El paradigma de la educación racional, centrada en el aprendizaje de contenidos, ignorando las dimensiones no académicas de los estudiantes, particularmente las emociones, ha mostrado su agotamiento.
The paradigm of
rational education, focused on content learning, ignoring the non-academic
dimensions of students, particularly emotions, has shown its exhaustion.
Victoria Camps en su libro “El gobierno de las emociones” señala que
“no hay razón práctica sin sentimientos”
para relevar la contribución de las emociones al bienestar de las personas y la
sociedad, aunque también las hay aquellas que provocan deterioro personal e
impactan negativamente en la convivencia social. Por lo tanto, hay que
conocerlas y aprender a gobernarlas, lo cual es posible, pues las emociones,
como tantas expresiones humanas, se construyen socialmente. Veamos qué papel
puede jugar la escuela y los profesores en este desafío.
El paradigma de la educación
racional, centrada en el aprendizaje de contenidos, ignorando las dimensiones
no académicas de los estudiantes, particularmente las emociones, ha mostrado su
agotamiento. Por ello se requiere urgentemente un cambio en ese sentido, lo
cual solo será posible en la medida que la sociedad revalore el papel de las
emociones como un elemento primario, fundamental y sustantivo del proceso de
aprendizaje, pero también el de la enseñanza. Debemos tener claro que no se
aprende lo que no se quiere aprender, no se aprende aquello que no motiva, y si
algo no motiva se debe a que no genera emociones positivas que impulsen a la
acción en esa dirección. En este sentido la evaluación de la motivación escolar
en nuestro sistema educativo, constituye un avance que debemos traducir en
prácticas más visibles en nuestras aulas y recintos escolares.
Esta es la clave de considerar
a las emociones como parte del aprendizaje, por lo cual la educación emocional
se constituye en una necesidad que va más allá del ámbito escolar. La educación
emocional debe ser vista, conceptualizada y puesta en marcha para procurar que
los estudiantes se conozcan a sí mismos y conozcan a los demás, se respeten,
respeten a los otros y al entorno donde viven, de manera que se pueda plantear
el desarrollo integral de su personalidad como requisito para la construcción
de la felicidad.
Las emociones se construyen en
la convivencia, por eso educarlas es importante, pues les da las herramientas
para manejar sus impulsos y emociones. Por lo tanto, el esfuerzo de la
educación emocional debe estar orientado a que los estudiantes aprendan a aceptar
sus emociones y sentimientos, y a partir de ello, a decidir qué conducta es la
más apropiada, según las circunstancias en las cuales se convive, de manera tal
que las mismas contribuyan a una interacción social y personal constructiva, positiva
y capaz.
El docente no es un actor
neutro en su rol pedagógico, tanto en razón del desarrollo curricular, como por
la manifestación de sus propias emociones y del impacto de éstas en los
estudiantes. De esta manera, el proceso de aprendizaje-enseñanza se ve influido
por la forma en que el profesor logra manejar sus propias emociones y
sentimientos con respecto a sí mismo, su labor docente, su concepción de la
pedagogía, pero sobre todo por la percepción desarrollada por los estudiantes a
su cargo, de manera tal que las actitudes que asuma pueden contribuir o
dificultar el aprendizaje por parte de los estudiantes.
Por último, dado que la
educación debe ser un proceso integral, donde conocimiento y emoción
constituyen un todo, estos dos componentes del proceso educativo no deben ser
vistos como opuestos, alternativos ni los extremos de un intervalo que define
la vida de las personas, sus conductas o comportamientos. El conocimiento y la
emoción constituyen un todo dialéctico, de manera tal que la modificación de
uno irremediablemente influye en el otro y en el todo del que forman parte. Por
ello en el aula muchas veces el aprender depende más de la emoción, que de la
razón con que se trabajan los objetivos del aprendizaje. Todo esto nos conduce
a señalar que si el profesor se gana el corazón de sus estudiantes, el
aprendizaje está prácticamente asegurado.