"Si les enseñas a los estudiantes de hoy como les enseñamos a los de ayer, les robamos el mañana" (John Dewey)
viernes, 10 de junio de 2011
La segregación educativa
sábado, 28 de mayo de 2011
La desconfianza instalada
Nos ha sorprendido la ciudadanía al salir a la calle a protestar por la aprobación de la construcción de cinco centrales hidroeléctricas en Aysén. No creo que se deba sólo a la conciencia ambientalista la participación masiva de los ciudadanos, aquí hay algo más de fondo y que se ha venido incubando los últimos años, me atrevo a señalar que esto tiene que ver con la confianza que tenemos en las instituciones públicas y en nuestras autoridades; o mejor dicho, en la desconfianza que se tiene en ellas. Así es, recuerdo que hace años le dije al ministro de educación de ese entonces, que no me parecía correcto asociar una campaña en la cual un perrito llamaba a los niños especialmente, a desconfiar de los vecinos en el barrio, de la gente en la calle, en la escuela y en la casa, con lo que debía hacer la escuela, que en mi concepto, debe fortalecer los lazos comunitarios, la solidaridad y la cooperación entre sus miembros, que lo que debíamos promover entre los estudiantes era fortalecer los valores deseables para construir una sociedad más amistosa y no una en la cual desconfiáramos unos de otros. El ministro le encontró sentido, pero la avalancha política y periodística de ese entonces -y hoy no es tan diferente-, aprovecha la delincuencia para fortalecer una estrategia de inseguridad ciudadana que nos tiene a todos medios paranoicos.
Estas manifestaciones son de las primeras consecuencias de largos años de promover la desconfianza entre nosotros: no se cree en la justicia, no se cree en la transparencia de las actuales instituciones, no se cree en la consecuencia de las autoridades, no se cree en que la responsabilidad social de los empresarios es genuina, sino una de las estrategias más para engañar a los ciudadanos como muchas veces lo hacen cuando nos tratan como consumidores, así lo hacen los bancos, las grandes tiendas, las instituciones de la seguridad social y todas las empresas de servicios que nos venden y nos hacen firmar contratos por adhesión con letra chica. Si hasta el gobierno promueve iniciativas legales en las cuales se otorga un beneficio y de contrabando pretende cercenar otros o limitar los derechos adquiridos, así ha ocurrido últimamente con la prolongación del post natal para las mujeres, el premio a las bodas de oro, etcétera. HidroAysén se ha constituido en la gota que rebalsó el vaso ya saturado: una comisión regional que no es autónoma, un ministro-jefe que “sugiere” como deben votar sus integrantes, empresarios de un sector de tan altas tarifas que el gobierno anterior tuvo que subsidiar el consumo de las cuentas de luz de las familias más modestas, políticos que han sido elegidos para representarnos pero que comienzan a encontrar justificaciones muy parecidas a las de los anteriores, así suma y sigue…entonces, a quién le creemos?
Los ciudadanos tenemos la fuerza de nuestros votos, pero también la de la movilización. Votamos periódicamente para elegir o renovar el mandato de nuestros representantes y ello debemos hacerlo con firmeza evaluando su actuación pasada, contrastándola con sus promesas, pero también, no podemos renunciar a manifestar nuestro descontento con la actuación de las instituciones, autoridades, grupos de poder y representantes que no actúan en consecuencia con su mandato, con la celeridad que se requiere, con la eficacia que se espera. La democracia y la movilización se potencian cuando se escuchan debida y oportunamente, la democracia no consiste solamente en votar periódicamente, sino que principalmente, en escuchar los sueños, las aspiraciones y las ideas de los ciudadanos. Cuando la política y especialmente los partidos políticos, pretenden secuestrar la soberanía popular, lo que está en peligro es la democracia misma y ésta se perfecciona y profundiza cuando los líderes y las instituciones tienen la capacidad de escuchar y transformar esos sueños, aspiraciones e ideas en acciones de bien común. Aún estamos a tiempo para reflexionar y cambiar, no tenemos que esperar escuchar “que se vayan todos”, como ha ocurrido en países vecinos en el pasado o recientemente en otros más lejanos, para enmendar rumbos y realizar los cambios que hemos venido postergando: educación pública de calidad para todos, salud con trato digno y oportuna, el término de la discriminación y la violencia contra las mujeres, adecuada atención y protección para nuestra tercera edad, puestos de trabajo en condiciones de seguridad y justamente remunerados. Más justicia social, menos discriminación; menos incertidumbre, más seguridad social.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Las urgencias de hoy
El primero, es la inexplicable postergación de la educación pública: aunque el fracaso de la municipalización en general y su crisis son ya evidentes, a pesar de ciertas experiencias exitosas, existe un rechazo generalizado a la gestión educativa en manos de los municipios del país, a lo menos en la forma como se ha llevado hasta el momento. Se han realizado propuestas de modificación del sistema de administración hasta de reemplazo del mismo, sin embargo, una y otra vez no se aborda con la debida profundidad ni determinación para realizar cambios de fondo y no medidas superficiales como ha venido ocurriendo.
El segundo caso, es el de los profesores: es sabido que el estatus de la docencia en Chile es bajo para competir con las demás profesiones, pero no ha habido un abordaje integral para hacer atractiva la carrera docente; más aún, la desregulada explosión de la matrícula de las carreras de pedagogía en la última década se ha hecho sin respetar criterios mínimos de calidad, lo que no augura un buen futuro. Esta realidad empantana todo esfuerzo por mejorar la enseñanza con los actuales docentes que perdurarán por décadas en el sistema educacional con una formación carente de la solidez disciplinaria y pedagógica que han recibido en programas de formación deficitarios. La muestra más evidente no son solo los resultados en los aprendizajes de sus alumnos, sino que está en los resultados de la evaluación de desempeño a la que anualmente son sometidos.
Y el tercero, es el de las escuelas privadas subvencionadas: el desarrollo de este sector no ha seguido ningún criterio estratégico para el mejoramiento del sistema, sino que ha respondido a los intereses de los sostenedores privados, derivando en situaciones de sobreoferta, aumentando la segregación de los alumnos y afectando negativamente a los establecimientos municipales. En efecto, ellos operan en un cuasi mercado con mínimas reglas que les otorgan una posición ventajosa frente a los establecimientos municipales, desde la selección de las familias y sus hijos, la flexibilidad laboral, el acceso a recursos financieros y la escaza fiscalización pública sobre los recursos que reciben, constituyen para ellos una situación de privilegio que ha devenido en desmedro para la educación pública, para los docentes y para la calidad de la educación de nuestros estudiantes.
Los países desarrollados, aquellos exitosos, con los cuales nos gusta compararnos, tienen normas exigentes, estándares elevados, para la gestión de las escuelas, para la formación docente y para la instalación de nuevos establecimientos, sean estos públicos o privados. Ya es tiempo de tomar decisiones sobre estos temas relevantes para el futuro de nuestra educación y del país, mantener su discusión en la prensa y en los discursos de campaña para luego no hacer nada, no le hace bien a nuestro porvenir.
viernes, 29 de abril de 2011
La excelencia educativa en el debate
El gobierno tiene un concepto anquilosado de la educación que nada tiene que ver con la excelencia, sino más bien con una noción acientífica de la inteligencia humana. Bien estaba hace cincuenta o setenta años considerar que un niño era más excelente que otro en función de sus notas, y digo que estaba bien porque se creía, erróneamente, que la inteligencia solo se expresaba de una manera, o sea, mediante la acumulación de conocimientos que proporcionaba el estudio, medidos en un examen. Esto trajo como consecuencia que se confundiera la exigencia con los exámenes, y éstos con la excelencia.
No podremos crear una educación de calidad sin enmendar las inequidades que por tanto tiempo han estado incrustadas en nuestras escuelas y ello implica que tenemos que dar más a quienes más necesitan, colocar los mejores recursos humanos donde se requiere un mayor despliegue de capacidades. La palabra clave es incluir. Incluir a los que por generaciones han estado postergados de los beneficios del progreso, de la estabilidad socio económica, de los adelantos científicos, tecnológicos y del conocimiento. Si el objetivo de los liceos de excelencia fuese que el 5% de la matrícula de más bajo rendimiento sea la beneficiada, entonces sí sería una iniciativa moderna, a favor de la equidad educativa y la inclusión social.
A la excelencia no se llega, sino que es el punto de partida. No cabe esperar un alumnado excelente cuando el entorno está caracterizado por la suciedad, el descuido; cuando los profesores están desmotivados o a punto de estarlo por el escaso reconocimiento profesional y social que reciben en sus escuelas; cuando no hay medios didácticos, falla la comunicación con las familias y los planes de estudio son inflexibles y, por tanto, imposibles de adaptar a las necesidades de los alumnos. La excelencia debería ser contagiosa y caer en cascada desde los equipos directivos a los profesores, y de éstos a los estudiantes. Si tuviésemos un sistema educativo adaptado a la realidad de la persona de la que nos informan las distintas ciencias; si además dispusiéramos de libertad para adaptar los planes de estudio a las necesidades reales de nuestros alumnos; si las escuelas y liceos se vieran libres de las exageradas rigurosidades ministeriales y las universidades formaran maestros exigentes con ellos mismos en cuanto a conocimientos, talento y creatividad; si todo esto se diera, no habría necesidad de proponer ideas novedosas para alcanzar la excelencia para unos pocos y olvidarse de la mayoría.
viernes, 11 de marzo de 2011
La excelencia que no fue
La gestión, que constituyó el centro de la retórica de campaña y de los primeros días del gobierno y que se expresaba en la frase “la nueva forma de gobernar”, ha sido poco eficiente. Los mandos medios carentes de preparación y varios de ellos sin vocación pública. Deslegitimaron la Alta Dirección Pública, despidiendo por razones políticas a quienes habían sido elegidos por eso dicho mecanismo, creando un clima de desconfianza y temor entre los funcionarios públicos; prometieron llevar al gobierno “a los mejores” y terminaron con los mismos operadores que dijeron despreciar. Por otro lado, en varios casos la ineficiencia ha sido sorprendente: las decisiones sobre Magallanes son un ejemplo de desconocimiento de la realidad local y lejanía de las autoridades; la toma de un hotel en la Isla de Pascua por tiempo prolongado; la baja ejecución presupuestaria 2010; las inmensas colas que se armaron en el SERVIU por los subsidios; lel destiempo con que la JUNAEB licitó la alimentación escolar; el comportamiento de la Intendenta del Biobío, quien se jacta de engañar al gobierno central para obtener subsidios para quienes no correspondía, sin recibir sanción alguna, traspasando el límite de la ética en los asuntos públicos. El propio Presidente Piñera ha intentado exaltar su ejecutividad, agilidad, eficiencia y resolución, buscando un posicionamiento y asociación gerencial con su casaca roja.
La pretendida agilidad ha terminado siendo una forma de pasar por encima de las reglas prudentes del manejo público, como el caso de Barrancones. Pero también, las llamadas “grandes reformas estructurales” son una expresión grandilocuente para medidas de poca envergadura y bastante dispersas. La reforma de la educación se levantó como la mayor transformación desde la década de los ’60 y, al final se envió al Congreso una reforma laboral del sector docente y una inyección de recursos para paliar su déficit, sin abordar los temas medulares en juego. Las mejorías resultaron gracias a las presiones de la oposición: carrera docente, educación pública, educación preescolar y más financiamiento para las escuelas municipales.
La visión de futuro, un sueño de país, al no estar presente en el diseño de la administración de gobierno, nos hace pensar que de manera deliberada las fuerzas políticas que acompañan al Presidente postulan una no estrategia, donde los eventos definan el devenir de la administración y sólo la prédica insistente y aislada del primer mandatario parece recordar que toda sociedad necesita un liderazgo que señale rumbos. Pero en esto no hay voluntad de coalición para asumirla como un desafío, más bien, lo que predominan son las desconfianzas y luchas de poder que prometieron desterrar. A esta falta de visión de futuro, el gobierno ha estado marcado por los conflictos de intereses menos preciando el trasfondo ético que ello lleva implícito. Desde la lentitud en vender Lan Chile y luego sus resistencias a enajenar sus acciones de Chilevisión y Blanco&Negro y la irrupción del caso Bielsa en la opinión pública, no se explican sin ese conflicto de interés que desestiman permanentemente. El punto es que esa confusión entre intereses públicos y negocios privados parece no inquietar al gobierno. Esa confusión se extiende a diversos funcionarios, que vienen de directorios de empresas privadas y esperan volver a los mismos, lo que inevitablemente condiciona sus comportamientos y debilita la defensa de los intereses públicos y del Estado. Por cierto, también abre espacio para irregularidades: un ex-funcionario que aparentemente utiliza material de gobierno para su empresa de seguridad, una empresa comercial utilizada para la emergencia durante el terremoto que no paga derechos aduaneros e impuestos; el sobreprecio del puente mecano, funcionarios regionales que hacen obras con empresas de las cuales son socios, etc. Como guinda de la torta, el propio Piñera incrementa en 200 millones de dólares su patrimonio durante el primer año de su mandato presidencial. Si es legitimo realizar en paralelo negocios privados y gestión pública, si el presidente así lo estima, porque no lo puede hacer un ministro, un intendente o un gobernador?
La ausencia de una mirada profunda del país y de una visión histórica nos hace sentir como un país a la deriva, que funciona con piloto automático. Quienes votaron y son partidarios de este gobierno sufren la crisis de expectativas insatisfechas, esperaban más de un candidato y Presidente que prometió y promete el paraíso en la tierra, pero cuando mira a su alrededor, ve que nada ha cambiado, que todo sigue igual. Como dije en mayo del año pasado, nada nuevo bajo el sol.
jueves, 3 de febrero de 2011
Al mal tiempo, buena cara
El mal tiempo en Chiloé constituye una particularidad permanente de nuestra geografía, por eso cuando los turistas deciden venir a vernos, deben tener claro que lo hacen a un lugar en el cual la lluvia es parte de la oferta y atractivo de nuestro territorio. No llover en Chiloé en una semana sería extraño, la lluvia es la normalidad, es parte de nuestro paisaje, de nuestra belleza y elemento sustancial de las manifestaciones culturales que por estos días se expresan con fuerza y abundancia en todos nuestros rincones.
La cultura nuestra no se entiende sin la lluvia. La vida del fogón, la convivencia en la cocina junto al mate y las delicias de las onces. La lluvia en Chiloé embellece las ondulantes colinas que circundan nuestras ciudades y localidades, las aguas que escurren por las innumerables quebradas desde las alturas hasta llegar a nuestro mar, humedecen los sembradíos en los campos y limpian las calles de nuestras ciudades, para cuando nuevamente salga el sol, con luminosidad destellante y abrazadora, muestren con fuerza el carácter de sus construcciones, del trazado de las calles y del acontecer cotidiano que parece renovarse entre su gente en torno a sus plazas, terminales de buses o caletas y embarcaderos.
La lluvia en Chiloé es bella. No es aquella fuerza amenazante que inunda calles o estropea cosechas, al contrario, su fuerza se diluye en las laderas fertilizando esos arcos multicolores en medio de los fiordos y bahías, conectándola con los campos verde claro e intenso que reviven en cada rayo de sol que los sorprende entre los estratos y nimbos que raudamente pasan hacia el continente oriental sorteando las torres de nuestras innumerables iglesias y capillas de madera. Venir a Chiloé en verano, no es venir a las playas tumultuosas cargadas de música estridente, es venir a disfrutar de un paisaje natural y cultural que al combinarse constituyen una singularidad que supera otras experiencias veraniegas.
Le enviaré a mi amigo esta reflexión, tal vez lo convenza para que la próxima temporada esté con nosotros, o incluso en invierno, total, lluvia y sol siempre habrá, en cualquier época del año.
lunes, 24 de enero de 2011
La nueva ley de educación: un acuerdo amplio y necesario
¿Cuáles han sido históricamente las razones por las cuales padres y apoderados han elegido sacar a sus hijos de escuelas municipales? Las encuestas muestran que son principalmente tres: la búsqueda de mayor calidad de los aprendizajes; una mayor disciplina y mejor ambiente escolar; y finalmente una mayor certeza de que no verán interrumpida la realización de sus clases.
Existe abundante evidencia en cuanto a lo que, efectivamente, perciben los padres y apoderados sobre la calidad de los aprendizajes es cierto. Sin embargo, cuando se toma en cuenta la vulnerabilidad de los alumnos, su nivel de ingresos y el gasto por estudiante, los colegios subvencionados no tienen mejores resultados que los municipales. Aún así, la situación es preocupante, pues el sistema como un todo posee una baja calidad, cosa que queda expuesta al ver los resultados de pruebas internacionales en las que nuestro país participa, como lo es la prueba PISA y TIMMS.
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