miércoles, 19 de mayo de 2010

Y en salud, qué se hará?

En la última campaña presidencial, el actual mandatario prometió “cirugía mayor para la salud”. Así rezaba costoso letrero en ingreso norte a la ciudad. El nuevo director del servicio “quiere sacar salud de la UTI”. Deben haber tenido lapidarios diagnósticos de la salud chilena y provincial que los llevaron a tan contundentes declamaciones. Sin embargo, las primeras señales provenientes del sector son preocupantes y comienzan a inquietar tempranamente.
En primer lugar, nuestros vecinos aspiran a vivir en una ciudad que garantice y promueva un modo de vida donde la atención primaria de salud, el acceso universal y la protección permanente representen una opción política de sus autoridades. Nosotros, los ciudadanos, aspiramos a que nuestros gobernantes diseñen e implementen medidas que tiendan a mejorar el funcionamiento del sistema de salud, que señalen lo que debemos esperar respecto de medidas relacionadas con los medicamentos, con la tecnología que se incorporará, con el control de la calidad de los servicios que se prestan, con la acreditación de los recursos humanos, con los incentivos para el cumplimiento de metas o con los mecanismos de coordinación intersectorial. Necesitamos saber cuáles serán las prioridades del sector y cómo éstas se materializan en el espacio territorial. A la fecha, las declaraciones de las nuevas autoridades parecen no tener nada claro.
En segundo lugar, durante estos últimos años se ha venido fortaleciendo la capacidad de gestión descentralizada de los servicios de salud, con beneficios objetivos para la población, como la cercanía para la resolución de problemas, la personalización de la atención médica, la incorporación de recursos adicionales, la respuesta más oportuna y pertinente a las necesidades de las comunidades, la flexibilización de las alternativas de respuestas a los problemas de gestión y la innovación y promoción del mejoramiento de los recursos humanos y de la infraestructura sanitaria. Es evidente que la descentralización ha generado mejoras en el control del uso de los recursos humanos y materiales, en la eficiencia de los recursos financieros y en la participación de las personas en las fases de implementación de programas. Como corolario, ello ha redundado en el fortalecimiento del sistema de salud público. De las declaraciones de las nuevas autoridades nada se desprende respecto de los proyectos y prioridades sectoriales.
Tal vez sesenta días no son suficientes y estamos siendo demasiados exigentes, tal vez el terremoto ocurrido en la zona central ha distraído la atención en demasía a las nuevas autoridades, tal vez la evaluación que están haciendo de los funcionarios heredados les ha ocupado demasiado tiempo como para dedicárselo a las inquietudes anteriores…o será que tal vez el Presidente este 21 de mayo despejará todas nuestras dudas respecto de lo que se espera de ellos, de lo que harán en el quirófano y en la sala de tratamiento intensivo, espacios a los cuales harán pasar a la salud chilena y provincial? Tal vez estemos escribiendo de más y la próxima semana tengamos que retractarnos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Obras son amores

El viernes pasado el Alcalde de Castro rindió cuenta pública de la gestión del año 2009. Además de la asistencia de una gran cantidad de vecinos, me asombró la sintonía entre éstos y la autoridad. Se evidencia un fuerte vínculo entre las aspiraciones y sueños que tienen con los proyectos e ideas que éste impulsa y aborda. Una gran satisfacción sentí por la recepción y valoración de lo que se está realizando en educación y salud. Los mayores aplausos de la noche fueron para temas vinculados a estos servicios sociales, especial mención para las mejoras realizadas en el Consultorio y las gestiones para la construcción de uno nuevo en los altos de la ciudad; como también, el significativo aporte de la política de ampliación de cobertura en educación parvularia.

Ambos servicios son entregados a nuestros vecinos a través de la Corporación Municipal, que es la entidad administradora de los subsidios que los gobiernos central y regional otorgan a las personas para la prestación de los servicios de salud y educación. Esta Corporación administra estos recursos con eficiencia, es financieramente responsable, tanto que al día de hoy no tiene deuda ni con su personal, ni con sus proveedores, ni con entidad financiera alguna; es capaz de generar recursos adicionales para incrementar el valor de estos servicios; distribuye con responsabilidad los siempre escasos recursos ante las innumerables demandas de la población y de sus propios trabajadores; en muchos casos va más allá de su mandato para entregar mayores y mejores servicios a los vecinos, como son el transporte escolar a los estudiantes o la mejora de la calidad y cantidad de la canasta de medicamentos básicos en los establecimientos de salud primaria. Pero además, ha desarrollado la capacidad de anticiparse a las necesidades que en estas materias se presentarán a nuestros vecinos en los próximos años, para lo cual cuenta con una cartera de proyectos que permitirán a las autoridades centrales y regionales focalizar adecuadamente la asignación de los recursos.

Es indudable que el respaldo de los gobiernos de la Concertación se percibe en las innumerables obras que se han concretado e incluso que se terminarán durante este año, como el polideportivo, la renovación del Liceo Galvarino Riveros y la construcción del nuevo Consultorio. Más aún, tenemos una cartera de proyectos con diseño terminado esperando la asignación de recursos regionales o sectoriales, según sea el caso. Esperamos que el ritmo de inversión social y productiva no signifique una disminución con la llegada de este nuevo gobierno, ello significaría un retroceso para la ciudad que ha visto como ha mejorado su infraestructura urbana, las edificaciones públicas, los accesos y conectividad rural, el equipamiento de los establecimientos escolares y de salud, las construcciones de salas cunas y jardines infantiles, la reposición de escuelas y la construcción de viviendas como nunca antes se había construido en la ciudad.

Todos los gobiernos pretenden a lo menos superar lo realizado por sus antecesores, así fue la tónica de los gobiernos anteriores, esperamos que éste no renuncie a ese desafío y sus autoridades locales puedan sentirse orgullosas de haber sido partícipe de sus obras, así como hoy nos ocurre a nosotros con las obras de los gobiernos de la Concertación.

viernes, 30 de abril de 2010

Evaluando a Piñera

Según la segunda encuesta Adimark, entregada el día de ayer, las percepciones de la población respecto al nuevo gobierno no terminan de consolidarse. A las complejidades de un nuevo gobierno y de una nueva coalición política se ha sumado el terremoto, que se cruza en las evaluaciones. En su segunda medición, correspondiente a Abril, el presidente Piñera llega a un pobre 50% de aprobación, dos puntos menos respecto a marzo pasado. El mandatario mantiene una base de aprobación levemente menor al porcentaje del electorado que votó por él en la segunda vuelta. No obstante, el nivel de rechazo mostró una fuerte alza, llegando a 31%, un salto de 13 puntos respecto a la medición de marzo, siendo éste el cambio más significativo.

Cada día que pasa pareciera que menos chilenos lo admiran, baja en su apreciación entre las mujeres, entre los jóvenes, entre los mayores, entre los pobres, entre los ricos, en regiones y en Santiago. Pareciera ser que sólo los hombres reconocen más sus condiciones de hombre “activo y energético”, pero ya son menos los que creen que cuenta con “capacidad para resolver los problemas del país”. Y esto es importante, porque la baja en este atributo primero, es un signo temprano de la incapacidad que ha mostrado para construir y señalar un camino claro que se espera de un nuevo gobierno, no sólo para la recuperación de las áreas dañadas por el terremoto, sino que especialmente para comunicar la estrategia de un gobierno, y segundo, por la incapacidad para terminar la instalación de las nuevas autoridades, muchas de las cuales están sentadas en los escritorios de sus antecesores sin poder firmar pues no cuentan con las atribuciones que otorga el cargo bien nombrado, amén de múltiples chascarros.

Piñera no “genera confianza”. Es el segundo atributo en el cual más baja, a las suspicacias propias de sus indefiniciones en la venta de sus activos controversiales, se ha sumado la falta de respeto por una institucionalidad que él mismo ayudó a construir, como es la Alta Dirección Pública. Muchos creyeron que la nueva forma de gobernar sería con respeto a la institucionalidad, que habíamos avanzado en el respeto que le debemos a nuestras instituciones, sin embargo hemos sido testigos de cómo ministros e intendentes han hecho tabla raza de ello, presionando o derechamente destituyendo a quienes habían accedido por esa vía a la administración pública. Esperemos que esto no sea el inicio de purgas en las instituciones que deben mantener la independencia del ejecutivo, como aquellas instancias de control interno, tribunales de justicia o empresas autónomas.

“Piñera es el gobierno”, arrastra con su caída la mejor evaluación que del gobierno se tenía el mes pasado, ya que él le ha dado su impronta a un gabinete opaco, donde recién se insinúan las luces que podrían más que iluminar el camino, complicarlo tempranamente. En efecto, las mejores evaluaciones de Lavín y de Hinzpeter podrían tempranamente trasladar las miradas hacia una descarnada lucha por la sucesión y con ello, arrastrar la gestión de Piñera a un escenario donde los caudillos de la derecha siempre se han sentido complacidos. Habrá que ver cómo se comportan, estaremos pendientes.

miércoles, 31 de marzo de 2010

La sustentabilidad educativa

El desarrollo de una gestión sustentable pone el foco en la perdurabilidad del mejoramiento, ya sea en una organización escolar o en el conjunto del entorno local.

En los últimos veinte años hemos venido escuchando el término sostenible, perdurable o sustentable de manera insistente. Principalmente asociado a las demandas de mejoramiento del medio ambiente y al concepto de desarrollo socio-económico. Éste aparece por primera vez en el documento conocido como Informe Brundtland (1987), fruto de los trabajos de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, creada en Asamblea de las Naciones Unidas en 1983 y luego asumida en el Principio 3º de la Declaración de Río (1992), la cual señala que desarrollo sustentable consiste en “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”.

Por un lado constituye un imperativo satisfacer las necesidades como alimentación, ropa, vivienda y trabajo, pero si la pobreza es habitual, el mundo estará encaminado a catástrofes de varios tipos, incluidas las ecológicas; por otro, el desarrollo y el bienestar social están limitados por el nivel tecnológico, los recursos del medio ambiente y la capacidad del mismo para absorber los efectos de la actividad humana. Ante esta disyuntiva, se plantea la posibilidad de mejorar la tecnología y la organización social de forma que el medio ambiente pueda recuperarse al mismo ritmo que es afectado por la actividad humana. Así, se plantea que los límites al uso de los recursos naturales sugieren tres reglas básicas en relación con los ritmos de desarrollo sustentable: (1) ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación; (2) ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente; y, (3) ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sustentable. Si sólo aplicáramos estas tres reglas en las políticas públicas y en las actividades productivas, el bienestar de la sociedad sería indudablemente superior.

¿Cómo esto tiene consecuencias en la educación? Veamos. El desarrollo de una gestión sustentable pone el foco en la perdurabilidad del mejoramiento, ya sea en una organización escolar o en el conjunto del entorno local. El liderazgo sustentable considera, que tanto los directivos como el sistema escolar, deben facilitar la construcción de aprendizajes y cambios que perduren en el tiempo, y anticiparse a la situación que suele presentarse cuando hay recambio de directivos en los distintos niveles, en que muchos de los avances tienden a diluirse o perderse. Dicho en positivo, debe existir una consideración explícita por anticiparse a resolver la sucesión de los líderes sustentables, por lo que la formación de otros nuevos debe ser una preocupación permanente de los directivos actuales (se entiende de los directivos que promueven una educación sustentable). Otra preocupación debe ser la de generar liderazgos compartidos y no unipersonales dentro de las instituciones educativas, de modo de garantizar que las prácticas exitosas que se han instalado no se pierdan cuando haya cambios de directivos.

Pero tal vez lo más importante, es lo que la educación y el liderazgo sustentable promueven en la relación que se establece con el entorno. En este sentido, una escuela no debiera enfocarse a concentrar recursos –tanto financieros, como alumnos talentosos y capacidad de profesores- si es que ello se produce a costa de otras escuelas del entorno educacional, generándoles deterioro. De este modo, el liderazgo y la mejora educativa sustentable preservan y desarrollan el aprendizaje profundo para todo lo que se extiende y perdura, de modo que no se perjudique a quienes nos rodean y se genere un auténtico beneficio para ellos, hoy y en el futuro. Nuestro país aún tiene tareas pendientes para avanzar en la instalación de políticas, mecanismos de gestión e instrumentos legales soportables, viables y equitativos, que es el camino para tener un sistema educacional sustentable.

jueves, 25 de marzo de 2010

La importancia del liderazgo eficaz

Esta semana estuve en la conferencia que Viviane Robinson, Profesora de la Universidad de Auckland y Directora Académica del Centro para el Liderazgo Educacional, ofreció en nuestro país. Es tal vez la experta con mayores reconocimientos en materia de liderazgo educativo en todo el mundo. De manera sucinta, quisiera comentar algunas de las ideas por ella planteadas. Cinco dimensiones claves: el liderazgo eficaz establece metas y expectativas en su establecimiento escolar; busca y asigna recursos en forma estratégica; planifica, coordina y evalúa la enseñanza y el currículo; promueve y participa en el aprendizaje y desarrollo docente; y, asegura un entorno ordenado y de apoyo al trabajo escolar.

Según la investigación educacional acumulada, la promoción y participación en aprendizaje y desarrollo docente es la dimensión que más influye en los resultados de los alumnos y aquellos directivos que participan directamente con los docentes en el desarrollo profesional, sea formal o informal, su influencia es mayor. Porqué es tan potente está dimensión? Tiene una influencia simbólica: el “ver y sentir” a su jefe juntos a ellos genera una mayor comprensión de las condiciones que se requieren para alcanzar las metas del mejoramiento. Las instituciones escolares son centros laborales académicamente no jerarquizados por lo que existen mayores posibilidades de profundizar una relación profesional más productiva y eficaz.

Robinson insiste en que el liderazgo eficaz mejora los resultados de los alumnos, por ejemplo en comprensión lectora, resolución de problemas matemáticos y participación en clases; propone que la regla para medir el impacto debe ser en primer lugar el impacto sobre los alumnos y no sobre otros adultos. Es lo que he creído e impulsado por años: que antes de tomar una decisión, hay que preguntarse si ayudará a que los alumnos aprendan. Muchas veces los directivos están más apremiados por las carencias materiales –reales y ficticias- de sus establecimientos y olvidan el verdadero propósito de su liderazgo en las escuelas, muchas veces escuchamos que las carencias materiales son excusas para no innovar en desarrollo profesional o que las carencias valóricas de los estudiantes son un obstáculo para que estos aprendan cuando lo que debemos encarar como desafío profesional es precisamente dichas carencias para agregar valor a los estudiantes en la institución escolar.

En consecuencia, Robinson promueve el desarrollo de las capacidades de liderazgo en educación porque a mayor concentración de los líderes, de sus relaciones, trabajo y aprendizaje en su quehacer principal que es la enseñanza y el aprendizaje, mayor va a ser su influencia sobre los resultados de los alumnos. Es decir, el liderazgo le hace bien a las instituciones educativas y mientras más líderes educacionales se concentren en las escuelas, mayores serán las posibilidades de crecimiento profesional de los docentes y de aprendizaje de los estudiantes. Esto constituye un desafío mayor para nuestro sistema educacional caracterizado por la figura del “buen director” como aquel que tiene dominio sobre sus docentes especialmente cuando es capaz de opacar cualquier atisbo de controversia pedagógica o cuando se comprende a un mejor líder educativo como aquel que con fervor se opone a todo con el propósito de mantener notoriedad. El mejor líder educativo es aquel que integra el conocimiento pedagógico para crear relaciones de confianza y resolver problemas complejos en su unidad escolar.

El liderazgo educacional no es el liderazgo empresarial, es el experto en pedagogía, currículo y evaluación, por lo tanto, tenemos que reducir las exigencias a los directivos que distraen su atención de su quehacer principal: la enseñanza y el aprendizaje.

viernes, 5 de marzo de 2010

Ecos de una catástrofe

En general, se nos señala como una sociedad que carece de una ética cívica o de un marco valórico compartido. Algunos creen que en una sociedad pluralista no pueden existir referencias colectivas ampliamente compartidas, pues serían imposiciones que violentarían sino la conciencia, las creencias individuales. En mi caso, no comparto la exagerada reivindicación unilateral del individuo frente a la sociedad, que ha generado un débil sentido de lo público, lo que corre el riesgo de conducirnos a consolidar una perspectiva privatizante de la vida de las personas.
Pero tengo la sospecha de que hemos sido permeados por un individualismo extremo, que se expresa en múltiples formas de egoísmo social, algunas menos evidentes, como el desinterés por lo que ocurre en el entorno comunitario, por la baja participación organizada, por el consumismo sin sentido. Pero hay otras expresiones que son evidentemente escandalosas, como el endeudamiento suntuario y estas formas de violencia oportunista, de delincuencia demencial que no son más que expresiones de egoísmo social exacerbado. No me digan que la gente estaba al borde de la inanición luego de un día sin alimentos, para que hablar de los que en camioneta iban a participar de los saqueos. Esa “gente desesperada”, como dijo más de algún periodista o autoridad local histérica -y ellos incluidos-, han dado el más pueril de los espectáculos a las audiencias de los cinco continentes. Ahora entenderán en el exterior porque abundan las bandas de compatriotas que nuestros medios suelen presentar como “lanzas internacionales” (cual título de nobleza) que recién habían vuelto de tal o cual país cuando hacen noticias en las crónicas rojas de los medios de comunicación.
Tenemos que recuperar el sentido de la responsabilidad social: eso es la solidaridad, que no es un sentimiento, “es la firme convicción y perseverancia de trabajar por el bien común”; son “lecciones de auténtico patriotismo”, como lo entendía el Padre Hurtado. Muchos de los menores de 50 años no tuvieron en su trayectoria escolar educación cívica y moral, más del 80% de ellos tiene menos de 10 años de escolaridad, sólo los menores de 30 años están superando recién la educación media; es decir, tenemos un margen de vulnerabilidad enorme cuyas consecuencias son estas conductas vergonzantes de los últimos días. El sistema educacional y los educadores más allá de la escuela, podemos aportar mucho más para que nuestros conciudadanos tengan conductas sociales más responsables: más responsables con el prójimo, más responsables con el medio ambiente, más responsables con la comunidad a la cual pertenecemos, más responsables con los patrimonios que tenemos y que forman parte de nuestro capital cultural.
Son muchas las lecciones que podemos sacar de esta catástrofe que lamentamos profundamente, cada cual en lo que le corresponde o en el ámbito de sus competencias: los ingenieros por los caminos y puentes que se cayeron, los constructores por las casas y edificios que se partieron, las autoridades por la oportunidad en las decisiones que tomaron, pero nosotros, los educadores, no podemos justificar ni las conductas ni las revanchas vergonzosas, que humillan la condición humana. Y cuando me refiero a los educadores, permítanme incluir no sólo a los profesores, sino también a los comunicadores sociales, a los sacerdotes y evangelistas, a los líderes comunitarios y dirigentes sociales, a todos quienes tienen responsabilidad en la formación ética y valórica de nuestros vecinos. Tenemos un gran desafío: aprender a convivir mejor… y esa es también una tarea urgente.

miércoles, 3 de febrero de 2010

UNA SOCIEDAD INJUSTA NO


La educación de las personas determina cómo se vivirá en la edad adulta, tener un mayor nivel de educación significa que se tendrán ingresos más altos, una mejor salud y una vida más larga. En el mismo tenor, los costos financieros y sociales de largo plazo del fracaso educativo son elevados. La gente sin las aptitudes para participar social y económicamente genera costos más altos para la salud, el apoyo al ingreso, el bienestar de la infancia y los sistemas de seguridad social. Así que un sistema justo e incluyente que permita que todos dispongan de las ventajas de la educación es una de las palancas más eficaces para que la sociedad sea más equitativa. Un sistema inequitativo, que asegura a unos una educación de mejor calidad y a otros una de peor calidad, lo que en el fondo está promoviendo es que los que tendrán una buena educación, tendrán una mejor salud, mejores empleos, mayores ingresos, pero también tendrán mayores impuestos para mantener a quienes hoy tienen una mala educación, porque ellos tendrán los peores empleos, mayores problemas de salud, menores ingresos, no pagarán impuestos y requerirán el apoyo social a través de subsidios y programas especiales. En definitiva, los privilegiados con una buena educación, tendrán que asumir los costos de velar por quienes no la tienen hoy. Así se reproduce una sociedad injusta.
La educación se ha ampliado considerablemente en los últimos veinte años, pero las esperanzas de que eso originara automáticamente una sociedad más justa se han hecho realidad sólo en forma parcial. Las mujeres han logrado avances espectaculares, pero la movilidad social en general no ha aumentado y para algunos las desigualdades en ingresos y riqueza si han aumentado.
La equidad en la educación tiene dos dimensiones. La primera es la imparcialidad, básicamente significa asegurar que las circunstancias sociales y personales, como el sexo, la condición socioeconómica o el origen étnico, no sean un obstáculo para realizar el potencial educativo. La segunda es la inclusión, es decir, garantizar un estándar mínimo básico de educación para todos; por ejemplo, que cada persona sepa leer, escribir y hacer operaciones simples de aritmética. Las dos dimensiones están estrechamente entrelazadas: atacar el fracaso escolar ayuda a superar los efectos de las privaciones sociales que a menudo provocan dicho fracaso.
Y cuando se trata de la inclusión, muchos estudiantes tienen dificultades con la lectura y corren el riesgo de dejar la escuela sin haber adquirido las aptitudes básicas para trabajar y vivir en el siglo XXI. Adquirir las aptitudes necesarias en matemáticas y lectura en muchos casos es particularmente difícil, quienes a menudo salen perdiendo en ambos frentes: rendimiento más bajo y origen socioeconómico bajo. Entre las propuestas para superar esos obstáculos está fortalecer el cuidado y la educación en la infancia temprana, no clasificar a los estudiantes con retraso escolar para una educación especial, mejorar la enseñanza del lenguaje y reforzar el desarrollo profesional de los docentes para que aborden el retraso escolar.
Todos podemos hacer más para que exista menos injusticia. La estructura rudimentaria de nuestro sistema educativo afecta la equidad. Tradicionalmente, hemos clasificado a los estudiantes de acuerdo con sus logros. Las pruebas de estudios de primaria y de secundaria indican que ese tipo de clasificación puede aumentar las desigualdades y las injusticias, sobre todo si ocurre a principios del proceso educativo. Esta clasificación también puede debilitar los resultados generales. Seleccionar alumnos con base en los logros educativos tiende a crear grandes diferencias sociales entre las escuelas. También aumenta el vínculo entre el nivel socioeconómico y el rendimiento —tiende a acelerar el avance de los que ya han obtenido el mejor arranque en la vida gracias a sus padres— y también se relaciona con un rendimiento más sólido en el límite superior de la escala en matemáticas y en ciencias. La selección socioeconómica que algunos colegios hacen de los padres de sus alumnos fortalece esta realidad injusta.
Los directivos de las escuelas pueden aportar su grano de arena. Los estudiantes que avanzan con dificultad dentro del sistema enfrentan un riesgo adicional conforme llegan a los últimos años de la educación obligatoria, la falta de elecciones futuras y un riesgo alto de deserción en general. Las razones para desertar incluyen desilusión con la escuela, la falta de apoyo en la familia, experiencias negativas de aprendizaje y tener que repetir años por un rendimiento deficiente.
La mejor medida es prevenir el riesgo de deserción tan pronto como sea posible. La educación básica debe apoyar y ocuparse de los que avanzan con dificultad en la escuela así como de los que sobresalen. Una forma de mejorar el rendimiento y de evitar la deserción es identificar pronto a los estudiantes en riesgo y actuar de inmediato. Eso significa supervisar la información sobre asistencia, rendimiento y participación en las actividades escolares, y tener una respuesta concreta para mejorar los resultados y evitar la deserción.
Los profesores no necesitan esperar cambiar el sistema para avanzar en construir más equidad y justicia social. Lo que sucede en el aula obviamente afecta a la equidad, pero las relaciones entre la escuela, los padres y la comunidad también importan. El aprendizaje del estudiante se beneficia de una relación eficaz entre la casa y la escuela; pero un apoyo insuficiente en el hogar puede frenar el avance de niños de origen deprivado. Hacer que los alumnos repitan el año si no mantienen el nivel del curso es una opción popular, pero tiene altos costos personales, familiares y sociales y hay pocas pruebas de que los niños se beneficien al hacerlo. Los altos porcentajes de alumnos que repiten el año deben reducirse fomentando otros enfoques en el aula. Es posible mejorar los conocimientos en el aula con métodos como la evaluación formativa, un proceso que proporciona información sobre el desempeño al estudiante y al maestro; y que en respuesta, adapta y perfecciona la enseñanza y el aprendizaje, sobre todo de estudiantes en riesgo. Las estrategias de “recuperación de lectura” —intervenciones profundas y breves de lecciones individuales— pueden ayudar a emparejarse a muchos alumnos con deficiencias en esta área.
También, suponer que la tarea mejora el desempeño puede amenazar la equidad, ya que algunos niños no cuentan con el apoyo necesario de sus padres para generar resultados. Pero fomentar la participación de los progenitores, trabajar con los niños en la casa y hacer que intervengan de manera activa en las actividades escolares, sí mejora los resultados. Las escuelas que promueven la participación de los padres y los ayudan para que apoyen a sus hijos en el trabajo escolar tienden a obtener mejores resultados. Para que eso funcione, las escuelas deben dirigir sus esfuerzos a mejorar la comunicación con los padres en los hogares que carezcan de lo más indispensable y ayudar a crear ambientes familiares propicios para el aprendizaje. Los talleres de tareas en la escuela, en las horas complementarias, también pueden ayudar a los alumnos que cuentan con escaso apoyo en casa.
La calidad de la enseñanza es un problema. Las escuelas con alta concentración de familias de nivel socioeconómico bajo, tienen la mayor necesidad de maestros con experiencia, pero las escuelas “difíciles” sólo están disponibles para los maestros que tienen menos experiencia, es común que los buenos profesores busquen ser premiados con traslados a las escuelas “fáciles”. Debiera ser un incentivo profesional el desafío de trabajar en esos planteles, cómo el desafío del ingeniero con los obstáculos de la naturaleza cuando construye un camino.
En definitiva, los resultados de una escuela dependen de quiénes son sus alumnos tanto como de la calidad del plantel. Este nuevo año escolar puede ser para todos una oportunidad para reflexionar sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo y de que podemos hacer personal y colectivamente para hacerla más equitativa y justa.

Las oportunidades de esta crisis