Las vacaciones escolares de invierno suelen
ser vistas como una dificultad por algunas familias, pues no saben qué hacer
con los hijos e hijas. Muchas veces quedan solos en la casa mientras cumplen la
jornada laboral y pierden el control de sus tiempos. Las escuelas por otro lado,
se dividen entre las que consideran dicho periodo como una oportunidad de
descanso y desconexión de las actividades escolares y las que consideran que
este es un tiempo para fortalecer ciertos aprendizajes y/o profundizar algunos
contenidos, para lo cual les entregan guías interminables de ejercicios y
libros con los que deberán volver resueltos y leídos.
Creo que las vacaciones escolares que estamos
iniciando son una gran oportunidad para fortalecer el carácter formativo que
juega la familia, la escuela y la comunidad con las nuevas generaciones. En
efecto, es un tiempo para que la familia pueda conectarse íntimamente,
fortalecer la relación entre sus miembros, abordar los temas de interés mutuo,
desarrollar actividades recreativas de excursión junto a la naturaleza,
paisajes y lugares maravillosos de
nuestro entorno, visitar la variedad de museos, centros culturales y
bibliotecas. La escuela puede sugerir a los padres y estudiantes realizar
actividades que fortalezcan la convivencia conociendo su propia ciudad, que
profundicen la solidaridad intergeneracional visitando y acompañando a nuestros
adultos mayores o realizando alguna campaña de apoyo a la comunidad; puede
además, abrir sus puertas para los estudiantes del sector y se encuentren en un
espacio cívico común, independiente de la escuela a la cual asistan a clases.
Las vacaciones escolares de este periodo son también una oportunidad para que
las autoridades locales generen oportunidades para niñas, niños y jóvenes de
sus comunidades programando actividades recreativas, culturales y deportivas
que fortalezcan su formación integral. Existen muchas opciones que se pueden
llevar a cabo y que no significan grandes costos, sino que al contrario, el
implementarlas pueden significar grandes logros personales, satisfacciones
familiares y enriquecimiento comunitario y social.
La buena educación es un bien social deseado
por todos y en el esfuerzo por mejorar su calidad no solo debemos pensar en su
dimensión académica y productiva, porque una buena educación se refleja en la
convivencia y relación que tenemos con nuestros compañeros de estudios y de
trabajo, con nuestros vecinos y ciudadanos en los diferentes espacios en los
cuales nos encontramos cotidianamente.
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