martes, 31 de marzo de 2009

Preparación de clases y pruebas son las mayores debilidades de los profesores

La última evaluación docente arrojó que los resultados de los controles y la utilización de éstos tienen un nivel bajo el "competente". por Javiera Herera

A pesar de que en la última evaluación docente los profesores registraron una alza en sus resultados generales, la encuesta reveló una serie de aspectos que hay que mejorar.
Entre las ocho áreas que se evalúan del portafolio que entregan los docentes, está la utilización de los resultados de las evaluaciones que se realizan a los alumnos y la elaboración de las pruebas académicas. Estos dos aspectos son los que tienen peor evaluación, con 1,6 punto de una escala de 4 .Además, la estructura de las clases (cómo se introduce un tema y cómo se interactúa con los alumnos) y la organización de los contenidos también tienen resultados magros; obtienen menos de 2,5 puntos. Sólo por sobre ese puntaje se obtiene una calificación que el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigación Pedagógica -Cpeip- considera como "competente".
Según el director del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, Juan Eduardo García Huidobro, "es muy preocupante que esté mal evaluado el uso o el poco uso que los docentes hacen del resultado de la evaluación, porque de alguna manera esa utilización es la que permitirá mejorar la educación".
Agrega que la situación presenta un problema para el aprendizaje, pues "si el profesor no entra a la clase con un propósito relativamente claro de lo que quiere lograr, es mucho más difícil que lo cumpla".
En tanto, el director del CPEIP, Carlos Eugenio Beca, indica que la falta de herramientas prácticas para las evaluaciones sigue siendo una dificultad para los profesores. Agrega que se está trabajando en el perfeccionamiento de los docentes en esos temas.
BUEN AMBIENTEPor otro lado, sólo dos ítemes del portafolio están por sobre el nivel de "competentes": el ambiente en la sala de clases y la calidad de las actividades que se realizan.
Esto es valorable, pues "un muy buen ambiente en la sala de clases es un piso necesario, pues si éste no está, si las relaciones no son cordiales, si los alumnos no se sienten respetados, no se puede avanzar", dijo García Huidobro.
Gracias a los resultados de la evaluación se pudo determinar que los profesores con buen rendimiento utilizan más el computador para realizar su trabajo. Entre quienes ocupan el PC menos de dos veces al mes para su trabajo docente se encuentra el mayor porcentaje de profesores con nivel insatisfactorio y básico.

QUÉ PASA TRAS LA EVALUACIÓN
En la última evaluación docente, 76% tuvo un nivel competente y destacado. Esto les permite optar a una Asignación Variable por Desempeño, la cual va desde el 5% al 25% del sueldo del profesor. Esto, es según el Mineduc, un reconocimiento al mérito docente.
En tanto, quienes tienen mala evaluación siguen un Plan de Superación Profesional. Además, lo que obtienen resultados insatisfactorios deben rendir, obligatoriamente, la prueba el año siguiente.

domingo, 22 de marzo de 2009

Las 5 claves de una escuela efectiva

Liderazgo directivo, buenos profesores, clases preparadas, participación de la familia y evaluación permanente, son los factores que identifican a las escuelas efectivas.

En 1966, el Informe Coleman remeció las creencias de los países anglosajones sobre el verdadero aporte de las escuelas, especialmente en los sectores de pobreza. La investigación planteaba que el aprendizaje no dependía de la calidad de la escuela, sino de la escolaridad y estímulo de los padres.
Esta problemática conclusión que anulaba el papel de la escuela en la socialización y enseñanza, tuvo no obstante un efecto vitalizador, porque generó todo un movimiento orientado a demostrar lo contrario, esto es, que la escuela sí podía hacer una diferencia. Una parte de los investigadores enfrentó el informe Coleman de manera más positiva, analizando qué hacían las escuelas cuyos resultados eran consistentes. Nacía de esta manera el movimiento de las escuelas efectivas.

¿Qué tienen en común las escuelas efectivas?
Cinco factores claves fueron entonces identificados, como aspectos comunes en las escuelas que obtienen buenos resultados:

Profesor efectivo: maneja los contenidos del currículum, los conoce, los domina, tiene buena metodología para enseñarlos y sabe adaptarse a las distintas realidades de los niños con los que trabaja.
Sala de clase efectiva: un espacio agradable, donde los tiempos se utilizan de manera óptima para la enseñanza, donde se hace una normalización de los niños para que estén dispuestos a trabajar bien y se crea un contexto propicio para el proceso de aprendizaje.
Relación escuela-familia: se concluyó que no se trataba de escuelas que hicieran "cosas por la familia", sino que mantenían con esta una relación centrada en los objetivos de aprendizaje de los niños.
Liderazgo: el director está muy implicado en los procesos de aprendizaje y no sólo en administrar la escuela, lo cual significa que se director sea capaz de observar clases, apoyar a los profesores y monitorear los procesos de enseñanza.
Evaluación permanente: revisión regular de autoobservación, para evaluar si los objetivos planteados por la escuela se han cumplido en un periodo específico.

Los estudios de eficacia mostraron, además, que un tema importante es la expectativa, lo que en las investigaciones se llamado el Efecto Pigmalión: un profesor con altas expectativas sobre sus estudiantes, ya produce un mejoramiento en los resultados de aprendizaje; un profesor que cree en sus alumnos cambia absolutamente la disposición de ellos a aprender. Y lo mismo pasa en los otros niveles: un director que cree en sus profesores produce un impacto positivo en el trabajo general.http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?GUID=03001e2c-ea7b-4a7d-9630-f95eb3b37881&ID=194940

jueves, 19 de marzo de 2009

El profesor importa

Hemos conocido los primeros resultados de la investigación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica, que aplicando el “cálculo del valor agregado”, nos señala que la diferencia de tener un buen profesor supera hasta 2,3 veces la –para muchos- “condicionante” socioeconómica de las familias. Esta condición de origen de los estudiantes se instaló en el discurso de algunos políticos y muchos educadores a partir de la teoría de la reproducción de Pierre Bordieu (“La Reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza”, 1970), para quien la educación es el agente fundamental de reproducción y de la estructura de las relaciones de poder y de las relaciones simbólicas entre las clases sociales, colocando énfasis en la importancia del capital cultural heredado en la familia como clave del éxito en la escuela.

Si bien esta explicación me sedujo por un tiempo, mantuve “la ilusión meritocrática” –al decir del propio Bordieu- de que la educación puede darle un vuelco a la vida de las personas y que la buena escuela y el buen profesor importan más en el éxito escolar que la condición de origen de los estudiantes. En efecto, los resultados de la investigación a que aludimos, confirma nuestra observación de la trayectoria institucional de la buena escuela, como del comportamiento profesional de directivos y docentes. No da lo mismo cualquier escuela, como tampoco cualquiera puede ser director de estas ni mucho menos un semiprofesional puede tener la responsabilidad ni en la transmisión de la cultura y los conocimientos, ni en los valores necesarios para la formación personal y ciudadana de las próximas generaciones.

No podemos esperar realizar nuevas “experiencias pilotos” para convencernos de la necesidad de un cambio profundo en las políticas educativas: donde la formación docente se encare con decisión y firmeza desde las universidades (procesos de selección de estudiantes, rigurosidad formativa y disciplinaria); que los directivos basen su autoridad en el liderazgo y conocimiento de la gestión escolar especializada para hacerse responsables del desarrollo profesional de los docentes que son parte de su equipo educativo, como del futuro de la formación moral y académica de los estudiantes cuyas familias les han confiado su provenir. Nuestro sistema escolar está estancado y no despegará mientras sigamos esperando la receta política, pues ninguna propuesta legislativa en discusión actual resolverá los problemas estructurales que ahogan la creatividad e impiden la colaboración.

Los docentes, sus directivos y dirigentes debieran exigir autonomía y confianza. Autonomía para que las escuelas puedan gestionar sus adaptaciones curriculares y sus estrategias metodológicas, para que los directivos puedan seleccionar y evaluar el desempeño de sus docentes como en toda entidad seria. Los docentes debieran exigir confianza en sus instituciones y condición profesional. Pero deben ser serios y responsables: hay que dirigir los establecimientos escolares con profesionalismo, tomar decisiones basadas en el conocimiento y no en la intuición o el parecer; deben realizar su trabajo profesional con rigurosidad y pasión, sin excusas; deben tener un trato deferente y respetuoso entre ellos y con los demás miembros de la comunidad escolar, especialmente con sus alumnos. El profesor enseña siempre y no puede otorgarse licencias en su vida pública pues ella termina repercutiendo en la propia sala de clases.

Hoy existe un consenso de que el grado de eficacia de la escuela debe ser medido con base en el progreso alcanzado por el alumno con referencia a su nivel de logro inicial (valor agregado), y no con base al nivel de logro actual (rendimiento “bruto”). Esta es una condición necesaria para que la comparación entre las escuelas sea “justa”. En este enfoque, entonces, la medición de eficacia institucional coincide con un criterio operacional del enfoque de justicia educativa. En efecto, esto puede dejar en evidencia que cuando una escuela es “buena”, lo es por que sus alumnos han mejorado sustancialmente su condición inicial y no porque su situación actual de buena escuela se deba a factores como la selección escolar o los recursos externos de que dispone. Indicadores “justos” del desempeño de la escuela necesitarán medir el progreso de los alumnos en la escuela, en vez de los “resultados” brutos en los exámenes nacionales. Otro aporte significativo dice relación con la calidad de los profesores: al interior de una escuela con cursos constituidos homogéneamente los avances son diferentes y cuando esas diferencias son significativas, es que es el profesor quien tiene debilidades en sus conocimientos o desempeños deficitarios.

Si el profesor importa, las políticas del sector deben ser coherentes: ingresos selectivos de estudiantes de pedagogía, rigurosidad académica en las universidades, prácticas de desarrollo profesional adecuadas a las necesidades de los estudiantes y un programa de compensaciones remuneracionales claro y estimulante. Mientras nuestros deseos de tener buenos profesores no coincidan con las medidas que tomamos, nuestra educación seguirá siendo un obstáculo para nuestros sueños de país desarrollado, inclusivo y más democrático.http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20090322/pags/20090322224805.html

Las oportunidades de esta crisis