lunes, 31 de julio de 2017

Volviendo a clases

Asegurar mayores y mejores aprendizajes, interesar a los estudiantes en la asistencia permanente y alcanzar evaluaciones positivas, pueden cambiar no solo la trayectoria de los jóvenes, sino que puede salvarlos de ser parte de quienes abultan las cifras de la deserción escolar. Ausentarse regularmente, especialmente durante los primeros años, afecta la adquisición de los conocimientos y habilidades matemáticas y verbales elementales y obstaculiza o posterga la adquisición de mayores complejidades necesarias en años posteriores. Muchas veces no somos conscientes de cuánto faltan nuestros hijos a la escuela durante el año escolar. Una inasistencia reiterada puede generar una desconexión con el proceso de aprendizaje, perder el sentido de su proyecto de desarrollo personal y aprecio por el valor social que le reportará mayores niveles educativos en su futuro. Algunos creen que si se realiza el trabajo escolar en casa no importa que pierdan clases, otros, que asistir con regularidad no es crucial en los primeros años de escolaridad, permitiendo con ello validar una cultura tolerante al ausentismo. Pero si a lo anterior se suma que ni los docentes ni la escuela tienen una atención y registro con un sistema de alerta, las sorpresas pueden ser dramáticas al cierre de este nuevo semestre, cuando se resuelve la promoción escolar.

Cualquier actuación para evitar el ausentismo y el abandono no será efectiva a no ser que todos los actores de la escuela estén de acuerdo en que mejorar la asistencia pasa por hacer cambios significativos para mejorar la calidad de sus ambientes de aprendizaje, y que ello constituye un elemento clave de la misión cotidiana de la escuela. Las estrategias y planes que se desarrollen han de partir de la exploración y comprensión por parte de profesores y directivos escolares de por qué razones los alumnos no asisten a la escuela o liceo; es imprescindible, pues, saber en qué medida las propias estructuras, la enseñanza que se desarrolla en las aulas, las relaciones que se mantienen con el entorno y las creencias sobre las que se articula el funcionamiento de la escuela o liceo contribuyen a incrementar los problemas de asistencia y posterior abandono. Un análisis mínimamente consensuado sobre las razones de tales problemas es, posiblemente, el primer paso para mejorar lo que se está haciendo.


Promover la asistencia a clases es promover la responsabilidad, la capacidad para responder a los deberes que se adquieren y asumir las consecuencias de los actos que conllevan su incumplimiento; los estudiantes que asisten regularmente a clases tienen más posibilidades de terminar la educación escolar, de continuar estudios en los niveles superiores y de encontrar y mantener empleos de mayor calidad. Asistencia a clases, mayores aprendizajes y mejores condiciones de bienestar futuro, constituyen un itinerario deseable que debemos promover con entusiasmo. 

lunes, 24 de julio de 2017

Educación ambiental de calidad

A propósito de la alta contaminación atmosférica que presenciamos en nuestras ciudades en esta época de invierno, que por lo demás, no es la única que sufrimos, sino que ya está siendo común la alta congestión vehicular en ciertas horas del día o la conocida contaminación de nuestros cursos de agua, es que es pertinente plantearse en nuestras instituciones qué estamos haciendo para no incrementar estos fenómenos y poder legarles a las próximas generaciones una sociedad que les ofrezca no solo mejores condiciones materiales de vida, sino que una en la cual los valores y actitudes personales y colectivas contribuyan a un mejoramiento del bienestar de cada miembro de la sociedad.

La educación en general y la escuela en particular pueden contribuir a cambiar  y sostener una nueva ciudadanía, competente en la resolución de los problemas medioambientales contemporáneos y futuros promoviendo una educación ambiental para el desarrollo sostenible e incorporando una dinámica en la cual la participación y la gestión permitan a los estudiantes desarrollar conocimientos, valores y actitudes acordes con las necesidades de su comunidad. Una estrategia así concebida, integrará las diversas áreas del conocimiento, disciplinas y saberes para la solución de problemas de manera interdisciplinar, y propiciará la formación en el conocimiento y comprensión de la ciencia, la técnica y la tecnología desde un marco social. Abordar los temas de preocupación ambiental en la escuela gatilla procesos de colaboración al interior de ella, incluyendo las instancias académicas y administrativas para su desarrollo en un marco de competencias, de estándares, de generación de espacios para la transversalidad y para el fortalecimiento institucional.


La incorporación de la participación y formación ciudadana como un indicador de la calidad de la educación que imparte un establecimiento escolar, se constituye en una oportunidad para abordar el desarrollo de las actitudes de sus estudiantes, fomentando la participación y el compromiso con su comunidad, contribuyendo a hacerse cargo de sus problemas y desafíos, y a sentirse identificados con los comportamientos necesarios para una vida compartida. Es decir, la cadena que se inicia en la promoción del compromiso con la comunidad favorece la participación de sus miembros en las actividades que se programan, enriqueciendo la vida democrática y el involucramiento de las personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de hoy y una mayor responsabilidad con el mundo que heredaremos a las nuevas generaciones. Es cierto que la escuela por si sola es incapaz de resolver estos problemas que señalamos en un comienzo, por lo que también es necesario el mismo grado de involucramiento de otras instituciones, sin embargo, habremos iniciado un ciclo de cambios que se constituirán en la base de una mejor educación hoy y en un mayor bienestar para todos mañana.

martes, 18 de julio de 2017

Vacaciones de invierno: oportunidad formativa

Las vacaciones escolares de invierno suelen ser vistas como una dificultad por algunas familias, pues no saben qué hacer con los hijos e hijas. Muchas veces quedan solos en la casa mientras cumplen la jornada laboral y pierden el control de sus tiempos. Las escuelas por otro lado, se dividen entre las que consideran dicho periodo como una oportunidad de descanso y desconexión de las actividades escolares y las que consideran que este es un tiempo para fortalecer ciertos aprendizajes y/o profundizar algunos contenidos, para lo cual les entregan guías interminables de ejercicios y libros con los que deberán volver resueltos y leídos.

Creo que las vacaciones escolares que estamos iniciando son una gran oportunidad para fortalecer el carácter formativo que juega la familia, la escuela y la comunidad con las nuevas generaciones. En efecto, es un tiempo para que la familia pueda conectarse íntimamente, fortalecer la relación entre sus miembros, abordar los temas de interés mutuo, desarrollar actividades recreativas de excursión junto a la naturaleza, paisajes  y lugares maravillosos de nuestro entorno, visitar la variedad de museos, centros culturales y bibliotecas. La escuela puede sugerir a los padres y estudiantes realizar actividades que fortalezcan la convivencia conociendo su propia ciudad, que profundicen la solidaridad intergeneracional visitando y acompañando a nuestros adultos mayores o realizando alguna campaña de apoyo a la comunidad; puede además, abrir sus puertas para los estudiantes del sector y se encuentren en un espacio cívico común, independiente de la escuela a la cual asistan a clases. Las vacaciones escolares de este periodo son también una oportunidad para que las autoridades locales generen oportunidades para niñas, niños y jóvenes de sus comunidades programando actividades recreativas, culturales y deportivas que fortalezcan su formación integral. Existen muchas opciones que se pueden llevar a cabo y que no significan grandes costos, sino que al contrario, el implementarlas pueden significar grandes logros personales, satisfacciones familiares y enriquecimiento comunitario y social.

La buena educación es un bien social deseado por todos y en el esfuerzo por mejorar su calidad no solo debemos pensar en su dimensión académica y productiva, porque una buena educación se refleja en la convivencia y relación que tenemos con nuestros compañeros de estudios y de trabajo, con nuestros vecinos y ciudadanos en los diferentes espacios en los cuales nos encontramos cotidianamente.


miércoles, 5 de julio de 2017

Una nueva educación pública para la calidad

La calidad de la educación pública a la que  los niños, niñas y jóvenes chilenos tienen derecho, no  debe depender de las capacidades y las voluntades del municipio. El modelo actual no es capaz de garantizar procesos de mejora continua y de calidad creciente vía una gestión estable en el tiempo en los establecimientos que tiene a su cargo, lo que se refleja en una carencia de equidad en las condiciones y en las oportunidades de aprendizaje en todo el país; no permite que los logros en gestión e innovación educativa se aquilaten, difundan y compartan de manera efectiva, con pertinencia local ni se optimice el uso de los recursos disponibles, especialmente los recursos humanos y financieros, afectando en muchos casos y en otros deteriorando los niveles de profesionalización y resultados de calidad alcanzados en periodos anteriores.

La misión de la educación pública es garantizar, para todos los sectores sociales y en todo el país, el acceso universal a una educación de calidad, laica, gratuita e inclusiva, que ofrezca experiencias de aprendizaje significativas, diversas, pertinentes y contextualizadas, orientadas a la formación de personas y de ciudadanos libres, autónomos e iguales en dignidad y derechos. El propósito de la nueva institucionalidad propuesta para la educación pública es construir y consolidar un sistema con carácter local y nacional a la vez, expresado en la instalación gradual de una red moderna y articulada de servicios de educación pública, cuyo foco sea desarrollar y fortalecer las capacidades de los establecimientos educacionales y sus ciclos de mejora educativa.

La nueva institucionalidad crea un sistema nacional articulado donde la gestión educativa es de carácter local e integral, donde los establecimientos educacionales: liceos, escuelas, centros de educación de adultos, jardines y salas cuna públicos (hoy administrados por los municipios), son los encargados de asegurar los aprendizajes y la formación de sus estudiantes; donde los Servicios Locales de Educación Pública son servicios descentralizados funcional y territorialmente, adscritos a la Alta Dirección Pública, con un Consejo Local y un Consejo Directivo representativo de la comunidad educativa local y regional, siendo ambos responsables de la gestión educativa en su territorio. Completa el diseño la Dirección de Educación Pública, servicio público especializado, encargado de coordinar y apoyar administrativa y técnicamente a los Servicios Locales de Educación y de monitorear los convenios de gestión de sus directores sin intervenir en la gestión de éstos.


El nuevo diseño para la educación pública es una superación del estado actual de la educación municipal, garantiza independencia de los ciclos políticos, la estabilidad de los equipos técnicos, coloca foco en el desarrollo de las capacidades de aprendizaje de los estudiantes y fortalece el profesionalismo docente, genera un sistema territorial de carácter cooperativo y solidario donde lo central es la escuela y la calidad quienes aprenden y enseñan en ella.

Las oportunidades de esta crisis