viernes, 30 de diciembre de 2005

Educación e Integración Social

La propuesta legislativa de introducir como requisito para todo establecimiento que obtenga subvención estatal una cuota de 15% de alumnos considerados “vulnerables” fue respaldada por el Tribunal Constitucional en el sentido que no pone en peligro la libertad de enseñanza en Chile, como los detractores de la UDI reclamaban. Pero no contentos con ello, ahora dicen que la norma es inconveniente, critican su carácter obligatorio, que reduce la autonomía de gestión de las escuelas y de elección de las familias no beneficiadas.

Si bien en Chile el sistema escolar se basa en la libertad de enseñanza de las escuelas y en la libertad de elección de las familias, en la práctica la libertad con que cuentan las escuelas limita la libertad de elección de muchas familias. Primero, por que las escuelas pueden cobrar a las familias sin por ello dejar de recibir la subvención estatal, con lo que se introducen barreras económicas para el ingreso de alumnos a escuelas financiadas con recursos públicos. Segundo, las escuelas –amparándose en las definiciones de su proyecto educativo- pueden negar la matrícula a cualquier niño e incluso expulsarle una vez admitido. De esta forma las escuelas pueden seleccionar a los alumnos con mayor potencial académico y, en cambio, discriminar a los niños que presentan mayores dificultades ya sea de aprendizaje o de socialización.

En consecuencia, la libertad de elección de los padres en el sistema público de educación está condicionada por su capacidad de pago y por la arbitrariedad de las escuelas de aceptar y mantener a su hijo. La introducción de una cuota obligatoria de alumnos vulnerables en todas las escuelas con financiamiento público aumenta la libertad de elección de los más pobres y por esa vía expande sus oportunidades educativas, en la medida que ellos pueden ahora acceder a escuelas que antes les estaban vedadas. La hipótesis educativa que está en la base de la integración social en la escuela es que ésta incrementa el capital social del conjunto del sistema (especialmente de las mayorías) y lo distribuye más equitativamente. Siendo éste un factor relevante para producir mejores oportunidades de aprendizaje, se espera que la educación en general mejore. Adicionalmente, al limitar la creación de escuelas ghettos, las medidas de integración mejorarían significativamente la calidad de la educación de los estudiantes actualmente más segregados. Finalmente, los estudiantes más pobres que tendrán acceso a mejores escuelas mejorarían sus resultados de aprendizaje, tanto por la mejor calidad del servicio como por el efecto beneficioso de estudiar en una comunidad de estudiantes con mayor capital cultural.

Es cierto que hemos construido escuelas de tal calidad que hasta nuestros adversarios políticos escriben sobre ello, pero no es suficiente para mejorar la calidad de la educación, como tampoco lo es sólo con mejoras aisladas que se pueden lograr con el esfuerzo de gestión de los directivos escolares, con el mejoramiento de la enseñanza por parte de los profesores o con el mayor compromiso de los padres. La responsabilidad de un gobierno con sensibilidad social es generar las condiciones institucionales para que sean las mayorías las beneficiadas y especialmente los más desposeídos.

martes, 20 de diciembre de 2005

La equidad como factor de calidad

Generalmente se entiende por equidad la atención especial a los sujetos que lo necesitan. Por este principio se diseñan programas y acciones bajo el criterio de discriminación positiva, como manifestación de sensibilidad especial para que el sistema educativo intente compensar los déficits originados por el contexto sociofamiliar y también de aquellos que son de origen psicobiológicos. En perspectiva socioeconómica, podríamos afirmar que no habrá equidad en la educación hasta que no se logre un rendimiento escolar similar entre los alumnos procedentes de distintos niveles socioeconómicos. Esto significa que la equidad es opuesta al fracaso escolar como algo ligado exclusivamente a ciertos grupos de alumnos, aunque el fracaso no sea de su exclusiva responsabilidad, una escuela equitativa hará que el fracaso no sea inapelable, y no asociará de manera fatalista ciertas variables del contexto sociofamiliar con la imposibilidad de escalar los niveles más altos del sistema por parte de todos sus alumnos.

La equidad demanda que los beneficios de la educación lleguen a todos sin excepción, puesto que la incidencia de la escuela sobre su futuro resulta decisiva. Cabe recordar que a pesar de la multiplicación de fuentes informativas, la influencia indiscutible de los medios de comunicación y la necesidad de considerar la educación como una actividad que dura a lo largo de toda la vida, la escuela es la única institución que proporciona aquellos conocimientos básicos y aquellos hábitos de aprendizaje que permitirán seguir aprendiendo. Entonces, la escuela colabora con la equidad social si la practica en su propio seno. En efecto, cuando la educación parte de lo que es el educando se sitúa en el mejor camino para obtener el máximo provecho de sus posibilidades. Cada uno aprenderá de manera óptima, si se le ofrece la posibilidad de hacerlo mediante el tipo de actividades que sintonizan mejor con sus capacidades más desarrolladas. Este principio pedagógico se opone, por tanto, a una organización escolar que estructura grupos fijos, dirigidos a supuestos “alumnos tipo”, a todos los cuales se les ofrece una metodología uniforme para las actividades de aprendizaje. Hay que señalar que la organización de la escuela en supuestos grupos homogéneos, especialmente por la “capacidad intelectual”, se corresponde con el modelo organizativo de la primera industrialización, cuando en las fábricas se realizaban tareas idénticas y repetidas por amplias masas de trabajadores. Hay que oponerse a las agrupaciones y establecimientos escolares selectivos o con una alta concentración que lleva a la ausencia de los otros grupos socioculturales. Hay que insistir en que la preparación para la convivencia en una sociedad multicultural y democrática la podrá lograr la escuela en la medida en que ella sea un reflejo de esa misma diversidad, y la convivencia en la diversidad es hoy una de las metas clave de la educación para el siglo XXI.

jueves, 15 de diciembre de 2005

Diversidad para la educación chilena

Reflexionar acerca de la calidad de la educación lleva a preguntarnos: ¿está nuestro sistema educativo a la altura de las necesidades y derechos que los estudiantes tienen en el mundo de hoy? La respuesta es no. La sociedad contemporánea cambia a un ritmo mayor que el experimentado por la escuela. Los sistemas educativos fueron pensados y estructurados a partir de paradigmas sobre la educación nacidos en el siglo XIX y ajustados lentamente a lo largo del siglo XX, mientras que la sociedad cambia a ritmos cada vez más acelerados.

Los sistemas educativos están basados en un modelo de educación homogénea, cuando hoy la sociedad globalizada se caracteriza cada vez más por su diversidad. Trabajar con la diversidad como un aspecto positivo es un desafío que nuestras escuelas manejan con dificultad. De hecho, ésta es vista más bien como una traba, cuando, por el contrario, debe ser considerada una fortaleza. Las escuelas privilegian esquemas de trabajo homogéneos, con calendarios y ritmos de progreso uniformes, o bien seleccionan a los estudiantes según características que permitan contar con grupos "similares", ya sea en términos de estatus social, habilidades, u otros criterios.

Todo esto facilita la administración burocrática, pero nos distancia de la realidad del mundo actual cada vez más diverso; reproduce la inequidad social y quita a la diversidad la posibilidad de contribuir al aprendizaje. Los estudios muestran que en clases heterogéneas todos los alumnos aprenden más y mejor. Desarrollar la escuela para manejar la riqueza de la diversidad supone no sólo aceptación; también significa utilizarla para apoyar al desarrollo del aprendizaje de los estudiantes. En este contexto, la creación en Chile de Consejos Escolares como espacios de participación, y de la cuota de integración del 15% son pasos fundamentales para la generación de oportunidades que favorezcan una gestión educativa flexible, con mayores recursos que garanticen la pertinencia de los aprendizajes desarrollados en la escuela. Asimismo, ofrecen una oportunidad para abrir el establecimiento educativo a la comunidad, permitiendo un diálogo necesario. Significa para la escuela un nexo entre profesores, padres y el mundo, avanzando así en la comprensión de la diversidad creadora.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Calidad para Todos

Los gobiernos de la Concertación han construido bases sólidas y han ampliado las oportunidades educativas para todos como nunca antes en nuestra historia. El debate que buscamos instalar acerca del futuro de nuestra educación tiene que ver en cómo somos capaces de garantizar a cada familia chilena una educación pertinente y de primer nivel para sus hijos, independiente de su condición socioeconómica. Para cumplir este objetivo se requiere desarrollar una política educativa que se estructure en cuatro ejes estratégicos fundamentales: en primer lugar, garantizar a la pequeña infancia una estimulación temprana, que les permita desarrollar al máximo sus capacidades y seguir aprendiendo a lo largo de sus vidas. En segundo término, debemos poner un acento fundamental en que los profesores de la educación básica y media accedan a las condiciones que les permita ejercer una docencia de calidad. Junto con lo anterior, se debe avanzar en la mejora de la equidad del sistema, buscando resolver los actuales problemas de segmentación de la matrícula, así como también disminuir la brecha de resultados que existe entre las distintas instituciones educacionales. Mejorar sustantivamente la gestión de las escuelas, liceos, administraciones locales, centros de formación técnica, además de adaptar la institucionalidad pública a las nuevas exigencias de excelencia, son también acciones de relevante significación.

Un tercer eje estratégico dice relación con asegurar las oportunidades de aprendizaje de cada chileno y chilena en todas las etapas de su vida. La existencia de un sistema equitativo de educación permanente, con acento en la formación técnica, es un imperativo para sostener el crecimiento económico del país. Finalmente, es menester garantizar a todo joven con talento – independientemente de su origen- una educación superior de alta calidad, que ofrezca, además de una formación acorde a los requerimientos de nuestro crecimiento económico y de las demandas de la sociedad del conocimiento, un stock de principios y valores que enriquezcan su acervo personal y ciudadano. Junto con lo anterior, es fundamental elevar sustantivamente la demanda por innovación e investigación científica y tecnológica, que hace nuestro sistema social y productivo, requisito esencial que nos permitirá acceder a nuevos estadios de desarrollo.

Nuestra capacidad para crecer en libertad y justicia depende mucho de la educación que seamos capaces de ofrecer a todos nuestros compatriotas. Este es un sentimiento que permea a toda la sociedad y que nos exige ser más rigurosos en lo que tenemos que hacer en el futuro próximo.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Por una escuela inclusiva

La escuela inclusiva se construye sobre la participación y los acuerdos de todos los agentes educativos que en ella confluyen. Considera el proceso de aprendizaje del alumnado como la consecuencia de su inclusión en el centro escolar. Surge de una dimensión educativa cuyo objetivo se dirige a superar las barreras con las que algunos alumnos y alumnas se encuentran en el momento de llevar a cabo el recorrido escolar. Con una escuela inclusiva se trata de lograr el reconocimiento del derecho que todos tienen tanto a ser reconocidos, como a reconocerse a sí mismos como miembros de la comunidad educativa a la que pertenecen, cualquiera que sea su medio social, su cultura de origen, su ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o de la sobre dotación intelectual.

Es de esta diversidad y de la falta de reconocimiento legítimo de las diferencias existentes, de donde surgen con frecuencia las desigualdades, las discriminaciones y las jerarquías que son las que finalmente configuran el paradigma de la exclusión. En esta escuela que se propone, el desarrollo de la convivencia se realiza a través del diálogo. Los conflictos se transforman en una oportunidad para el desarrollo personal y social, porque permite la aproximación entre los agentes en conflicto y el desarrollo de su aprendizaje.

Si es necesario situar todos los procesos humanos en el contexto socio histórico en el que suceden, también lo requieren así los procesos educativos. La escuela, como unidad de estos procesos, históricamente ha ocupado un lugar privilegiado en la actuación educativa. En la sociedad actual, la sociedad de la información, la escuela ha dejado de ser la principal instancia transmisora de conocimiento, y el alumnado tiene la oportunidad de acceder a diferentes contextos de aprendizaje además del escolar. Esta nueva situación exige a la escuela poner en relación los aprendizajes que el alumnado realiza en los diferentes contextos y dotarle de las estrategias necesarias que le permitan ser un agente activo y crítico, comprometido con su propio desarrollo y el de su entorno, disipando así el riesgo de la exclusión.

En la escuela del siglo XXI al profesorado le corresponde alentar al alumnado en este proceso, superando el etnocentrismo imperante, dotándole de puntos de referencia para comprender el mundo que le rodea y reforzando al mismo tiempo su sentido de pertenencia a la comunidad. De la reflexión y revisión de su práctica educativa surgirán tanto los cambios metodológicos como culturales, imprescindibles para construir ese ámbito de inclusión. La escuela ha de ser y ocupar ese importante espacio educativo que le corresponde donde las múltiples formas de la participación se articulen en un diálogo intercultural mutuamente enriquecedor bajo el principio de iguales en la diferencia.

Las oportunidades de esta crisis