También queremos una universidad en Chiloé para los cientos de profesionales que hoy se desempeñan en los más diversos sectores productivos y de servicios como la educación, la salud, la acuicultura, los servicios públicos y comunales, la agricultura, el turismo, la alimentación, entre otros, que requieren actualización, nuevas competencias y certificaciones que otorguen solidez a su perfeccionamiento profesional, a través de estudios de post grado y por esa vía, incrementen su aporte al desarrollo de nuestra comunidad.
Actualmente, los eslogan y titulares pretenden decirlo todo, y mucha de esta información es limitada, sesgada o interesadamente escondida. Frecuentemente, en instituciones que persiguen finalidades no declaradas o que logran esconder con sofisticada publicidad, los estudiantes reciben una educación anticuada por parte de personal académico que no ha actualizado ni ha adaptado sus métodos y habilidades pedagógicas para satisfacer a un contingente de estudiantes que es mucho más diverso, como consecuencia de la evolución de la educación superior de elite a una educación más masiva.
Creemos que una universidad perteneciente al Consejo de Rectores, tiene la autonomía para definir sus mecanismos de ingreso realizando variaciones que fortalezcan tempranamente la incorporación de nuestros estudiantes secundarios a regímenes de estudio más exigentes. Nuestros estudiantes actuales, los trabajadores y profesionales de Chiloé, nos merecemos más que un CFT o un Instituto Profesional. Nos merecemos una universidad acreditada, con carreras acreditadas, con trayectoria reconocida y que se comprometa con el desarrollo y no solamente evalúe que los apoyos del gobierno central, regional y local (que hemos comprometido) son una oportunidad más para sus negocios. Chiloé se merece más.