Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus
estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan
suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute.
Somos responsables de nuestras palabras, del
tono con el cual las decimos, de nuestros silencios, de nuestros gestos, de los
contenidos de nuestras enseñanzas, de las experiencias en las que hacemos
participar a nuestros estudiantes, de los ejemplos que damos con nuestra propia
conducta, de nuestra vida pública.
El educador tiene la obligación de ofrecer en
sí mismo el ejemplo de lo que enseña, manifestándolo en lo corporal mediante el
decoro, adecuándose a las circunstancias de lugar y tiempo. Las conductas del
docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se basen en sus conocimientos
sino también en su modo de vida, lo cual permite que sus alumnos lo consideren
un referente ético, con autoridad en lo que enseña. Franklin Jones decía que “Los niños son impredecibles. Nunca sabes
cuál será la siguiente inconsecuencia en que te atraparán”.
Los profesores tenemos nuestra propia
impronta que trasmitimos a nuestros estudiantes. Unos promoverán el espíritu
crítico, otros la disciplina, algunos les dirán que no tienen límites para
lograr lo que se propongan en la vida, otros provocarán en ellos el compromiso
con causas sociales, vinculadas al bienestar de todos; muchos serán o han sido ejemplo y espejo para nuestras vidas.
Enseñar es dejar una huella en las vidas de los otros para siempre, donde el
profesor es la persona clave de la situación educativa.
Los desafíos son de la época. El profesor
actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos
significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva
y los disfrute. El profesor de hoy reconoce que la enseñanza es un proceso que
requiere retroalimentación y no una simple transmisión de información y
capacitación de ciertas habilidades. Enseñar hoy es dirigir a una persona a
desarrollar su potencial y que éste se exprese en conductas que a su vez se
desarrollen respetando la libertad de quienes están en su entorno. El profesor
actual se debe plantear con autonomía, donde él y sus estudiantes participan
del planeamiento del trabajo en el aula; debe hacerlo promoviendo la dignidad
de sus estudiantes, cuidando que aprendan a respetarse; debe cuidar la
confidencialidad de su relación, como puede ser el hacer consciente al
estudiante de sus errores; pero por sobre todo, debe hacerlo con
profesionalismo, es decir, garantizar un desempeño con excelencia en un marco
de compromiso social con el rol y valor de la educación en el perfeccionamiento
de las personas y de transformación de la sociedad.
El profesor hace y deshace programas dentro
de una sala de clases: una buena educación comienza con una buena enseñanza. Y
aunque, ya aprender es un placer, éste nunca se comparará con el placer de
enseñar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario