"Si les enseñas a los estudiantes de hoy como les enseñamos a los de ayer, les robamos el mañana" (John Dewey)
jueves, 26 de octubre de 2017
La red de trabajo colaborativo
Reemplazar la competencia por la colaboración.
Por años hemos profundizado en la diferenciación para visibilizarse, para
constituirse en una oferta que despierte el interés y sea adquirido como servicio
educativo. Pues bien, aquí hay implícito un cambio paradigmático que señala que
el trabajo colaborativo es un valor, una estrategia superior para el logro de
objetivos más amplios como es mejorar la calidad de la educación del sistema,
de todas las escuelas y no solo de algunas. Porque en la lógica de la
diferenciación, de la competencia, los que ganan lo hacen porque logran vencer
a los demás, los que ganan son pocos porque no pueden ganar muchos, y los que
ganan son siempre los mismos, al igual que los que pierden.
lunes, 23 de octubre de 2017
Un nuevo modelo para la gestión y el liderazgo educativo local
El
nivel intermedio: configuración y liderazgo
Por
mucho tiempo el modelo de gestión pública ha considerado que quien toma la
decisión dispone de preferencias claras y ordenadas, objetivos precisos,
información actualizada y objetiva (confiable), y que su elección busca
maximizar los beneficios y minimizar los costos, y que los aprendizajes se
producen mediante los costos de los errores. En
este modelo, ya clásico, de distinción weberiana
entre política y administración, la implementación y sus actores han sido
olvidados y han pasado a constituir una gran caja negra, ignorando el papel que
juegan en el éxito o fracaso de las políticas públicas, los actores
intermedios.
Pero
el proceso de implementación es también un proceso complejo donde los actores
establecen relaciones de conflicto y cooperación que pueden resultar clave para
garantizar el éxito o el fracaso de la política, dado que intervienen múltiples
actores/organismos con diferentes intereses y recursos.
¿Quiénes son los actores intermedios?
Se
identifica al nivel intermedio con organizaciones o individuos que participan
en el proceso de implementación de las políticas, es decir, como estructuras de implementación. Pero la
necesidad de otorgar cohesión territorial, hace necesario un nivel de coordinación
superior, más intenso y profundo, que se inician en el diseño, se incorporan a
la decisión y participan de la implementación.Se
refiere a la existencia de ciertos actores (SLE, Consejos, SEREMIAS, Deprovs,
ACE, Superintendencia, JUNJI, JUNAEB, SENDA, SENAME, CONAMA) que se sitúan entre las instancias de elaboración de las políticas públicas del sector y las
escuelas, que son las destinatarias de dichas políticas, y en última instancia,
el espacio sobre el cual estas políticas quieren operar. Son estructuras de
autoridad (en tanto actores estatales) que operan entre las escuelas, o nivel
micro, y el nivel de elaboración de las políticas, o nivel macro.
El
nivel intermedio del sistema educativo está conformado por aquellos actores que
se encuentran entre la escuela (nivel micro) y las autoridades de conducción
del sistema (nivel macro). Estos actores aparecen formalmente ligados al
procesos de implementación de las políticas diseñadas por los organismos
superiores del sistema, y así son frecuentemente percibidos desde arriba, las
autoridades, como desde abajo, las escuelas. El
desconocimiento sobre los niveles intermedios parece ir acompañado del supuesto
de que estos actores son simples correas de transmisión de demandas y de
políticas entre las escuelas y los espacios de elaboración de políticas, y que,
por tanto, solo realizan tareas de
carácter operativo/administrativo, y son incapaces de influir sobre los
resultados y el funcionamiento del sistema.
Los
actores en los niveles intermedios inmediatamente superiores a los
establecimientos no solo desarrollan tareas de carácter administrativo, sino
que tienen una gran capacidad de adoptar decisiones sobre aspectos sustantivos
de la política en su ámbito de influencia. Además, estos actores tienen
intereses, preferencias y objetivos propios; de modo que la capacidad de las
políticas, y de los responsables de su elaboración, es decididamente limitada
para estructurar, controlar o modificar el comportamiento o los valores de
estos actores. En
nuestro país, necesitamos construir un nivel intermedio sólido y
transparente. Hasta hoy existen funciones dispersas entre los municipios y los
departamentos provinciales de educación. Los nuevos Servicios Locales,
concentrarán la gestión e integrarán las funciones administrativo-financieras
con la gestión técnica pedagógica, hoy divididas.
Necesitamos
un nivel intermedio educativo que establezca una relación de cooperación y
articulación con otros actores del nivel intermedio para lograr la necesaria
complementariedad de las acciones; ello incluye discutir y consensuar objetivos
con una mirada global e integradora, que asegure gobernabilidad, eficacia,
calidad y equidad educativa.
La gobernanza
territorial
Este
cambio estructural llega en un momento de crisis de la capacidad del municipio
para gestionar, tanto para organizar los recursos como para alcanzar los
objetivos que se le encomiendan. Hay una crisis de eficacia y de legitimidad.
No hay confianza en sus capacidades ni en su liderazgo.
La
nueva institucionalidad pública para la educación trae nuevas formas de gobierno
territorial, en remplazo de la autoridad tradicional hoy cuestionada; esto
implica pensar desde ahora, modalidades de gobernanza en las cuales las formas
de trabajo en red sean la distinción. Y
esto por qué? No por moda, sino porque es necesario construir confianzas y
distribuir responsabilidades, para optimizar las capacidades de la diversidad
existente en los nuevos territorios y colocarlos al servicio de objetivos
compartidos.
Ya
no es posible seguir pensando las relaciones intergubernamentales en términos
de jerarquía o de pura autonomía, sino que se vuelve imprescindible analizarlas
en términos de un modelo de autoridades superpuestas, donde la negociación y la
cooperación entre los diversos niveles de gobierno se constituyen en un
requisito fundamental. La
cuestión es cómo debe organizarse la interdependencia entre los diferentes
niveles de gobierno y lograr la coherencia de las políticas educativas a través
de la coordinación de los distintos niveles que participan en sus fases de
diseño y de aplicación.
En
este nuevo modelo que comienza a configurarse a partir de la NEP –por lo menos
en educación-, tanto el gobierno central como esta instancia territorial
propuesta, participan activamente en la definición de la dimensión sustantiva
de las políticas públicas educativas, aunque será este nuevo nivel intermedio,
el que a través de su propia estructura organizativa, tendrá mayores
responsabilidades –aunque no exclusivas-, sobre la dimensión operativa de las
políticas. Un
reto para la gestión pública será la incorporación de la gestión territorial.
El reto actual es que las políticas públicas se puedan adaptar al territorio y
no a la inversa. El desafío de la cohesión territorial para lograr el
desarrollo equilibrado y sostenible.
El trabajo
colaborativo
Reemplazar
la competencia por la colaboración. Por años hemos profundizado en la
diferenciación para visibilizarse, para constituirse en una oferta que
despierte el interés y sea adquirido (servicio educativo). Pues bien, aquí hay
implícito un cambio paradigmático que señala que el trabajo colaborativo es un
valor, una estrategia superior para el logro de objetivos más amplios como es
mejorar la calidad de la educación del sistema, de todas las escuelas y no solo
de algunas. Porque
en la lógica de la diferenciación, de la competencia, los que ganan lo hacen
porque logran vencer a los demás, los que ganan son pocos porque no pueden
ganar muchos, y los que ganan son siempre los mismos, al igual que los que pierden.
El
modelo que se configura y desprende de este documento: Marco para la Gestión y
el Liderazgo Local, propone la construcción de una nueva cultura profesional
colaborativa, institucional y personal, con el objetivo de mejorar los
resultados socioeducativos. Será un gran obstáculo vencer la desconfianza y el
desconocimiento entre actores socioeducativos presentes y que trabajan muchas
veces con objetivos disímiles sino contrapuestos en el mismo espacio
territorial (como por ejemplo la retención educacional y continuidad de
estudios contra la inserción y especialización temprana para el ingreso al
mundo laboral). El
trabajo colaborativo es una modalidad de articular las actividades de un grupo
humano en torno a un conjunto de fines, de metas y de resultados a alcanzar.
Implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo y asumen
una misión de trabajo.
Estimular
la capacidad de trabajo colaborativo supone valorar la iniciativa. La
organización en redes construye una trama de saberes desde la base; en ellas
prima el movimiento, la cooperación y la creación de nuevas modalidades de ver
y hacer “en-con” la realidad educativa. La red permite la multiplicación de la
experiencia individual y colectiva, y puede llegar a anticiparse a los
problemas y resolverlos por su capacidad de innovación. El
propósito primordial de las redes es superar el aislamiento y la dependencia
que arrinconan a los sistemas educativos y a sus actores a la
desprofesionalización y estimular el desarrollo de una autonomía
interdependiente.
“La confianza es la forma más elevada de la
motivación humana” (Stephen Covey), se concreta en el trabajo colaborativo,
el cual posibilita recuperar valores primordiales a la esencia del ser humano,
potenciando el desarrollo de un mayor impacto en la gestión educativa. Estamos
inaugurando un nuevo tiempo en la gestión educacional de nuestro país y nosotros
seremos protagonistas y muchos de ustedes serán los líderes llamados a
concretar los cambios.
viernes, 13 de octubre de 2017
El profesor de hoy
Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus
estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan
suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute.
Somos responsables de nuestras palabras, del
tono con el cual las decimos, de nuestros silencios, de nuestros gestos, de los
contenidos de nuestras enseñanzas, de las experiencias en las que hacemos
participar a nuestros estudiantes, de los ejemplos que damos con nuestra propia
conducta, de nuestra vida pública.
El educador tiene la obligación de ofrecer en
sí mismo el ejemplo de lo que enseña, manifestándolo en lo corporal mediante el
decoro, adecuándose a las circunstancias de lugar y tiempo. Las conductas del
docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se basen en sus conocimientos
sino también en su modo de vida, lo cual permite que sus alumnos lo consideren
un referente ético, con autoridad en lo que enseña. Franklin Jones decía que “Los niños son impredecibles. Nunca sabes
cuál será la siguiente inconsecuencia en que te atraparán”.
Los profesores tenemos nuestra propia
impronta que trasmitimos a nuestros estudiantes. Unos promoverán el espíritu
crítico, otros la disciplina, algunos les dirán que no tienen límites para
lograr lo que se propongan en la vida, otros provocarán en ellos el compromiso
con causas sociales, vinculadas al bienestar de todos; muchos serán o han sido ejemplo y espejo para nuestras vidas.
Enseñar es dejar una huella en las vidas de los otros para siempre, donde el
profesor es la persona clave de la situación educativa.
Los desafíos son de la época. El profesor
actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos
significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva
y los disfrute. El profesor de hoy reconoce que la enseñanza es un proceso que
requiere retroalimentación y no una simple transmisión de información y
capacitación de ciertas habilidades. Enseñar hoy es dirigir a una persona a
desarrollar su potencial y que éste se exprese en conductas que a su vez se
desarrollen respetando la libertad de quienes están en su entorno. El profesor
actual se debe plantear con autonomía, donde él y sus estudiantes participan
del planeamiento del trabajo en el aula; debe hacerlo promoviendo la dignidad
de sus estudiantes, cuidando que aprendan a respetarse; debe cuidar la
confidencialidad de su relación, como puede ser el hacer consciente al
estudiante de sus errores; pero por sobre todo, debe hacerlo con
profesionalismo, es decir, garantizar un desempeño con excelencia en un marco
de compromiso social con el rol y valor de la educación en el perfeccionamiento
de las personas y de transformación de la sociedad.
El profesor hace y deshace programas dentro
de una sala de clases: una buena educación comienza con una buena enseñanza. Y
aunque, ya aprender es un placer, éste nunca se comparará con el placer de
enseñar.
jueves, 5 de octubre de 2017
El SIMCE de la semana
El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.
Esta
semana los estudiantes de octavo año básico rendirán las pruebas de matemática,
lectura y ciencias naturales, los días miércoles 11 y jueves 12. Es importante
que los directivos tomen las medidas para ofrecer una ambiente grato y seguro
que les permita enfrentar sin tensiones el desafío de esta evaluación. Sus
resultados son importantes para la orientación de la política pública, pero también
para redefinir el trabajo pedagógico de la escuela si es necesario, para corregir
aquellos ámbitos en los cuales muestran debilidades y fortalecer aquellos
aspectos que dan cuenta de su eficacia en la mejora de los aprendizajes de sus
estudiantes.
También
es importante que los estudiantes, padres y profesores respondan adecuadamente
los cuestionarios de calidad y contexto, pues ellos recogen información sobre
los Indicadores de Desarrollo Personal y Social, los cuales tienen como
propósito realizar una evaluación integral del desarrollo de los aprendizajes, de
las condiciones en que éste se logra y del esfuerzo y apoyo de los padres,
docentes y directivos. Entonces, es importante que cada director o directora
motive a estos actores a responderlos, pues ello nos permitirá conocer aspectos
relevantes de su establecimiento, como la gestión directiva, la convivencia
escolar, las prácticas de equidad de género o las que promueven la
participación y formación ciudadana, lo cual permitirá definir estrategias de
apoyo y orientación para la implementación de acciones que tiendan a la mejora
de los procesos escolares, como a las definiciones de las próximas políticas
educativas.
Esperamos
que todos los estudiantes rindan las pruebas y cuestionarios, por lo que
debemos promover que asistan estos días a los establecimientos, lo cual garantizará
que los resultados sean válidos y representativos del desempeño alcanzado por la
totalidad de los estudiantes del nivel evaluado de cada escuela. Es importante
que los padres sepan de la importancia de estas evaluaciones, que los
profesores las valoren y que todos manifiesten su confianza en los niños y
niñas. Un ambiente gratificante permitirá tener evaluaciones fidedignas del
quehacer pedagógico y de los niveles de desarrollo que han alcanzado los
estudiantes para luego definir acciones de colaboración entre los actores y
entre las escuelas que nos permitan tener mejores políticas educativas y
mejores prácticas docentes al servicio de todas las escuelas del país.
Los días del SIMCE en nuestras escuelas han dejado de ser los días dramáticos y cargados de tensión en los cuales los colegios se jugaban lugares en los rankings. En un escenario de competencia ganan unos pocos y siempre los mismos, la mayoría pierde siendo estigmatizada; en uno de colaboración ganamos todos, especialmente los estudiantes y sus profesores, ya que esta nueva mirada de la evaluación nos permite relevar aspectos significativos del desarrollo integral de los estudiantes y que muchas veces son la preocupación central de las comunidades educativas, como son el trabajo de habilidades para el desarrollo físico o deportivo, cultural y valórico. El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.
viernes, 29 de septiembre de 2017
Escribir las palabras
“Todo
lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que
suben y bajan…”. Así
nos dice Neruda en Confieso que he vivido.
Escribir es la forma de comunicación más utilizada por las personas; a través
de las palabras bien organizadas expresamos nuestros sentimientos, nuestras
ideas, nuestros conocimientos, le decimos a los otros quiénes somos, lo que
queremos y lo que soñamos…incluso los medios tecnológicos se han constituido
en promotores de nuevas formas que bien pueden estar al
servicio de un mejor
desarrollo de la habilidad.
Escribir sobre nuestras falencias y
debilidades puede ser más atractivo para nuestros lectores, pero creo que es
más estimulante saber lo bueno que está ocurriendo en nuestro sistema escolar,
a propósito de la entrega de los resultados del Simce Escritura 2016. Por
ejemplo, que las escuelas rurales obtienen mejores resultados que las escuelas
urbanas en los niveles socioeconómicos más vulnerables. Esto es muy
gratificante pues más del 90% de los estudiantes que asisten a la educación
rural, provienen de familias de niveles socioeconómicos medios bajos, señal inequívoca
de que los esfuerzos públicos por otorgar prioridad a los sectores más
desposeídos comienzan a entregar señales de éxito. Más aún, cuando revisamos
cuáles son los establecimientos en los que los estudiantes obtienen mejores
resultados, la dependencia administrativa de los establecimientos deja de ser
una variable. En efecto, nos encontramos con la escuela Aucar en Quemchi, Anexa
en Ancud o México en Osorno, con iguales o mejores resultados que
establecimientos de larga tradición privada y selectiva. Más significativa es
la diferencia de género, donde las mujeres obtienen mejores resultados que los
hombres en todos los grupos socioeconómicos e incluso a los inmediatamente
superiores.
¿Cómo se trabaja en los establecimientos
cuyos sus estudiantes escriben mejor? Hay una serie de características comunes,
como por ejemplo, en ellos predomina el trabajo colaborativo entre todos los
actores de la comunidad educativa; tienen una disposición deliberada a la
organización con un foco claro en el aprendizaje de sus estudiantes, tanto a
través del trabajo en la sala de clases como en las actividades extraescolares;
los directivos motivan a sus profesores y éstos a sus estudiantes en cada
actividad que desarrollan desafiando sus expectativas hacia la superación
permanente; promueven la escritura en contextos reales y diversos, con temas
que interesan a los estudiantes; los profesores planifican la enseñanza para
escribir bien y practican la retroalimentación de manera permanente con sus
alumnos, revisando y reescribiendo sus textos para mejorarlos.
jueves, 21 de septiembre de 2017
Mejorando Mi Escuela
Nuestra escuela, aun siendo una buena escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que permita mejorar lo que tenemos?
Una de las características más relevantes de
la sociedad actual es considerar el conocimiento como un recurso imprescindible,
tanto para el desarrollo económico, como para el trabajo cotidiano y el
bienestar personal y social. Es cuestión de mirar nuestro entorno y nos daremos
cuenta de la dependencia que tenemos de la tecnología, donde la innovación
avanza de manera permanente, donde el conocimiento es abundante y está
disponible casi sin restricciones, se transforma y modifica constantemente.
En este contexto, la escuela también se ve
afectada, deja de ser el único lugar en el cual las nuevas generaciones acceden
al conocimiento y la información. Es sorprendente cómo los estudiantes y los
padres llegan con saberes curriculares y sobre formas de cómo educar a sus
hijos. Pero también esta nueva realidad lleva implícita una complejidad que
exige a la escuela una transformación como organización ya no solo sobre qué y
cómo enseñar, sino cómo todos aprenden.
En efecto, los conocimientos, habilidades y
valores socialmente significativos que se espera sean desarrollados en la
escuela, involucran capacidades complejas que exceden el trabajo individual de
un profesor y exigen a la escuela dejar de considerar que a través de la forma
de trabajo individual tradicional se pueden lograr. Haciendo un símil con un
equipo, aun cuando todos sean los mejores en sus puestos, ello no garantiza que
se alcancen los resultados: es necesaria una armonía de conjunto que permita
que todas esas individualidades aporten al logro del objetivo común.
Nuestra escuela, aun siendo una buena
escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que
permita mejorar lo que tenemos? Muchas veces tenemos un listado realizado por
diferentes autores sobre qué es una buena escuela, pero son pocas las ocasiones
en las que pensamos cómo lograr lo que se nos señala. Lo primero que tenemos
que tener en cuenta es que una buena escuela no es un estado final luego de un
proceso estándar o único. No, una buena escuela está en permanente
transformación y en sus procesos existen importantes aspectos para que ello
ocurra: conocen muy bien su situación de partida o momento presente, tienen un
buen diagnóstico y están atentos a su actualización; se plantean con claridad
qué es lo que quieren cambiar y definen una trayectoria y formulan objetivos
para ese nuevo estado deseable. Así se fijan prioridades porque no siempre es
necesario cambiar todo, o bien, debido a que con los recursos que disponen no
pueden abordar todo lo que se desea.
La escuela debe estar consciente que este
proceso para mejorar es paulatino y que se le debe asignar tiempo y paciencia
para visibilizar el cambio. Esto no es de un día para otro, y cuando se logran
los primeros cambios, se debe continuar trabajando para consolidarlos; reflexionar
respecto de la necesidad de lo que se quiere cambiar, y luego, planificar la
implementación de las acciones que se han definido. Finalmente, hay que monitorear el proceso que se
implementará, evaluando con indicadores de resultados, pues dicha información
servirá para impulsar un nuevo ciclo de mejoras.
lunes, 11 de septiembre de 2017
Liderazgo para el trabajo colaborativo
Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.
El liderazgo juega un rol clave en la creación de las condiciones para ser efectivos en el logro delos objetivos de las escuelas y de los sistemas educativos. Los líderes educativos son fundamentales para establecer relaciones entre los diferentes niveles de educación y formación, las familias, el mundo laboral y la comunidad local, con el objetivo común de mejorar la continuidad de estudios, la inserción laboral o la formación ciudadana.
Los buenos líderes educativos desarrollan una visión estratégica para sus instituciones, actúan como ejemplo tanto para el alumnado como para el profesorado y son clave para crear un ambiente efectivo y atractivo que contribuya al aprendizaje de todos. En este sentido, la cooperación dentro de los sistemas educativos se presenta como un desafío que puede cambiar las lógicas de trabajo competitivo por aquellas en las cuales la colaboración optimiza las capacidades de sus integrantes. Esta colaboración puede asumir distintas formas: desde el trabajo en red hasta agrupaciones más formales de las escuelas. El trabajo en red incluye la unión de docentes y otros integrantes de las escuelas para debatir ideas y compartir buenas prácticas sobre determinados temas, o el intercambio mutuo de recursos en beneficio de las distintas escuelas integrantes y sus comunidades. Normalmente los miembros de una red de trabajo colaborativo construyen una visión y unos procesos de desarrollo y de toma de decisiones comunes; sus representantes se reúnen para compartir recursos o trabajar juntos en iniciativas de mayor envergadura que benefician a las escuelas o a un territorio en conjunto.
Un liderazgo que promueve la colaboración en su territorio o entre los integrantes de una red de trabajo realiza acciones que permiten facilitar la transición entre niveles educativos (v.g. de la educación parvularia a la educación básica o de ésta a la secundaria, incluida la educación y formación profesional); garantiza la continuidad del apoyo a los estudiantes en su trayectoria escolar prestando apoyos permanentes; desarrolla iniciativas que integren a los padres; y fomenta la formación de los docentes y su desarrollo profesional permanente.
Es más fácil alcanzar una cooperación entre las escuelas si se cuenta con líderes que manifiesten una genuina preocupación por los demás. Trabajar en red y de manera colaborativa requiere de talentos generosos dispuestos a fijar metas comunes y diseñar estrategias compartidas que se propongan disponer de sus conocimientos y habilidades al servicio de los demás. El mejoramiento de los sistemas educativos requiere de liderazgos morales dispuestos a otorgarle un sentido respetuoso, comprometido y de pertinencia a las relaciones personales e institucionales, de modo que las jerarquías son posiciones que facilitan las condiciones de dichas relaciones y no los puntos de partida o condiciones para la colaboración. Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.
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