Sobran razones para impulsar una política coherente y prioritaria para la educación parvularia en nuestro país; nunca antes tuvimos una población más y mejor educada, consciente de los impactos de una buena educación. Somos el país de la región que más ha mejorado sus resultados en las pruebas internacionales, con varias de nuestras universidades reconocidas y prestigiadas internacionalmente.
Diversas
investigaciones permiten enfatizar que el desarrollo de la inteligencia, la
personalidad y el comportamiento social en los seres humanos ocurre más
rápidamente durante los primeros años. La mayoría de las células cerebrales y de
las conexiones neuronales se desarrollan durante los dos primeros años y en el
desenvolvimiento del cerebro -esencial para aumentar el potencial del
aprendizaje- intervienen no solo la salud y nutrición de los pequeños, sino también
otros factores como la interacción social y el ambiente que los rodea. Por el
contrario, los niños que sufren tensión extrema en sus primeros años pueden ser
afectados desfavorable y permanentemente en el funcionamiento del cerebro, el
aprendizaje y la memoria.
Ahora
bien, estas mismas investigaciones indican que los niños que tuvieron una interacción estimulante con otros niños, experiencias
positivas y gozaron de un entorno acogedor en su desarrollo emocional muestran
un mejor desarrollo de las funciones del cerebro a la edad de 15 años. Otro
importante estudio desarrollado en Estados Unidos por Carnegie Corporation en 1994, muestra que niños de 3 y 4 años que
fueron a un buen preescolar, frente a quienes no tuvieron esa posibilidad, con
el paso del tiempo alcanzaron un nivel de escolaridad significativamente superior,
salarios más altos, tuvieron mayores probabilidades de tener vivienda propia y
menor dependencia de los servicios sociales.
Sobran
razones para seguir impulsando políticas coherentes y prioritarias para la educación
parvularia en nuestro país; nunca antes tuvimos una población más y mejor
educada, consciente de los impactos que este nivel educativo tiene en el
desarrollo de nuestros niños. Somos el país de la región que más ha mejorado
sus resultados en las pruebas internacionales, con varias de nuestras
universidades reconocidas y prestigiadas internacionalmente. No obstante
aquello, aún tenemos pendiente fenómenos complejos de abordar. Uno de ellos es
la baja cobertura en el nivel parvulario, especialmente entre los sectores que
más lo requieren. Ello nos desafía a fortalecer las instituciones educacionales
del nivel parvulario como primera
prioridad, pues sin resolver los temas de cobertura no se puede aspirar a
tener una educación de calidad para el sector, por eso, la nueva educación
pública y la Reforma de Educación Parvularia debe centrar en lograr una
cobertura universal en el más breve plazo. En esa línea, las más de 800 salas
cunas y jardines infantiles construidas en este gobierno, y los 75 mil nuevos
cupos que esto supone, son un gran avance para el país y la región.
Una
segunda prioridad es consolidar una
nueva cultura de la infancia con educación temprana para todos los niños y
niñas, enfatizando estrategias de “discriminación positiva” en favor de todas
las familias de nuestro país y especialmente de las más vulnerables. Una nueva
cultura de la infancia debiera partir por cautelar el cumplimiento de los
derechos de todos los niños sin excepción alguna. Mas, el papel de la educación
no puede limitarse a la transmisión de valores culturales de una sociedad, su
función debiera orientarse a posibilitar que el niño desde su nacimiento tenga
todas las oportunidades posibles para desarrollar sus potencialidades.
La
tercera prioridad es contar con una
nueva cultura educativa de calidad y ello debiese tener como objetivos una
educación que ponga la mayor importancia al mundo interno del niño y a su
núcleo psicoafectivo; descubrir y alentar las potencialidades de cada niño y
niña; dar especial atención al desarrollo del lenguaje con enfoques
multiculturales; mejorar la articulación del nivel inicial con la educación
primaria y mayor influencia sobre ésta; y, vincular más a la familia como
agente educador y socializador, propiciando la reflexión y comprensión de su
papel en el desarrollo de la infancia.
Para
lograr este objetivo, la nueva Subsecretaría de Educación Parvularia está
promoviendo un Marco para la Buena Enseñanza, el que será un referente que
defina prácticas pedagógicas de calidad para la primera infancia y que
resguardará el sello formativo y didáctico de este primer nivel educativo.