Tal vez usted tenga una agenda de prioridades de cambio social, quizás quiera incorporar otros valores nacionales e incluso aspira a que se refleje en él un nuevo tipo de sociedad y funcionamiento de las instituciones públicas, todo ello debe ser objeto de debate sin duda, pero para que ello ocurra, se alcance y permanezca, se debe trabajar y lograr desde ahora un ambiente de mayor reconciliación, asegurar una participación sustantiva de la ciudadanía y desplegar un proceso de preparación cívica para asegurar lo anterior.
El proceso de elaboración de una
Nueva Constitución para nuestro país indudablemente significará el fin de una
época marcada por la fuerte presencia de una estructura institucional coherentemente
diseñada para mantener un régimen político y económico que ha favorecido a un
sector de la sociedad, en el cual se ha concentrado el poder, la riqueza y los
privilegios; dando paso a lo que podríamos denominar como un estadio de mayor
democratización, especialmente como consecuencia del desencanto generado por el
abuso de los poderosos en las distintas esferas de la sociedad, por la desmesura
en la ostentación de una filosofía predominante del tener, por las inequidades
injustificables basadas en la arbitrariedad y por la segregación social
expresada en la configuración de nuestras ciudades, escuelas e instituciones
donde el mérito era un espejismo o promesa tan seductora como decepcionante.
Si bien una nueva constitución
constituye un hito político de envergadura histórica, más aún en nuestra
sociedad donde nunca antes la ciudadanía ha participado en un proceso de esta
trascendencia, también es necesario señalar que ella no resolverá todos los
problemas que plantearon su discusión, pero que si abren un camino de
deliberación que permitirá la búsqueda de soluciones ya no impuestas o
condicionadas por vetos minoritarios, sino acordadas, convenidas o consensuadas
a través de voluntades mayoritarias.
Hay que tener claridad inicial de
que este será un proceso profundamente político que involucrará una disputa por
el poder político y la deliberación por la supremacía de ciertos valores e
instituciones sociales. No tener claridad y conciencia de que será un proceso
de discusión colmado de obstáculos que impedirán el acuerdo, puede llevar
tempranamente a la frustración y terminar el periodo sin un nuevo texto
constitucional. Desarmar los atávicos traumas será uno de los primeros desafíos
que tienen que abordarse y ello debe comenzar en la campaña para el plebiscito
de abril, incluyendo luego la elección de los delegados constituyentes.
En este sentido, nos parece
esencial enunciar ahora cuáles debieran ser los objetivos del proceso de
elaboración constitucional. A mi parecer, el primero y más importante dice
relación con la reconciliación nacional pendiente en varios temas dicotómicos
que hemos una y otra vez postergado a pesar de los esfuerzos que en algunos
momentos se han realizado: la reconciliación política signada por las
violaciones a los derechos humanos es una herida en el alma nacional como se ha
señalado y que aún sigue pendiente; la reconciliación con nuestros pueblos
originarios, lo que implica un reconocimiento a nuestra diversidad étnica y
cultural; la reconciliación entre la capital central y las regiones del país,
esfuerzos tantas veces postergado e insuficientemente abordado; la
reconciliación entre los sectores sociales que conviven segregados como
desconocidos en las ciudades, en las empresas, en las instituciones educativas,
sanitarias y espacios recreativos, entre otros. Si nos encontramos en este
trance, no podemos dar la espalda a los temas que nos dividen, a aquellos que
han desatado la crisis que nos tiene ad portas de la construcción de un nuevo
pacto, por lo que todo el proceso debe estar diseñado de forma tal que
favorezca la emergencia de un sentido de una identidad nacional común a través
de un proceso inclusivo donde todos se sientan formando parte y no solo quienes
lo están activamente, pues este debe volcarnos como comunidad a mirar el futuro
y no luego de su culminación, nos aboquemos a realizar balances de cuanto hemos
ganado o perdido.
El segundo debe ser promover y
asegurar una amplia participación en todo el proceso, ello es esencial para fortalecer la legitimidad del
nuevo compromiso, pero también como oportunidad histórica debe marcar la
historia del proceso mismo y no dar cabida a que se recuerde en el futuro que
esta es la Constitución de un moderno Mariano Egaña, de un nuevo José Maza o de
otro Jaime Guzmán. Los expertos deben vencer su desconfianza que tradicionalmente
han tenido en la ciudadanía para entender los temas complejos y deben encontrar
cuál es su mejor lugar en el proceso y no pretender remplazar al soberano ni al
proceso deliberativo constituyente que hemos iniciado ni en los posteriores
mecanismos legislativos. Para aspirar a una democracia duradera, debemos construir
confianza en la capacidad y criterio del pueblo.
Asociado a lo anterior, es
condición necesaria abordar la formación cívica para la participación en el
proceso constituyente y que el papel del grueso de la ciudadanía no se remita a
los actos electorales considerados. Se debe garantizar que el proceso de
deliberación sea informado y trasparente, especialmente en estos tiempos donde
las redes sociales constituyen importantes sino únicas fuentes de información
de grandes sectores ciudadanos. La formación cívica puede ser un catalizador de
la manipulación e intentos de entorpecimiento de acuerdos y consensos, por lo
que debiéramos tomarnos en serio este proceso que bien puede asumir el Servicio
Electoral convocando a universidades y organizaciones de la sociedad civil, de
modo que la participación no sea considerada como momentos excepcionales de
simple suma de intereses y demandas, sino que se perciba como un continuo que
ofrezca oportunidades de opinión permanente y significativa durante todo el
proceso, que contribuya a la creación de un ambiente de confianza y transmita
transparencia e integridad del proceso deliberativo y de la actuación de los
constituyentes.
Seguramente usted espera alcanzar
otros objetivos y que estos queden plasmados en el nuevo texto constitucional,
tal vez usted tenga una agenda de prioridades de cambio social, quizás quiera
incorporar otros valores nacionales e incluso aspira a que se refleje en él un
nuevo tipo de sociedad y funcionamiento de las instituciones republicanas, todo
ello debe ser objeto de debate sin duda, pero para que ello ocurra, se alcance
y permanezca, se debe trabajar y lograr desde ahora un ambiente de mayor
reconciliación, asegurar una participación sustantiva de la ciudadanía y
desplegar un proceso de preparación cívica para asegurar lo anterior.
Nueva Constitución Asamblea Constituyente Chiledespertó
Nueva Constitución Asamblea Constituyente Chiledespertó
https://www.paislobo.cl/2019/
https://www.poderyliderazgo.cl/opinion-nueva-constitucion-dos-objetivos-y-una-condicion/
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