“Todo
lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que
suben y bajan…”. Así
nos dice Neruda en Confieso que he vivido.
Escribir es la forma de comunicación más utilizada por las personas; a través
de las palabras bien organizadas expresamos nuestros sentimientos, nuestras
ideas, nuestros conocimientos, le decimos a los otros quiénes somos, lo que
queremos y lo que soñamos…incluso los medios tecnológicos se han constituido
en promotores de nuevas formas que bien pueden estar al
servicio de un mejor
desarrollo de la habilidad.
Escribir sobre nuestras falencias y
debilidades puede ser más atractivo para nuestros lectores, pero creo que es
más estimulante saber lo bueno que está ocurriendo en nuestro sistema escolar,
a propósito de la entrega de los resultados del Simce Escritura 2016. Por
ejemplo, que las escuelas rurales obtienen mejores resultados que las escuelas
urbanas en los niveles socioeconómicos más vulnerables. Esto es muy
gratificante pues más del 90% de los estudiantes que asisten a la educación
rural, provienen de familias de niveles socioeconómicos medios bajos, señal inequívoca
de que los esfuerzos públicos por otorgar prioridad a los sectores más
desposeídos comienzan a entregar señales de éxito. Más aún, cuando revisamos
cuáles son los establecimientos en los que los estudiantes obtienen mejores
resultados, la dependencia administrativa de los establecimientos deja de ser
una variable. En efecto, nos encontramos con la escuela Aucar en Quemchi, Anexa
en Ancud o México en Osorno, con iguales o mejores resultados que
establecimientos de larga tradición privada y selectiva. Más significativa es
la diferencia de género, donde las mujeres obtienen mejores resultados que los
hombres en todos los grupos socioeconómicos e incluso a los inmediatamente
superiores.
¿Cómo se trabaja en los establecimientos
cuyos sus estudiantes escriben mejor? Hay una serie de características comunes,
como por ejemplo, en ellos predomina el trabajo colaborativo entre todos los
actores de la comunidad educativa; tienen una disposición deliberada a la
organización con un foco claro en el aprendizaje de sus estudiantes, tanto a
través del trabajo en la sala de clases como en las actividades extraescolares;
los directivos motivan a sus profesores y éstos a sus estudiantes en cada
actividad que desarrollan desafiando sus expectativas hacia la superación
permanente; promueven la escritura en contextos reales y diversos, con temas
que interesan a los estudiantes; los profesores planifican la enseñanza para
escribir bien y practican la retroalimentación de manera permanente con sus
alumnos, revisando y reescribiendo sus textos para mejorarlos.