Concebimos la evaluación educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o superarlas durante el año escolar.
We conceive the
educational evaluation as a process that helps and guides permanently to the
educational actors allowing to detect and address gaps in learning and skills
between current and expected knowledge, decrease or overcome them during the
school year.
Algo
no discutido hoy en día es la gran influencia que la evaluación tiene sobre las
prácticas de enseñanza y aprendizaje y de la especial importancia que tiene la
evaluación educativa en la implementación de los procesos de reforma, en los
cuales adquiere un interés central, otorgándole urgencia a la necesidad de
cambio y adecuación a las nuevas necesidades educativas y sociales y, sobre
todo, a la nueva forma de comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Gran cantidad de autores (Nunziati, 1990; Allal, Bain y Perroud, 1993; Coll,
Barberà y Onrubia, 2000; Barnes, Clarke y Stephens, 2001) defienden que los
intentos de reforma educativa resultan inútiles si no van acompañados de una
reforma explícita en las formas de evaluación, adquiriendo ésta el carácter de
motor de la reforma educativa o también de su mayor impedimento.
Son
muchas las funciones que cumple la evaluación en los sistemas escolares y al
interior de las propias escuelas. Este es un aspecto de primer orden que la
comunidad escolar debe enfrentar a través de un proceso de reflexión acerca de
¿quién evalúa?, ¿qué o quién es evaluado? y ¿qué se hace con los resultados
obtenidos o por qué y para qué evaluamos? Si al menos no tenemos claridad sobre
las respuestas a estas tres preguntas, la falta de unidad en la comunidad
escolar puede distorsionar los esfuerzos tendientes a lograr mejores resultados
en la gestión, en el desempeño docente o en lo más importante: en el desarrollo
de las habilidades y el mejoramiento de los aprendizajes que se espera en los
estudiantes.
La
escuela debe otorgarle un sentido explícito a la concepción evaluativa que
implementará y que va a subyacer en cada área del quehacer escolar, de manera
que los agentes se lo apropien y desarrollen en coherencia con las finalidades
a las cuales aspiran. La escuela puede evaluar para seleccionar a los
estudiantes que seguirán programas especiales debido a las dificultades que
presentan en los resultados que se esperan de ellos o para seguir una línea
educativa de alto nivel; para motivar para el estudio, porque tanto para
aquellos estudiantes que tienen éxito como para quienes experimentan
dificultades para aprender, constituye una motivación que potencia la acción
individual de estudio al conocer los resultados de una evaluación; para
informar a diferentes audiencias acerca del quehacer escolar y sus resultados
como a las familias, los demás profesores o los niveles de la administración
escolar; para la socialización de los estudiantes en unas prácticas sociales
concretas o en ciertos valores; para la autopresentación personal de profesores
y estudiantes reforzando su autoimagen y autoestima; para la retroalimentación
sobre el proceso de aprendizaje, tal vez la función menos frecuente, pero el
más necesario para acceder, reforzar y asegurar los nuevos conocimientos y
habilidades que se esperan estos logren o alcancen en un periodo determinado.
A
esta última funcionalidad responde la implementación de la evaluación
progresiva, que consiste en una herramienta para monitorear la trayectoria de
las habilidades y de los aprendizajes de los estudiantes a lo largo del año
escolar y que nuestro Sistema de Evaluación de Aprendizajes contempla tanto
para evaluar las habilidades de comprensión lectora de los estudiantes de
segundo año básico y que desde este año lo ha extendido para evaluar a los
estudiantes de séptimo básico en matemáticas. Concebimos la evaluación
educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los
actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y
habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o
superarlas durante el año escolar.
Que
nuestros estudiantes lean comprensivamente y desarrollen el pensamiento lógico,
deductivo y abstracto en los momentos que se espera, nos permitirá asegurar las
competencias necesarias para que puedan progresar en el sistema escolar según
lo que se espera de ellos, reduciendo el retraso y la desmotivación escolar,
así como mejorando la autoestima, el éxito oportuno y la continuidad de
estudios. Mayor información pueden encontrar en www.agenciaeducacion.cl
http://www.ellanquihue.cl/impresa/2018/03/14/full/cuerpo-principal/8/
http://www.ellanquihue.cl/impresa/2018/03/14/full/cuerpo-principal/8/
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