Nuestra escuela debe asumir la autonomía de la cual goza en nuestro sistema educacional para reemplazar el currículum disciplinar y la obsesión academicista por uno basado en problemas organizado en diferentes proyectos de trabajo, interpretación y experimentación.
Our school must
assume the autonomy that enjoys in our educational system to replace the
disciplinary curriculum and the academic obsession to one based on problems,
organized in different projects of work, interpretation and experimentation.
Nuestros
niños viven en contextos saturados de información, de conocimientos
frecuentemente fragmentarios e interesados en los aspectos más diferentes,
distantes y lejanos en el espacio y en el tiempo. Si adicionamos la masividad
del ingreso temprano de los niños a la escuela, requiriendo ya no solo atención
al desarrollo cognitivo, sino que a los aspectos emotivos y del comportamiento
individual, donde además, el contexto familiar es invadido por los medios de
comunicación ejerciendo un poderoso influjo en el desarrollo de los
conocimientos y habilidades, en la trasmisión de información y en la generación
de expectativas, actitudes y valores; entonces nuestras escuelas tienen nuevas
tareas.
El
déficit de nuestros estudiantes no es de información y datos, sino de organización
significativa y relevante de la dispersión y sesgos con que la reciben en su
vida cotidiana. Lo más preocupante no se sitúa en el volumen de información
acumulada, sino en que la gran apuesta del proceso educativo, como es el
desarrollo de actitudes, expectativas y valores que favorezcan el crecimiento
autónomo, ofreciéndoles la oportunidad de que cada uno construya de forma
crítica sus propias maneras de sentir, pensar y actuar en un marco de
convivencia satisfactoria para las comunidades, en el enriquecimiento de su
persona, constituido como sujeto de experiencias, pensamientos, deseos y
afectos, pueda no ser cumplido.
Una de
las mayores dificultades que se debe enfrentar es el academicismo dominante en
nuestros establecimientos escolares, donde predomina el aprendizaje de las
disciplinas y no su utilización como herramientas para que los estudiantes
reconstruyan progresivamente y de forma reflexiva sus modos espontáneos de
pensar, sentir y actuar su cultura experiencial. Nuestra escuela debe asumir la
autonomía de la cual goza en nuestro sistema educacional para reemplazar el
currículum disciplinar y la obsesión academicista por uno basado en problemas
organizado en diferentes proyectos de trabajo, interpretación y
experimentación. Cuando la escuela solamente provoca aprendizajes
disciplinarios de contenidos vitalmente indiferentes, que se aprenden para
aprobar exámenes y luego olvidar, no se estimula su aplicación consciente y
reflexiva en la vida cotidiana; los contenidos y métodos de las tareas académicas
deben evaluarse por su capacidad para explicar o clarificar los problemas
complejos que rodean la vida de los estudiantes y por su utilidad para
favorecer el diseño de estrategias relevantes de intervención y solución de
problemas.
En la
comunidad de aprendizaje que visualizamos para la escuela, los estudiantes deben
ser el núcleo de los diseños y han de estar real y activamente incorporados en
la elaboración y el desarrollo de las decisiones más importantes, así
comprenderán las dificultades que implica tomar decisiones democráticas y
desarrollar proyectos cooperativos. Pero también, la escuela debe asumir que
tanto la distribución de los espacios como la organización de los tiempos deben
transformarse y dejar de ser funcionales a la trasmisión de conocimiento
disciplinar, en espacios cerrados y compartamentalizados, en horarios
fragmentados y ordenados jerárquicamente.
La
enseñanza que se demanda hoy requiere un marco espacial y temporal flexible
para acomodarse a la diversidad de proyectos que pueden formularse y
desarrollarse en cada grupo de estudiantes, que les permita participar de un
proyecto de vivencia cultural en la disponibilidad abierta de los espacios, del
tiempo y de los recursos, afrontando las tareas que se deriven de la
creatividad colaborativa. Siguiendo a
Piaget, el objetivo principal de la
educación en las escuelas debería ser la creación de hombres y mujeres que son
capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente repetir lo que otras generaciones
han hecho; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que
pueden ser críticos, verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece.
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