viernes, 9 de septiembre de 2005

Educación superior de calidad

La demanda por educación superior está aumentando en nuestro país. Éste es el resultado de la confluencia de al menos tres factores. Primero, a medida que se consigue universalizar la educación secundaria, la demanda se dirige a los niveles superiores del sistema. Chile está asistiendo a una auténtica explosión de aspiraciones individuales y familiares con relación a la educación superior. Segundo, y especialmente en esta década, la mayor cohorte de población joven de la historia se encamina con toda claridad a cambiar nuestro futuro. La manera de transformar lo que muchos perciben como un riesgo en una oportunidad, consiste en construir y cultivar los valores, las actitudes y las competencias de esos jóvenes mediante una educación de calidad, asegurando así su inclusión como ciudadanos activos y productivos en sus comunidades. El tercer factor es la creciente necesidad de la economía de una mano de obra dotada de competencias, conocimientos y destrezas laborales que no pueden desarrollarse sólo en los sistemas escolares ni en programas especiales de baja calidad.

Por todas estas razones, la educación superior es cada vez más objeto de debate y análisis político en nuestra región. Este debate se inscribe en el contexto de la necesidad de responder al doble reto de incrementar el acceso y, al mismo tiempo, mejorar su calidad y relevancia. Por eso nos preocupa que muchos de nuestros liceos tengan tan bajos resultados en las pruebas de selección universitaria. Estas pruebas –especialmente las de Lenguaje y Comunicación y de Educación Matemática-, se elaboran sobre la base de que tanto los contenidos como las habilidades son imprescindibles, ya que ambos elementos son necesarios para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea efectivo y se pueda afirmar que los estudiantes, al egresar de enseñanza media, serán capaces de seguir aprendiendo y se incorporarán a la sociedad siendo poseedores de un conjunto de competencias pertinentes para su desarrollo personal. Si a los alumnos les va mal, estamos incumpliendo nuestra labor esencial de prepararlos para la vida, y si ello está ocurriendo, es por que la capacidad de gestión escolar en estos establecimientos está lejos de agregar valor al esfuerzo que las familias y el país están realizando para en el futuro tener ciudadanos competentes en lo que hacen, a vivir en sociedad, a aprender a aprender y a aprender a ser mejores personas. Lo mismo podríamos argumentar respecto de las instituciones de educación superior que no han avanzado en el proceso de acreditación de la calidad de su oferta educativa, sólo una universidad y un instituto profesional en nuestra región poseen dicha certificación, lo cual nos obliga a ser más exigentes con nuestra responsabilidad de otorgar garantías de tener una educación superior de calidad para todos nuestros jóvenes.

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