jueves, 29 de noviembre de 2007

¡ PISA 2006 ! Los resultados cuando? (Fuimos los primeros en Chile en dar a conocer estos resultados)

Hemos estado conociendo los primeros resultados de la prueba PISA 2006 tomada a los alumnos de 15 años de los países miembros de la OCDE y en la cual nuestro país participó. Como era de esperar, los resultados eran los esperables, es decir, nada diferente de lo que ya conocemos en materia de resultados de la calidad de los aprendizajes de nuestros estudiantes.

Chile ocupa el lugar 40 de entre 57 países participantes, donde Finlandia vuelve a destacar con los resultados más altos, le sigue Hong-Kong/China y Canadá. Mientras Finlandia alcanza 563 puntos, nuestro país sólo llega a los 438 puntos; 125 puntos nos separan de la mejor educación del mundo, y a 53 puntos del promedio de la OCDE. Estamos al nivel de Serbia y Bulgaria.

Las buenas noticias: alcanzamos el primer lugar de los países latinoamericanos que dieron la prueba, somos estadísticamente mejores que Uruguay (428), que México (410), que Argentina (391), que Brasil (390) y que Colombia (388). Estamos terceros en América, después de Canadá (534) y de Estados Unidos (489), que ocupa el lugar 29 del ranking.

Como no participamos en la evaluación de 2003, no sabemos si hemos mejorado.
Ver más en http://www.magisnet.com/articulos.asp?idarticulo=3065

martes, 23 de octubre de 2007

Más sentido que contenidos

En el actual debate educativo los retos de la calidad y equidad sólo pueden pensarse y comprenderse mejor en un marco más amplio que la especificidad del sistema educativo. Es una oportunidad para vincular con las otras dimensiones de la sociedad, especialmente porque las condicionantes sociales, económicas, políticas y culturales son muy significativas. Más importante aún, porque al inicio del siglo XXI y con miras a la celebración del Bicentenario de nuestra República, se presenta una oportunidad para replantear los significados de nuestro porvenir y porque además –como lo fue en el Centenario-, las próximas generaciones juzgarán nuestras posiciones y opciones con particular interés, especialmente cuando han sido ellas las beneficiadas o afectadas. Entonces, lo que hagamos o dejemos de hacer hoy debe tener un significado de largo plazo, de otra manera nuestras propuestas podrían ser vistas como una estrategia de acomodarnos con el presente.

Abordar el mediano y largo plazo es urgente. A pesar de la vertiginosa velocidad con que cambian y cambiarán seguramente las sociedades futuras, el sustrato cultural, económico, social y político que configura nuestra actual sociedad genera altos niveles de disconformidad sino de descontento que nos interpela a hacernos cargo y plantear soluciones de largo alcance. En esta dirección, me preocupa la falta de un planteamiento inicial acerca del sentido de nuestro sistema educacional, especialmente en el ámbito de nuestra convivencia social, lo que la Comisión Delors denominó el “aprender a vivir juntos”. Cobra especial relevancia la enseñanza de valores como la responsabilidad social y la solidaridad. La discusión acerca de los fines nos debiera obligar a reflexionar responsablemente sobre la creciente diversidad y heterogeneidad de nuestra actual sociedad y de la sociedad global de la cual somos miembros.

Pareciéramos estar agobiados por la urgencia de la eficiencia. Si bien debemos responder a sus demandas, tenemos que hacer un esfuerzo por compatibilizar sus retos de autonomía, privatización, descentralización, con los valores permanentes de la política como son la profundización de la democracia, la equidad y la solidaridad. No podemos aceptar que se nos sitúe entre tener que elegir entre eficiencia y justicia social; es perfectamente compatible introducir en el sector público los factores de dinamismo que le permitan tener una oferta de muy buena calidad, sin tener que recurrir al sector privado, como podría ser al fortalecer la capacidad de demandar mejor educación a los padres a través de los Consejos Escolares. En otras palabras, esto significa que tenemos que equilibrar nuestras preocupaciones entre lo que la educación aporta a la economía y al desarrollo económico y lo que aporta a la distribución democrática del conocimiento y al desarrollo social. Fortalecer a los actores es trabajar con ellos, haciéndolos protagonistas; frente al mercado, la competencia y la regulación, podemos señalar que también hay otra vía: fortalecimiento de la capacidad de demanda social para garantizar equidad en la educación de calidad.

La selección de estudiantes o la elección de las familias. Tomo posición: tenemos que apoyar decididamente el fortalecimiento de la capacidad de elección de las familias. La selección y la democracia no se combinan fácil ni espontáneamente, nuestro sistema educativo selecciona severamente y mientras esto se mantenga seguirán existiendo límites a la democratización de la sociedad, expresados principalmente en el acceso a la educación superior, a las mejores instituciones de educación superior, a los mejores puestos de trabajo y a las mejores posiciones de poder político. En definitiva, la masificación nos ha traído nuevos desafíos que debemos enfrentar no con los instrumentos del pasado, como la selección académica o capacidad de pago de las familias, sino con medidas de acción positiva que favorezcan a los que tienen y han tenido menos recursos y oportunidades. Las instituciones, formas y estilos pedagógicos deben acoger sin limitaciones la diversidad y debemos colocar la demanda de homogeneidad en los productos, en los resultados que esperamos que el sistema escolar aporte a la sociedad.

Sobre los profesores. Nuestra estrategia política debiera hacer un fuerte énfasis en la selección, capacitación permanente y carrera profesional de nuestros docentes. Proponer una política firme y sostenida para que quienes elijan ser profesores lo hagan no como una opción secundaria o transitoria; vincular los primeros años de formación a la practica docente; vincular la capacitación en servicio estrechamente a las necesidades de cada institución educativa y
capacitación disciplinaria individual; proponer una carrera docente que reivindique su condición profesional, de autonomía en la toma de decisiones y de mayor responsabilidad en los resultados. Si la descentralización apunta a la autonomía del establecimiento, tenemos que equipar al docente para que se haga responsable por los resultados de la autonomía que goza para tomar decisiones que tienen que ver con el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Sabemos que el mejoramiento de la calidad de la educación está asociado a establecimientos donde existen una serie de características que los identifican, que les dan cierta identidad institucional, que tienen un cierto liderazgo de parte de su director, un proyecto pedagógico, un equipo de trabajo donde se acumulan tradiciones y maneras de solucionar los problemas. Todo eso exige autonomía. Pareciera ser que pocos se atreven con los sentidos de nuestro sistema educativo y muchos esconderse en los contenidos, en las herramientas, en los mecanismos.

jueves, 27 de septiembre de 2007

No siempre lo deseable es factible

Efectivamente, esto es lo que la Presidenta parece querer recordarnos cuando en aras de lograr “el máximo de calidad para los que no pueden elegir”, dice estar disponible para reducir su propuesta de acotar la selección a un cambio de estructura de nuestro sistema escolar. Esto plantea un doble desafío, primero para el propio gobierno, quien debe esforzarse por definir una estrategia de argumentación empírica y valórica tendiente a ofrecer a los ciudadanos las razones que lo llevaron a tomar esta decisión, argumentar y explicar, pero también, replicar a la derecha en sus argumentos de convertir la selección en el principal camino a la excelencia académica. Si se comunican oportuna y persuasivamente las razones de las decisiones que se toman, los acuerdos que se alcancen no serán vistos como arreglos de intereses que sólo satisfacen las metas políticas y las demandas sectoriales. Pero también es un desafío para la oposición, ésta tiene que entender que lo que se le pide al gobierno también le es exigible; es decir; también debe ser transparente a la hora de plantear sus posiciones especialmente cuando estas constituyen verdaderos vetos a la mayoría política expresada en el Congreso Nacional. La Presidenta es realista, está consciente de que su gobierno tiene límites legales, políticos e informativos, y que la oposición condiciona sus actos de gobierno, que por lo demás, es propio de los regímenes democráticos.

Tenemos que aprovechar este momento, es la oportunidad para consolidar el núcleo de lo que hemos venido construyendo en la última década en materia educacional y ser capaces de valorar tanto aquello que ha significado un aporte a la construcción de un país más tolerante y democrático, como lo que ha sido un aporte al crecimiento económico de este tiempo. Hacer esta distinción otorgará estabilidad a las políticas educativas que han permitido al país avanzar. Luego abordaremos aquellos aspectos periféricos, aquellos programas que necesariamente deben acomodarse a las condiciones económicas, sociales y políticas siempre cambiantes. Así como el país tiene derecho a la estabilidad, los gobiernos tienen el derecho a poder hacer los cambios que requieran para la implementación de las políticas que ofertaron y por las cuales la ciudadanía los votó. Cuando no se entiende lo anterior, lo que predomina en la discusión pública son las teorías tipo “desalojo” que están en la raíz de los cambios traumáticos de los cuales la experiencia política de nuestro país y de nuestra región bien saben. Si somos capaces de identificar y afirmar un consenso sobre los aspectos básicos de nuestro sistema escolar, bien podremos hacer los cambios necesarios para perfeccionarlo.

En este sentido, en el ámbito de la institucionalidad necesaria para aspirar a una educación de calidad para todos, me atrevo a proponer el perfeccionamiento de la descentralización iniciada en la década de los ochenta y otorgar la autonomía a los gobiernos locales en materias de gestión escolar, garantizando su financiamiento y generando mecanismos de apoyo para el equipamiento técnico de los municipios. Estos necesitan mayores atribuciones administrativas, tanto en los ámbitos de los recursos financieros como del personal, para que puedan asumir la responsabilidad que se les atribuye por los resultados de los
aprendizajes de los estudiantes de los colegios que administran; así como también, responsabilizarlos de la supervisión técnico pedagógico de los mismos. Todos los sistemas escolares exitosos tienen un mando único, esa es la forma que permite generar un ambiente de mayor responsabilización y de una exigencia ciudadana permanente por la calidad. Mantener la situación actual sólo genera confusión en los directivos escolares y una ambigüedad que termina paralizando las innovaciones y la creatividad. Los municipios, como todo empleador, necesitan evaluar a sus docentes y actuar en consecuencia. ¿Cómo pueden comprender los padres que los profesores de sus hijos en los colegios municipales son evaluados por consultores externos que le han visto una vez cada cinco años como trabajan? Sólo con más autonomía se puede tener más responsabilidad. Pero también, el Ministerio de Educación que necesitamos para el siglo XXI no es aquel que llevó la cultura y los valores nacionales a cada rincón del país en el siglo XIX; son las familias y los propios estudiantes los depositarios del control efectivo de la calidad de la educación que imparten los establecimientos escolares, para lo cual sólo requieren información adecuada sobre el desempeño de los directivos, de los docentes de sus hijos y de los administradores locales para tomar las decisiones efectivas. Necesitamos un Estado orientador, evaluador y compensador, no un aparato atropellador, con discursos difusos y funcionarios sin convicción, que se evalúa asimismo y que es incapaz de generar el conocimiento para ofrecer los apoyos adecuados. Requerimos una institucionalidad que promueva y genere ambientes de cooperación y confianza entre los actores y no exacerbe la competencia y provoque el aislamiento con políticas fundadas en la diferenciación como valor de mercado –amparadas en la libertad de enseñanza-, sino una que sea consciente de la necesidad de la colaboración, que premie y promueva la asociación en torno a los propósitos deseables de la comunidad escolar, que fortalezca la capacidad de autogestión y mejoramiento permanente de las practicas administrativas y pedagógicas en nuestras escuelas, y que por sobre todo, invite a los ciudadanos a respetar y valorar a nuestros profesores, base fundamental de la formación valórica de nuestros estudiantes de hoy, trabajadores y ciudadanos de mañana.
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20070905/pags/20070905194651.html

jueves, 30 de agosto de 2007

Oportunidad para una reforma de verdad

Sabemos cómo el gobierno y la oposición pretenden resolver los problemas de nuestro sistema educacional. Esto nos dicen tanto con el proyecto de LGE, cuya idea de legislar se ha aprobado con el rechazo de la oposición, y con la propuesta presentada por la derecha recientemente, la que pretendían imponer como alternativa al proyecto del gobierno.

Más allá de lo anterior, que no quedará sino en lo anecdótico de esta discusión, a lo que debemos abocarnos es a mejorar la propuesta que ha iniciado su trámite legislativo de tal manera que permita al país tener un sistema educacional moderno, eficiente y que logre resultados socialmente satisfactorios, tanto para los aspectos formativos como académicos de nuestros estudiantes. La trascendencia de estas decisiones importa seriedad en las argumentaciones y no caricaturizar las del adversario pretendiendo con ello una legitimidad o autoridad que no contribuye ni está a la altura de los desafíos que tenemos. Lo anterior no implica que sólo el debate experto sea el relevante; más aún, una reforma educacional es ante todo una reforma política de implicancias insospechadas para la formación ciudadana, técnica, profesional y científica cuando se carece de claridad en los sustentos. Por lo tanto, este no es el espacio para fabricarse satisfacciones personales o pretender imponer o consolidar una visión no mayoritaria del modelo educativo que queremos para nuestras escuelas, especialmente para las escuelas públicas.

Patricia Matte, “la ideóloga de la propuesta de la oposición” ha desmentido a la Ministra de Educación al señalar que “En la pura forma, a lo mejor es un 50% similar; pero el fondo es absolutamente diferente” (19/07), respecto de los grados de coincidencia que la segunda señalaba tendrían las propuestas del gobierno y de la oposición sobre las reformas que se pretenden a la LOCE. Esto es efectivo, existe un fondo de discrepancia mayor entre lo que pretende la derecha hacer en educación y lo que ha señalado el gobierno en su proyecto de ley. Si bien esta última puede y debe mejorarse en los aspectos instrumentales, como la integración en un cuerpo legal de los temas relevantes del marco regulador como la superintendencia, el valor diferenciado y modalidad de cálculo de la subvención escolar y la institucionalidad de un sistema de aseguramiento de la calidad, existen aspectos que dan cuenta de la profundidad de estas discrepancias.

En primer lugar nos resulta llamativo que la derecha no se pronuncie sobre los profesores y el Estatuto Docente, a los cuales ha demonizado los últimos años al señalarlos como los causantes de todos los males de la educación municipal; el gobierno tampoco lo hace, pero los primeros tenían la oportunidad de ofrecer algo mejor a nuestros docentes. La derecha no tiene alternativa para los profesores o hace cálculos que desconocemos y que debieran explicitarse en el debate. Hemos dicho que el Estatuto Docente es injusto, contiene restricciones y mayores obligaciones para los municipios, quienes además deben tomar decisiones incluyendo criterios sociales y políticos que incrementan los costos y disminuyen los beneficios; lo contrario hacen los privados. Alienta la permanencia y desincentiva la renovación docente en los municipios; lo contrario provoca en los privados.

Pretender mejorar la educación que se imparte en las escuelas municipales sin introducir modificaciones estructurales, es no conocer las limitaciones objetivas a la gestión que en estas se tienen. La propuesta de la derecha al minimizar el rol del Estado descuida todas las escuelas rurales y de aquellos sectores en los cuales no es conveniente la instalación de la oferta privada. En estos sectores no rentables los padres por más información que tengan difícilmente podrán “comprar” otro servicio educativo que el de la escuela de siempre, lo mismo ocurre para las familias de los sectores marginales para los cuales el costo de traslado a la escuela que le gustaría para sus hijos, hace imposible la movilidad. Esperamos que nuestros congresistas puedan incorporar correcciones que renueven la ambición de nuestros docentes para enseñar con pasión, colocando incentivos más que castigos, relevando el deber profesional por sobre un falso derecho de acceder a un mal llamado perfeccionamiento que difícilmente podrá superar las falencias de la formación inicial o responder a las necesidades generadas en la comunidad escolar en la cual se desempeñan.

En segundo lugar, creo que hay que abordar con decisión el término de las prácticas discriminatorias y de selección en el conjunto del sistema subvencionado, especialmente privado, es un complemento ineludible, especialmente la de carácter socioeconómico, que es la que profundiza la segmentación social de las escuelas y de sus resultados escolares. Si no se mantiene la determinación de eliminar la selección abierta y encubierta, a lo menos en toda la enseñanza básica, las “buenas escuelas” generarán practicas sofisticadas de selección de buenos alumnos y excluirán a aquellos de más bajo desempeño real o potencial y podríamos terminar premiando a las escuelas que han sido hábiles en excluir a los niños con mayores desventajas y castigando a las que han trabajado en los contextos social y educativamente más difíciles. Aquí quiero reiterar la pregunta que hiciera nuestra Presidenta el 21 de mayo en el Congreso Nacional: "¿es propio de una ética integradora que con recursos públicos se excluya a parte de nuestros niños, especialmente a los más vulnerables?”.

Tenemos que colocar incentivos poderosos para construir una sociedad más integrada y de ambas propuestas, la del gobierno se acerca más a estos planteamientos. Expertos como la OCDE han señalado esta falencia en nuestro sistema y pareciera que estamos comportándonos como en el dicho de que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Los municipios sufren un acoso permanente por efectos de la libertad de localización de la cual gozan los operadores privados en las zonas en las cuales no existe déficit de cobertura. La derecha ha ofrecido a los sostenedores privados la posibilidad de otorgar legitimidad democrática a un ámbito de negocios socialmente discutido y con la perspectiva de ampliarlo a costa de que los establecimientos municipales que no tengan resultados satisfactorios deban ser licitados, ¿a quienes?, a los privados, que seguirán gozando de la posibilidad de seleccionar socioculturalmente a las familias de sus alumnos, consagrando la segmentación social de nuestras escuelas y ciudades.

Se está sobre dimensionando la necesidad de tener escuelas más eficientes, por sobre el imperativo ético de tener un sistema educacional más equitativo. Hay que tomar medidas más audaces que modifiquen sustancialmente el modelo de reproducción social que se está creando a partir de la calidad de las escuelas que tenemos, porque lo que se avizora es la misma estratificación en la educación superior, como una cadena natural, como un pasadizo predeterminado que impide la integración y la cohesión social. http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/edic/2007_08_13_1/home/home.html

El Maletín Literario y la Promoción de la Lectura

A propósito de la iniciativa gubernamental del “maletín literario” han surgido unas voces señalando sugerencias para su mejor implementación y otras para promover la lectura en nuestra población, pero también, hemos conocido algunas experiencias que se estarían iniciando con el objetivo de que nuestros alumnos lean más y mejor. Primero quisiera recordar que desde 2003 la Región de Los Lagos está certificando la competencia lectora en los alumnos de primero básico en el “día regional de la lectura”; lo mismo está haciendo desde 2006 la comuna de Maipú, con el “día comunal de la lectura”; ambas el 12 de julio, en conmemoración del natalicio de uno de nuestros Premios Nobel, en este caso el de Pablo Neruda. En esta fecha los alumnos reciben una “certificación de su competencia lectora”; que es el primer gran reconocimiento al logro académico más trascendente de su infancia. Cuando las personas aprenden a leer ganan en libertad, son más autónomas, comienzan a soñar mundos nuevos a los que acceden a través de la lectura, a aprender por si mismas, a acceder a información que seleccionan. En definitiva, aprender a leer es un hito transformador que no puede pasar inadvertido en el proceso educativo y más allá de cumplir con un indicador de eficiencia institucional, debe ser reconocido como el momento más significativo de la vida académica de nuestros niños: su “primer título” y reconocimiento social de éxito escolar.

En segundo lugar, me parece inexplicable que reconociendo la importancia de la necesidad de mejorar la comprensión lectora en la vida de las personas, de su impacto en la productividad del país, en la calidad de nuestra democracia, aún se carezca de una política nacional que impulse la lectura temprana de manera decidida. Estos esfuerzos regionales, comunales y de algunas escuelas, dan cuenta de la necesidad de otorgar recursos para que autónomamente estos niveles puedan definir sus estrategias o continuar más sistemáticamente con las que están llevando a cabo con mucho esfuerzo. El Ministerio de Educación debiera fijar una política de apoyo donde quepan las diversas iniciativas que se están desarrollando y que fortalezcan la integración de la comunidad y de la familia para generar un ambiente que promueva la lectura efectiva en nuestras escuelas. El “maletín literario” anunciado por la Presidenta puede ser una inversión vistosa pero poco efectiva si no se complementa por ejemplo, con medidas como las que comentamos.

En tercer lugar, quisiera señalar que aquí tenemos una gran oportunidad para dar un sentido a la gestión de nuestras escuelas. Muchas veces hemos escuchado que la gran reforma educativa que hemos venido implementando durante estos años carece de la adhesión necesaria y de un sentido movilizador para nuestros docentes y que en ello estaría la razón fundamental de la carencia de compromiso y entusiasmo con estos cambios y con los éxitos alcanzados. No deja de existir cierta razón en esta crítica, pues muchas de estas medidas han sido “bajadas” –y siguen siéndolo- desde el nivel central del sistema e implementadas con la misma rigidez tanto en la escuela de Futaleufú como en la de Pudahuel. Esta es una oportunidad para apoyar la generación de espacios de autonomía en las escuelas y el desarrollo del profesionalismo de nuestros docentes. Este es un espacio privilegiado para que los directores de escuela puedan definir las metas a lograr y los recursos a utilizar. No hay excusa para que los alumnos no puedan leer el primer año en la escuela, como no la hay para que el profesor no enseñe eficientemente sino con uno, con otro método, pues debe tener la libertad de elegir como enseñar, ser tratado como profesional, y no adscribir involuntariamente a metodologías que no domina o verse expuesto a asistir a mini cursos para ser habilitado, lo cual nunca logrará. Aquí se juega el profesionalismo docente, si éste no es capaz de que sus alumnos aprendan a leer, difícilmente podrá enseñarle las matemáticas, las ciencias, transmitir la cultura o la formación cívica necesaria para la convivencia social.

La iniciativa del maletín literario, siendo una buena idea, puede convertirse en un elemento extraño para las familias, incomprendida o un despilfarro de recursos por los especialistas y carente de sentido para la comunidad, sino es acompañada de un esfuerzo de coordinación con quienes tienen las atribuciones, la voluntad y el entusiasmo de transformarla en una gran idea para el país. La Presidenta nos ha planteado un desafío para con las familias más modestas, es nuestra responsabilidad no construir argumentos para descalificarla anticipadamente.

martes, 24 de julio de 2007

La difícil convivencia escolar

El hecho de que las escuelas aparezcan a menudo en noticias policiales nos preocupa seriamente a todos los miembros de la comunidad educativa. En efecto, los episodios de violencia en nuestros colegios parecen tener una gran capacidad de atraer la atención pública, causando lo que hoy día se ha dado en denominar una alta «alarma social», por lo que la aparentemente nueva lacra de la violencia escolar se añade a las ya innumerables fuentes de demanda y presión social con que nuestras escuelas y nuestro profesorado deben enfrentarse. El vandalismo y la agresión física son estrictamente fenómenos de violencia; en el primer caso, contra los bienes; en el segundo, contra las personas. A pesar de ser los que más impacto tienen sobre las comunidades escolares y sobre la opinión pública en general, los registros indican que son muy limitados en el total de los casos de conducta antisocial que se registran en los establecimientos escolares. Pero ahí están, para copar la agenda: “abusos deshonestos”, “acusación a docente”, “toma de colegio”, “narcotráfico escolar”, “riñas entre estudiantes”, “agresión de apoderados”.

En el debate acerca de la violencia y el comportamiento antisocial en las escuelas subyacen cuestiones y retos de gran alcance y con profundas implicaciones para nuestra sociedad. Lo que «nos estamos jugando» aquí, es si la escuela puede continuar siendo un instrumento de cohesión social y de integración democrática de los ciudadanos, o de si es un escenario donde se replican a menor escala los conflictos de las familias y de la comunidad, siendo ésta sólo un reflejo de lo que allí ocurre. Creemos que las medidas de atención a la diversidad, el aprendizaje de la convivencia, la educación en actitudes y valores, se muestran como prioridades irrenunciables para la educación institucionalizada. Sin embargo, el carácter no estrictamente académico choca, a veces incluso con dureza, con ciertas culturas profesionales y personales de directivos y con la propia practica docente, y aún mucho más, con ciertas posiciones ideológicas en política educativa y curricular; y esto es así sobre todo en el ámbito de la educación media, el nivel del sistema educativo donde siempre se concentran los grandes debates de fondo sobre la educación.


El riesgo de fragmentación social y cultural, y de deterioro de la escuela como espacio público y ciudadano que tales posiciones sin duda implican, hacen aún más urgente la toma de conciencia de los actores educativos acerca del auténtico alcance de la responsabilidad que tenemos sobre este tema, y del esfuerzo por distinguir los deberes permanentes con la formación de nuestros niños y jóvenes, con los afanes por usar las comunidades escolares como instrumentos de promoción de intereses personales, de espacios de competencia de poderes o de escenarios de notoriedad comunicacional. Esto último constituye una abierta manipulación de los estudiantes y de sus familias en su legítima aspiración de dejarles la mejor de las herencias posibles: una buena educación.

viernes, 13 de julio de 2007

El Maletín Literario y la Promoción de la Lectura

A propósito de la iniciativa gubernamental del “maletín literario” han surgido unas voces señalando sugerencias para su mejor implementación y otras para promover la lectura en nuestra población, pero también, hemos conocido algunas experiencias que se estarían iniciando con el objetivo de que nuestros alumnos lean más y mejor. Primero quisiera recordar que desde 2003 la Región de Los Lagos está certificando la competencia lectora en los alumnos de primero básico en el “día regional de la lectura”; lo mismo está haciendo desde 2006 la comuna de Maipú, con el “día comunal de la lectura”; ambas el 12 de julio, en conmemoración del natalicio de uno de nuestros Premios Nobel, en este caso el de Pablo Neruda. En esta fecha los alumnos reciben una “certificación de su competencia lectora”; que es el primer gran reconocimiento al logro académico más trascendente de su infancia. Cuando las personas aprenden a leer ganan en libertad, son más autónomas, comienzan a soñar mundos nuevos a los que acceden a través de la lectura, a aprender por si mismas, a acceder a información que seleccionan. En definitiva, aprender a leer es un hito transformador que no puede pasar inadvertido en el proceso educativo y más allá de cumplir con un indicador de eficiencia institucional, debe ser reconocido como el momento más significativo de la vida académica de nuestros niños: su “primer título” y reconocimiento social de éxito escolar.

En segundo lugar, me parece inexplicable que reconociendo la importancia de la necesidad de mejorar la comprensión lectora en la vida de las personas, de su impacto en la productividad del país, en la calidad de nuestra democracia, aún se carezca de una política nacional que impulse la lectura temprana de manera decidida. Estos esfuerzos regionales, comunales y de algunas escuelas, dan cuenta de la necesidad de otorgar recursos para que autónomamente estos niveles puedan definir sus estrategias o continuar más sistemáticamente con las que están llevando a cabo con mucho esfuerzo. El Ministerio de Educación debiera fijar una política de apoyo donde quepan las diversas iniciativas que se están desarrollando y que fortalezcan la integración de la comunidad y de la familia para generar un ambiente que promueva la lectura efectiva en nuestras escuelas. El “maletín literario” anunciado por la Presidenta puede ser una inversión vistosa pero poco efectiva si no se complementa por ejemplo, con medidas como las que comentamos.

En tercer lugar, quisiera señalar que aquí tenemos una gran oportunidad para dar un sentido a la gestión de nuestras escuelas. Muchas veces hemos escuchado que la gran reforma educativa que hemos venido implementando durante estos años carece de la adhesión necesaria y de un sentido movilizador para nuestros docentes y que en ello estaría la razón fundamental de la carencia de compromiso y entusiasmo con estos cambios y con los éxitos alcanzados. No deja de existir cierta razón en esta crítica, pues muchas de estas medidas han sido “bajadas” –y siguen siéndolo- desde el nivel central del sistema e implementadas con la misma rigidez tanto en la escuela de Futaleufú como en la de Pudahuel. Esta es una oportunidad para apoyar la generación de espacios de autonomía en las escuelas y el desarrollo del profesionalismo de nuestros docentes. Este es un espacio privilegiado para que los directores de escuela puedan definir las metas a lograr y los recursos a utilizar. No hay excusa para que los alumnos no puedan leer el primer año en la escuela, como no la hay para que el profesor no enseñe eficientemente sino con uno, con otro método, pues debe tener la libertad de elegir como enseñar, ser tratado como profesional, y no adscribir involuntariamente a metodologías que no domina o verse expuesto a asistir a mini cursos para ser habilitado, lo cual nunca logrará. Aquí se juega el profesionalismo docente, si éste no es capaz de que sus alumnos aprendan a leer, difícilmente podrá enseñarle las matemáticas, las ciencias, transmitir la cultura o la formación cívica necesaria para la convivencia social.

La iniciativa del maletín literario, siendo una buena idea, puede convertirse en un elemento extraño para las familias, incomprendida o un despilfarro de recursos por los especialistas y carente de sentido para la comunidad, sino es acompañada de un esfuerzo de coordinación con quienes tienen las atribuciones, la voluntad y el entusiasmo de transformarla en una gran idea para el país. La Presidenta nos ha planteado un desafío para con las familias más modestas, es nuestra responsabilidad no construir argumentos para descalificarla anticipadamente.

Las oportunidades de esta crisis