Estimados camaradas
He querido hacer uso de la
palabra en esta Junta Regional, la máxima instancia de decisión política,
porque hay varios temas que me preocupan.
Primero, me preocupa el carácter
que ha asumido el debate político en nuestro país y que en nuestra región tiene
eximios representantes, los que lamentablemente se encuentran entre nuestros
socios y cuyos comentarios, referencias sarcásticas y hasta soeces, somos
nosotros los destinatarios. Hemos visto durante estos ocho meses de gobierno,
una actitud beligerante hacia nuestros dirigentes, hacia nuestros militantes y
hacia toda idea que provenga de algún dirigente de nuestro partido.
Existe una actitud sistemática,
no aislada, permanente e insistente en desacreditar nuestras posiciones. Para
nuestros aliados, solo los democratacristianos que coinciden con ellos, que les
dicen amén a sus planteamientos, que están en su estrategia electoral, son
buenos democratacristianos, ellos si son calificados de como fieles adherentes
del programa de gobierno. Los otros, los
que tenemos posiciones que no les gustan, nos tratan de “desleales”, de
“sectarios”, de conservadores.
Hay dirigentes en nuestros
partidos aliados que se han otorgado el poder para calificar quienes son los
camaradas que podrían ingresar al gobierno, vetan a los que no están dispuestos
a ser condescendientes con ellos. Hace unos días hubo un incidente de uno de
estos personajes que insultó gratuitamente a nuestro presidente nacional y
nadie, nadie, de nuestras autoridades políticas tuvo el coraje de salir a
ponerlo en su lugar, sino hubiésemos insistido ante el Consejo Regional para
que se aprobara un declaración pública de apoyo a nuestro presidente nacional y
de repudio a la actitud antes señalada y que nuestro Presidente Regional envió
como una carta personal a un diario y a los militantes, si eso no hubiese
ocurrido, nada se hubiese dicho y hubiésemos quedado como cobardes.
Camaradas, siempre hemos sido un
partido que cuando ha estado en el gobierno ha sido responsable: lo fuimos con
Juan Antonio Ríos, lo fuimos con nuestros presidentes Frei Montalva, Aylwin,
Frei Ruiz Tagle, Lagos y Bachelet. Y Chile no puede dudar que lo seremos hoy y hasta
el último día con la Presidente Bachelet y su gobierno. Pero esto no significa
que no debemos realizar observaciones y hasta objeciones a las propuestas de
nuestro gobierno. En eso consiste la democracia, en deliberar, en discutir, en
construir consensos o acuerdos.
A esto agregamos que tenemos un
gobierno regional coptado, atrapado por algunos parlamentarios de la región.
Solo se hace lo que ellos permiten y nada se hace sin su satisfacción. Tenemos
un ejecutivo sin iniciativa política, sin conducción ni orientación. Ajeno a
los grandes temas regionales, incapaz de contextualizar la discusión nacional;
en definitiva: opaco, sin la capacidad ejecutiva que se espera para promover
las iniciativas en las cuales se está jugando nuestro destino como comunidad
regional.
En segundo lugar, quisiera
referirme a la propuesta de descentralización que ha realizado la Comisión
Nacional que se formó para estos efectos. Hemos sido el único partido que no se
ha pronuciado públicamente. Nada se dijo respecto de las medidas allí señaladas
ni de la agenda propuesta. Parecemos un partido centralista y si es centralista
es autoritario, si es centralista quiere concentrar el poder en Santiago y
desde allá decidir aspectos importantes de la vida de todos nosotros.
Nosostros, los democratacristianos,
fuimos campeones de la regionalización, en el gobierno del presidente Frei
Montalva se creó la Comisión Nacional para la Reforma Administrativa, que
diseñó la actual estructura de la regionalización en el país. Desde 1990 a la
fecha poco hemos realizado, no nos hemos comprometido lo suficiente para
otorgar más poder a nuestros ciudadanos en el mundo municipal y regional, todo
ha sido con tirabuzón. Al interior de nuestro propio partido, aún estamos
supeditados a que en Santiago se puedan nombrar los candidatos para los cargos
de concejales y alcaldes, sin consideración a nuestra estructura partidaria.
Una y otra escusa se argumenta para seguir tratándonos como niños chicos: que
no tenemos las capacidades, que no tenemos la visión, que no tenemos los
recursos humanos suficientes, que no tenemos esto o lo otro, pero nunca estamos
en condiciones de decidir por nosotros mismos.
A estas alturas, esto es
inaceptable. Es inaceptable que nuestros camaradas deban ir a Santiago para
buscar un padrino que lo lleve a un ministerio porque quiere ser un coordinador
territorial de un programa en tal o cual comuna o provincia, es inaceptable que
nuestros alcaldes deban peregrinar entre oficinas de funcionarios del gobierno
central, entre jefes de gabinetes y otros, para que les aprueben un proyectito,
para que les digan al intendente que ponga su proyecto en tabla. Es inaceptable
camaradas, que se instalen santiaguinos en cargos de gobierno en nuestra
región, que vienen dos o tres veces al mes y sin ningún respeto a nuestra
estructura política y a los profesionales de nuestra región.
Todo lo anterior existe, porque
no levantamos la voz, porque somos complacientes… porque somos cómplices.
Nuestro partido no tiene que
pasar ningún examen en materia de reformas, porque las únicas que se han
realizado en democracia, esas que les gusta llamar “estructurales”, las hicimos
nosotros: la reforma agraria, la reforma educacional, la sindicalización
campesina, la chilenización del cobre y la promoción popular. Y las hemos hecho
con eficacia, técnicamente bien preparadas y con resultados exitosos para
Chile. No hemos sabido defender nuestra obra y presencia en la historia, nos ha
faltado claridad y determinación.
Y lo peor de todo esto, es que algunos
de nuestros camaradas han caído en la tentación de competir con la izquierda en
quién es más progresista, en quien es más reformista hoy, como ayer, cuando se
competía en quien era más revolucionario. Los de ayer, terminaron en el MAPU y
luego en la Izquierda Cristiana; los de hoy suman sus voces descalificadoras a
nuestros propios dirigentes…así comenzamos. Cuidado camaradas, hay que aprender
de la Historia, para no cometer los mismos errores.
En tercer lugar quisiera
referirme a la discusión en educación y en la cual estamos empantanados. Qué
paradoja! Suponíamos que esta reforma sería a favor de las familias, de los
estudiantes, de los profesores, que fortalecería la educación pública y
dignificaría a nuestros docentes. Qué ha ocurrido?: los estudiantes están en
contra, las familias están en contra, los profesores están en contra. Se aprobó
una reforma tributaria que se justificó para mejorar la educación y nuestros
municipios siguen estrangulados y nuestros profesores mendigando recursos. Se
aprobó un programa, estamos de acuerdo con él, pero se ha equivocado el
gobierno en las prioridades, en la intensidad de los instrumentos y ha sido
mezquino con los recursos. Por eso queremos llamar la atención sobre este tema
que causa tantas esperanzas pero también incertidumbre en nuestros ciudadanos.
Tenemos que decir con fuerza que
las reformas que Chile necesita para mejorar la educación de nuestros niños y
jóvenes pasan primero por otorgar a nuestros profesores una carrera profesional
que les ofrezca condiciones de estudio, de trabajo y de retiro dignas. No habrá
reforma de calidad, sin profesores de calidad. Queremos que se seleccionen a
los mejores estudiantes para enseñarles a nuestros niños, queremos que nuestros
profesores tengan condiciones de trabajo y remuneraciones adecuadas a su responsabilidad,
queremos que cuando nuestros profesores se jubilen, lo hagan con tranquilidad y
reconocimiento, y no en condiciones denigrantes como está ocurriendo hoy.
Pero también, tenemos que decirlo
ahora: queremos un sistema público con capacidades y recursos suficientes como
para apoyar el desarrollo y mejoramiento de nuestras escuelas. Algunos quieren
un sistema estatal, volver al Ministerio dicen. Yo creo camaradas que lo
debemos exigir, es un sistema descentralizado, público y de calidad. La nueva estructura
de la administración de la educación pública tiene que recoger la demanda por
mayor descentralización que recorre nuestro país y no un sistema nacional
propio de regímenes autoritarios y centralistas. Porque nunca hemos sido un
partido estatista, hagamosle honor a nuestra definición comunitaria, eso es lo
que nos define y diferencia de la derecha liberal, que quiere que cada uno haga
lo que quiera y donde ganan los más fuertes, eso también nos diferencia de esa
izquierda melancólica que no se resigna a la “caida del muro” y que usa los
sistemas educativos para concientizar y manipular la conciencia de nuestros
niños y jóvenes.
Estimados camaradas: Chile y
nuestra región necesitan un PDC con posiciones claras para enfrentar el futuro.
Nuestros ciudadanos confiarán en nosotros si somos coherentes con lo que somos
y no andamos acomodándonos a las pequeñas ventajas que en forma personal
podemos sacar. Quiere un PDC verdaderamente fraterno y no que promueve la
descalificación entre sus integrantes sin consideración a su honra, a sus
familias, a su dignidad de seres humanos. Las pequeñas cuotas de poder no son
para darse pequeños gustos, son para realizar los más grandes esfuerzos de
generosidad para construir la patria justa y buena a la cual nos invitaba Don
Patricio, o la sociedad de hombres libres que nos señalaba don Jaime Castillo.
Estamos llamados a ser
carpinteros en esta obra inconclusa. Estamos en el gobierno para aportar a la
construcción de un país más humano, estamos en cargos de gobierno para trabajar
con pasión y desprendimiento, estamos en cargos políticos para decir con
claridad lo que queremos.