En general, hemos estado en la creencia que mejorando las escuelas lo hará el sistema escolar y si bien ello puede constituir un camino para la mejora escolar, la insuficiencia de políticas y medidas sistémicas han obstaculizado el salto que la sociedad espera del conjunto de nuestras escuelas hasta convertirlas a todas ellas en escuelas de calidad.
In general we have been in the belief that improving schools, the school system will do it as well, and while this may be a way to improve school, the insufficiency of policies and systemic measures have hindered the leap that society expects from all of our schools , until turning them all into quality schools.
Primero, las escuelas no han logrado que la mayoría
de los estudiantes alcancen los aprendizajes adecuados, según los estándares
exigidos en nuestro propio sistema educativo. En ninguna de las pruebas
aplicadas los estudiantes han logrado superar el cincuenta por ciento de los
aprendizajes esperados. Esto no es reciente, ya en 1989 los estudiantes de
cuarto básico apenas superaban dicho umbral. La estabilidad o estancamiento en
nuestro sistema escolar, a pesar de los avances en otras dimensiones, en lo
fundamental, no ha logrado encontrar la ruta de la eficacia que se espera para
llevar a nuestro país al nivel esperado de una sociedad y una economía que han
progresado y modernizado en este mismo periodo. Treinta años después tenemos
más información y evidencia sobre lo que las escuelas y los sistemas deberían
hacer para no mantener esta realidad. En efecto, mientras la investigación
educacional ha acumulado suficiente evidencia para confirmar algunas constantes
de la eficacia de los sistemas educativos y de las escuelas, persistimos en las
viejas ideas de la intervención, de la amenaza y de los incentivos para inhibir
o promover ciertas prácticas escolares. En general, hemos estado en la creencia
que mejorando las escuelas lo hará el sistema escolar y si bien ello puede
constituir un camino para la mejora escolar, la insuficiencia de políticas y
medidas sistémicas han obstaculizado el salto que la sociedad espera del
conjunto de nuestras escuelas hasta convertirlas a todas ellas en escuelas de
calidad. Pretender que la competencia, que anula unas para destacar otras,
instalará un movimiento que cambiará el ciclo de la estabilidad insuficiente por
uno de alta calidad generalizada, es no tener una mirada sistémica. La política
educativa característica ha sido aquella de esperar que las escuelas por si
mismas sean capaces de tirar al sistema en un ambiente darwiniano que tiene sus
limitaciones y en el cual no debemos persistir.
En segundo lugar, tenemos que
cambiar las prioridades políticas colocando nuevos conceptos centrales de
carácter orientador, pero con la fuerza ejecutiva para convertirse en ejes de
una nueva política educativa movilizadora: (1) promover y fortalecer una
concepción integral del proceso formativo en las escuelas y en el sistema, de
responsabilidades compartidas desde el trabajo en la sala de clases hasta las
políticas nacionales, especialmente las evaluativas, como ha venido haciendo la
Agencia de Calidad de la Educación; (2) desarrollar un estilo de liderazgo
inclusivo en los docentes y directivos de todos los niveles del sistema
escolar, diferenciado según sean las responsabilidades, que promueva la
reflexión sobre las practicas centrales de su quehacer específico; (3)
incorporar el componente territorial tanto como contexto de implementación de
las políticas públicas educativas como de reflexión de las practicas
pedagógicas en la sala de clases, pues la configuración de un nivel intermedio
de gobierno con carácter y sentido territorial, consciente de su autoridad y de
sus responsabilidades en la implementación para un determinado grupo de
escuelas de políticas diseñadas en otro ámbito u órgano jurisdiccional del
sistema escolar, exige un rol más competente y responsable; (4)
institucionalizar los espacios de colaboración tanto al interior de la escuela
como entre los niveles territoriales, ya que la importancia creciente de las
complejas y diversas relaciones intergubernamentales adquieren un carácter
estratégico para la implementación de las políticas públicas y en cuyo
escenario no se puede ignorar la diversidad de decisiones que se adoptan en el
sistema originando la posibilidad de que éstas puedan ser elaboradas en
distintos niveles de gobierno y entre ellos, pero también, que las relaciones
que se puedan generar entre los organismos estatales de distinto nivel y
autoridad jurisdiccional, y entre estos y los actores sociales que intervienen,
según tipo de decisiones de que se trate, pueda obstaculizar o favorecer la
gestión de las escuelas y del sistema; y (5) incrementar el capital profesional
en los docentes es una urgencia que debemos tomarnos todos con la mayor de las
responsabilidades, ya que precisamente esto tiene que ver con una
responsabilidad colectiva, no con la autonomía individual, con la evidencia
científica y con el criterio personal, los países que han invertido en capital
profesional nos advierten que los gastos en educación constituyen una inversión
en el largo plazo en capital humano en desarrollo, desde la infancia hasta la
vida adulta, para conseguir compensaciones de productividad económica y
cohesión social en la siguiente generación, ello exige tener buenos profesores
para todos los estudiantes, muy comprometidos, en continua formación,
adecuadamente pagados, que haya un buen trabajo en equipo para maximizar su
propio progreso y que sean capaces de hacer juicios efectivos al usar toda su
capacidad y experiencia.
evaluación, equidad, justicia educativa, calidad educativa, política educativa