jueves, 25 de noviembre de 2010

La educación que nos falta

Ayer asistí a un seminario sobre la vinculación de la educación con los temas de la identidad cultural, en el cual, los docentes de la Escuela Especial Antu-Kau de Castro realizaron una excelente presentación acerca del proceso de creación pedagógico-cultural que han implementado y que ha logrado mejorar la autoestima, inserción social y los aprendizajes de los estudiantes y sobre todo, le ha otorgado sentido a su trabajo docente con niños, niñas y jóvenes con limitaciones severas. Una experiencia que muchas escuelas “normales” debieran seguir.
Mientras escuchaba a mis colegas, no pude dejar de pensar en el conjunto de medidas que esta semana lanzó el gobierno, las que ha titulado como una “verdadera revolución”, que de revolucionario no tienen nada: algunas ya existían y se remozaron, como las becas para atraer mejores estudiantes a las pedagogías; otras son continuidad de mecanismos existentes, como el fondo de retiro de profesores y el aumento de la subvención preferencial; y otras, son profundización de medias implementadas con anterioridad, como los incentivos a los docentes y directores. De hecho, muchos municipios y sostenedores privados del país han implementado por años premios al logro de metas colectivas e individuales.
Pero en realidad, lo que me gatilló dicha exposición, fue cerciorarme de la gran diferencia que existe entre quienes creemos que la educación debe tener un carácter comunitario y centrado en el valor de la persona humana, y entre aquellos que creen que la educación debe potenciar el logro de metas y el éxito individual. En efecto, soy de los que cree que el proceso educativo tiene un profundo sentido humanista, que la labor de la escuela es detectar y llevar a su máxima expresión los talentos que todos tenemos y que nos permiten desarrollarnos como seres humanos, realizar un aporte al mejoramiento de las condiciones de la vida en sociedad y trascender en lo que hacemos con los demás. Creo que el trabajo docente es esencialmente de equipos, colaborativo, solidario y complementario, y por lo tanto, los logros y gratificaciones son también comunes y de todos
En cambio, la educación centrada en los valores del individualismo promueven la competencia, ganarle al otro hasta anularlo (sacarlo de la competencia). Promover con incentivos para que un profesor le gane a otro es llamar a empobrecer el trabajo docente, es llamar al egoísmo personal y social donde cada uno se las arregla como puede, con las armas que tenga a su alcance. Premiar el éxito de alumnos y profesores individualmente es un llamado a construir una sociedad donde los más fuertes y poderosos siempre ganarán. Promover el individualismo es promover el materialismo, el tener más para ser mejor considerado en el mundo laboral y social, promover la competencia exacerbada en la educación es un camino contrario a la base humanista que la inspira.
No todas las satisfacciones y reconocimientos deben ser en dinero. Las medidas del gobierno pretenden acallar las críticas ofreciendo dinero a los estudiantes de pedagogías, ofreciendo dinero a los profesores en ejercicio, ofreciendo dinero a los directores, ofreciendo dinero a los profesores para que jubilen y a los jubilados. Cuando el dinero es nuestro, la generosidad suele faltar; pero cuando es de todos, pareciera ser que es de nadie.

viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Puras leseras?...no!

Circula un chiste en cadena sobre la demostración que se pide realizar al Ministro Lavín cuando se presenta en un banco a cobrar un cheque sin su debida identificación, por lo que la cajera le pide demostrar quien dice que es, y éste señala que “se me ocurren puras leseras”, entonces la cajera se da cuenta de que quien tiene al otro lado de la ventanilla es quien dice que es y procede a pagar el documento inmediatamente.
Lavín me cae bien, es un tipo simpático, sin embargo, siempre me ha parecido audaz, tal vez porque no es de esos políticos “profundos”, sino porque tiene un sentido del humor del que no se percata y es capaz de enfrentar con sencillez y liviandad hasta las más sesudas de las entrevistas, repite hasta el cansancio las mismas respuestas prefabricadas en un comité creativo que llegan a doler, para muestra un botón: “En un colegio donde van los hijos de las personas más ricas del país si un profesor no es bueno, lo cambian; pero si eso ocurre en un colegio donde van los niños más pobres de este país, el profesor sigue igual. ¡Eso no puede ser!”, dijo. El cree que la extensión de esta manera de pensar es la que hay que implementar en el país, soluciones rápidas y fáciles, de sentido común.
Su primera medida fue implementar los semáforos para informar a los padres acerca de la calidad de los colegios en los cuales asisten sus hijos, pues supone que estos no comprenderán si les entregan un informe en el cual le expliquen los factores asociados a los aprendizajes de los alumnos o al valor agregado que los colegios incorporan en su labor educativa, de modo que los padres puedan sacar conclusiones propias. No, con lucecitas es más simple y entenderán. Luego vino lo de los liceos de excelencia que terminaron siendo bicentenario debido al rechazo de los expertos y la apatía de su sector. Y ahora, esto, de disminuir las horas de historia para destinarlas a matemáticas y lectura. Claro, total la historia de que sirve, lo que importa es el futuro y no el pasado. El mismo día su propio sector salió a recriminarle la idea: “parece que la prioridad es crear empresarios” le dijo un edil aliado y un diputado de su propio partido le enrostra “no pensar en la integralidad de nuestros alumnos”.
A la derecha le molesta la historia, le molesta nuestra historia. Por eso cuando han tenido la oportunidad de gobernar han convertido esta disciplina en una alegoría a las grandes figuras y obras de sus respectivos gobiernos y han escondido el sufrimiento al cual han sido sometidos las grandes mayorías protagonistas de los cambios y del progreso social. Enseñan que la industria salitrera colocó a Chile en los mercados mundiales, pero esconden la explotación, abusos y crímenes que se cometieron con los trabajadores y sus familias; enseñan que la reforma agraria fue un despojo de la propiedad privada, pero esconden que los campesinos hasta ese entonces vivían como inquilinos que no conocían el dinero, no tenían educación y eran sometidos a extensas jornadas laborales; les gusta mostrar los palacios que se construían los grandes comerciantes, mineros, navieros y agricultores en las principales ciudades de nuestro país, pero esconden las condiciones ignominiosas en las que trabajaban, vivían y se multiplicaban los chilenos más pobres; y seguramente veremos cómo se valorará la gran obra restauradora del gobierno militar en desmedro de las violaciones a los derechos humanos de la dictadura. Para allá vamos. Lavín sabe para donde va y entre risa y risita, pretende escondernos el pasado para ilusionar a nuestros niños con un futuro mentiroso.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La valoración docente

Un estudio realizado por Adimark GFK/Elige Educar, nos dice que los jóvenes entre 18 y 24 años, y las personas pertenecientes al grupo socioeconómico alto (ABC1) son quienes menos valoran en Chile la profesión docente. Mala señal si pensamos que es en dicha edad cuando los jóvenes están tomando sus decisiones para estudiar una profesión, poco se puede hacer aún con incentivos económicos para que se opte por las pedagogías; peor ocurre cuando mientras más alto es el nivel socioeconómico de las personas, menor aprecio se tiene por los profesores y porque es en este grupo donde se concentran los distintos liderazgos.

Pueden hacerse muchas lecturas de los números, estos se interpretan. Una puede ser la mía: existe una valoración materialista, economicista, de cuanto son capaces de comprar con los ingresos que se espera obtener para apreciar el valor social de una profesión hoy. Esto repercute en las decisiones de los jóvenes y sus familias, pero también en el valor estratégico que tiene el rol docente en la sociedad actual. La relación directa entre los ingresos económicos de las personas y el aprecio por la labor del profesor, carcome el ethos cultural de la profesión, pero también la autoridad que éste debe tener ante todos sus alumnos como facilitador, transmisor o depositario del conocimiento y de la cultura.

Indudablemente que el diseño que se desprende de la sociedad de mercado dominante genera consecuencias de esta naturaleza, que impactan y configuran la vida de las personas. En este caso, de quienes nos dedicamos a la educación y especialmente, de quienes desarrollan dicha labor en las salas de clases. Sin embargo, la responsabilidad no es totalmente externa, sino que ha existido un relajamiento ante las evidencias de que la falta de valoración social de los docentes en nuestro país, carece de un correlato de reacción desde los propios docentes, ya sea individualmente o como colectivo pertenecientes a una profesión relevante para el desarrollo económico, social y cultural de nuestro país. En efecto, se han dejado pasar muchas anomalías al sistema y se ha dicho poco o nada o no se reacciona con la energía que se debiera, una de ellas, ha sido la propia formación docente. La existencia de modalidades laxas que rayan en la irresponsabilidad y de cuya permanencia suelen ser los propios docentes los favorecedores.

Pero también creo que existen muchas conductas de quienes hoy se desempeñan en las escuelas y liceos de nuestro país como profesionales de la educación y que son poco rigurosos con su rol y que con ello terminan alimentado la carencia de valoración social de todos los docentes, sea donde se desempeñen. Así, un profesor no puede ser ministro de su cartera, porque son los propios profesores quienes no le otorgan “autoridad”; el profesor no es la voz más autorizada en las conversaciones sobre educación por que rara vez tiene argumentos sólidos, técnicos, fundados en evidencias, sobre las particularidades de su propia profesión; otras veces ocurre que producto de las exigencias sociales de la enseñanza actual se requieren comportamientos consecuentes entre lo que dice en la sala de clases y en la escuela con lo que hace en la calle u otros ámbitos de actuación social, incluso con sus comportamientos que se vinculan sin discusión alguna, al ámbito de la vida privada.

La sociedad actual ha invalidado el viejo adagio de que eran compatibles o podían convivir “las virtudes públicas con los vicios privados”, cada vez, la línea que los separa es más débil, por lo que los profesores deben serlo siempre, en la sala y en la calle, como decía Gabriela Mistral.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Esa insoportable ambición por tener más

Es fácil desenmascarar la ambición perniciosa y desmedida de la legítima y loable. La primera viene marcada y definida por el egoísmo y el afán sin medida de acaparar riquezas, honores y poder para sí, no importa por qué medios, admitiendo engaños, sobornos, injusticias. El otro es un enemigo, un competidor a quien tengo que engañar. Debo ser más inteligente o perverso que él para arrebatarle lo que tiene y sumarlo en mi haber. La segunda es una ambición noble que tiene como marca de clase bien definida la generosidad y el bien de los demás; es loable y legítima la aspiración o deseo de superarse y mejorar, de cuyo logro deriva la verdadera felicidad que ennoblece y dignifica al ser humano.

La ambición sin freno, la ambición como conducta y estilo de vida, no sólo es uno de los más graves impedimentos de la felicidad humana, sino que puede llegar a empobrecer y destruir el corazón del hombre y sus más nobles sentimientos. La ambición patológica sobrepasa los límites de la normalidad, hay un afán desmedido por lograr más y más, generalmente poder, riqueza, dignidades o fama. Este deseo puede convertirse en una idea obsesiva que domina la vida del individuo condicionando su conducta general y su relación con los demás que se deteriora a corto o largo plazo. El que sufre esta ambición patológica plantea su vida en exclusiva según sus objetivos y el resto de las actividades y las personas quedan relegadas a un segundo plano.

La reciente elección del presidente de la ANFP muestra la ambición desmesurada de querer multiplicar los beneficios hasta casi al infinito. Para los dirigentes vencedores, la ambición por tener más, por ganar más, les ha llevado hasta el paroxismo de querer tenerlo todo. Detrás de quienes votaron para sacar a Harold Mayne-Nicholls de la cabeza del fútbol nacional, están los hombres más ricos de este país y que casualmente –en su inmensa mayoría y seguramente debe haber la excepción que lo confirme- son todos simpatizantes del actual gobierno. Más aún, el actual Presidente de la República y su consuegro, controlan uno de los clubes más populares y orquestadores de este que puede ser el cierre de un ciclo virtuoso para nuestro fútbol nacional. Y esto último no lo digo por Bielsa y la selección nacional, sino por la gran cantidad de jóvenes que como nunca en nuestra historia son protagonistas en las ligas más competitivas del fútbol mundial y que para otros tantos niños son verdaderos héroes y ejemplos positivos a seguir.

Muchos de los dirigentes que votaron por sacar a Mayne-Nicholls y Bielsa, lo hicieron porque sacaron ventajas económicas (por ambición), otros pocos porque podrán acceder a favores de los gobernantes de turno (ambición) y unos cuantos por afán de revancha política (ambición). Como dijo el nuevo presidente “la gente no vota”, lo que importa es el que compra, el que vende, el que gana dinero con la pasión y entretención de millones de chilenos cuando juega su equipo predilecto o nuestra selección. Quienes son parte de la nueva forma de gobernar lo quieren todo…todos los honores, todo el poder, todo el dinero, todo para ellos mismos (ambiciosos).

lunes, 25 de octubre de 2010

Mala señal

Nos hemos estado enterando por la prensa alternativa de las novedades del proyecto de presupuesto que el gobierno ha presentado para el año 2011. El caso de educación nos preocupa, mientras el Ministro Lavín defendió la iniciativa del Presupuesto 2011 y afirmó que aún queda tiempo para continuar discutiendo algunos puntos. “Yo les pediría que se fijen en la cifra final. Esta cartera en 2011 va a bajar el gasto de personal en dos mil 800 millones de pesos en el año”. O sea, el Ministro dice que no importa a qué se destinen ni como se distribuyan los recursos, sino que lo importante es la cifra final. Además, la cifra de ahorro en personal no es relevante toda vez que no alcanza para construir dos establecimientos educacionales. Pero en seguida –ante una consulta si contratarán más personal- señala: “Efectivamente, vamos a tener que contratar personal especializado en reconstrucción, en especial, ingenieros. Las secretarias regionales ministeriales de Educación en la región del Maule y en la región del Bío Bío han tenido tradicionalmente dos o tres personas a cargo de la construcción de colegios y hoy tendremos que multiplicar esa cifra por diez”, explicó Lavín. O sea, ya no existirán dos o tres “ingenieros” sino 20 ó 30! El Ministerio de Educación no diseña ni construye establecimientos educacionales, esa tarea la hace el sector privado a través de licitaciones, por lo tanto, quienes serán esos nuevos “ingenieros”?
El Presupuesto 2011 para la cartera reduce considerablemente ítems esenciales como la enseñanza diferencial y los programas de educación técnica. En cambio, aumenta en más del 500 por ciento para honorarios. Ya hemos visto como se privilegian los intereses privados al otorgar recursos de todos los chilenos a un liceo bicentenario en la región, en desmedro de los liceos municipales, ahora se reducirán significativamente los recursos destinados a alumnos que requieren mayores apoyos como son aquellos pertenecientes a programas de integración y educación especial o para aquellos jóvenes que están en los liceos técnicos y que también verán como disminuyen los aportes que antes el Ministerio realizaba en equipamiento y mejoramiento de infraestructura. Así impacta la discusión presupuestaria en la vida de las escuelas y de las personas. No sólo importa la cifra final Señor Ministro, importa mucho el destino de los recursos públicos y cómo se utilizan y estas definiciones presupuestarias nos están diciendo cómo será la “nueva forma de gobernar”, la cual, indudablemente, no tiene entre sus prioridades las áreas más deficitarias de nuestra sociedad, en este caso, de nuestro sistema educativo.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La excelencia educativa en la educación media

Todos los establecimientos escolares están llamados a tener una oferta educativa de alto rendimiento escolar como de altas exigencias en materia formativa. Los alumnos provenientes de sectores sociales tradicionalmente carenciados material y culturalmente son los que requieren con mayor urgencia escuelas y liceos exigentes, con planes académicos rigurosos y docentes con altas calificaciones profesionales. La excelencia educativa de un establecimiento escolar consiste en que es capaz de retener, promover y provocar actividades exitosas de aprendizaje con sus alumnos.
Los jóvenes de hoy más que nunca requieren de una buena educación, una educación que les permita demostrar con éxito sus conocimientos tanto en la continuidad de estudios como en su desempeño cívico, social y laboral. Antaño, se pensaba que a los jóvenes pobres les era conveniente adquirir rápidamente un oficio que les permitiera “ganarse la vida”, tal vez, por las propias limitaciones de los sistemas educativos era lo más conveniente, aún hoy, muchos creen que lo que les conviene a las familias de estos jóvenes es que sigan este camino corto para ingresar tempranamente al mundo laboral. Pero para bien de la sociedad en general y de nuestro país en particular, la situación ha cambiado en beneficio de estos jóvenes. La única manera en la cual la educación se constituye en un mecanismo de movilidad social, es cuando tienen más años de escolaridad. Sólo en materia de ingresos, las personas que tienen ocho o doce años de escolaridad prácticamente no tienen diferencias en las remuneraciones que perciben. Entonces, a pesar del logro temprano de un oficio para “ganarse la vida”, este esfuerzo resulta ser insuficiente si a lo menos no se tienen catorce o diez y seis años de escolaridad. Ahora, si esta es una escolaridad de formación técnica, ella responderá más a las opciones personales o a las posibilidades productivas que le ofrezca la sociedad.
La educación media para ser de excelencia hoy, debe ser académicamente exigente, rigurosa. Esto quiere decir que los establecimientos deben dejar de lado la laxitud con la cual se suelen mover amparándose en supuestos beneficios que se les hacen a los jóvenes manteniéndolos en el sistema escolar; los docentes deben asumir que su labor es esencialmente de formadores humanistas, que quienes son sus alumnos hoy serán sometidos a fuertes exigencias en su continuidad de estudios o en sus relaciones sociales una vez que egresen y por lo tanto, el currículo debe ser un instrumento, un medio, nunca una finalidad, para provocar en ellos la necesidad del crecimiento personal y en ellos mismos, la del perfeccionamiento profesional tanto en las materias pedagógicas como las del conocimiento del ser humano.
Nuestro desafío es una formación general de calidad que les permita acceder a los beneficios de la sociedad que estamos configurando hoy. Esto nos exige ser claros en nuestras decisiones y por ello es que proponemos fortalecer la enseñanza general, de modo que nuestros estudiantes al tener buenos resultados en las evaluaciones, puedan acceder a los beneficios y oportunidades que abren los mas años de escolaridad. No fue casualidad, que en el gobierno del Presidente Lagos nos propusimos doce años como piso para todos, entonces, es desde ese piso donde debemos comenzar a soñar lo que queremos para nuestros hijos y para todos los jóvenes de nuestro país.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Triquiñuelas no

Vengo llegando de un acto de la JUNAEB donde se lanza la “incorporación del chorito” en la dieta escolar para los estudiantes de Chiloé, pero en la misma presentación que realiza uno de los funcionarios, se señala que en 2007 ya se había introducido como una innovación regional, junto con la de los vegetales. A comienzos de la semana el Ministro Lavín anuncia las becas para estudiantes con resultados destacados en la PSU que opten por estudiar pedagogías, como una gran novedad los medios de comunicación optaron por hacer de ella una noticia de portada y muchos medios escritos editorializaron alabándola y ya la han comenzado a denominar como “la beca Lavín”; tal vez, porque el Ministro sabía de la baja difusión que su antecesora había hecho de esta iniciativa cuando se implementó en octubre de 2009, pretendió presentarla como “su” idea. No creen que existía? Vean aquí: http://www.chileclic.gob.cl/1542/w3-article-46960.html. A mí no me sorprende que pretendan engañarnos, ya el Presidente Piñera dijo durante su campaña que iba a mantener lo bueno que se ha realizado durante los gobiernos de la Concertación, pero lo que si me sorprende, es la actitud de querer presentar como ideas nuevas lo que ya existía.

Pareciera que esto fuese parte del doble estándar con el cual se ha manejado el gobierno y algunos funcionarios estos primeros meses: el presidente llamando a la unidad nacional en la mañana y en la tarde fustigando a la oposición y sus representantes, o Intendentes que se van de vacaciones a Sudáfrica en medio de período de inundaciones en sus regiones, pero que asumieron meses antes para hacer un gobierno eficiente. Sólo muestras de la incoherencia con la cual se ha manejado durante estos meses el gobierno, para que hablar de los múltiples conflictos de interés de funcionarios y del propio presidente, lo cual restringe ostensiblemente sus facultades para actuar, los inhabilita éticamente para actuar aun considerando que lo hagan por el interés público, e incluso, obligándolos a renunciar o vender.

No queremos un gobierno del más pillo o del más vivo, queremos un gobierno mejor. Si hay que mantener iniciativas que se han implementado en gobiernos anteriores, hay que mejorarlas si ello cabe, pero no pretender traficarlas como propias; si existen obras en curso, iniciadas en gobiernos anteriores, hay que terminarlas bien para beneficio de la gente. La pretensión fundacional propia de las mentalidades totalitarias es un fenómeno político y social del siglo XX y muy ajeno a nuestra realidad nacional, hoy no se puede pretender engañar a los ciudadanos por mucho tiempo. Recurrir a estratagemas de esta naturaleza constituye una burla para los ciudadanos que tarde o temprano termina minando la confianza, la credibilidad, algo tan necesario para el buen gobierno. A la seguidilla de errores iniciales, le siguió una estrategia comunicacional agresiva contra los gobiernos anteriores, contra sus obras, contra sus autoridades y relativizando sus logros; los resultados los hemos visto estos días en las sucesivas encuestas donde la imagen y popularidad del presidente y del gobierno distan mucho de ser confortables, más aún, los ciudadanos han castigado al gobierno por sus errores políticos a pesar de las buenas cifras económicas, a la gente no le gustan estas triquiñuelas.

Las oportunidades de esta crisis