lunes, 20 de noviembre de 2017

¡Si, se puede!


Las escuelas que mejoran a nada le dicen que no se puede, lo que no saben lo aprenden, transforman sus prácticas innovando, reflexionando juntos, apoyándose mutuamente, buscando soluciones en otras experiencias, monitorean sus implementaciones y evalúan sus resultados. 

Hemos conocido la segunda versión del libro Se puede publicado por la Agencia de Calidad de la Educación, en el cual se relatan doce experiencias de mejora escolar, doce experiencias que se han seleccionado para mostrar las muchas escuelas de nuestro país que han aprendido a mejorar, algunas de las cuales están en nuestras comunas y ciudades y se han constituido en el ejemplo de que nuestra educación está contribuyendo a la construcción de una comunidad más justa y solidaria.

Si bien nuestros avances no logran superar los desafíos que nos hemos planteado, de que no solo sean algunas las buenas escuelas, sino que sean todas las escuelas las que ofrezcan una educación de alta calidad a sus estudiantes, independientemente de su origen y trayectoria, estas experiencias de distintos lugares del país están dado cuenta que sí Se puede. Sí se puede cuando se configura un grupo de profesionales comprometidos liderados por un director o directora con una visión optimista sobre las capacidades de sus docentes y las de sus estudiantes, que creen en sus capacidades para aprender y transforman esa convicción en una práctica de trabajo colaborativa, de apoyo mutuo y tienen una atención permanente y vigilante sobre sus estudiantes, atentos a descubrir sus talentos para llevarlos a nuevos y mayores desafíos una y otra vez.

Las escuelas que mejoran a nada le dicen que no se puede, lo que no saben lo aprenden, transforman sus prácticas innovando, reflexionando juntos, apoyándose mutuamente, buscando soluciones en otras experiencias, monitorean sus implementaciones y evalúan sus resultados. Construyen una estrategia que persigue el aprendizaje de cada integrante de su comunidad, contextualizándola con su identidad y con sus recursos, definiendo así su propia trayectoria de mejoramiento permanente transformando reiteradamente tanto sus estructuras como sus culturas organizacionales. Las escuelas que mejoran permanentemente no les temen a las incertidumbres del futuro porque confían en sus conocimientos y habilidades para enfrentarlas, se han preparado para ello y las reciben como nuevas oportunidades para aprender y para mejorar.

La experiencia de la Escuela México de Osorno es una de ellas, constituye un adelanto de lo esperado para nuestro sistema escolar. Aquí los profesores comparten, aprenden juntos, reflexionan y evalúan de manera colaborativa con objetivos precisos, construyendo un espacio para el aprendizaje y la satisfacción de todos. Esta práctica propone el trabajo mancomunado de los profesores, donde la instancia de compartir se observa en diferentes espacios de la cotidianeidad y agrega valor al desarrollo del núcleo central de su trabajo profesional, como es el diseño e implementación de procesos de enseñanza y evaluación de los aprendizajes de los estudiantes.

Cada escuela ha construido su camino propio guiado por un liderazgo optimista, que reconoce los avances anteriores e impulsa nuevos desafíos, que recoge la diversidad de capacidades existentes y las colocan unas al servicio de otras para potenciar e incluir y crecer con todos. En cada experiencia es común un liderazgo honesto, que construye desde una vinculación con la realidad reconociendo las debilidades y convirtiéndolas en desafíos comunes, cambiando la cotidianeidad de las conversaciones transformando de paso la profesionalidad de los docentes de la comunidad escolar. Así como estas escuelas pudieron, otras podrán aprendiendo de ellas.

viernes, 10 de noviembre de 2017

La responsabilidad en la formación ciudadana

Nada de lo que haga la escuela por sí sola, si no tiene un respaldo de la sociedad en su conjunto podrá contribuir positivamente al mejoramiento de las instituciones y del bienestar social. Si lo que realiza la escuela para otorgar una formación integral no tiene un refuerzo fuera de sus murallas, caerá en el vacío.

Recientemente se dieron a conocer los resultados del Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana ICCS 2016, donde nuevamente nuestros estudiantes de octavo básico se encuentran bajo los promedios internacionales. Sin embargo, algunos de los aspectos positivos que podemos rescatar, son la alta valoración por la igualdad de género y por la igualdad de derechos de diferentes grupos étnicos o raciales, así como también, por la alta participación que manifiestan tener dentro de las escuelas y en acciones de voluntariado.

Si revisamos detalladamente el estudio ICCS 2016 - el cual se puede bajar de la web de la Agencia de Calidad de la Educación -, constatamos que en nuestro país la escuela de nuestros estudiantes de octavo básico estaría haciendo un gran esfuerzo por contribuir a la formación cívica y al compromiso con el desarrollo social, que existe una distinción entre lo que ocurre al interior de sus murallas con lo que ocurre fuera de ellas, lo cual es percibido por nuestros estudiantes  como un espacio que si bien genera condiciones para la formación democrática, ello contrasta con la realidad marcada por la desconfianza y a la cual deben verse enfrentados posteriormente. Esto se refleja en los niveles de participación interno y en la incertidumbre que manifiestan respecto de su disposición y conducta futura ante los mecanismos de participación democrática.

Nada de lo que haga la escuela por sí sola, si no tiene un respaldo de la sociedad en su conjunto podrá contribuir positivamente al mejoramiento de las instituciones y del bienestar social. Si lo que realiza la escuela para otorgar una formación integral no tiene un refuerzo fuera de sus murallas, caerá en el vacío. Si lo que la escuela plantea como un ideal de convivencia no se refleja en las actitudes y comportamientos de la ciudadanía y sus actores adultos de manera coherente, sembrará incertidumbre y desconfianza hacia los representantes, hacia las autoridades y sus instituciones.

El ciudadano de la democracia no nace sabiendo cómo debe desempeñar su rol. Tampoco le es fácil aprenderlo de su entorno, dada la ambigüedad que caracteriza el discurso y la práctica de sus referentes políticos y sociales. La sociedad demanda que participe y se responsabilice de los asuntos comunitarios, pero éste desconoce qué hacer y cómo debe participar.  Aprendemos a ser ciudadanos y ciudadanas de forma gradual, en la práctica. La ciudadanía se vive y aprende desde el seno de la familia, en la interacción continua entre padres y hermanos. Se desarrolla y practica en la escuela, mediante los procesos de socialización, participación reflexión y resolución de conflictos. Y se fortalece y ejerce en el ámbito de la sociedad, donde encuentra su máxima realización.  Familia, escuela y sociedad, por tanto, están llamadas a ser grandes maestras de la formación ciudadana y del ejercicio de la convivencia cívica y democrática, por lo tanto, tenemos que tener conciencia de que nos debemos un reforzamiento mutuo.

viernes, 3 de noviembre de 2017

La familia y la comunidad escolar

Para que los directivos y profesores puedan desarrollar propuestas que promuevan la participación de las familias en la comunidad escolar, es imprescindible conocer algunas claves básicas sobre los distintos tipos de relaciones de las familias con las escuelas.

Diferentes estudios e investigaciones señalan que existe una alta incidencia de la participación de las familias en los resultados escolares de los estudiantes y que resulta fundamental para que la vinculación entre las familias y la escuela contribuya al desarrollo integral de los alumnos y alumnas. Si en todos los casos la participación de familiares en la escuela es importante, en el caso de familias pertenecientes a un medio desfavorecido esta participación es imprescindible ya que de otra manera les resultará imposible reforzar lo que el estudiante aprende en ella. La práctica nos dice que para conseguir que estas familias se acerquen a la escuela e ir paulatinamente consiguiendo su participación, la iniciativa la tienen que tomar los directivos y transmitir a las mismas el interés que tienen por sus hijos e hijas, definir una estrategia que les permita contribuir a comprender y valorar la importancia y la necesidad de la colaboración entre escuela, familia y comunidad para que el alumnado en general, y especialmente el perteneciente a medios desfavorecidos, logren éxito escolar; así como también, ayudar a conocer distintas estrategias y propuestas de participación de familiares y otros agentes de la comunidad y entender las consecuencias prácticas que ella puede tener en la escuela, como así mismo, promover estrategias, prácticas y propuestas para mejorar la participación de familiares y otros agentes de la comunidad en la escuela.

Para que los directivos y profesores puedan desarrollar propuestas metodológicas que promuevan la participación de las familias en la comunidad escolar, es imprescindible conocer algunas claves básicas sobre los distintos tipos de relaciones de las familias con las escuelas, de acuerdo con las investigaciones realizadas. Los grupos sociales más vulnerables a menudo no participan en las actividades de la escuela pero ello no se debe interpretar como desinterés por la educación de sus hijos e hijas. Hay estudios que dejan claro que estas familias no lo hacen porque no se sienten cómodas en el establecimiento escolar, unas veces por desconocimiento del funcionamiento de la institución, otras veces sus sentimientos de inferioridad no les animan a acercarse, pero también por la percepción de no ser bien recibidas. Ignasi Vila señala que las familias adoptan formas de relación distintas con la escuela según su origen socio profesional: las de nivel medio/alto tienen unas relaciones cómodas, sintonizan con los proyectos educativos y, si tienen problemas, tienen también los recursos para poder influir en el contexto escolar. En cambio, las de nivel bajo se encuentran en una situación de inferioridad frente a la institución: tienen menos información, conocen menos canales de comunicación con la escuela, y su autoestima respecto a la posibilidad de incidir en el contexto escolar es baja. Estas familias se interesan por la escuela y por el trabajo de los profesores pero se sienten incapaces de aportar de manera relevante en la educación de sus hijos y en consecuencia, no asisten a las reuniones de curso o actividades a las cuales se les convoca. 

Existen algunas formas claras que los directivos y docentes pueden promover en sus escuelas: la participación informativa de las familias, donde son informadas de las actividades que se llevan a cabo pero sin capacidad de decisión; la participación consultiva, con pocos espacios para opinar sobre asuntos del aprendizaje de los estudiantes; la participación decisoria, donde los miembros de la comunidad participan en espacios institucionales con el propósito de que la comunidad toma decisiones clave, facilitando así que la escuela asegure que la enseñanza es de calidad y que las altas expectativas con todo el alumnado forman parte de una misión escolar compartida; la participación evaluativa, donde las familias se incorporan en los procesos de evaluación de la escuela y/o en los procesos de evaluación de los estudiantes; y en la participación educativa, donde las familias y la comunidad toda forman parte en las actividades directas en el aprendizaje de los estudiantes y en su propio aprendizaje. 

Cuando los miembros de la comunidad participan en la escuela colaborando en las actividades de aprendizaje de los estudiantes, la escuela gana recursos humanos para apoyar el aprendizaje, por lo tanto, los esfuerzos de la gestión pedagógica deben ir encaminados a fomentar la colaboración de las familias en esa línea, que se constituyan en miembros activos y compartan las responsabilidades del desempeño de la propia escuela y de la formación de cada uno de los estudiantes y miembros de la comunidad escolar.

jueves, 26 de octubre de 2017

La red de trabajo colaborativo

El trabajo colaborativo es una modalidad para articular las actividades de un grupo humano en torno a un conjunto de fines, de metas y de resultados a alcanzar. Implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo y asumen una misión de trabajo.

Reemplazar la competencia por la colaboración. Por años hemos profundizado en la diferenciación para visibilizarse, para constituirse en una oferta que despierte el interés y sea adquirido como servicio educativo. Pues bien, aquí hay implícito un cambio paradigmático que señala que el trabajo colaborativo es un valor, una estrategia superior para el logro de objetivos más amplios como es mejorar la calidad de la educación del sistema, de todas las escuelas y no solo de algunas. Porque en la lógica de la diferenciación, de la competencia, los que ganan lo hacen porque logran vencer a los demás, los que ganan son pocos porque no pueden ganar muchos, y los que ganan son siempre los mismos, al igual que los que pierden.

El modelo que se configura y desprende del diseño de la nueva educación pública, propone la construcción de una nueva cultura profesional colaborativa, institucional y personal, con el objetivo de mejorar los resultados socioeducativos. Será un gran obstáculo vencer la desconfianza y el desconocimiento entre actores socioeducativos presentes en los nuevos territorios y que trabajan muchas veces con objetivos disímiles sino contrapuestos en el mismo espacio territorial (como por ejemplo la retención educacional y continuidad de estudios contra la inserción y especialización temprana para el ingreso al mundo laboral).

El trabajo colaborativo es una modalidad para articular las actividades de un grupo humano en torno a un conjunto de fines, de metas y de resultados a alcanzar. Implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo y asumen una misión de trabajo. Estimular la capacidad de trabajo colaborativo supone valorar la iniciativa y en esto la organización en redes construye una trama de saberes desde la base; en ellas prima el movimiento, la cooperación y la creación de nuevas modalidades de ver y hacer “en-con” la realidad educativa. La red permite la multiplicación de la experiencia individual y colectiva, y puede llegar a anticiparse a los problemas y resolverlos por su capacidad de innovación. El propósito primordial de las redes es superar el aislamiento y la dependencia que arrinconan a los sistemas educativos y a sus actores a la desprofesionalización y estimular el desarrollo de una autonomía interdependiente. El trabajo en red, por tanto, tiene como objetivo prioritario crear una coordinación estable entre instituciones con el propósito de instituir, asimismo, una red de comunicación e intercambio de experiencias de unas a otras. Se trata de construir una red que comparte experiencias, de relación y de cooperación, entendiendo estas redes como aquellas que promueven la generación de procesos innovadores y participativos de las personas que comparten el proceso educativo.

La confianza es la forma más elevada de la motivación humana” (Stephen Covey), se concreta en el trabajo colaborativo, el cual posibilita recuperar valores primordiales a la esencia del ser humano, potenciando el desarrollo de un mayor impacto en la gestión educativa. Estamos inaugurando un nuevo tiempo en la gestión educacional de nuestro país y nosotros seremos protagonistas y muchos de ustedes serán los líderes llamados a concretar los cambios.



lunes, 23 de octubre de 2017

Un nuevo modelo para la gestión y el liderazgo educativo local

El nivel intermedio: configuración y liderazgo 

Por mucho tiempo el modelo de gestión pública ha considerado que quien toma la decisión dispone de preferencias claras y ordenadas, objetivos precisos, información actualizada y objetiva (confiable), y que su elección busca maximizar los beneficios y minimizar los costos, y que los aprendizajes se producen mediante los costos de los errores. En este modelo, ya clásico, de distinción weberiana entre política y administración, la implementación y sus actores han sido olvidados y han pasado a constituir una gran caja negra, ignorando el papel que juegan en el éxito o fracaso de las políticas públicas, los actores intermedios.

Pero el proceso de implementación es también un proceso complejo donde los actores establecen relaciones de conflicto y cooperación que pueden resultar clave para garantizar el éxito o el fracaso de la política, dado que intervienen múltiples actores/organismos con diferentes intereses y recursos.

¿Quiénes son los actores intermedios?

Se identifica al nivel intermedio con organizaciones o individuos que participan en el proceso de implementación de las políticas, es decir, como estructuras de implementación. Pero la necesidad de otorgar cohesión territorial, hace necesario un nivel de coordinación superior, más intenso y profundo, que se inician en el diseño, se incorporan a la decisión y participan de la implementación.Se refiere a la existencia de ciertos actores (SLE, Consejos, SEREMIAS, Deprovs, ACE, Superintendencia, JUNJI, JUNAEB, SENDA, SENAME, CONAMA) que se sitúan  entre las instancias de elaboración de las políticas públicas del sector y las escuelas, que son las destinatarias de dichas políticas, y en última instancia, el espacio sobre el cual estas políticas quieren operar. Son estructuras de autoridad (en tanto actores estatales) que operan entre las escuelas, o nivel micro, y el nivel de elaboración de las políticas, o nivel macro.

El nivel intermedio del sistema educativo está conformado por aquellos actores que se encuentran entre la escuela (nivel micro) y las autoridades de conducción del sistema (nivel macro). Estos actores aparecen formalmente ligados al procesos de implementación de las políticas diseñadas por los organismos superiores del sistema, y así son frecuentemente percibidos desde arriba, las autoridades, como desde abajo, las escuelas. El desconocimiento sobre los niveles intermedios parece ir acompañado del supuesto de que estos actores son simples correas de transmisión de demandas y de políticas entre las escuelas y los espacios de elaboración de políticas, y que, por tanto, solo realizan tareas  de carácter operativo/administrativo, y son incapaces de influir sobre los resultados y el funcionamiento del sistema.

Los actores en los niveles intermedios inmediatamente superiores a los establecimientos no solo desarrollan tareas de carácter administrativo, sino que tienen una gran capacidad de adoptar decisiones sobre aspectos sustantivos de la política en su ámbito de influencia. Además, estos actores tienen intereses, preferencias y objetivos propios; de modo que la capacidad de las políticas, y de los responsables de su elaboración, es decididamente limitada para estructurar, controlar o modificar el comportamiento o los valores de estos actores. En nuestro país, necesitamos construir un nivel intermedio sólido y transparente. Hasta hoy existen funciones dispersas entre los municipios y los departamentos provinciales de educación. Los nuevos Servicios Locales, concentrarán la gestión e integrarán las funciones administrativo-financieras con la gestión técnica pedagógica, hoy divididas.

Necesitamos un nivel intermedio educativo que establezca una relación de cooperación y articulación con otros actores del nivel intermedio para lograr la necesaria complementariedad de las acciones; ello incluye discutir y consensuar objetivos con una mirada global e integradora, que asegure gobernabilidad, eficacia, calidad y equidad educativa.

La gobernanza territorial

Este cambio estructural llega en un momento de crisis de la capacidad del municipio para gestionar, tanto para organizar los recursos como para alcanzar los objetivos que se le encomiendan. Hay una crisis de eficacia y de legitimidad. No hay confianza en sus capacidades ni en su liderazgo.

La nueva institucionalidad pública para la educación trae nuevas formas de gobierno territorial, en remplazo de la autoridad tradicional hoy cuestionada; esto implica pensar desde ahora, modalidades de gobernanza en las cuales las formas de trabajo en red sean la distinción. Y esto por qué? No por moda, sino porque es necesario construir confianzas y distribuir responsabilidades, para optimizar las capacidades de la diversidad existente en los nuevos territorios y colocarlos al servicio de objetivos compartidos.

Ya no es posible seguir pensando las relaciones intergubernamentales en términos de jerarquía o de pura autonomía, sino que se vuelve imprescindible analizarlas en términos de un modelo de autoridades superpuestas, donde la negociación y la cooperación entre los diversos niveles de gobierno se constituyen en un requisito fundamental. La cuestión es cómo debe organizarse la interdependencia entre los diferentes niveles de gobierno y lograr la coherencia de las políticas educativas a través de la coordinación de los distintos niveles que participan en sus fases de diseño y de aplicación.

En este nuevo modelo que comienza a configurarse a partir de la NEP –por lo menos en educación-, tanto el gobierno central como esta instancia territorial propuesta, participan activamente en la definición de la dimensión sustantiva de las políticas públicas educativas, aunque será este nuevo nivel intermedio, el que a través de su propia estructura organizativa, tendrá mayores responsabilidades –aunque no exclusivas-, sobre la dimensión operativa de las políticas. Un reto para la gestión pública será la incorporación de la gestión territorial. El reto actual es que las políticas públicas se puedan adaptar al territorio y no a la inversa. El desafío de la cohesión territorial para lograr el desarrollo equilibrado y sostenible.

El trabajo colaborativo

Reemplazar la competencia por la colaboración. Por años hemos profundizado en la diferenciación para visibilizarse, para constituirse en una oferta que despierte el interés y sea adquirido (servicio educativo). Pues bien, aquí hay implícito un cambio paradigmático que señala que el trabajo colaborativo es un valor, una estrategia superior para el logro de objetivos más amplios como es mejorar la calidad de la educación del sistema, de todas las escuelas y no solo de algunas. Porque en la lógica de la diferenciación, de la competencia, los que ganan lo hacen porque logran vencer a los demás, los que ganan son pocos porque no pueden ganar muchos, y los que ganan son siempre los mismos, al igual que los que pierden.

El modelo que se configura y desprende de este documento: Marco para la Gestión y el Liderazgo Local, propone la construcción de una nueva cultura profesional colaborativa, institucional y personal, con el objetivo de mejorar los resultados socioeducativos. Será un gran obstáculo vencer la desconfianza y el desconocimiento entre actores socioeducativos presentes y que trabajan muchas veces con objetivos disímiles sino contrapuestos en el mismo espacio territorial (como por ejemplo la retención educacional y continuidad de estudios contra la inserción y especialización temprana para el ingreso al mundo laboral). El trabajo colaborativo es una modalidad de articular las actividades de un grupo humano en torno a un conjunto de fines, de metas y de resultados a alcanzar. Implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo y asumen una misión de trabajo.

Estimular la capacidad de trabajo colaborativo supone valorar la iniciativa. La organización en redes construye una trama de saberes desde la base; en ellas prima el movimiento, la cooperación y la creación de nuevas modalidades de ver y hacer “en-con” la realidad educativa. La red permite la multiplicación de la experiencia individual y colectiva, y puede llegar a anticiparse a los problemas y resolverlos por su capacidad de innovación. El propósito primordial de las redes es superar el aislamiento y la dependencia que arrinconan a los sistemas educativos y a sus actores a la desprofesionalización y estimular el desarrollo de una autonomía interdependiente. 

La confianza es la forma más elevada de la motivación humana” (Stephen Covey), se concreta en el trabajo colaborativo, el cual posibilita recuperar valores primordiales a la esencia del ser humano, potenciando el desarrollo de un mayor impacto en la gestión educativa. Estamos inaugurando un nuevo tiempo en la gestión educacional de nuestro país y nosotros seremos protagonistas y muchos de ustedes serán los líderes llamados a concretar los cambios.

viernes, 13 de octubre de 2017

El profesor de hoy

Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute. 

Somos responsables de nuestras palabras, del tono con el cual las decimos, de nuestros silencios, de nuestros gestos, de los contenidos de nuestras enseñanzas, de las experiencias en las que hacemos participar a nuestros estudiantes, de los ejemplos que damos con nuestra propia conducta, de nuestra vida pública.

El educador tiene la obligación de ofrecer en sí mismo el ejemplo de lo que enseña, manifestándolo en lo corporal mediante el decoro, adecuándose a las circunstancias de lugar y tiempo. Las conductas del docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se basen en sus conocimientos sino también en su modo de vida, lo cual permite que sus alumnos lo consideren un referente ético, con autoridad en lo que enseña. Franklin Jones decía que “Los niños son impredecibles. Nunca sabes cuál será la siguiente inconsecuencia en que te atraparán”.

Los profesores tenemos nuestra propia impronta que trasmitimos a nuestros estudiantes. Unos promoverán el espíritu crítico, otros la disciplina, algunos les dirán que no tienen límites para lograr lo que se propongan en la vida, otros provocarán en ellos el compromiso con causas sociales, vinculadas al bienestar de todos; muchos serán  o han sido ejemplo y espejo para nuestras vidas. Enseñar es dejar una huella en las vidas de los otros para siempre, donde el profesor es la persona clave de la situación educativa.

Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute. El profesor de hoy reconoce que la enseñanza es un proceso que requiere retroalimentación y no una simple transmisión de información y capacitación de ciertas habilidades. Enseñar hoy es dirigir a una persona a desarrollar su potencial y que éste se exprese en conductas que a su vez se desarrollen respetando la libertad de quienes están en su entorno. El profesor actual se debe plantear con autonomía, donde él y sus estudiantes participan del planeamiento del trabajo en el aula; debe hacerlo promoviendo la dignidad de sus estudiantes, cuidando que aprendan a respetarse; debe cuidar la confidencialidad de su relación, como puede ser el hacer consciente al estudiante de sus errores; pero por sobre todo, debe hacerlo con profesionalismo, es decir, garantizar un desempeño con excelencia en un marco de compromiso social con el rol y valor de la educación en el perfeccionamiento de las personas y de transformación de la sociedad.


El profesor hace y deshace programas dentro de una sala de clases: una buena educación comienza con una buena enseñanza. Y aunque, ya aprender es un placer, éste nunca se comparará con el placer de enseñar. 

jueves, 5 de octubre de 2017

El SIMCE de la semana

El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.

Esta semana los estudiantes de octavo año básico rendirán las pruebas de matemática, lectura y ciencias naturales, los días miércoles 11 y jueves 12. Es importante que los directivos tomen las medidas para ofrecer una ambiente grato y seguro que les permita enfrentar sin tensiones el desafío de esta evaluación. Sus resultados son importantes para la orientación de la política pública, pero también para redefinir el trabajo pedagógico de la escuela si es necesario, para corregir aquellos ámbitos en los cuales muestran debilidades y fortalecer aquellos aspectos que dan cuenta de su eficacia en la mejora de los aprendizajes de sus estudiantes.

También es importante que los estudiantes, padres y profesores respondan adecuadamente los cuestionarios de calidad y contexto, pues ellos recogen información sobre los Indicadores de Desarrollo Personal y Social, los cuales tienen como propósito realizar una evaluación integral del desarrollo de los aprendizajes, de las condiciones en que éste se logra y del esfuerzo y apoyo de los padres, docentes y directivos. Entonces, es importante que cada director o directora motive a estos actores a responderlos, pues ello nos permitirá conocer aspectos relevantes de su establecimiento, como la gestión directiva, la convivencia escolar, las prácticas de equidad de género o las que promueven la participación y formación ciudadana, lo cual permitirá definir estrategias de apoyo y orientación para la implementación de acciones que tiendan a la mejora de los procesos escolares, como a las definiciones de las próximas políticas educativas.

Esperamos que todos los estudiantes rindan las pruebas y cuestionarios, por lo que debemos promover que asistan estos días a los establecimientos, lo cual garantizará que los resultados sean válidos y representativos del desempeño alcanzado por la totalidad de los estudiantes del nivel evaluado de cada escuela. Es importante que los padres sepan de la importancia de estas evaluaciones, que los profesores las valoren y que todos manifiesten su confianza en los niños y niñas. Un ambiente gratificante permitirá tener evaluaciones fidedignas del quehacer pedagógico y de los niveles de desarrollo que han alcanzado los estudiantes para luego definir acciones de colaboración entre los actores y entre las escuelas que nos permitan tener mejores políticas educativas y mejores prácticas docentes al servicio de todas las escuelas del país.

Los días del SIMCE en  nuestras escuelas han dejado de ser los días dramáticos y cargados de tensión en los cuales los colegios se jugaban lugares en los rankings. En un escenario de competencia ganan unos pocos y siempre los mismos, la mayoría pierde siendo estigmatizada; en uno de colaboración ganamos todos, especialmente los estudiantes y sus profesores, ya que esta nueva mirada de la evaluación nos permite relevar aspectos significativos del desarrollo integral de los estudiantes y que muchas veces son la preocupación central de las comunidades educativas, como son el trabajo de habilidades para el desarrollo físico o deportivo, cultural y valórico. El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Escribir las palabras

“Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…”. Así nos dice Neruda en Confieso que he vivido. Escribir es la forma de comunicación más utilizada por las personas; a través de las palabras bien organizadas expresamos nuestros sentimientos, nuestras ideas, nuestros conocimientos, le decimos a los otros quiénes somos, lo que queremos y lo que soñamos…incluso los medios tecnológicos se han constituido en promotores de nuevas formas que bien pueden estar al
servicio de un mejor desarrollo de la habilidad.

Escribir sobre nuestras falencias y debilidades puede ser más atractivo para nuestros lectores, pero creo que es más estimulante saber lo bueno que está ocurriendo en nuestro sistema escolar, a propósito de la entrega de los resultados del Simce Escritura 2016. Por ejemplo, que las escuelas rurales obtienen mejores resultados que las escuelas urbanas en los niveles socioeconómicos más vulnerables. Esto es muy gratificante pues más del 90% de los estudiantes que asisten a la educación rural, provienen de familias de niveles socioeconómicos medios bajos, señal inequívoca de que los esfuerzos públicos por otorgar prioridad a los sectores más desposeídos comienzan a entregar señales de éxito. Más aún, cuando revisamos cuáles son los establecimientos en los que los estudiantes obtienen mejores resultados, la dependencia administrativa de los establecimientos deja de ser una variable. En efecto, nos encontramos con la escuela Aucar en Quemchi, Anexa en Ancud o México en Osorno, con iguales o mejores resultados que establecimientos de larga tradición privada y selectiva. Más significativa es la diferencia de género, donde las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres en todos los grupos socioeconómicos e incluso a los inmediatamente superiores.

¿Cómo se trabaja en los establecimientos cuyos sus estudiantes escriben mejor? Hay una serie de características comunes, como por ejemplo, en ellos predomina el trabajo colaborativo entre todos los actores de la comunidad educativa; tienen una disposición deliberada a la organización con un foco claro en el aprendizaje de sus estudiantes, tanto a través del trabajo en la sala de clases como en las actividades extraescolares; los directivos motivan a sus profesores y éstos a sus estudiantes en cada actividad que desarrollan desafiando sus expectativas hacia la superación permanente; promueven la escritura en contextos reales y diversos, con temas que interesan a los estudiantes; los profesores planifican la enseñanza para escribir bien y practican la retroalimentación de manera permanente con sus alumnos, revisando y reescribiendo sus textos para mejorarlos.

La escritura, como parte del lenguaje, constituye un desafío tan relevante como la lectura; es  fundamental para el desarrollo del pensamiento y con ello impacta en todas las áreas del aprendizaje al impulsar habilidades generales como la comprensión, el análisis, la coherencia, la inferencia, el desarrollo de las ideas y la cohesión, entre otras. Con ello estaremos promoviendo “escribir bien”, es decir, producir textos con propósitos claros, que son coherentes, que presentan ideas desarrolladas y organizadas de manera adecuada. Y, si además agregamos que ello lleva implícito el buen uso de nuestro idioma, sus reglas serán instrumentos del buen escribir, para seguir diciendo con Neruda que “Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció”. 

jueves, 21 de septiembre de 2017

Mejorando Mi Escuela


Nuestra escuela, aun siendo una buena escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que permita mejorar lo que tenemos? 


Una de las características más relevantes de la sociedad actual es considerar el conocimiento como un recurso imprescindible, tanto para el desarrollo económico, como para el trabajo cotidiano y el bienestar personal y social. Es cuestión de mirar nuestro entorno y nos daremos cuenta de la dependencia que tenemos de la tecnología, donde la innovación avanza de manera permanente, donde el conocimiento es abundante y está disponible casi sin restricciones, se transforma y modifica constantemente.

En este contexto, la escuela también se ve afectada, deja de ser el único lugar en el cual las nuevas generaciones acceden al conocimiento y la información. Es sorprendente cómo los estudiantes y los padres llegan con saberes curriculares y sobre formas de cómo educar a sus hijos. Pero también esta nueva realidad lleva implícita una complejidad que exige a la escuela una transformación como organización ya no solo sobre qué y cómo enseñar, sino cómo todos aprenden.

En efecto, los conocimientos, habilidades y valores socialmente significativos que se espera sean desarrollados en la escuela, involucran capacidades complejas que exceden el trabajo individual de un profesor y exigen a la escuela dejar de considerar que a través de la forma de trabajo individual tradicional se pueden lograr. Haciendo un símil con un equipo, aun cuando todos sean los mejores en sus puestos, ello no garantiza que se alcancen los resultados: es necesaria una armonía de conjunto que permita que todas esas individualidades aporten al logro del objetivo común.

Nuestra escuela, aun siendo una buena escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que permita mejorar lo que tenemos? Muchas veces tenemos un listado realizado por diferentes autores sobre qué es una buena escuela, pero son pocas las ocasiones en las que pensamos cómo lograr lo que se nos señala. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que una buena escuela no es un estado final luego de un proceso estándar o único. No, una buena escuela está en permanente transformación y en sus procesos existen importantes aspectos para que ello ocurra: conocen muy bien su situación de partida o momento presente, tienen un buen diagnóstico y están atentos a su actualización; se plantean con claridad qué es lo que quieren cambiar y definen una trayectoria y formulan objetivos para ese nuevo estado deseable. Así se fijan prioridades porque no siempre es necesario cambiar todo, o bien, debido a que con los recursos que disponen no pueden abordar todo lo que se desea.

La escuela debe estar consciente que este proceso para mejorar es paulatino y que se le debe asignar tiempo y paciencia para visibilizar el cambio. Esto no es de un día para otro, y cuando se logran los primeros cambios, se debe continuar trabajando para consolidarlos; reflexionar respecto de la necesidad de lo que se quiere cambiar, y luego, planificar la implementación de las acciones que se han definido. Finalmente,  hay que monitorear el proceso que se implementará, evaluando con indicadores de resultados, pues dicha información servirá para impulsar un nuevo ciclo de mejoras.


lunes, 11 de septiembre de 2017

Liderazgo para el trabajo colaborativo

Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

El liderazgo juega un rol clave en la creación de las condiciones para ser efectivos en el logro delos objetivos de las escuelas y de los sistemas educativos. Los líderes educativos son fundamentales para establecer relaciones entre los diferentes niveles de educación y formación, las familias, el mundo laboral y la comunidad local, con el objetivo común de mejorar la continuidad de estudios, la inserción laboral o la formación ciudadana.

Los buenos líderes educativos desarrollan una visión estratégica para sus instituciones, actúan como ejemplo tanto para el alumnado como para el profesorado y son clave para crear un ambiente efectivo y atractivo que contribuya al aprendizaje de todos. En este sentido, la cooperación dentro de los sistemas educativos se presenta como un desafío que puede cambiar las lógicas de trabajo competitivo por aquellas en las cuales la colaboración optimiza las capacidades de sus integrantes. Esta colaboración puede asumir distintas formas: desde el trabajo en red hasta agrupaciones más formales de las escuelas. El trabajo en red incluye la unión de docentes y otros integrantes de las escuelas para debatir ideas y compartir buenas prácticas sobre determinados temas, o el intercambio mutuo de recursos en beneficio de las distintas escuelas integrantes y sus comunidades. Normalmente los miembros de una red de trabajo colaborativo construyen una visión y unos procesos de desarrollo y de toma de decisiones comunes; sus representantes se reúnen para compartir recursos o trabajar juntos en iniciativas de mayor envergadura que benefician a las escuelas o a un territorio en conjunto.

Un liderazgo que promueve la colaboración en su territorio o entre los integrantes de una red de trabajo realiza acciones que permiten facilitar la transición entre niveles educativos (v.g. de la educación parvularia a la educación básica o de ésta a la secundaria, incluida la educación y formación profesional); garantiza la continuidad del apoyo a los estudiantes en su trayectoria escolar prestando apoyos permanentes; desarrolla iniciativas que integren a los padres; y fomenta la formación de los docentes y su desarrollo profesional permanente.

Es más fácil alcanzar una cooperación entre las escuelas si se cuenta con líderes que manifiesten una genuina preocupación por los demás. Trabajar en red y de manera colaborativa requiere de talentos generosos dispuestos a fijar metas comunes y diseñar estrategias compartidas que se propongan disponer de sus conocimientos y habilidades al servicio de los demás. El mejoramiento de los sistemas educativos requiere de liderazgos morales dispuestos a otorgarle un sentido respetuoso, comprometido y de pertinencia a las relaciones personales e institucionales, de modo que las jerarquías son posiciones que facilitan las condiciones de dichas relaciones y no los puntos de partida o condiciones para la colaboración. Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

lunes, 4 de septiembre de 2017

La excelencia en la educación media


Todos los establecimientos escolares están llamados a tener una oferta educativa de alto rendimiento escolar y con altas exigencias en materia formativa. Los alumnos provenientes de sectores vulnerables material y culturalmente son los que requieren con mayor urgencia escuelas y liceos exigentes, con planes académicos rigurosos y docentes con altas calificaciones profesionales. La excelencia educativa de un establecimiento escolar consiste en que es capaz de retener, promover y provocar actividades exitosas de aprendizaje con sus alumnos.
Los jóvenes requieren de una educación que les permita demostrar con éxito sus conocimientos, tanto en la continuidad de estudios como en su desempeño cívico, social y laboral. Hace algunos años, se pensaba que lo más conveniente para los jóvenes más vulnerables era adquirir rápidamente un oficio, que les permitiera “ganarse la vida”, probablemente por las propias limitaciones de los sistemas educativos.

Pero para bien de la sociedad en general y de nuestro país en particular, la situación ha cambiado en beneficio de estos jóvenes. La única manera en la cual la educación se constituye en un mecanismo de movilidad social es con más años de escolaridad. Ahora, si esta es una escolaridad de formación técnica, ella responderá más a las opciones personales o a las posibilidades productivas que le ofrezca la sociedad.

Una educación media de excelencia debe ser académicamente exigente y rigurosa, además de fomentar la autoestima y la generación de estrategias que impulsen una comunicación efectiva en la sala de clases, para que el proceso de formación considere también los intereses personales de los jóvenes. Asimismo, nuestros docentes deben asumir que su labor es esencialmente de formadores humanistas, que quienes son sus alumnos hoy serán sometidos a fuertes exigencias en su continuidad de estudios o en sus relaciones sociales una vez que egresen y por lo tanto, el currículo debe ser un instrumento y no un fin para provocar en ellos la necesidad del perfeccionamiento profesional tanto en las materias pedagógicas como las del conocimiento del ser humano.

Nuestro desafío es una formación general de calidad que les permita acceder a los beneficios de la sociedad que estamos configurando hoy. Esto nos exige ser claros en nuestras decisiones y es por ello que proponemos fortalecer la enseñanza general, de modo que nuestros estudiantes puedan acceder a los beneficios y oportunidades que abren tener más años de escolaridad. Las metas de este gobierno han sido más ambiciosas en educación, con la idea de fortalecer desde la formación inicial, una educación que nos permita soñar lo que queremos para nuestros hijos y para todos los jóvenes de nuestro país.

martes, 29 de agosto de 2017

Escuela México: trayectoria de un mejoramiento sostenido

Son una comunidad sorprendente. En estos tiempos donde el paradigma dominante es la competencia y la fijación por los rankings, desde hace más de diez años, esta comunidad escolar han apostado por la colaboración. Han creado su propio modelo de trabajo, lo han implementado y lo evalúan todos juntos, con la finalidad de responder a su contexto y a una cultura de altas expectativas para el aprendizaje de sus estudiantes.

Aquí existe lo que en la teoría se denomina el liderazgo distribuido, donde el equipo es lo fundamental. Los docentes asumen un rol activo y de deliberación respecto al aprendizaje académico de los estudiantes, reflexionando, analizando y tomando decisiones como equipo profesional, en un ambiente de confianza, compromiso y responsabilidad con el proceso de trabajo en la escuela. En esta escuela, la evaluación ha dejado de ser un suceso, un acontecimiento, para transformarse en un proceso permanente de las prácticas de trabajo profesional y en lo cual destaca el clima de respeto existente, la buena convivencia entre los estudiantes, así como la relación de confianza entre colegas y de parte del equipo directivo hacia el trabajo realizado por los docentes, además del constante compromiso y reconocimiento de la comunidad.

Esta experiencia de cooperación entre profesores, si bien nació con la finalidad de mejorar los procesos pedagógicos, ha ido más allá: ha potenciado el desarrollo de las competencias profesionales, lo que a su vez, ha contribuido a que la totalidad de los estudiantes logre un óptimo nivel de aprendizajes, pero también, ha logrado generar un equipo docente fortalecido en su confianza profesional y una gran cohesión interna, construyendo con ello un verdadero círculo virtuoso. La escuela México ha logrado desarrollar un sistema de trabajo caracterizado por la colaboración y articulación pedagógica entre los docentes, lo que le ha permitido sostener una trayectoria de mejoramiento continuo, asegurando aprendizajes para todos sus estudiantes.

En muchas comunidades escolares, el trabajo aislado de los profesores puede convertirles en personas solitarias, donde la práctica de compartir suele estar relegada a actividades circunstanciales y no al desarrollo del núcleo central de su trabajo profesional, como es el diseño e implementación de procesos de enseñanza y evaluación de los aprendizajes de los estudiantes. En este sentido, la experiencia de la escuela México, en un ambiente de autonomía, constituye un adelanto de lo deseable para nuestro sistema escolar, donde los profesores comparten, aprenden juntos, reflexionan y evalúan de manera colaborativa con objetivos precisos, construyendo un espacio para el aprendizaje y satisfacción de todos.

lunes, 28 de agosto de 2017

Mejorando la técnica

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida.

Existe un amplio consenso en torno a que la educación integral condiciona fuertemente la productividad de los trabajadores, sus ingresos y, en términos generales, el bienestar de la sociedad. Una población con acceso a una mejor educación, se transforma en una sólida base para lograr mayores niveles de bienestar social y crecimiento, por lo que los países que aspiran a aquello deben esforzarse en alinear los procesos formativos con las necesidades del mercado laboral.

Diversas investigaciones nos señalan que la educación técnica puede ser el punto de partida en la trayectoria educacional de muchos jóvenes de sectores más desaventajados y convertirse en una potente oportunidad para sus desempeños académicos, sus expectativas educacionales y la continuidad de estudios en la educación superior. Una educación técnica que promueve altas expectativas de sus estudiantes y no solo tiene como horizonte inmediato el ingreso al mundo laboral, puede tener un importante impacto en la calidad de la formación y crecimiento del capital humano de una sociedad. Las mismas investigaciones indican que para tener mayores logros y generar un impacto en la productividad de un país, deben existir marcos institucionales claros, con participación del sector público y del privado.

Estos años se ha avanzado sostenidamente en mejoramientos curriculares, formación docente, en equipamiento y financiamiento, así como también en la creación de centros de formación técnica en las distintas regiones del país, abordando el gran desafío de responder a las necesidades de formación de los territorios y de manera pertinente al impacto que esto pueda tener en el ámbito productivo regional.

Tenemos desafíos relevantes que abordar en materia de calidad y pertinencia. La educación técnica en su nivel medio debe abordar el desarrollo de competencias cognitivas y socioemocionales necesarias para un buen desempeño académico de sus estudiantes, estar atentos a los cambios cada vez más recurrentes en el mercado laboral, y diseñar estrategias para abordar el desarrollo profesional de sus docentes con criterios de alta calidad y flexibilidad, de modo que las expectativas sociales y personales que sobre ella se tienen, se traduzcan en beneficios altamente valorados. Es por ello que la articulación de los distintos actores que intervienen en la visión de esta área educativa, debe contribuir de manera significativa y eficaz a incrementar su valoración por parte de nuestra sociedad.

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida, con retornos personales y sociales altos, y se constituya en un factor dinamizador del desarrollo productivo, tenga un papel redistributivo y contribuya a la movilidad e inclusión social.


Las oportunidades de esta crisis