
Cualquier actuación para evitar el ausentismo
y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela
estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios
significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que
ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las
estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y
comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones
los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en
qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las
aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las
que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a
incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis
mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente,
el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.
Promover la asistencia a clases es promover
la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren
y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los
estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de
terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores
y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases,
mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un
itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo.