viernes, 3 de noviembre de 2017

La familia y la comunidad escolar

Para que los directivos y profesores puedan desarrollar propuestas que promuevan la participación de las familias en la comunidad escolar, es imprescindible conocer algunas claves básicas sobre los distintos tipos de relaciones de las familias con las escuelas.

Diferentes estudios e investigaciones señalan que existe una alta incidencia de la participación de las familias en los resultados escolares de los estudiantes y que resulta fundamental para que la vinculación entre las familias y la escuela contribuya al desarrollo integral de los alumnos y alumnas. Si en todos los casos la participación de familiares en la escuela es importante, en el caso de familias pertenecientes a un medio desfavorecido esta participación es imprescindible ya que de otra manera les resultará imposible reforzar lo que el estudiante aprende en ella. La práctica nos dice que para conseguir que estas familias se acerquen a la escuela e ir paulatinamente consiguiendo su participación, la iniciativa la tienen que tomar los directivos y transmitir a las mismas el interés que tienen por sus hijos e hijas, definir una estrategia que les permita contribuir a comprender y valorar la importancia y la necesidad de la colaboración entre escuela, familia y comunidad para que el alumnado en general, y especialmente el perteneciente a medios desfavorecidos, logren éxito escolar; así como también, ayudar a conocer distintas estrategias y propuestas de participación de familiares y otros agentes de la comunidad y entender las consecuencias prácticas que ella puede tener en la escuela, como así mismo, promover estrategias, prácticas y propuestas para mejorar la participación de familiares y otros agentes de la comunidad en la escuela.

Para que los directivos y profesores puedan desarrollar propuestas metodológicas que promuevan la participación de las familias en la comunidad escolar, es imprescindible conocer algunas claves básicas sobre los distintos tipos de relaciones de las familias con las escuelas, de acuerdo con las investigaciones realizadas. Los grupos sociales más vulnerables a menudo no participan en las actividades de la escuela pero ello no se debe interpretar como desinterés por la educación de sus hijos e hijas. Hay estudios que dejan claro que estas familias no lo hacen porque no se sienten cómodas en el establecimiento escolar, unas veces por desconocimiento del funcionamiento de la institución, otras veces sus sentimientos de inferioridad no les animan a acercarse, pero también por la percepción de no ser bien recibidas. Ignasi Vila señala que las familias adoptan formas de relación distintas con la escuela según su origen socio profesional: las de nivel medio/alto tienen unas relaciones cómodas, sintonizan con los proyectos educativos y, si tienen problemas, tienen también los recursos para poder influir en el contexto escolar. En cambio, las de nivel bajo se encuentran en una situación de inferioridad frente a la institución: tienen menos información, conocen menos canales de comunicación con la escuela, y su autoestima respecto a la posibilidad de incidir en el contexto escolar es baja. Estas familias se interesan por la escuela y por el trabajo de los profesores pero se sienten incapaces de aportar de manera relevante en la educación de sus hijos y en consecuencia, no asisten a las reuniones de curso o actividades a las cuales se les convoca. 

Existen algunas formas claras que los directivos y docentes pueden promover en sus escuelas: la participación informativa de las familias, donde son informadas de las actividades que se llevan a cabo pero sin capacidad de decisión; la participación consultiva, con pocos espacios para opinar sobre asuntos del aprendizaje de los estudiantes; la participación decisoria, donde los miembros de la comunidad participan en espacios institucionales con el propósito de que la comunidad toma decisiones clave, facilitando así que la escuela asegure que la enseñanza es de calidad y que las altas expectativas con todo el alumnado forman parte de una misión escolar compartida; la participación evaluativa, donde las familias se incorporan en los procesos de evaluación de la escuela y/o en los procesos de evaluación de los estudiantes; y en la participación educativa, donde las familias y la comunidad toda forman parte en las actividades directas en el aprendizaje de los estudiantes y en su propio aprendizaje. 

Cuando los miembros de la comunidad participan en la escuela colaborando en las actividades de aprendizaje de los estudiantes, la escuela gana recursos humanos para apoyar el aprendizaje, por lo tanto, los esfuerzos de la gestión pedagógica deben ir encaminados a fomentar la colaboración de las familias en esa línea, que se constituyan en miembros activos y compartan las responsabilidades del desempeño de la propia escuela y de la formación de cada uno de los estudiantes y miembros de la comunidad escolar.

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