué podemos hacer los profesores para mejorar la autoestima académica de nuestros estudiantes?

Primero, tenemos que saber bien qué es, cómo se construye y luego qué podemos hacer para mejorarla. La autoestima es la autopercepción y autovaloración que la persona elabora y mantiene en forma persistente sobre sí misma. La autoestima académica son las percepciones que los estudiantes tienen frente a sus aptitudes, habilidades y posibilidades de superarse, como la valoración que hacen sobre sus atributos y habilidades en el ámbito académico.

Es importante también decir que la autoestima académica tiene una gran incidencia sobre la calidad de vida, la salud mental y en los niveles de bienestar de los estudiantes, la autoestima se encuentra profundamente vinculada al sentirse querido, acompañado y ser importante para los otros y para sí mismo. Según Neva Milicic, cuando un estudiante tiene una autoestima positiva se encuentra bien consigo mismo, se acepta tal y como es, emprende las tareas con optimismo, y acepta sus aciertos y sus errores, tiene una disposición a corregirse y por lo tanto a aprender. En cambio, cuando un estudiante tiene una baja autoestima, no se acepta tal y como es, no está contento consigo mismo, termina buscando agradar a los demás a expensas de su propio desarrollo. La autoestima está fuertemente vinculada a la motivación por el aprendizaje, al éxito académico y a la salud y bienestar de los estudiantes, pero también una alta autoestima potencia el desarrollo de la personalidad, la mantención y calidad de las relaciones interpersonales, además de ser un factor protector frente a eventos negativos y de conductas socialmente no deseadas y, al estar fuertemente vinculada con el rendimiento académico, cumple con ser un buen predictor del propio rendimiento y éxito académicos.


La escuela y los profesores tienen una alta incidencia en el desarrollo y la mejora de la autoestima académica de los estudiantes y el clima socio escolar repercute significativamente en ellos  especialmente en aquellos que provienen de familias vulnerables. Es por ello que la clave está en que los profesores se aseguren que todos pueden aprender y tengan oportunidades de éxito escolar; que las escuelas posean ambientes acogedores, donde el estudiante sea aceptado por su profesor y por sus compañeros, con salas de clases seguras, ordenadas y cómodas; que las opiniones de los profesores sobre sus estudiantes sean de refuerzo y de reconocimiento por sus los logros;  que los  errores sean oportunidades para aprender y que el  mal comportamiento se corrija de manera constructiva sin dañar el autoconcepto de la persona. Por tanto, cuando los profesores tienen altas expectativas de sus estudiantes, están ayudando a mejorar la autoestima académica y la educación de su comunidad y del país.

la buena convivencia mejora los aprendizajes

Un liderazgo autoritario no tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.

La violencia es una de muchas formas de resolver un conflicto, y el conflicto es parte de la vida cotidiana y de la vida escolar, por lo que la educación, en sus diversos niveles, debe tratar de encontrar formas no violentas de gestionar o administrar los conflictos.

Un liderazgo autoritario no tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.

Abordar los problemas de convivencia requiere de un liderazgo distinto, que vincule a la comunidad educativa en el diseño de las normas y velar que estas sean aplicadas con justicia. Una concepción centrada en el ambiente de aprendizaje, tenderá a involucrar más a los profesores en la comprensión de que ellos son parte de la solución, en tanto pueden ser también parte del problema, y tenderá a vincular la convivencia escolar con los aspectos técnico-pedagógicos, para crear ambientes de aprendizaje que logren mejorar el rendimiento de todos los estudiantes. Una concepción de convivencia escolar de tipo transformacional, respaldada por un liderazgo democrático, vincula a la escuela con la formación en ciertos valores sociales y humanos desplegando acciones que vinculan fuertemente a la convivencia escolar con el ethos escolar, generando una fuerte identidad entre los estudiantes y los apoderados con la escuela, promoviendo acciones de la comunidad escolar que trascienden el aula.

Sin embargo, una estrategia que considera los esfuerzos por mejorar la convivencia escolar como un medio para lograr buenos aprendizajes, no permea la institucionalidad ni menos la cultura escolar. Para asegurar la existencia de un buen clima afectivo y emocional en la escuela y en el aula es fundamental que los estudiantes aprendan y participen plenamente en la clase, considerando que mejorar la convivencia es un fin en sí mismo y que la escuela es un espacio donde los niños construyen aprendizajes académicos y socioemocionales y aprendan a convivir de manera democrática, convirtiéndolos en protagonistas de sociedades más justas y participativas. Una buena convivencia tiene efectos en el aprendizaje en tanto incide en la motivación y autoestima de los estudiantes, reforzando positivamente su aprendizaje, desarrollando una cultura de acogida, motivadora y gratificante, es decir, un espacio socio afectivo adecuado que incide positivamente en el rendimiento de los estudiantes al concebirlos como sujetos con capacidades positivas, tiene efectos positivos sobre su aprendizaje. 

Al implementar una estrategia de mejoramiento educativo es fundamental atender a la organización, y el clima escolar y pedagógico de las escuelas, de manera que exista coherencia entre lo que se enseña y lo que se practica y vive en ellas. Cuando existe esta coherencia y las relaciones entre profesores, padres y estudiantes son las adecuadas, la comprensión sobre la democracia es más directa. De ahí que un modelo de gestión de la calidad de la educación sitúe a la convivencia escolar como uno de los factores centrales para el logro de aprendizajes de calidad, pero también en la amplitud de la concepción de lo que entendemos por calidad de la educación.

La informática: impacto y desafíos para la educación

No hay un solo ámbito de la vida humana que no se haya visto impactada por el desarrollo de la informática. El conocimiento se multiplica más rápido que nunca antes, se distribuye de manera prácticamente instantánea y el mundo se ha vuelto un lugar más pequeño e interconectado. La omnipresencia de la informática (y de las tecnologías de las comunicaciones) es un desafío que nos impone la tarea urgente de encontrar para ellas un sentido y uso que permita desarrollar sociedades más democráticas e inclusivas, que fortalezca la colaboración, la creatividad, la distribución más justa del conocimiento y que contribuya a una educación más equitativa y de calidad para todos.

Las nuevas generaciones viven intensamente la omnipresencia de las tecnologías digitales, al punto que esto podría estar incluso modificando sus destrezas cognitivas, adquieren gran cantidad de información fuera de la escuela, toman decisiones rápidamente y están acostumbrados a obtener respuestas casi instantáneas frente a sus requerimientos, tienen una sorprendente capacidad de procesamiento paralelo, son altamente multimediales y al parecer, aprenden de manera diferente; se trata de jóvenes que no han conocido el mundo sin internet y para quienes las tecnologías digitales son mediadoras de gran parte de sus experiencias.


Es un desafío enorme para las escuelas que deben enfrentar la necesidad de innovar en los métodos pedagógicos si desean convocar y ser inspiradoras para las nuevas generaciones de jóvenes. El impacto en las aulas pone en evidencia un reordenamiento de las relaciones entre estudiantes y con sus profesores, los primeros han adquirido mayor autonomía y responsabilidad en sus procesos de aprendizaje, lo que obliga al docente a encontrar un nuevo rol de liderazgo en sala de clases, pero también genera incertidumbres, tensiones y temores. Esta nueva realidad está obligando a una readecuación creativa de la institución escolar, que como espacio formal de educación con sus asignaturas, aulas, y espacios/tiempos de enseñanza y aprendizaje requieren ser transformados para ser más permeables y dinámicos, además de un rol distinto para los profesores quienes serán gestores de aprendizajes que construyen posibilidades de desarrollo a partir de las particularidades de sus estudiantes con los que trabajan en un esfuerzo colaborativo en el cual todos aprenden y donde el docente es un guía hacia el encuentro con los conocimientos, desatando nuevas habilidades y destrezas de interacción colaborativa por un sendero de valores que posibiliten el desarrollo ético, afectivo, intelectual, artístico y físico de sus estudiantes. Un número cada vez mayor de investigadores considera que para obtener reales impactos en los aprendizajes a partir de la inversión en informática educativa, se requiere la triangulación de contenidos (incluido la infraestructura adecuada), sólidos principios y modelos de enseñanza de alta calidad de la mano de profesores preparados.

La calidad de la educación: más allá del SIMCE

Hoy sabemos que el mejoramiento de la calidad de la educación es un proceso complejo y de largo aliento, que es necesario tener una mirada amplia al fenómeno educativo y que no es suficiente con medir determinadas variables del aprendizaje. En efecto, en estos últimos años hemos incorporado nuevos instrumentos evaluativos que nos han permitido tener una visión integral de los procesos formativos, como son los Indicadores de Desarrollo Personal y Social. Así podemos señalar que el mejoramiento de la motivación escolar, especialmente entre los hombres, mejorar los hábitos de vida activa entre las mujeres y mejorar el clima de convivencia escolar entre los más vulnerables, además de ser finalidades en sí mismas, constituyen condiciones necesarias para mejorar los aprendizajes. Ignorar o disminuir su importancia hoy, nos puede significar grandes costos al desarrollo integral de las personas, especialmente en salud y en posibilidades de desarrollar sus talentos y capacidades.

Los últimos resultados del SIMCE nos han traído satisfacciones, pero también nuevas preocupaciones. Han existido avances significativos en cuarto año básico tanto en lectura como en matemática, lo cual ha confirmado el mejoramiento que se venía evidenciando por diversas investigaciones incluidas las internacionales. La educación en Chile está mejorando y ello ha sido gracias a la persistencia de las políticas de inversión a través de diversos mecanismos, entre los cuales destaca la Subvención Especial Preferencial, la que consiste en colocar más recursos en las escuelas donde estudian los hijos de las familias vulnerables. Hoy las diferencias por nivel socio económico son menores que ayer, lo que significa que ha mejorado la equidad en el sistema escolar, lo cual con seguridad seguirá ocurriendo en el futuro por las políticas de inclusión que se están implementando y que madurarán en los próximos años.

Existen factores asociados a la gestión escolar y que ayudan a explicar los resultados de aprendizaje e indicadores de desarrollo personal y social de nuestros estudiantes que no debemos desatender y para los cuales debemos tener políticas escolares tanto desde el nivel nacional como desde el nivel local. Entre estos destacan el involucramiento del sostenedor a través de una orientación profesional a los equipos directivos; el liderazgo directivo con capacidades para involucrar a la comunidad; las altas expectativas con todos los estudiantes respecto de su continuidad de estudios; las prácticas de retroalimentación existentes en la sala de clases y en la de profesores; y la existencia de un buen trato, un convivencia de respeto entre todos los miembros de la comunidad educativa.

Por último, esta oportunidad constatamos la configuración de un nuevo tipo de joven que se abre paso en la sala de clases, le hemos denominado el 4G. Los estudiantes multitarea digital, los que están permanentemente conectados en búsqueda de información, se caracterizan por una disminución de la atención focalizada y de la lectura de grandes textos. Tenemos que reconocer sus particularidades, diseñar estrategias que nos permitan involucrarlos con la lectura de una manera tan atractiva como la pantalla, fomentar el uso pedagógico de los dispositivos digitales en la sala de clases y por supuesto, los profesores y profesoras deben estar atentos al potencial aquí expresado y a las nuevas oportunidades de perfeccionamiento y capacitación que ello lleva implícito.


Inmigración, diversidad y calidad educativa

Cada vez es más común ver estudiantes de origen extranjero en nuestras salas de clases. Lo que ayer constituía una novedad, hoy es habitual encontrarse con ellos en las ceremonias de entrega de computadoras, en competencias deportivas y académicas representando a sus escuelas. Lo que antes era habitual para establecimientos que participaban de redes de intercambio de estudiantes provenientes de familias acomodadas, hoy es común que estos vengan de familias modestas que producto de la inmigración económica se insertan en nuestra escuela pública y conviven con los niños y jóvenes de los barrios en los cuales sus padres y familiares han llegado a vivir.

Este fenómeno de la inmigración hace que cada vez vivamos en una sociedad más plural, en la que nos encontramos con una multiplicidad de costumbres y de culturas y las escuelas son su reflejo recibiendo alumnado de diferentes orígenes y culturas, lo que hace imprescindible un enfoque intercultural de la enseñanza en un marco de valores de respeto, tolerancia y solidaridad que constituyan una oportunidad para enfrentar esas actitudes racistas y xenófobas que se suelen demostrar por nuestros vecinos de piel oscura o a integrantes de nuestros pueblos originarios. Esta inmigración ha acentuado una realidad socio cultural hasta ahora latente en nuestra sociedad y que debe ser abordada con urgencia por nuestras comunidades educativas y nuestras instituciones deben tener la capacidad de anticiparse para orientar el proceso de inclusión social y educativa de los nuevos estudiantes, diseñando un “plan de acogida” que permita recibirlos con generosidad y comprensión, pero también con apertura, favoreciendo un clima social de convivencia, respeto y tolerancia, en especial en las zonas que acogen inmigrantes, fomentando que las escuelas sean un núcleo de encuentro y difusión de los valores democráticos y de nuestra cultura nacional y local.


Es fundamental el papel de la escuela en la incorporación social del niño inmigrante y en su desarrollo personal; ésta debe facilitar su acceso a nuestra comunidad, su conocimiento de la lengua cuando corresponda, fomentar su relación entre iguales, su promoción y continuidad escolar y desarrollar su potencial para participar activamente de nuestros desafíos nacionales; la incorporación de niños y niñas inmigrantes a nuestro sistema educativo implica poner de relieve y de plena actualidad principios educativos tan utilizados como la inclusión, la integración, la atención a la diversidad en el aula y la atención personalizada de los alumnos; pero también es una oportunidad para que nuestros hijos miren el mundo desde perspectivas humanas y culturales más amplias, para que aprecien la riqueza de la diversidad y encuentren en ella el potencial de la tolerancia, de la oportunidad para la innovación y del aprecio de la diferencia como una fuente de riqueza y no como una amenaza a nuestra integridad. En la convivencia cada uno aporta lo mejor de sí mismo y todos tenemos la oportunidad para construir un mundo más justo y solidario, la presencia y acogida de niños y niñas migrantes mejora nuestras escuelas, mejora la enseñanza, mejora nuestra educación y nuestra sociedad. 

El respeto, mejora la convivencia

La pedagogía de los valores en la escuela en el transcurso de los próximos años se basará prioritariamente en el respeto al otro, la solidaridad responsable, la creatividad y el desarrollo de la interioridad.


No podemos negar que el aforismo “todo tiempo pasado fue mejor”, posee una cierta seducción. Sin embargo, al contrastar con los tiempos actuales los aspectos que se comparan, nos lleva a descartar su halo de veracidad. Es cierto que la solidaridad, el respeto y un cierto altruismo son valores ausentes en un mundo marcado por la competitividad, la agresividad, y por un individualismo desde el cual todo lo que no sea el interés propio se convierte en una molestia que hay que eliminar.

Victoria Camps, en Virtudes Públicas, señala que educar es dirigir, formar el carácter o la personalidad, llevar al individuo en una determinada dirección, para concluir que la educación no puede ser neutra. Más adelante afirma que en la educación actual existen tres valores que están unidos en la práctica: pluralismo, autonomía y tolerancia,  porque éstos son los valores propios de una educación democrática, opuestos a los valores autoritarios, dogmáticos, sectarios de otros tiempos y de otras formas de gobierno. Lo que definiría al buen ciudadano sería la tolerancia y el imperativo de respeto ante la diferencia de los otros. Para Camps, la educación es valorativa porque no se trata de reproducir lo ya existente, por el contrario, muestra esta condición cuando es crítica y progresista y no se conforma con las maneras de ser vigentes. En esta nueva etapa, la educación que queremos tiene por objeto destacar que la formación de los ciudadanos es una de las más importantes finalidades del sistema educativo y que requiere del apoyo y de la participación de todos los agentes sociales, en ella la tarea del educador es lograr que el estudiante se desenvuelva bien en la sociedad y contribuir, a la vez, a la mejora de esa sociedad.


La pedagogía de los valores en la escuela en el transcurso de los próximos años se basará prioritariamente en el respeto al otro, la solidaridad responsable, la creatividad y el desarrollo de la interioridad. Es por eso que la escuela desde hoy debe ocuparse en proveer a sus miembros un “ambiente de respeto”, que no es otra cosa que elevar o mejorar las percepciones y las actitudes que tienen los estudiantes, los docentes, los padres y apoderados en relación al trato respetuoso entre los miembros de la comunidad educativa, la valoración de la diversidad y la ausencia de discriminación que exista en el establecimiento. Los estudios recientes señalan que las características asociadas con un clima de convivencia basado en el respeto entre los miembros de la escuela y que se reflejan en un ambiente en el que las opiniones de los estudiantes y de los profesores son valoradas y respetadas, donde existen relaciones de colaboración, confianza y apoyo de los adultos a los niños, niñas y jóvenes manifestada en la actitud de escucharlos y de preocupación personal; donde el carácter relacional del proceso de enseñanza y aprendizaje se expresa en un apoyo académico y personal; y donde se respetan las diferencias individuales y el orden y limpieza del establecimiento, junto a mecanismos constructivos de resolución de conflictos; no solo mejora la convivencia, sino el bienestar y la calidad de vida de todos los miembros de una comunidad.

El desafío de la educación financiera

Hemos conocido esta semana los resultados de la prueba PISA 2015 que evalúa la alfabetización financiera de los estudiantes de 15 años a nivel internacional. Se evaluaron los conocimientos, las habilidades para resolver problemas y la realización de cálculos financieros. Chile obtuvo 432 puntos, significativamente bajo el promedio, solo superando a Brasil y Perú, los otros países latinoamericanos participantes.

Entre los hallazgos más significativos podemos señalar los siguientes: (1) un 38% de los estudiantes chilenos no ha desarrollado las competencias mínimas de alfabetización financiera; es decir; estos estudiantes, en el mejor de los casos, pueden reconocer la diferencia entre necesidades y deseos, tomar decisiones sencillas sobre gasto diario y reconocer el propósito de documentos cotidianos, como una boleta o factura; (2) solo un 3% se encuentra en el nivel más alto, nivel en el cual los estudiantes pueden analizar productos financieros complejos y resolver problemas no rutinarios, mostrando una comprensión amplia del sistema financiero, como la implicación de los impuestos sobre la renta y explicar las ventajas de los instrumentos financieros; (3) existe una alta correlación entre la alfabetización financiera y las habilidades matemáticas; y (4) uno de cada tres estudiantes declara aprender sobre temas financieros en la escuela, siendo más común en los grupos socioeconómicos más bajos.

Esta información resulta esencial para definir un programa de educación económica y financiera eficaz, que contribuya a reforzar aquellos conocimientos y, sobre todo, aquellos valores, actitudes y hábitos de comportamiento que ayudarán a los jóvenes a tomar decisiones económicas y financieras de manera consciente, razonada y valórica, con previsión de las consecuencias presentes y futuras de las mismas. Es importante para el país que nuestros ciudadanos tengan conocimientos adecuados y conductas racionales en materia de ahorro, de determinación del gasto, de las posibilidades de inversión y de las consecuencias del crédito, pues estas decisiones llevan implícito -si son bien realizadas-, un mejor bienestar personal y social. Lo anterior grafica la relevancia de la escuela, especialmente para aquellos jóvenes que solo encuentran en este espacio de socialización las oportunidades de formación para desenvolverse en la vida cotidiana. Implica además, un reto para la sociedad y sus instituciones: la familia debe jugar un rol más activo al otorgar la debida importancia que tiene iniciando tempranamente conversaciones como por ejemplo sobre el conocimiento, ordenación y valor de las monedas, hasta el uso y gestión del dinero a través de la realización de pequeñas transacciones; la escuela debe complementar el currículo con rutinas desde la interpretación de las noticias económicas y reflexión sobre el impacto en su vida cotidiana, la investigación y búsqueda de información para consumir de manera responsable, el comportamiento del mercado laboral, la aceptación y adecuación al presupuesto disponible, hasta la identificación de aquellas situaciones que provocan frustración en relación a la gestión del dinero.

Como en muchas materias que atañen a la formación de la persona, las instituciones pueden aportar a la construcción de una ciudadanía activa y responsable y la educación financiera es una nueva oportunidad para establecer alianzas con la familia y la escuela.