Un liderazgo autoritario no tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.
La violencia es una de muchas formas de resolver un conflicto, y el conflicto es parte de la vida cotidiana y de la vida escolar, por lo que la educación, en sus diversos niveles, debe tratar de encontrar formas no violentas de gestionar o administrar los conflictos.
Un liderazgo autoritario no
tiene los mismos efectos sobre la convivencia escolar que un liderazgo de tipo
democrático. La investigación ha mostrado que el primero afecta negativamente
la convivencia, al instalar prácticas de castigo y aplicación arbitraria de
normas. Este liderazgo se asocia a una concepción focalizada en los problemas
de conducta de los estudiantes y tenderá a generar sistemas de castigo ante el
incumplimiento de las normas esperadas. Para muchos, el autoritarismo es una
forma de relación socialmente legitimada, lo cual hace que probablemente
también lo sea a nivel de las relaciones al interior de una escuela.
Abordar los problemas de
convivencia requiere de un liderazgo distinto, que vincule a la comunidad
educativa en el diseño de las normas y velar que estas sean aplicadas con
justicia. Una concepción centrada en el ambiente de aprendizaje, tenderá a
involucrar más a los profesores en la comprensión de que ellos son parte de la
solución, en tanto pueden ser también parte del problema, y tenderá a vincular
la convivencia escolar con los aspectos técnico-pedagógicos, para crear ambientes
de aprendizaje que logren mejorar el rendimiento de todos los estudiantes. Una
concepción de convivencia escolar de tipo transformacional, respaldada por un
liderazgo democrático, vincula a la escuela con la formación en ciertos valores
sociales y humanos desplegando acciones que vinculan fuertemente a la
convivencia escolar con el ethos
escolar, generando una fuerte identidad entre los estudiantes y los apoderados
con la escuela, promoviendo acciones de la comunidad escolar que trascienden el
aula.
Sin embargo, una estrategia
que considera los esfuerzos por mejorar la convivencia escolar como un medio
para lograr buenos aprendizajes, no permea la institucionalidad ni menos la
cultura escolar. Para asegurar la existencia de un buen clima afectivo y
emocional en la escuela y en el aula es fundamental que los estudiantes
aprendan y participen plenamente en la clase, considerando que mejorar la convivencia
es un fin en sí mismo y que la escuela es un espacio donde los niños construyen
aprendizajes académicos y socioemocionales y aprendan a convivir de manera
democrática, convirtiéndolos en protagonistas de sociedades más justas y
participativas. Una buena convivencia tiene efectos en el aprendizaje en tanto
incide en la motivación y autoestima de los estudiantes, reforzando
positivamente su aprendizaje, desarrollando una cultura de acogida, motivadora
y gratificante, es decir, un espacio socio afectivo adecuado que incide
positivamente en el rendimiento de los estudiantes al concebirlos como sujetos
con capacidades positivas, tiene efectos positivos sobre su aprendizaje.