viernes, 13 de octubre de 2017

El profesor de hoy

Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute. 

Somos responsables de nuestras palabras, del tono con el cual las decimos, de nuestros silencios, de nuestros gestos, de los contenidos de nuestras enseñanzas, de las experiencias en las que hacemos participar a nuestros estudiantes, de los ejemplos que damos con nuestra propia conducta, de nuestra vida pública.

El educador tiene la obligación de ofrecer en sí mismo el ejemplo de lo que enseña, manifestándolo en lo corporal mediante el decoro, adecuándose a las circunstancias de lugar y tiempo. Las conductas del docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se basen en sus conocimientos sino también en su modo de vida, lo cual permite que sus alumnos lo consideren un referente ético, con autoridad en lo que enseña. Franklin Jones decía que “Los niños son impredecibles. Nunca sabes cuál será la siguiente inconsecuencia en que te atraparán”.

Los profesores tenemos nuestra propia impronta que trasmitimos a nuestros estudiantes. Unos promoverán el espíritu crítico, otros la disciplina, algunos les dirán que no tienen límites para lograr lo que se propongan en la vida, otros provocarán en ellos el compromiso con causas sociales, vinculadas al bienestar de todos; muchos serán  o han sido ejemplo y espejo para nuestras vidas. Enseñar es dejar una huella en las vidas de los otros para siempre, donde el profesor es la persona clave de la situación educativa.

Los desafíos son de la época. El profesor actual busca lograr que sus estudiantes descubran los conocimientos significativos, los valore, los hagan suyos, los aplique, los sienta, los viva y los disfrute. El profesor de hoy reconoce que la enseñanza es un proceso que requiere retroalimentación y no una simple transmisión de información y capacitación de ciertas habilidades. Enseñar hoy es dirigir a una persona a desarrollar su potencial y que éste se exprese en conductas que a su vez se desarrollen respetando la libertad de quienes están en su entorno. El profesor actual se debe plantear con autonomía, donde él y sus estudiantes participan del planeamiento del trabajo en el aula; debe hacerlo promoviendo la dignidad de sus estudiantes, cuidando que aprendan a respetarse; debe cuidar la confidencialidad de su relación, como puede ser el hacer consciente al estudiante de sus errores; pero por sobre todo, debe hacerlo con profesionalismo, es decir, garantizar un desempeño con excelencia en un marco de compromiso social con el rol y valor de la educación en el perfeccionamiento de las personas y de transformación de la sociedad.


El profesor hace y deshace programas dentro de una sala de clases: una buena educación comienza con una buena enseñanza. Y aunque, ya aprender es un placer, éste nunca se comparará con el placer de enseñar. 

jueves, 5 de octubre de 2017

El SIMCE de la semana

El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.

Esta semana los estudiantes de octavo año básico rendirán las pruebas de matemática, lectura y ciencias naturales, los días miércoles 11 y jueves 12. Es importante que los directivos tomen las medidas para ofrecer una ambiente grato y seguro que les permita enfrentar sin tensiones el desafío de esta evaluación. Sus resultados son importantes para la orientación de la política pública, pero también para redefinir el trabajo pedagógico de la escuela si es necesario, para corregir aquellos ámbitos en los cuales muestran debilidades y fortalecer aquellos aspectos que dan cuenta de su eficacia en la mejora de los aprendizajes de sus estudiantes.

También es importante que los estudiantes, padres y profesores respondan adecuadamente los cuestionarios de calidad y contexto, pues ellos recogen información sobre los Indicadores de Desarrollo Personal y Social, los cuales tienen como propósito realizar una evaluación integral del desarrollo de los aprendizajes, de las condiciones en que éste se logra y del esfuerzo y apoyo de los padres, docentes y directivos. Entonces, es importante que cada director o directora motive a estos actores a responderlos, pues ello nos permitirá conocer aspectos relevantes de su establecimiento, como la gestión directiva, la convivencia escolar, las prácticas de equidad de género o las que promueven la participación y formación ciudadana, lo cual permitirá definir estrategias de apoyo y orientación para la implementación de acciones que tiendan a la mejora de los procesos escolares, como a las definiciones de las próximas políticas educativas.

Esperamos que todos los estudiantes rindan las pruebas y cuestionarios, por lo que debemos promover que asistan estos días a los establecimientos, lo cual garantizará que los resultados sean válidos y representativos del desempeño alcanzado por la totalidad de los estudiantes del nivel evaluado de cada escuela. Es importante que los padres sepan de la importancia de estas evaluaciones, que los profesores las valoren y que todos manifiesten su confianza en los niños y niñas. Un ambiente gratificante permitirá tener evaluaciones fidedignas del quehacer pedagógico y de los niveles de desarrollo que han alcanzado los estudiantes para luego definir acciones de colaboración entre los actores y entre las escuelas que nos permitan tener mejores políticas educativas y mejores prácticas docentes al servicio de todas las escuelas del país.

Los días del SIMCE en  nuestras escuelas han dejado de ser los días dramáticos y cargados de tensión en los cuales los colegios se jugaban lugares en los rankings. En un escenario de competencia ganan unos pocos y siempre los mismos, la mayoría pierde siendo estigmatizada; en uno de colaboración ganamos todos, especialmente los estudiantes y sus profesores, ya que esta nueva mirada de la evaluación nos permite relevar aspectos significativos del desarrollo integral de los estudiantes y que muchas veces son la preocupación central de las comunidades educativas, como son el trabajo de habilidades para el desarrollo físico o deportivo, cultural y valórico. El SIMCE no es solo la medición de los estándares académicos de las disciplinas tradicionales, sino que es la valoración integral del esfuerzo que todos los actores de la comunidad escolar realizan para tener una mejor educación para todos.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Escribir las palabras

“Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…”. Así nos dice Neruda en Confieso que he vivido. Escribir es la forma de comunicación más utilizada por las personas; a través de las palabras bien organizadas expresamos nuestros sentimientos, nuestras ideas, nuestros conocimientos, le decimos a los otros quiénes somos, lo que queremos y lo que soñamos…incluso los medios tecnológicos se han constituido en promotores de nuevas formas que bien pueden estar al
servicio de un mejor desarrollo de la habilidad.

Escribir sobre nuestras falencias y debilidades puede ser más atractivo para nuestros lectores, pero creo que es más estimulante saber lo bueno que está ocurriendo en nuestro sistema escolar, a propósito de la entrega de los resultados del Simce Escritura 2016. Por ejemplo, que las escuelas rurales obtienen mejores resultados que las escuelas urbanas en los niveles socioeconómicos más vulnerables. Esto es muy gratificante pues más del 90% de los estudiantes que asisten a la educación rural, provienen de familias de niveles socioeconómicos medios bajos, señal inequívoca de que los esfuerzos públicos por otorgar prioridad a los sectores más desposeídos comienzan a entregar señales de éxito. Más aún, cuando revisamos cuáles son los establecimientos en los que los estudiantes obtienen mejores resultados, la dependencia administrativa de los establecimientos deja de ser una variable. En efecto, nos encontramos con la escuela Aucar en Quemchi, Anexa en Ancud o México en Osorno, con iguales o mejores resultados que establecimientos de larga tradición privada y selectiva. Más significativa es la diferencia de género, donde las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres en todos los grupos socioeconómicos e incluso a los inmediatamente superiores.

¿Cómo se trabaja en los establecimientos cuyos sus estudiantes escriben mejor? Hay una serie de características comunes, como por ejemplo, en ellos predomina el trabajo colaborativo entre todos los actores de la comunidad educativa; tienen una disposición deliberada a la organización con un foco claro en el aprendizaje de sus estudiantes, tanto a través del trabajo en la sala de clases como en las actividades extraescolares; los directivos motivan a sus profesores y éstos a sus estudiantes en cada actividad que desarrollan desafiando sus expectativas hacia la superación permanente; promueven la escritura en contextos reales y diversos, con temas que interesan a los estudiantes; los profesores planifican la enseñanza para escribir bien y practican la retroalimentación de manera permanente con sus alumnos, revisando y reescribiendo sus textos para mejorarlos.

La escritura, como parte del lenguaje, constituye un desafío tan relevante como la lectura; es  fundamental para el desarrollo del pensamiento y con ello impacta en todas las áreas del aprendizaje al impulsar habilidades generales como la comprensión, el análisis, la coherencia, la inferencia, el desarrollo de las ideas y la cohesión, entre otras. Con ello estaremos promoviendo “escribir bien”, es decir, producir textos con propósitos claros, que son coherentes, que presentan ideas desarrolladas y organizadas de manera adecuada. Y, si además agregamos que ello lleva implícito el buen uso de nuestro idioma, sus reglas serán instrumentos del buen escribir, para seguir diciendo con Neruda que “Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció”. 

jueves, 21 de septiembre de 2017

Mejorando Mi Escuela


Nuestra escuela, aun siendo una buena escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que permita mejorar lo que tenemos? 


Una de las características más relevantes de la sociedad actual es considerar el conocimiento como un recurso imprescindible, tanto para el desarrollo económico, como para el trabajo cotidiano y el bienestar personal y social. Es cuestión de mirar nuestro entorno y nos daremos cuenta de la dependencia que tenemos de la tecnología, donde la innovación avanza de manera permanente, donde el conocimiento es abundante y está disponible casi sin restricciones, se transforma y modifica constantemente.

En este contexto, la escuela también se ve afectada, deja de ser el único lugar en el cual las nuevas generaciones acceden al conocimiento y la información. Es sorprendente cómo los estudiantes y los padres llegan con saberes curriculares y sobre formas de cómo educar a sus hijos. Pero también esta nueva realidad lleva implícita una complejidad que exige a la escuela una transformación como organización ya no solo sobre qué y cómo enseñar, sino cómo todos aprenden.

En efecto, los conocimientos, habilidades y valores socialmente significativos que se espera sean desarrollados en la escuela, involucran capacidades complejas que exceden el trabajo individual de un profesor y exigen a la escuela dejar de considerar que a través de la forma de trabajo individual tradicional se pueden lograr. Haciendo un símil con un equipo, aun cuando todos sean los mejores en sus puestos, ello no garantiza que se alcancen los resultados: es necesaria una armonía de conjunto que permita que todas esas individualidades aporten al logro del objetivo común.

Nuestra escuela, aun siendo una buena escuela, siempre es posible que sea mejor. ¿Cómo diseñar una estrategia que permita mejorar lo que tenemos? Muchas veces tenemos un listado realizado por diferentes autores sobre qué es una buena escuela, pero son pocas las ocasiones en las que pensamos cómo lograr lo que se nos señala. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que una buena escuela no es un estado final luego de un proceso estándar o único. No, una buena escuela está en permanente transformación y en sus procesos existen importantes aspectos para que ello ocurra: conocen muy bien su situación de partida o momento presente, tienen un buen diagnóstico y están atentos a su actualización; se plantean con claridad qué es lo que quieren cambiar y definen una trayectoria y formulan objetivos para ese nuevo estado deseable. Así se fijan prioridades porque no siempre es necesario cambiar todo, o bien, debido a que con los recursos que disponen no pueden abordar todo lo que se desea.

La escuela debe estar consciente que este proceso para mejorar es paulatino y que se le debe asignar tiempo y paciencia para visibilizar el cambio. Esto no es de un día para otro, y cuando se logran los primeros cambios, se debe continuar trabajando para consolidarlos; reflexionar respecto de la necesidad de lo que se quiere cambiar, y luego, planificar la implementación de las acciones que se han definido. Finalmente,  hay que monitorear el proceso que se implementará, evaluando con indicadores de resultados, pues dicha información servirá para impulsar un nuevo ciclo de mejoras.


lunes, 11 de septiembre de 2017

Liderazgo para el trabajo colaborativo

Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

El liderazgo juega un rol clave en la creación de las condiciones para ser efectivos en el logro delos objetivos de las escuelas y de los sistemas educativos. Los líderes educativos son fundamentales para establecer relaciones entre los diferentes niveles de educación y formación, las familias, el mundo laboral y la comunidad local, con el objetivo común de mejorar la continuidad de estudios, la inserción laboral o la formación ciudadana.

Los buenos líderes educativos desarrollan una visión estratégica para sus instituciones, actúan como ejemplo tanto para el alumnado como para el profesorado y son clave para crear un ambiente efectivo y atractivo que contribuya al aprendizaje de todos. En este sentido, la cooperación dentro de los sistemas educativos se presenta como un desafío que puede cambiar las lógicas de trabajo competitivo por aquellas en las cuales la colaboración optimiza las capacidades de sus integrantes. Esta colaboración puede asumir distintas formas: desde el trabajo en red hasta agrupaciones más formales de las escuelas. El trabajo en red incluye la unión de docentes y otros integrantes de las escuelas para debatir ideas y compartir buenas prácticas sobre determinados temas, o el intercambio mutuo de recursos en beneficio de las distintas escuelas integrantes y sus comunidades. Normalmente los miembros de una red de trabajo colaborativo construyen una visión y unos procesos de desarrollo y de toma de decisiones comunes; sus representantes se reúnen para compartir recursos o trabajar juntos en iniciativas de mayor envergadura que benefician a las escuelas o a un territorio en conjunto.

Un liderazgo que promueve la colaboración en su territorio o entre los integrantes de una red de trabajo realiza acciones que permiten facilitar la transición entre niveles educativos (v.g. de la educación parvularia a la educación básica o de ésta a la secundaria, incluida la educación y formación profesional); garantiza la continuidad del apoyo a los estudiantes en su trayectoria escolar prestando apoyos permanentes; desarrolla iniciativas que integren a los padres; y fomenta la formación de los docentes y su desarrollo profesional permanente.

Es más fácil alcanzar una cooperación entre las escuelas si se cuenta con líderes que manifiesten una genuina preocupación por los demás. Trabajar en red y de manera colaborativa requiere de talentos generosos dispuestos a fijar metas comunes y diseñar estrategias compartidas que se propongan disponer de sus conocimientos y habilidades al servicio de los demás. El mejoramiento de los sistemas educativos requiere de liderazgos morales dispuestos a otorgarle un sentido respetuoso, comprometido y de pertinencia a las relaciones personales e institucionales, de modo que las jerarquías son posiciones que facilitan las condiciones de dichas relaciones y no los puntos de partida o condiciones para la colaboración. Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

lunes, 4 de septiembre de 2017

La excelencia en la educación media


Todos los establecimientos escolares están llamados a tener una oferta educativa de alto rendimiento escolar y con altas exigencias en materia formativa. Los alumnos provenientes de sectores vulnerables material y culturalmente son los que requieren con mayor urgencia escuelas y liceos exigentes, con planes académicos rigurosos y docentes con altas calificaciones profesionales. La excelencia educativa de un establecimiento escolar consiste en que es capaz de retener, promover y provocar actividades exitosas de aprendizaje con sus alumnos.
Los jóvenes requieren de una educación que les permita demostrar con éxito sus conocimientos, tanto en la continuidad de estudios como en su desempeño cívico, social y laboral. Hace algunos años, se pensaba que lo más conveniente para los jóvenes más vulnerables era adquirir rápidamente un oficio, que les permitiera “ganarse la vida”, probablemente por las propias limitaciones de los sistemas educativos.

Pero para bien de la sociedad en general y de nuestro país en particular, la situación ha cambiado en beneficio de estos jóvenes. La única manera en la cual la educación se constituye en un mecanismo de movilidad social es con más años de escolaridad. Ahora, si esta es una escolaridad de formación técnica, ella responderá más a las opciones personales o a las posibilidades productivas que le ofrezca la sociedad.

Una educación media de excelencia debe ser académicamente exigente y rigurosa, además de fomentar la autoestima y la generación de estrategias que impulsen una comunicación efectiva en la sala de clases, para que el proceso de formación considere también los intereses personales de los jóvenes. Asimismo, nuestros docentes deben asumir que su labor es esencialmente de formadores humanistas, que quienes son sus alumnos hoy serán sometidos a fuertes exigencias en su continuidad de estudios o en sus relaciones sociales una vez que egresen y por lo tanto, el currículo debe ser un instrumento y no un fin para provocar en ellos la necesidad del perfeccionamiento profesional tanto en las materias pedagógicas como las del conocimiento del ser humano.

Nuestro desafío es una formación general de calidad que les permita acceder a los beneficios de la sociedad que estamos configurando hoy. Esto nos exige ser claros en nuestras decisiones y es por ello que proponemos fortalecer la enseñanza general, de modo que nuestros estudiantes puedan acceder a los beneficios y oportunidades que abren tener más años de escolaridad. Las metas de este gobierno han sido más ambiciosas en educación, con la idea de fortalecer desde la formación inicial, una educación que nos permita soñar lo que queremos para nuestros hijos y para todos los jóvenes de nuestro país.

martes, 29 de agosto de 2017

Escuela México: trayectoria de un mejoramiento sostenido

Son una comunidad sorprendente. En estos tiempos donde el paradigma dominante es la competencia y la fijación por los rankings, desde hace más de diez años, esta comunidad escolar han apostado por la colaboración. Han creado su propio modelo de trabajo, lo han implementado y lo evalúan todos juntos, con la finalidad de responder a su contexto y a una cultura de altas expectativas para el aprendizaje de sus estudiantes.

Aquí existe lo que en la teoría se denomina el liderazgo distribuido, donde el equipo es lo fundamental. Los docentes asumen un rol activo y de deliberación respecto al aprendizaje académico de los estudiantes, reflexionando, analizando y tomando decisiones como equipo profesional, en un ambiente de confianza, compromiso y responsabilidad con el proceso de trabajo en la escuela. En esta escuela, la evaluación ha dejado de ser un suceso, un acontecimiento, para transformarse en un proceso permanente de las prácticas de trabajo profesional y en lo cual destaca el clima de respeto existente, la buena convivencia entre los estudiantes, así como la relación de confianza entre colegas y de parte del equipo directivo hacia el trabajo realizado por los docentes, además del constante compromiso y reconocimiento de la comunidad.

Esta experiencia de cooperación entre profesores, si bien nació con la finalidad de mejorar los procesos pedagógicos, ha ido más allá: ha potenciado el desarrollo de las competencias profesionales, lo que a su vez, ha contribuido a que la totalidad de los estudiantes logre un óptimo nivel de aprendizajes, pero también, ha logrado generar un equipo docente fortalecido en su confianza profesional y una gran cohesión interna, construyendo con ello un verdadero círculo virtuoso. La escuela México ha logrado desarrollar un sistema de trabajo caracterizado por la colaboración y articulación pedagógica entre los docentes, lo que le ha permitido sostener una trayectoria de mejoramiento continuo, asegurando aprendizajes para todos sus estudiantes.

En muchas comunidades escolares, el trabajo aislado de los profesores puede convertirles en personas solitarias, donde la práctica de compartir suele estar relegada a actividades circunstanciales y no al desarrollo del núcleo central de su trabajo profesional, como es el diseño e implementación de procesos de enseñanza y evaluación de los aprendizajes de los estudiantes. En este sentido, la experiencia de la escuela México, en un ambiente de autonomía, constituye un adelanto de lo deseable para nuestro sistema escolar, donde los profesores comparten, aprenden juntos, reflexionan y evalúan de manera colaborativa con objetivos precisos, construyendo un espacio para el aprendizaje y satisfacción de todos.

lunes, 28 de agosto de 2017

Mejorando la técnica

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida.

Existe un amplio consenso en torno a que la educación integral condiciona fuertemente la productividad de los trabajadores, sus ingresos y, en términos generales, el bienestar de la sociedad. Una población con acceso a una mejor educación, se transforma en una sólida base para lograr mayores niveles de bienestar social y crecimiento, por lo que los países que aspiran a aquello deben esforzarse en alinear los procesos formativos con las necesidades del mercado laboral.

Diversas investigaciones nos señalan que la educación técnica puede ser el punto de partida en la trayectoria educacional de muchos jóvenes de sectores más desaventajados y convertirse en una potente oportunidad para sus desempeños académicos, sus expectativas educacionales y la continuidad de estudios en la educación superior. Una educación técnica que promueve altas expectativas de sus estudiantes y no solo tiene como horizonte inmediato el ingreso al mundo laboral, puede tener un importante impacto en la calidad de la formación y crecimiento del capital humano de una sociedad. Las mismas investigaciones indican que para tener mayores logros y generar un impacto en la productividad de un país, deben existir marcos institucionales claros, con participación del sector público y del privado.

Estos años se ha avanzado sostenidamente en mejoramientos curriculares, formación docente, en equipamiento y financiamiento, así como también en la creación de centros de formación técnica en las distintas regiones del país, abordando el gran desafío de responder a las necesidades de formación de los territorios y de manera pertinente al impacto que esto pueda tener en el ámbito productivo regional.

Tenemos desafíos relevantes que abordar en materia de calidad y pertinencia. La educación técnica en su nivel medio debe abordar el desarrollo de competencias cognitivas y socioemocionales necesarias para un buen desempeño académico de sus estudiantes, estar atentos a los cambios cada vez más recurrentes en el mercado laboral, y diseñar estrategias para abordar el desarrollo profesional de sus docentes con criterios de alta calidad y flexibilidad, de modo que las expectativas sociales y personales que sobre ella se tienen, se traduzcan en beneficios altamente valorados. Es por ello que la articulación de los distintos actores que intervienen en la visión de esta área educativa, debe contribuir de manera significativa y eficaz a incrementar su valoración por parte de nuestra sociedad.

Nuestra educación técnica debe quebrar el rol de reproducción de la desigualdad social con el cual se suele asociar, para convertirse en un puente que a través de la articulación con el mundo del trabajo y los estudios de nivel superior, promueva el aprendizaje a lo largo de la vida, con retornos personales y sociales altos, y se constituya en un factor dinamizador del desarrollo productivo, tenga un papel redistributivo y contribuya a la movilidad e inclusión social.


miércoles, 23 de agosto de 2017

Las Categorías de Desempeño de los Colegios

Recientemente los establecimientos de educación media han estado recibiendo la comunicación que les indica la categoría de desempeño en la cual han sido ordenados luego de la evaluación integral a la cual han sido sometidos. Éste, es un mecanismo para articular el trabajo del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que clasifica a establecimientos en cuatro categorías: Alto, Medio, Medio Bajo e Insuficiente; está basada en el índice de resultados que considera los aprendizajes académicos y los Indicadores de Desarrollo Personal y Social y luego, es ajustado a las características socioeconómicas de los estudiantes del establecimiento.

La Categoría de Desempeño es la forma integral por la cual el Sistema de Aseguramiento de la Calidad puede identificar el nivel de ayuda y orientación que necesitan los establecimientos escolares. Corresponde a una evaluación cuyo resultado es la categorización en un nivel de desempeño desde el cual se pueden focalizar los apoyos y orientaciones para colaborar en la construcción de las rutas de mejoramiento que cada establecimiento junto a su comunidad debe diseñar e implementar.

La metodología de ordenación es una herramienta que corresponde al primer paso de una evaluación más integral de la educación impartida en las escuelas y liceos de nuestro país y busca entregar información útil para el mejoramiento de la gestión escolar. Por lo cual la marcha blanca –en el caso de los establecimientos de enseñanza media- es una oportunidad para que los profesionales de la educación conozcan esta nueva herramienta con el fin de trabajar en su plan de desarrollo estratégico como institución y, por otra parte, analizar sus procesos con el fin de implementar una política educativa con foco en el mejoramiento de la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes.


Analizar la información que contienen los informes que cada comunidad ya conoce, debe ser una práctica indispensable para promover el compromiso, asumir responsabilidades y contribuir a generar una dinámica virtuosa en la cual la evaluación se constituye en una oportunidad para mejorar. La evaluación de las escuelas y liceos ha dejado de ser un juicio sobre su desempeño para constituirse en parte de una nueva estrategia que mide logros de objetivos que se plantea la propia institución escolar para luego tomar decisiones que diseñen una ruta hacia la mejora integral, en la cual los aprendizajes de los estudiantes tienen un lugar central. Con esto la evaluación ha dejado de ser un suceso para convertirse en un proceso de aprendizaje permanente, tanto de la organización escolar a través de sus mecanismos de gestión, como de los profesionales de la enseñanza y de los propios estudiantes.

¿Por qué formar al ciudadano?


Para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa.

Cuando el ser humano se piensa así mismo, cuando piensa en su entorno, en los otros y no en los demás, está comprendiendo el modo de su propia existencia. Cuando percibimos que vivir en un país fundado sobre un modelo de justicia que ofrece mayores posibilidades de bienestar y felicidad, que vivir en países autoritarios, no necesitaremos mayores justificaciones filosóficas ni de ningún otro tipo para comprender que no solo no se trata de una mejor forma de gobierno, sino que conviene reforzarla, y nos abocaremos a la tarea de educar a los futuros ciudadanos en este sentido de la justicia, consiguiendo entonces una democracia estable. Porque la estabilidad social exige de una virtud ciudadana, difícil de desarrollar si no ha comenzado a adquirirse a través del proceso educativo.

Es en este marco referencial, donde el impulso de los valores educativos como expresión del bienestar colectivo -local, regional o mundial- es interpelado de generación en generación. Cada sociedad ha tratado de distinguir, desde sus propias características vivenciales, la diversidad de manejar los importantes asuntos relacionados con los específicos procesos educativos y formativos de sus actores sociales: ciudadanos y ciudadanas.

Es esta experiencia las que nos señala que para ser ciudadanos y ciudadanos de estos tiempos requerimos ser parte de procesos formativos donde la cultura escolar abierta considera que la participación no solo es un recurso pedagógico, sino que también es una finalidad, un bien deseado por la comunidad educativa. Cuando además, la existencia de instituciones promueven y favorecen la participación como una actividad regular (Consejo Escolar, Centro de Padres, Centro de Alumnos, Consejo de Profesores), no solo formales, sino verdaderas oportunidades para la deliberación y toma de decisiones en el gobierno escolar, desde las especificidades de cada una de ellas, entonces, estamos favoreciendo una intencionalidad desde la gestión pedagógica para promover los valores de una vida democrática desde el aula y hasta las afuera de la escuela. La experiencia de que la formación es parte de un sentido cotidiano y  de que los espacios de la formación ciudadana sean parte de la normalidad de la vida escolar y no eventos aislados, estamos formando en la responsabilidad ciudadana. Cuando las interacciones entre los actores se reducen al cumplimiento de la normativa, estamos reduciendo la vida democrática al cumplimiento de roles transitorios como miembros de una comunidad permanente y ello bien puede derivar en un fortalecimiento de la autoridad y de la jerarquía, de tensiones asociadas a los niveles de participación de los miembros de la comunidad escolar en determinadas deliberaciones o procesos de toma de decisiones. Si aceptamos que lo que se aprende en la escuela, se reproduce en la sociedad, y que, como deseamos ciudadanos activos, responsables y solidarios con su comunidad política, entonces tenemos que hacer mayores esfuerzos por favorecer el desarrollo de prácticas más inclusivas, democráticas y participativas, pues ellas terminarán desarrollando en los estudiantes y ciudadanos, habilidades y actitudes fundamentales para la vida en sociedad y para la convivencia democrática.


lunes, 31 de julio de 2017

Volviendo a clases

Asegurar mayores y mejores aprendizajes, interesar a los estudiantes en la asistencia permanente y alcanzar evaluaciones positivas, pueden cambiar no solo la trayectoria de los jóvenes, sino que puede salvarlos de ser parte de quienes abultan las cifras de la deserción escolar. Ausentarse regularmente, especialmente durante los primeros años, afecta la adquisición de los conocimientos y habilidades matemáticas y verbales elementales y obstaculiza o posterga la adquisición de mayores complejidades necesarias en años posteriores. Muchas veces no somos conscientes de cuánto faltan nuestros hijos a la escuela durante el año escolar. Una inasistencia reiterada puede generar una desconexión con el proceso de aprendizaje, perder el sentido de su proyecto de desarrollo personal y aprecio por el valor social que le reportará mayores niveles educativos en su futuro. Algunos creen que si se realiza el trabajo escolar en casa no importa que pierdan clases, otros, que asistir con regularidad no es crucial en los primeros años de escolaridad, permitiendo con ello validar una cultura tolerante al ausentismo. Pero si a lo anterior se suma que ni los docentes ni la escuela tienen una atención y registro con un sistema de alerta, las sorpresas pueden ser dramáticas al cierre de este nuevo semestre, cuando se resuelve la promoción escolar.

Cualquier actuación para evitar el ausentismo y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente, el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.


Promover la asistencia a clases es promover la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases, mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo. 

lunes, 24 de julio de 2017

Educación ambiental de calidad

A propósito de la alta contaminación atmosférica que presenciamos en nuestras ciudades en esta época de invierno, que por lo demás, no es la única que sufrimos, sino que ya está siendo común la alta congestión vehicular en ciertas horas del día o la conocida contaminación de nuestros cursos de agua, es que es pertinente plantearse en nuestras instituciones qué estamos haciendo para no incrementar estos fenómenos y poder legarles a las próximas generaciones una sociedad que les ofrezca no solo mejores condiciones materiales de vida, sino que una en la cual los valores y actitudes personales y colectivas contribuyan a un mejoramiento del bienestar de cada miembro de la sociedad.

La educación en general y la escuela en particular pueden contribuir a cambiar  y sostener una nueva ciudadanía, competente en la resolución de los problemas medioambientales contemporáneos y futuros promoviendo una educación ambiental para el desarrollo sostenible e incorporando una dinámica en la cual la participación y la gestión permitan a los estudiantes desarrollar conocimientos, valores y actitudes acordes con las necesidades de su comunidad. Una estrategia así concebida, integrará las diversas áreas del conocimiento, disciplinas y saberes para la solución de problemas de manera interdisciplinar, y propiciará la formación en el conocimiento y comprensión de la ciencia, la técnica y la tecnología desde un marco social. Abordar los temas de preocupación ambiental en la escuela gatilla procesos de colaboración al interior de ella, incluyendo las instancias académicas y administrativas para su desarrollo en un marco de competencias, de estándares, de generación de espacios para la transversalidad y para el fortalecimiento institucional.


La incorporación de la participación y formación ciudadana como un indicador de la calidad de la educación que imparte un establecimiento escolar, se constituye en una oportunidad para abordar el desarrollo de las actitudes de sus estudiantes, fomentando la participación y el compromiso con su comunidad, contribuyendo a hacerse cargo de sus problemas y desafíos, y a sentirse identificados con los comportamientos necesarios para una vida compartida. Es decir, la cadena que se inicia en la promoción del compromiso con la comunidad favorece la participación de sus miembros en las actividades que se programan, enriqueciendo la vida democrática y el involucramiento de las personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy y una mayor responsabilidad con el mundo que heredaremos a las nuevas generaciones. Es cierto que la escuela por si sola es incapaz de resolver estos problemas que señalamos en un comienzo, por lo que también es necesario el mismo grado de involucramiento de otras instituciones, sin embargo, habremos iniciado un ciclo de cambios que se constituirán en la base de una mejor educación hoy y en un mayor bienestar para todos mañana.

martes, 18 de julio de 2017

Vacaciones de invierno: oportunidad formativa

Las vacaciones escolares de invierno suelen ser vistas como una dificultad por algunas familias, pues no saben qué hacer con los hijos e hijas. Muchas veces quedan solos en la casa mientras cumplen la jornada laboral y pierden el control de sus tiempos. Las escuelas por otro lado, se dividen entre las que consideran dicho periodo como una oportunidad de descanso y desconexión de las actividades escolares y las que consideran que este es un tiempo para fortalecer ciertos aprendizajes y/o profundizar algunos contenidos, para lo cual les entregan guías interminables de ejercicios y libros con los que deberán volver resueltos y leídos.

Creo que las vacaciones escolares que estamos iniciando son una gran oportunidad para fortalecer el carácter formativo que juega la familia, la escuela y la comunidad con las nuevas generaciones. En efecto, es un tiempo para que la familia pueda conectarse íntimamente, fortalecer la relación entre sus miembros, abordar los temas de interés mutuo, desarrollar actividades recreativas de excursión junto a la naturaleza, paisajes  y lugares maravillosos de nuestro entorno, visitar la variedad de museos, centros culturales y bibliotecas. La escuela puede sugerir a los padres y estudiantes realizar actividades que fortalezcan la convivencia conociendo su propia ciudad, que profundicen la solidaridad intergeneracional visitando y acompañando a nuestros adultos mayores o realizando alguna campaña de apoyo a la comunidad; puede además, abrir sus puertas para los estudiantes del sector y se encuentren en un espacio cívico común, independiente de la escuela a la cual asistan a clases. Las vacaciones escolares de este periodo son también una oportunidad para que las autoridades locales generen oportunidades para niñas, niños y jóvenes de sus comunidades programando actividades recreativas, culturales y deportivas que fortalezcan su formación integral. Existen muchas opciones que se pueden llevar a cabo y que no significan grandes costos, sino que al contrario, el implementarlas pueden significar grandes logros personales, satisfacciones familiares y enriquecimiento comunitario y social.

La buena educación es un bien social deseado por todos y en el esfuerzo por mejorar su calidad no solo debemos pensar en su dimensión académica y productiva, porque una buena educación se refleja en la convivencia y relación que tenemos con nuestros compañeros de estudios y de trabajo, con nuestros vecinos y ciudadanos en los diferentes espacios en los cuales nos encontramos cotidianamente.


Las oportunidades de esta crisis