La alta calidad del liderazgo en los directores y directoras es un ingrediente necesario para el éxito escolar de todos los estudiantes, por lo tanto, se espera que sean capaces de alinear este propósito con las capacidades y recursos de la escuela.
The Pricipal's high quality of leadership is a necessary ingredient for the school success of all students, therefore, it is expected that they will be able to align this purpose with the capacities and resources of the school.
Existen dos características
comunes de los sistemas educativos modernos que están satisfaciendo las expectativas de sus poblaciones y que han logrado éxito en alcanzar destacados
logros comparativos y que se desprenden de una política de liderazgo escolar
consistente promovida por la política educativa: (i) es imprescindible que el
liderazgo tenga un carácter distribuido y éste emerja desde los distintos
actores, generando una cultura escolar orientada hacia el trabajo colaborativo
(Fullan y Hargreaves) y (ii) que la orientación tanto de las políticas públicas
hacia el mejoramiento del sistema escolar en general como al de las escuelas en
particular, busque el logro de resultados de aprendizaje en los estudiantes
(Harris). Conjugar estos dos objetivos será un trabajo exigente, en el cual se
requiere compartir y colaborar en las tareas que debe asumir cada actor, pero
también, requiere de determinación de éstos para no claudicar ante los
obstáculos e incomprensiones con las cuales nos encontraremos muchas veces a
medio camino.
Sabemos que las condiciones
del contexto y las demandas de la sociedad hacen compleja la tarea de los
líderes educativos, por lo mismo, es que debemos promover la calidad de las
directoras y directores en nuestras escuelas, pues ésta es más relevante para
las que están en entornos de poblaciones en condición de desventaja social, y
numerosas investigaciones han reafirmado que luego de la enseñanza en el aula,
es el segundo factor con mayor capacidad para mejorar los aprendizajes. La alta
calidad del liderazgo en los directores y directoras es un ingrediente
necesario para el éxito escolar de todos los estudiantes, por lo tanto, se espera
que sean capaces de alinear este propósito con las capacidades y recursos de la
escuela. Sin embargo, el logro de ciertos estándares satisfactorios de una
escuela o un grupo de ellas no es suficiente para tener un sistema de calidad,
para alcanzar este objetivo se requiere reducir las brechas de aprendizaje
entre los grupos socioeconómicos distintos y para que ello ocurra es necesario que los liderazgos de
la escuela y del territorio compartan estas definiciones otorgando apoyo
decidido a las estrategias de desarrollo educativo, de desarrollo profesional
docente y de eficacia en la administración de los recursos con los cuales
disponen las escuelas.
Para mejorar nuestro sistema
educativo es fundamental que en todas nuestras escuelas se promueva la buena
enseñanza, aquella que tenga como foco el valor del significado, el de las
relaciones con conocimientos previos y con la experiencia real, que lo vincula
con otros incorporando el juicio crítico y el análisis lógico, provocando una
motivación intrínseca por el saber, por la bondad y la belleza entre los
estudiantes. Esta buena enseñanza surge de convicciones de que todos los
alumnos tienen capacidades y que el esfuerzo que coloquen en ellos les
permitirá alcanzar las metas que se proponga. El nivel aula explica alrededor
de cuatro veces más la varianza en los resultados de aprendizaje, en
comparación al nivel escuela; esto deben saberlo los profesores y que tienen un
rol clave en crear las condiciones para el éxito escolar, al igual que los
directivos en apoyar el desarrollo de la interacción profesor alumno, al
inducir el diálogo y la reflexión profesional para complementar, fortalecer y
aprender entre docentes, mejorando así el clima escolar y la cultura de trabajo
de los profesores.
Asumiendo con convicción estas
tareas, las escuelas pueden dar el salto y dejar atrás las trayectorias
frustrantes fortaleciendo la colaboración entre profesores y entre sus unidades
internas e invirtiendo en el aprendizaje y desarrollo profesional. Se trata de
que nuestras escuelas movilicen sus capacidades internas de manera articulada,
como una organización profesional de aprendizaje, impulsada por un liderazgo
pedagógico desde la dirección escolar y se transforme a sí misma en un entorno
que apoya el trabajo colaborativo de los profesores. Cada escuela y el conjunto
de ellas deben actuar dentro de un marco de acción coherente que promueva
metas, la cultura colaborativa centrada en los aprendizajes y un marco de
responsabilidades compartidas que tome en cuenta las necesidades de los
estudiantes y las preocupaciones de la comunidad.
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