lunes, 4 de septiembre de 2017

La excelencia en la educación media


Todos los establecimientos escolares están llamados a tener una oferta educativa de alto rendimiento escolar y con altas exigencias en materia formativa. Los alumnos provenientes de sectores vulnerables material y culturalmente son los que requieren con mayor urgencia escuelas y liceos exigentes, con planes académicos rigurosos y docentes con altas calificaciones profesionales. La excelencia educativa de un establecimiento escolar consiste en que es capaz de retener, promover y provocar actividades exitosas de aprendizaje con sus alumnos.
Los jóvenes requieren de una educación que les permita demostrar con éxito sus conocimientos, tanto en la continuidad de estudios como en su desempeño cívico, social y laboral. Hace algunos años, se pensaba que lo más conveniente para los jóvenes más vulnerables era adquirir rápidamente un oficio, que les permitiera “ganarse la vida”, probablemente por las propias limitaciones de los sistemas educativos.

Pero para bien de la sociedad en general y de nuestro país en particular, la situación ha cambiado en beneficio de estos jóvenes. La única manera en la cual la educación se constituye en un mecanismo de movilidad social es con más años de escolaridad. Ahora, si esta es una escolaridad de formación técnica, ella responderá más a las opciones personales o a las posibilidades productivas que le ofrezca la sociedad.

Una educación media de excelencia debe ser académicamente exigente y rigurosa, además de fomentar la autoestima y la generación de estrategias que impulsen una comunicación efectiva en la sala de clases, para que el proceso de formación considere también los intereses personales de los jóvenes. Asimismo, nuestros docentes deben asumir que su labor es esencialmente de formadores humanistas, que quienes son sus alumnos hoy serán sometidos a fuertes exigencias en su continuidad de estudios o en sus relaciones sociales una vez que egresen y por lo tanto, el currículo debe ser un instrumento y no un fin para provocar en ellos la necesidad del perfeccionamiento profesional tanto en las materias pedagógicas como las del conocimiento del ser humano.

Nuestro desafío es una formación general de calidad que les permita acceder a los beneficios de la sociedad que estamos configurando hoy. Esto nos exige ser claros en nuestras decisiones y es por ello que proponemos fortalecer la enseñanza general, de modo que nuestros estudiantes puedan acceder a los beneficios y oportunidades que abren tener más años de escolaridad. Las metas de este gobierno han sido más ambiciosas en educación, con la idea de fortalecer desde la formación inicial, una educación que nos permita soñar lo que queremos para nuestros hijos y para todos los jóvenes de nuestro país.

martes, 29 de agosto de 2017

Escuela México: trayectoria de un mejoramiento sostenido

Son una comunidad sorprendente. En estos tiempos donde el paradigma dominante es la competencia y la fijación por los rankings, desde hace más de diez años, esta comunidad escolar han apostado por la colaboración. Han creado su propio modelo de trabajo, lo han implementado y lo evalúan todos juntos, con la finalidad de responder a su contexto y a una cultura de altas expectativas para el aprendizaje de sus estudiantes.

Aquí existe lo que en la teoría se denomina el liderazgo distribuido, donde el equipo es lo fundamental. Los docentes asumen un rol activo y de deliberación respecto al aprendizaje académico de los estudiantes, reflexionando, analizando y tomando decisiones como equipo profesional, en un ambiente de confianza, compromiso y responsabilidad con el proceso de trabajo en la escuela. En esta escuela, la evaluación ha dejado de ser un suceso, un acontecimiento, para transformarse en un proceso permanente de las prácticas de trabajo profesional y en lo cual destaca el clima de respeto existente, la buena convivencia entre los estudiantes, así como la relación de confianza entre colegas y de parte del equipo directivo hacia el trabajo realizado por los docentes, además del constante compromiso y reconocimiento de la comunidad.

Esta experiencia de cooperación entre profesores, si bien nació con la finalidad de mejorar los procesos pedagógicos, ha ido más allá: ha potenciado el desarrollo de las competencias profesionales, lo que a su vez, ha contribuido a que la totalidad de los estudiantes logre un óptimo nivel de aprendizajes, pero también, ha logrado generar un equipo docente fortalecido en su confianza profesional y una gran cohesión interna, construyendo con ello un verdadero círculo virtuoso. La escuela México ha logrado desarrollar un sistema de trabajo caracterizado por la colaboración y articulación pedagógica entre los docentes, lo que le ha permitido sostener una trayectoria de mejoramiento continuo, asegurando aprendizajes para todos sus estudiantes.

En muchas comunidades escolares, el trabajo aislado de los profesores puede convertirles en personas solitarias, donde la práctica de compartir suele estar relegada a actividades circunstanciales y no al desarrollo del núcleo central de su trabajo profesional, como es el diseño e implementación de procesos de enseñanza y evaluación de los aprendizajes de los estudiantes. En este sentido, la experiencia de la escuela México, en un ambiente de autonomía, constituye un adelanto de lo deseable para nuestro sistema escolar, donde los profesores comparten, aprenden juntos, reflexionan y evalúan de manera colaborativa con objetivos precisos, construyendo un espacio para el aprendizaje y satisfacción de todos.

lunes, 28 de agosto de 2017

Mejorando la técnica

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida.

Existe un amplio consenso en torno a que la educación integral condiciona fuertemente la productividad de los trabajadores, sus ingresos y, en términos generales, el bienestar de la sociedad. Una población con acceso a una mejor educación, se transforma en una sólida base para lograr mayores niveles de bienestar social y crecimiento, por lo que los países que aspiran a aquello deben esforzarse en alinear los procesos formativos con las necesidades del mercado laboral.

Diversas investigaciones nos señalan que la educación técnica puede ser el punto de partida en la trayectoria educacional de muchos jóvenes de sectores más desaventajados y convertirse en una potente oportunidad para sus desempeños académicos, sus expectativas educacionales y la continuidad de estudios en la educación superior. Una educación técnica que promueve altas expectativas de sus estudiantes y no solo tiene como horizonte inmediato el ingreso al mundo laboral, puede tener un importante impacto en la calidad de la formación y crecimiento del capital humano de una sociedad. Las mismas investigaciones indican que para tener mayores logros y generar un impacto en la productividad de un país, deben existir marcos institucionales claros, con participación del sector público y del privado.

Estos años se ha avanzado sostenidamente en mejoramientos curriculares, formación docente, en equipamiento y financiamiento, así como también en la creación de centros de formación técnica en las distintas regiones del país, abordando el gran desafío de responder a las necesidades de formación de los territorios y de manera pertinente al impacto que esto pueda tener en el ámbito productivo regional.

Tenemos desafíos relevantes que abordar en materia de calidad y pertinencia. La educación técnica en su nivel medio debe abordar el desarrollo de competencias cognitivas y socioemocionales necesarias para un buen desempeño académico de sus estudiantes, estar atentos a los cambios cada vez más recurrentes en el mercado laboral, y diseñar estrategias para abordar el desarrollo profesional de sus docentes con criterios de alta calidad y flexibilidad, de modo que las expectativas sociales y personales que sobre ella se tienen, se traduzcan en beneficios altamente valorados. Es por ello que la articulación de los distintos actores que intervienen en la visión de esta área educativa, debe contribuir de manera significativa y eficaz a incrementar su valoración por parte de nuestra sociedad.

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida, con retornos personales y sociales altos, y se constituya en un factor dinamizador del desarrollo productivo, tenga un papel redistributivo y contribuya a la movilidad e inclusión social.


miércoles, 23 de agosto de 2017

Las Categorías de Desempeño de los Colegios

Recientemente los establecimientos de educación media han estado recibiendo la comunicación que les indica la categoría de desempeño en la cual han sido ordenados luego de la evaluación integral a la cual han sido sometidos. Éste, es un mecanismo para articular el trabajo del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que clasifica a establecimientos en cuatro categorías: Alto, Medio, Medio Bajo e Insuficiente; está basada en el índice de resultados que considera los aprendizajes académicos y los Indicadores de Desarrollo Personal y Social y luego, es ajustado a las características socioeconómicas de los estudiantes del establecimiento.

La Categoría de Desempeño es la forma integral por la cual el Sistema de Aseguramiento de la Calidad puede identificar el nivel de ayuda y orientación que necesitan los establecimientos escolares. Corresponde a una evaluación cuyo resultado es la categorización en un nivel de desempeño desde el cual se pueden focalizar los apoyos y orientaciones para colaborar en la construcción de las rutas de mejoramiento que cada establecimiento junto a su comunidad debe diseñar e implementar.

La metodología de ordenación es una herramienta que corresponde al primer paso de una evaluación más integral de la educación impartida en las escuelas y liceos de nuestro país y busca entregar información útil para el mejoramiento de la gestión escolar. Por lo cual la marcha blanca –en el caso de los establecimientos de enseñanza media- es una oportunidad para que los profesionales de la educación conozcan esta nueva herramienta con el fin de trabajar en su plan de desarrollo estratégico como institución y, por otra parte, analizar sus procesos con el fin de implementar una política educativa con foco en el mejoramiento de la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes.


Analizar la información que contienen los informes que cada comunidad ya conoce, debe ser una práctica indispensable para promover el compromiso, asumir responsabilidades y contribuir a generar una dinámica virtuosa en la cual la evaluación se constituye en una oportunidad para mejorar. La evaluación de las escuelas y liceos ha dejado de ser un juicio sobre su desempeño para constituirse en parte de una nueva estrategia que mide logros de objetivos que se plantea la propia institución escolar para luego tomar decisiones que diseñen una ruta hacia la mejora integral, en la cual los aprendizajes de los estudiantes tienen un lugar central. Con esto la evaluación ha dejado de ser un suceso para convertirse en un proceso de aprendizaje permanente, tanto de la organización escolar a través de sus mecanismos de gestión, como de los profesionales de la enseñanza y de los propios estudiantes.

¿Por qué formar al ciudadano?


Para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa.

Cuando el ser humano se piensa así mismo, cuando piensa en su entorno, en los otros y no en los demás, está comprendiendo el modo de su propia existencia. Cuando percibimos que vivir en un país fundado sobre un modelo de justicia que ofrece mayores posibilidades de bienestar y felicidad, que vivir en países autoritarios, no necesitaremos mayores justificaciones filosóficas ni de ningún otro tipo para comprender que no solo no se trata de una mejor forma de gobierno, sino que conviene reforzarla, y nos abocaremos a la tarea de educar a los futuros ciudadanos en este sentido de la justicia, consiguiendo entonces una democracia estable. Porque la estabilidad social exige de una virtud ciudadana, difícil de desarrollar si no ha comenzado a adquirirse a través del proceso educativo.

Es en este marco referencial, donde el impulso de los valores educativos como expresión del bienestar colectivo -local, regional o mundial- es interpelado de generación en generación. Cada sociedad ha tratado de distinguir, desde sus propias características vivenciales, la diversidad de manejar los importantes asuntos relacionados con los específicos procesos educativos y formativos de sus actores sociales: ciudadanos y ciudadanas.

Es esta experiencia las que nos señala que para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa. Cuando además, la existencia de instituciones promueven y favorecen la participación como una actividad regular (Consejo Escolar, Centro de Padres, Centro de Alumnos, Consejo de Profesores), no solo formales, sino verdaderas oportunidades para la deliberación y toma de decisiones en el gobierno escolar, desde las especificidades de cada una de ellas, entonces, estamos favoreciendo una intencionalidad desde la gestión pedagógica para promover los valores de una vida democrática desde el aula y hasta las afuera de la escuela. La experiencia de que la formación es parte de un sentido cotidiano y  de que los espacios de la formación ciudadana sean parte de la normalidad de la vida escolar y no eventos aislados, estamos formando en la responsabilidad ciudadana. Cuando las interacciones entre los actores se reducen al cumplimiento de la normativa, estamos reduciendo la vida democrática al cumplimiento de roles transitorios como miembros de una comunidad permanente y ello bien puede derivar en un fortalecimiento de la autoridad y de la jerarquía, de tensiones asociadas a los niveles de participación de los miembros de la comunidad escolar en determinadas deliberaciones o procesos de toma de decisiones. Si aceptamos que lo que se aprende en la escuela, se reproduce en la sociedad, y que, como deseamos ciudadanos activos, responsables y solidarios con su comunidad política, entonces tenemos que hacer mayores esfuerzos por favorecer el desarrollo de prácticas más inclusivas, democráticas y participativas, pues ellas terminarán desarrollando en los estudiantes y ciudadanos, habilidades y actitudes fundamentales para la vida en sociedad y para la convivencia democrática.


lunes, 31 de julio de 2017

Volviendo a clases

Asegurar mayores y mejores aprendizajes, interesar a los estudiantes en la asistencia permanente y alcanzar evaluaciones positivas, pueden cambiar no solo la trayectoria de los jóvenes, sino que puede salvarlos de ser parte de quienes abultan las cifras de la deserción escolar. Ausentarse regularmente, especialmente durante los primeros años, afecta la adquisición de los conocimientos y habilidades matemáticas y verbales elementales y obstaculiza o posterga la adquisición de mayores complejidades necesarias en años posteriores. Muchas veces no somos conscientes de cuánto faltan nuestros hijos a la escuela durante el año escolar. Una inasistencia reiterada puede generar una desconexión con el proceso de aprendizaje, perder el sentido de su proyecto de desarrollo personal y aprecio por el valor social que le reportará mayores niveles educativos en su futuro. Algunos creen que si se realiza el trabajo escolar en casa no importa que pierdan clases, otros, que asistir con regularidad no es crucial en los primeros años de escolaridad, permitiendo con ello validar una cultura tolerante al ausentismo. Pero si a lo anterior se suma que ni los docentes ni la escuela tienen una atención y registro con un sistema de alerta, las sorpresas pueden ser dramáticas al cierre de este nuevo semestre, cuando se resuelve la promoción escolar.

Cualquier actuación para evitar el ausentismo y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente, el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.


Promover la asistencia a clases es promover la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases, mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo. 

lunes, 24 de julio de 2017

Educación ambiental de calidad

A propósito de la alta contaminación atmosférica que presenciamos en nuestras ciudades en esta época de invierno, que por lo demás, no es la única que sufrimos, sino que ya está siendo común la alta congestión vehicular en ciertas horas del día o la conocida contaminación de nuestros cursos de agua, es que es pertinente plantearse en nuestras instituciones qué estamos haciendo para no incrementar estos fenómenos y poder legarles a las próximas generaciones una sociedad que les ofrezca no solo mejores condiciones materiales de vida, sino que una en la cual los valores y actitudes personales y colectivas contribuyan a un mejoramiento del bienestar de cada miembro de la sociedad.

La educación en general y la escuela en particular pueden contribuir a cambiar  y sostener una nueva ciudadanía, competente en la resolución de los problemas medioambientales contemporáneos y futuros promoviendo una educación ambiental para el desarrollo sostenible e incorporando una dinámica en la cual la participación y la gestión permitan a los estudiantes desarrollar conocimientos, valores y actitudes acordes con las necesidades de su comunidad. Una estrategia así concebida, integrará las diversas áreas del conocimiento, disciplinas y saberes para la solución de problemas de manera interdisciplinar, y propiciará la formación en el conocimiento y comprensión de la ciencia, la técnica y la tecnología desde un marco social. Abordar los temas de preocupación ambiental en la escuela gatilla procesos de colaboración al interior de ella, incluyendo las instancias académicas y administrativas para su desarrollo en un marco de competencias, de estándares, de generación de espacios para la transversalidad y para el fortalecimiento institucional.


La incorporación de la participación y formación ciudadana como un indicador de la calidad de la educación que imparte un establecimiento escolar, se constituye en una oportunidad para abordar el desarrollo de las actitudes de sus estudiantes, fomentando la participación y el compromiso con su comunidad, contribuyendo a hacerse cargo de sus problemas y desafíos, y a sentirse identificados con los comportamientos necesarios para una vida compartida. Es decir, la cadena que se inicia en la promoción del compromiso con la comunidad favorece la participación de sus miembros en las actividades que se programan, enriqueciendo la vida democrática y el involucramiento de las personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy y una mayor responsabilidad con el mundo que heredaremos a las nuevas generaciones. Es cierto que la escuela por si sola es incapaz de resolver estos problemas que señalamos en un comienzo, por lo que también es necesario el mismo grado de involucramiento de otras instituciones, sin embargo, habremos iniciado un ciclo de cambios que se constituirán en la base de una mejor educación hoy y en un mayor bienestar para todos mañana.