Asegurar mayores y mejores aprendizajes,
interesar a los estudiantes en la asistencia permanente y alcanzar evaluaciones
positivas, pueden cambiar no solo la trayectoria de los jóvenes, sino que puede
salvarlos de ser parte de quienes abultan las cifras de la deserción escolar.
Ausentarse regularmente, especialmente durante los primeros años, afecta la
adquisición de los conocimientos y habilidades matemáticas y verbales
elementales y obstaculiza o posterga la adquisición de mayores complejidades
necesarias en años posteriores. Muchas veces no somos conscientes de cuánto
faltan nuestros hijos a la escuela durante el año escolar. Una inasistencia
reiterada puede generar una desconexión con el proceso de aprendizaje, perder
el sentido de su proyecto de desarrollo personal y aprecio por el valor social
que le reportará mayores niveles educativos en su futuro. Algunos creen que si
se realiza el trabajo escolar en casa no importa que pierdan clases, otros, que
asistir con regularidad no es crucial en los primeros años de escolaridad, permitiendo
con ello validar una cultura tolerante al ausentismo. Pero si a lo anterior se
suma que ni los docentes ni la escuela tienen una atención y registro con un
sistema de alerta, las sorpresas pueden ser dramáticas al cierre de este nuevo
semestre, cuando se resuelve la promoción escolar.
Cualquier actuación para evitar el ausentismo
y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela
estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios
significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que
ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las
estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y
comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones
los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en
qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las
aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las
que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a
incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis
mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente,
el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.
Promover la asistencia a clases es promover
la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren
y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los
estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de
terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores
y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases,
mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un
itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo.