A propósito de la alta contaminación
atmosférica que presenciamos en nuestras ciudades en esta época de invierno,
que por lo demás, no es la única que sufrimos, sino que ya está siendo común la
alta congestión vehicular en ciertas horas del día o la conocida contaminación
de nuestros cursos de agua, es que es pertinente plantearse en nuestras
instituciones qué estamos haciendo para no incrementar estos fenómenos y poder
legarles a las próximas generaciones una sociedad que les ofrezca no solo
mejores condiciones materiales de vida, sino que una en la cual los valores y
actitudes personales y colectivas contribuyan a un mejoramiento del bienestar
de cada miembro de la sociedad.
La educación en general y la escuela en
particular pueden contribuir a cambiar y
sostener una nueva ciudadanía, competente en la resolución de los problemas
medioambientales contemporáneos y futuros promoviendo una educación ambiental
para el desarrollo sostenible e incorporando una dinámica en la cual la participación
y la gestión permitan a los estudiantes desarrollar conocimientos, valores y
actitudes acordes con las necesidades de su comunidad. Una estrategia así
concebida, integrará las diversas áreas del conocimiento, disciplinas y saberes
para la solución de problemas de manera interdisciplinar, y propiciará la
formación en el conocimiento y comprensión de la ciencia, la técnica y la tecnología
desde un marco social. Abordar los temas de preocupación ambiental en la
escuela gatilla procesos de colaboración al interior de ella, incluyendo las
instancias académicas y administrativas para su desarrollo en un marco de
competencias, de estándares, de generación de espacios para la transversalidad
y para el fortalecimiento institucional.
La incorporación de la participación y
formación ciudadana como un indicador de la calidad de la educación que imparte
un establecimiento escolar, se constituye en una oportunidad para abordar el
desarrollo de las actitudes de sus estudiantes, fomentando la participación y
el compromiso con su comunidad, contribuyendo a hacerse cargo de sus problemas
y desafíos, y a sentirse identificados con los comportamientos necesarios para
una vida compartida. Es decir, la cadena que se inicia en la promoción del
compromiso con la comunidad favorece la participación de sus miembros en las
actividades que se programan, enriqueciendo la vida democrática y el involucramiento
de las personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy y una mayor
responsabilidad con el mundo que heredaremos a las nuevas generaciones. Es
cierto que la escuela por si sola es incapaz de resolver estos problemas que
señalamos en un comienzo, por lo que también es necesario el mismo grado de
involucramiento de otras instituciones, sin embargo, habremos iniciado un ciclo
de cambios que se constituirán en la base de una mejor educación hoy y en un
mayor bienestar para todos mañana.
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