lunes, 12 de marzo de 2018

La evaluación progresiva asegura aprendizajes


Concebimos la evaluación educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o superarlas durante el año escolar.

We conceive the educational evaluation as a process that helps and guides permanently to the educational actors allowing to detect and address gaps in learning and skills between current and expected knowledge, decrease or overcome them during the school year.

Algo no discutido hoy en día es la gran influencia que la evaluación tiene sobre las prácticas de enseñanza y aprendizaje y de la especial importancia que tiene la evaluación educativa en la implementación de los procesos de reforma, en los cuales adquiere un interés central, otorgándole urgencia a la necesidad de cambio y adecuación a las nuevas necesidades educativas y sociales y, sobre todo, a la nueva forma de comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje. Gran cantidad de autores (Nunziati, 1990; Allal, Bain y Perroud, 1993; Coll, Barberà y Onrubia, 2000; Barnes, Clarke y Stephens, 2001) defienden que los intentos de reforma educativa resultan inútiles si no van acompañados de una reforma explícita en las formas de evaluación, adquiriendo ésta el carácter de motor de la reforma educativa o también de su mayor impedimento.

Son muchas las funciones que cumple la evaluación en los sistemas escolares y al interior de las propias escuelas. Este es un aspecto de primer orden que la comunidad escolar debe enfrentar a través de un proceso de reflexión acerca de ¿quién evalúa?, ¿qué o quién es evaluado? y ¿qué se hace con los resultados obtenidos o por qué y para qué evaluamos? Si al menos no tenemos claridad sobre las respuestas a estas tres preguntas, la falta de unidad en la comunidad escolar puede distorsionar los esfuerzos tendientes a lograr mejores resultados en la gestión, en el desempeño docente o en lo más importante: en el desarrollo de las habilidades y el mejoramiento de los aprendizajes que se espera en los estudiantes.

La escuela debe otorgarle un sentido explícito a la concepción evaluativa que implementará y que va a subyacer en cada área del quehacer escolar, de manera que los agentes se lo apropien y desarrollen en coherencia con las finalidades a las cuales aspiran. La escuela puede evaluar para seleccionar a los estudiantes que seguirán programas especiales debido a las dificultades que presentan en los resultados que se esperan de ellos o para seguir una línea educativa de alto nivel; para motivar para el estudio, porque tanto para aquellos estudiantes que tienen éxito como para quienes experimentan dificultades para aprender, constituye una motivación que potencia la acción individual de estudio al conocer los resultados de una evaluación; para informar a diferentes audiencias acerca del quehacer escolar y sus resultados como a las familias, los demás profesores o los niveles de la administración escolar; para la socialización de los estudiantes en unas prácticas sociales concretas o en ciertos valores; para la autopresentación personal de profesores y estudiantes reforzando su autoimagen y autoestima; para la retroalimentación sobre el proceso de aprendizaje, tal vez la función menos frecuente, pero el más necesario para acceder, reforzar y asegurar los nuevos conocimientos y habilidades que se esperan estos logren o alcancen en un periodo determinado.

A esta última funcionalidad responde la implementación de la evaluación progresiva, que consiste en una herramienta para monitorear la trayectoria de las habilidades y de los aprendizajes de los estudiantes a lo largo del año escolar y que nuestro Sistema de Evaluación de Aprendizajes contempla tanto para evaluar las habilidades de comprensión lectora de los estudiantes de segundo año básico y que desde este año lo ha extendido para evaluar a los estudiantes de séptimo básico en matemáticas. Concebimos la evaluación educativa como un proceso que ayuda y orientación de manera permanente a los actores educativos permitiendo detectar y abordar brechas en los aprendizajes y habilidades entre el conocimiento actual y lo esperado, disminuirlas o superarlas durante el año escolar.

Que nuestros estudiantes lean comprensivamente y desarrollen el pensamiento lógico, deductivo y abstracto en los momentos que se espera, nos permitirá asegurar las competencias necesarias para que puedan progresar en el sistema escolar según lo que se espera de ellos, reduciendo el retraso y la desmotivación escolar, así como mejorando la autoestima, el éxito oportuno y la continuidad de estudios. Mayor información pueden encontrar en www.agenciaeducacion.cl 
http://www.ellanquihue.cl/impresa/2018/03/14/full/cuerpo-principal/8/

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